Razones de esperanza
- Opinión
América Latina está en movimiento. De nuevo, hay fuertes razones de esperanza que provienen de esta región. Hace 15 años, Clinton completó su mandato sin cruzar el Río Grande; ni siquiera fue a México para firmar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). América Latina se comportaba bien, desde su punto de vista. Diez años después, el gobierno Bush no pudo conseguir el apoyo de un solo gobierno latinoamericano para la invasión de Irak -ni el de México, su aliado más cercano-. Ha fracasado el ALCA -el Área de Libre Comercio de las Américas-, que fue el proyecto estratégico de Estados Unidos para el resto del continente.
Después de haber sido el laboratorio de las experiencias neoliberales del mundo -y precisamente por ello-, América Latina se ha convertido en el eslabón más débil de la cadena neoliberal en el mundo.
Se puede decir, de una manera simplificada, pero real, que el mundo hoy está dominado por tres grandes monopolios, por tres grandes poderes: el monopolio de las armas, el monopolio del dinero y el monopolio de la palabra. Podemos añadir que en Latinoamérica hay logros fundamentales en la lucha contra los dos primeros monopolios, en la construcción de un mundo multipolar, en el sentido que la mayoría de los gobiernos de la región tienen su prioridad en los proyectos de integración regional -Mercosur, ALBA, Banco del Sur, gasoducto continental, entre otros-, contra los TLCs propuestos por Estados Unidos. Este país tiene, desde este punto de vista, un solo gran aliado: Colombia, donde se desarrolla una de las guerras infinitas del Imperio. Pero es un Gobierno aislado en la región. Ecuador ha decidido no renovar el acuerdo de la base militar estadounidense con asiento en Manta. Y es también por esta razón que las elecciones en Paraguay el próximo mes de abril serán muy importantes, pues EE.UU. ha desplazado sus tropas a ese país, en una región donde ven sus intereses en riesgo.
Entonces, América Latina desempeña un papel positivo en la lucha contra un mundo unipolar, condición indispensable para terminar con el poder de las armas.
En cuanto al poder del dinero -promovido por el modelo neoliberal- Latinoamérica también ha hecho contribuciones importantes, aunque en menor proporción que en el caso anterior. Gobiernos como los de Brasil, Argentina, Uruguay, Nicaragua, aún cuando dan prioridad a los procesos de integración regional, no han salido del modelo económico neoliberal. Es cierto que son gobiernos diferentes de aquellos que los antecedieron; en algunos casos han flexibilizado el modelo, pero sobre todo hay políticas sociales efectivas de redistribución de los ingresos, y tienen una política exterior independiente, entre otras cosas. Se trata de gobiernos contradictorios, pero que reproducen la hegemonía del capital financiero, la fuerza de las burguesías de exportación de los productos primarios, de las políticas del libre comercio.
Toda vez, el logro más importante de América Latina, él que nos da fuertes razones de esperanza -en el verdadero sentido de la esperanza-, él que nos permite decir que América Latina ha comenzado a construir "otro mundo posible", es el ALBA -
Es el mejor ejemplo, un ejemplo práctico de que "otro mundo es posible", un ejemplo de lo que el Foro Social Mundial llama "comercio justo", fuera de los precios del mercado, alternativo a
En este espacio se están desarrollando diversas iniciativas extraordinarias. Para tan solo mencionar algunas: el Banco del Sur, en el cual participan también países que no adhirieron al ALCA, como Brasil, Argentina, Uruguay, que representa el diseño de una nueva arquitectura financiera, a través de la cual los países de la región financian sus propios proyectos; una alternativa a las políticas del Fondo Monetario Internacional.
Es allí que ha sido posible igualmente
Todo eso es posible debido a las relaciones no mercantiles, no basadas en el coste-beneficio, en la búsqueda de beneficio, sino en procesos de des-mercantilización. Democratizar, en tiempos de la hegemonía neoliberal, significa des-mercantilizar. Como se dice en Francia, lo fundamental no tiene precio; y lo fundamental son los derechos, no las mercancías.
Es en este sentido que se puede decir que América Latina ha comenzado a construir el "otro mundo posible", la mejor forma de decir que hay buenas razones de esperanza en el continente latinoamericano, él de Bolívar, de Marti, del Che, de Allende, de Fidel, de Hugo Chávez, de Rafael Correa, de Evo Morales, y de millones de personas que luchan para construir un mundo alternativo, contra el poder de las armas, del dinero y de la palabra: un mundo antineoliberal y pos neoliberal.
Y ahora
La raíz de los más grandes dramas históricos contemporáneos está en el desfase entre la aparición de un mundo unipolar -capitalista, imperialista, de la globalización neoliberal- y la derrota de las condiciones subjetivas de la construcción de un mundo anticapitalista: el papel de la política en el puesto de mando, el papel regulador del Estado, el papel de las soluciones colectivas, la presencia del mundo del trabajo, el cultivo del socialismo, etc. Es decir, al mismo momento en que el capitalismo revela, mucho más que antes, sus límites, con la financiarización de la economía, la concentración de ingresos, la exclusión social y política, la destrucción ecológica, etc., paralelamente, las condiciones para superar el capitalismo han sufrido un gran retraso.
En este marco, ¿cómo se puede luchar por otro mundo posible?
Las conquistas de la lucha anti-neoliberal pasan por una rearticulación entre lo social y lo político. Los movimientos sociales han sido fundamentales en la resistencia al neoliberalismo. Pero cuando se pasa a la lucha por una nueva hegemonía, es necesario rearticular las fuerzas sociales y políticas. Sino, nos quedaremos siempre a la defensiva y aquella es la vía de la derrota.
Dos ejemplos: Ecuador, donde los movimientos sociales delegaron la representación política y se sintieron traicionados. En Bolivia los movimientos sociales fundaron su propio partido político y conquistaron el gobierno. Ecuador, de cierta manera, reanudó esta vía, a su manera específica. Otros ejemplos: los zapatistas; la lucha de denuncia contra el fraude electoral en México; también en México, Oaxaca; los piqueteros, en Argentina, que fallan al permanecer en el nivel social. La nueva vía de transformaciones revolucionarias avanza, no a través del reformismo tradicional -agotado-, ni mediante la lucha insurreccional -imposible, debido a la relación de fuerzas a nivel militar-, sino por la combinación entre sublevaciones populares -como las desarrolladas en Ecuador, en Bolivia, y también en Venezuela- que desembocan en soluciones político-electorales, pero que no se detienen allí. Es decir, que avanzan hacia la refundación del Estado, a través de Asambleas Constituyentes, apuntando incluso hacia Estados multiétnicos, multiculturales, multinacionales, como el de Bolivia, que va a producir
Es esta vía la que está construyendo otro mundo posible. Si se hace un balance de los logros alcanzados en estos últimos años, se puede ver que pasan siempre por la esfera política, por los gobiernos, por los Estados:
- La constitución del Grupo de los 20 -a partir de la reunión de
- El Banco del Sur.
- Las medidas de regulación del capital financiero (Venezuela).
- Las nuevas políticas sociales (Venezuela, Bolivia, Brasil, Argentina). Como el neoliberalismo es una inmensa máquina de expropiación de derechos, recuperarlos pasa obligatoriamente por los Estados y por los gobiernos, que son quienes pueden restablecer derechos, establecer nuevos derechos y garantizar su vigencia.
- Los procesos de integración regional; el papel de los Estados.
- Los triunfos electorales, que permitieron establecer gobiernos anti-neoliberales -como en Venezuela, Bolivia, Ecuador-, se han desarrollado mediante luchas políticas a nivel nacional, a partir de la organización partidaria y la conquista del Estado.
- La construcción de otro mundo posible no podrá llevarse a cabo, si no desemboca en lo político, si no cuenta con la acción de los Estados y gobiernos: de los nuevos Estados, de los gobiernos anti-neoliberales, pero también de los gobiernos que no asuman una postura claramente anti-neoliberal.
- El sujeto de la creación de otro mundo posible no son los movimientos sociales, en sustitución a los sujetos del trabajo. Son también los movimientos sociales, si se inscriben en una nueva articulación con la política. La incomprensión de ello conduce a que los movimientos sociales permanezcan fuera del campo político que conduce el proceso de profundas transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales, en Bolivia, Venezuela, Ecuador; y en algunos casos en el campo de oposición, sosteniendo posiciones corporativas, contra la construcción de alternativas políticas, de hegemonías alternativas (no hablo aquí de las ONG, cuyo caso es aún mucho más grave). En nombre de la "autonomía de los movimientos sociales", en algunos casos transformada en una cuestión de principio, ellos se sitúan por fuera del proceso realmente existente de construcción de otro mundo posible. Si se trata de la autonomía contra la subordinación de los intereses populares, perfecto. Pero si se trata de anteponer el nivel social al nivel político, entonces se cae en posiciones corporativas -en nombre de la "sociedad civil"-. Sino, se deja la lucha política en manos de las fuerzas tradicionales, que reproducen el sistema dominante.
Esta autonomía puede ser buena para resistir al neoliberalismo, pero es un obstáculo absoluto si se quiere construir otro mundo posible y no solamente decir que es posible. La mejor forma de decirlo es construyéndolo; y eso no es posible sin un nuevo modelo hegemónico -económico, social, político y cultural-, un nuevo tipo de poder, una nueva sociedad, un nuevo mundo en su globalidad.
Para el FSM, retomar la lucha política de una nueva manera es, ante todo, retomar el asunto de la lucha contra la guerra como cuestión central. Y es tener en cuenta, seriamente, el nuevo mundo posible que ha comenzado a construirse en América Latina.
El neoliberalismo intenta desmoralizar toda forma social y de regulación del Estado, el papel de la política y todas las formas de gobierno, en favor de la expansión del mercado. Por lo mismo, la lucha por otra práctica política posible hace parte de la lucha por otro mundo posible; lo que Venezuela, Bolivia, Ecuador demuestran que es posible e indispensable, para la construcción de un nuevo tipo de sociedad.
- Emir Sader es secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Este texto corresponde a su intervención en el coloquio internacional “Altermundismo y post-altermundismo” (París, 26 de enero de 2008), organizado por Mémoire des Luttes y Utopie Critique.
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