El futuro del FSM en debate:

Donde se necesita el cambio

21/02/2008
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  • Opinión
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Para la Marcha Mundial de las Mujeres -MMM-, el Foro Social Mundial representa "un espacio privilegiado para encaminar nuestro anhelo de cambiar el mundo y establecer alianzas con otros movimientos sociales a fin de lograr esa meta".  Desde inicios del siglo, el FSM se estableció en el marco del movimiento antiglobalización, siendo "una de sus expresiones más fuertes, debido a su permanencia durante varios años, y su contenido y convocatoria englobantes".

El FSM ha permitido a los movimientos sociales construir relaciones que se proyectan más allá del Foro mismo.  Así, las organizaciones que han participado en la Asamblea de Movimientos Sociales "han sido puntos de referencia y aglutinación en momentos cruciales del movimiento antiglobalización", expresados en procesos organizativos como la lucha por la soberanía alimentaria, reconoce la MMM.

Entre sus retos, el Foro "debe ser visto como una herramienta y no un fin en sí mismo.  No remplaza a los movimientos de base, pero debería fortalecerlos, al reforzar su capacidad de interactuar en redes.  Esto debería ser una forma de evaluar la efectividad del FSM.  Su capacidad de crear vínculos, intercambios constructivos y acciones entre sectores que se encuentran silenciados por la opresión y el neoliberalismo".

Además, "el núcleo del FSM debería ser la convergencia, y no un 'supermercado' de ideas y egos.  Necesitamos más interacción entre movimientos para vivir nuestras alternativas, discutirlas, integrarlas en nuestra práctica.  El cambio se basa en la capacidad de los individuos de enfrentarse a los problemas y su voluntad de acción.  El cambio proviene también de movimientos que pueden aprender de sus éxitos y errores".

Estas reflexiones son parte de un documento de la MMM como aporte al debate sobre el futuro del FSM, del cual el siguiente texto es una versión abreviada.


Elementos para construir un análisis común

Para millones de mujeres de todo el mundo, la vida cotidiana significa una lucha.  Luchamos para sobrevivir económicamente, comer, no ser violadas ni golpeadas; para no procrear niños y niñas que no deseamos, para tener los/las que sí queremos y asegurarnos de que tengan todo lo que necesiten.   Luchamos para estudiar, estar sanas y permanecer vivas; y para resistir e ingeniar estrategias a fin de que nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestras comunidades no se desintegren aún más.

Desde nuestra perspectiva, la conversión de la vida misma en mercancía se ha expandido con el neoliberalismo, y la opresión de las mujeres está en el corazón de este proceso.  De esta manera, el capitalismo, el racismo y el patriarcado se consolidan y se refuerzan mutuamente, obligando a las mujeres a vivir según las reglas del mercado, a estar a su servicio y a construir sus relaciones en función de ellas.  Esta mercantilización reduce a las mujeres a meros objetos, sea en la industria de la prostitución o de la pornografía, o en el uso de sus cuerpos en la publicidad, o en la manipulación de nuestros deseos y sueños para aumentar el consumo.  El neoliberalismo ha entrado en una nueva fase, en el sentido que ha logrado "capitalizar" las opresiones existentes: para comercializarlas (pensemos en la servidumbre sexual de las mujeres, por ejemplo) y generar ganancias millonarias; o para reforzar la idea de que es posible escaparse de la realidad, con esfuerzo, y claro, si se paga por ello.

Para nosotras, el individualismo, que es el meollo del neoliberalismo, combinado con el pos-modernismo, ha generado reacciones que se sienten de diversas maneras y formas alrededor del mundo.  Ha significado la implementación de políticas regresivas o represivas, dirigidas hacia las mujeres y cualquier grupo o clase que no se conforme con la agenda que favorece los derechos de los blancos y hombres y a los ricos.  También ha significado que la construcción y organización de movimientos se hayan convertido en una amenaza, por lo que están siendo vilipendiados y criminalizados cada vez más.  Al mismo tiempo, constatamos un repunte del neo-conservadorismo, que desgasta a las organizaciones, sean éstas religiosas, políticas o económicas, al  acentuar el tradicionalismo y el moralismo.  Estamos perdiendo terreno en el plano de los derechos colectivos.

Pero a su vez, el neoliberalismo y el imperialismo estadounidense ya no pueden imponer su agenda tan fácilmente.  Es por ello que el modelo intenta cooptar nuestra agenda y, por otro lado, se vuelve más agresivo.

Vivimos bajo condiciones de concentración extrema de la renta y de un incremento generalizada de la violencia: conflictos armados; ocupaciones militares; la imposición de los bloqueos político/económicos; conflictos locales; violencia urbana oculta y feminicidios.  El aumento de la militarización ha desembocado en el uso de los cuerpos de las mujeres como botín de guerra, convirtiendo a la violación en un arma de guerra.  También denunciamos la criminalización de la protesta y de las organizaciones sociales, y la represión contra sus líderes por parte de las instituciones gubernamentales o las milicias privadas.

A la represión mencionada se agrega una ofensiva contra el feminismo, que se manifiesta de maneras extremas.  Los ejemplos incluyen la intolerancia y la represión policíaca hacia las mujeres que abortan, o las acciones organizadas de grupos masculinos (movimientos de "masculinidad", por los derechos del padre, etc.) que acosan o persiguen judicialmente a las organizaciones feministas.  La reticencia hacia el feminismo en la sociedad en general también se manifiesta en círculos progresistas, cuando los movimientos sociales no cuestionan el patriarcado, o cuando los compañeros se niegan a examinar su propio comportamiento o a cuestionar los privilegios de los que gozan debido a su género.

La división del trabajo sexual entre el trabajo productivo "masculino" y el trabajo reproductivo "femenino", se articula con la división internacional del trabajo.  Las mujeres trabajan en fábricas, en plantaciones de flores y frutas; en todos los sectores de la agro-exportación que utilizan mano de obra intensiva; es decir, en todos los sectores en los cuales la norma es el trabajo precario, los sueldos bajos y la inexistencia de derechos laborales (como la sindicalización).  La restricción en las posibilidades de empleo remunerado disponibles  para la mayoría de mujeres determina, y es determinada por, su identidad de género. (1) Cada vez más mujeres laboran en el sector de servicios (trabajo doméstico, servicios privados, prostitución), en tareas relacionadas con el "cuidado de personas", que exigen paciencia y disponibilidad emocional.  Entretanto, hay cada vez más hombres empuñando armas -en el ejército, en los servicios de seguridad, en los grupos paramilitares, como guardias carcelarios- en tareas relacionadas con las identidades masculinas de género, de agresividad o "protección".

Estos roles se han convertido en las identidades femeninas y masculinas, dentro de un proceso de homogeneización, que viene emparejado con un discurso de la diversidad.  Nunca hemos oído tanto hablar de la diversidad, siendo que el mundo es tan homogeneizado,  como los campos de monocultivos, o las personas transgénero cuyo icono corporal es un hombre (macho) o una mujer (caliente, delgada), etc.

Ahora todo se convierte en mercancía: la naturaleza (el agua, las semillas, la biodiversidad, las bio-industrias) y los cuerpos de las mujeres (con las industrias de la belleza y de la cirugía plástica), y se busca controlar la capacidad regeneradora, expresada en una semilla y en el vientre de las mujeres.  Y además, en las experiencias y la subjetividad personales, el asunto ya no es más adueñarse de las mismas, sino tener acceso a experiencias controladas y homogéneas, como el turismo "exótico", donde la naturaleza y las mujeres se convierten en objetos y son vendidas, como parte de la experiencia.  Esta lógica de la fragmentación y la apropiación privada orienta las nuevas fronteras del capital relacionadas con la "sociedad de la información", y se consolida beneficiando a las empresas transnacionales, que tienen cada vez más poder operacional como resultado del debilitamiento de las regulaciones y del control de los Estados nacionales, y en virtud de sus alianzas con oligarquías locales.

Las contribuciones del proceso del FSM

El fortalecimiento de movimientos que encuentran a sus similares en otras partes del mundo y la articulación en torno a agendas comunes -como fue el caso de la oposición a la guerra y al imperialismo-, se mencionan con frecuencia como resultados positivos del FSM.  Más allá de ello, una de las contribuciones principales del FSM ha sido coadyuvar a cambiar el entorno donde ocurren la acción y el debate políticos.  En una época de hegemonía neoliberal, el pragmatismo orientado a resultados ha debilitado el debate político y atrofiado el análisis crítico.  Cualquier idea de transformación social tiene que estar empaquetada debidamente en el discurso de los derechos humanos.  Mientras que algunos sectores de los movimientos terminaron incorporando ese discurso, y funcionaron dentro de los límites institucionales (normas, políticas públicas, acuerdos internacionales), otros radicalizaron sus acciones, por ejemplo, contra el libre comercio y las corporaciones transnacionales.  El FSM promovió un nuevo acercamiento entre estos campos, constituyendo una cancha intermedia.  Este territorio nuevo evitó (probablemente) el aislamiento de algunos de esos movimientos y amplió la agenda política de otros.

Ese efecto llega a ser más visible cuando el proceso del FSM alcanza una nueva región del mundo y genera una dinámica común de trabajo.  En otras regiones, o en sectores de ciertos movimientos, esas dinámicas han dado como resultado la producción de agendas comunes.  En otros casos, se han mostrado insuficientes para tejer las conexiones necesarias entre las acciones diarias de resistencia, organizadas y no organizadas.  Observamos que en algunos lugares, una cierta institucionalización del FSM en sí, ha significado últimamente que las luchas o las formas de acción se desarrollen netamente fuera del proceso.  Por ejemplo, algunos movimientos sociales recientes, volcados hacia sus preocupaciones locales (sobre bienes comunes, derechos laborales, el medio ambiente, etc.) no han podido encontrar su espacio; o podemos mencionar algunos temas que permanecen "marginales" en el FSM como los derechos de los gays y las lesbianas.  Es por ello que, cada vez más, se plantea la pregunta de si el proceso de FSM ha llegado ya al fin de su camino.

Nosotras, feministas

Nosotras quisiéramos que todos los movimientos pusieran el análisis del patriarcado en el centro del proceso del cuestionamiento al neoliberalismo y al imperialismo, hoy simbolizado principalmente (pero no exclusivamente) por el FSM.  Es una meta ambiciosa, y posiblemente difícil de evaluar globalmente.  Nuestra presencia en el FSM dio visibilidad a las luchas y a la resistencia de las mujeres.  Hemos creado alianzas políticas y estratégicas con ciertos movimientos sociales.  Pero los logros siguen siendo escasos para superar el sexismo claramente presente en el FSM.

Creemos que la independencia política de nuestro movimiento es crucial; la alianza con los movimientos mixtos no puede reducirse a la adopción de estrategias y políticas predeterminadas, sino que debe ser el resultado de una construcción colectiva.  Tenemos que combinar nuestra propia construcción, basada en la fuerza de los movimientos populares feministas, con nuestro trabajo en alianzas y en procesos globales como el FSM de los cuales elegimos ser parte activa.

La tarea, a menudo, parece colosal.  Tenemos que actuar para impedir que el análisis feminista se circunscriba sólo a áreas convencionales como la salud, los derechos reproductivos, la participación política, de manera que contagie también los núcleos duros del debate sobre alternativas, tales como la economía, la guerra o la violencia, de modo que nuestro enfoque no sea ni periférico, ni aislado.  También tenemos que actuar para crear condiciones para que las mujeres se sienten seguras durante el Foro, y particularmente para que las mujeres jóvenes puedan participar en los campamentos sin temor a la violencia o al hostigamiento.  Nuestro desafío es construir el FSM como territorio libre del sexismo, en donde podamos experimentar la autonomía, las relaciones igualitarias y la confianza.

También hemos construido nuevas maneras de "estar" en la lucha.  Utilizamos nuestra creatividad y dinamismo poniendo color y música a los debates y acciones que se han realizado durante el Foro.

Además de los desafíos que enfrentamos dentro del proceso del FSM, las feministas de la MMM estamos contribuyendo al restablecimiento de una agenda política de crítica global del sistema, que da visibilidad a las movilizaciones y a las luchas sociales, lo cual ha fortalecido el cuestionamiento a la institucionalización de los movimientos sociales.  Desde el punto de vista del movimiento de las mujeres, hemos contribuido a legitimar a las mujeres y al feminismo como sujetos políticos activos.

Desafíos para la continuidad del FSM

El FSM necesita tener la capacidad de fortalecer la resistencia al modelo neoliberal. Inicialmente, el simple hecho de reunir en un mismo momento -y así darles visibilidad- a una gran cantidad de activistas por un mundo mejor, constituía en sí una oposición a la hegemonía neoliberal.  Las condiciones actuales son diferentes: el imperialismo de EE.UU. da muestras de derrota, hasta cierto punto los sectores populares están avanzando en las propuestas de alternativas, y al mismo tiempo, sentimos la enorme urgencia de reaccionar contra la represión, la manipulación de los conflictos étnicos o las ocupaciones militares, como también contra la destrucción irreversible del planeta.  Nuestro reto es consolidar el FSM como proceso, que favorezca la sinergia entre las agendas políticas y las diversas culturas organizativas, para construir e impulsar una plataforma de luchas.

Celebramos el hecho de que el pensamiento único neoliberal ha sido derrotado de diversas maneras en el campo de las ideas y hemos contribuido a ello.  Sabemos que el Foro Social Mundial ha contribuido a crear este espacio donde nuevas formas de "estar, vivir y actuar juntos/as" pueden ser experimentadas, pero también creemos que, para que continúe como proceso que crea sinergias, el FSM tiene que transformarse, al avanzar hacia la construcción de una fuerza unitaria capaz de superar el neoliberalismo, y provocar la derrota del capitalismo, del racismo y del patriarcado. 

(Traducción:  ALAI)

Nota:

(1) Ver Julio Falquet: Hommes en armes et femmes “de service”: tendances néolibérales dans l´évolution de la division sexuelle et internationale du travail. En Cahiers du Genre 40/2006.

- Marcha Mundial de las Mujeres es un movimiento global que interconecta a feministas de la base de diferentes partes del mundo, dedicadas a organizarse localmente para enfrentar a las realidades globales: sea el patriarcado, el imperialismo, el racismo, el neoliberalismo o el neo-conservadurismo.

https://www.alainet.org/es/articulo/134302
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