Guerra de Dioses

01/06/2009
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Cuando los tiempos de Moctezuma se recolectaban las semillas del huautli (amaranto) y amasando su harina con miel nacían pequeños seres humanos. Idolitos de harina de amaranto para rogar por la sanación de los hinchazones, invocar partos sanos y pedir buenas cosechas a sus dioses aztecas. Llegaron los españoles para esquilmar y poseer, y prohibieron el cultivo de amaranto. Sus rituales ofendían al Dios verdadero. Las plegarias aztecas han sido atendidas.

En EEUU, la cuna de las semillas modificadas genéticamente, los productores de soja y algodón transgénico no pueden luchar contra la invasión del amaranto. La torpeza maquinada por Monsanto de jugar al monocultivo y la aplicación de su herbicida especializado, tal como se ha demostrado científicamente, lleva a que otras plantas (ellos les llaman malezas) adquieran también ese rasgo de inmunidad frente al herbicida y se necesite multiplicar su uso. Se calcula que cincuenta mil hectáreas ya están llenitas de amaranto.

Así, los dioses aztecas reconducen las travesuras humanas. Los agricultores engañados por Monsanto les han cerrado las puertas de sus fincas y vuelven a la agricultura y a los granos tradicionales. Tlaloc, dios de la lluvia, Huitzilopochtli, asociado al dios Sol que alimenta al mundo, y Tezcatlipoca, señor del cielo y de la tierra, nos brindan con el amaranto un cultivo muy nutritivo y una lección de humildad.

Pero, después de leer el pasado 27 de mayo en estas páginas los argumentos del Sr. Ludevid a favor de los transgénicos, uno se reafirma en que nos inunda un monocultivo de pensamiento que todo lo mide bajo los parámetros capitalistas de la productividad. Donde, por cierto, los dioses transgénicos tampoco ganan.

- Gustavo Duch Guillot es director de Veterinarios sin Fronteras (España)
http://www.veterinariossinfronteras.org

https://www.alainet.org/es/articulo/133998

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