Integración sí ¿pero cuál?
- Opinión
Si hay una palabra que llama a la unanimidad en el mundo de la política contemporánea, fuera de la palabra "democracia", es la palabra "integración". Obviamente detrás de esta palabra vienen interpretaciones muy diversas, cuando no totalmente contradictorias.
Del lado europeo también se llama "integración" a procesos muy diversos. Se llama así al proyecto de construcción de
Integración europea
Esta orientación agresiva de la política comercial internacional de
Sin duda el proyecto de integración europeo, en muchos de sus aspectos, es un ejemplo muy interesado de integración, probablemente el más avanzado. Pero en muchos otros, que desafortunadamente en la actualidad cobran cada día más importancia, puede ser considerado como un ejemplo para no seguir.
En los años de la post-guerra, la propuesta de integración europea surgió con una fuerte adhesión popular. Se trataba de afianzar la paz y la solidaridad entre los pueblos europeos, y de relanzar la economía destrozada en una Europa donde murieron millones de personas, y donde dominaba la miseria y la precariedad. Nace primero
Sin duda, el proyecto europeo ha permitido avances importantes. El sistema de protección del medio ambiente es muy avanzado, los índices intercambios comerciales intra-europeos son altísimos, la libre circulación de las personas permite trabajar o instalarse en cualquier país de
Sin embargo, desde el principio,
Europa
Desde el inicio hay otra falla, y se trata de la marcha a dos velocidades: marcha acelerada en la agenda de los intereses económicos dominantes, esencialmente
No es de extrañar, entonces, el hecho que a partir de los años 80, el proyecto europeo comience a volverse cada vez menos popular para los europeos. Con la nueva cruzada neoliberal estos desbalances se aceleran. La opacidad institucional, la ausencia de mecanismos de participación real, los poderes recortados del Parlamento Europeo, la consagración de la libre competencia que deja desprotegido al ciudadano, son tantas nuevas causas del alejamiento de los ciudadanos del proyecto europeo.
Diversos tratados (Maastricht, Niza, Lisboa) instauran políticas de austeridad, dominadas por el monetarismo, y desde las mismas instituciones europeas, -aunque controladas por los gobiernos de los países miembros-, se emprende el desmantelamiento de las conquistas laborales, y la privatización de los servicios públicos.
La impopularidad del proyecto europeo, que se expresa por la no participación masiva en las últimas elecciones se explica también por la condición de ciudadanos de segunda categoría que ha sido otorgada a los ciudadanos de los países del Este, quienes, por ejemplo, no gozan todavía del pleno derecho a la libre circulación.
Confrontada a una crisis de gobernabilidad, consecuencia de la acelerada ampliación de
A pesar de tener todo el apoyo oficial, dicho texto ha sido rechazado por amplia mayoría en referéndum en dos países europeos fundadores de
Ante semejante catástrofe, el proceso de consulta por referéndum fue interrumpido, y el proyecto parecía muerto. El presidente francés Nicolás Sarkozy lo revivió proponiendo a sus homólogos jefes de Estado volver a introducir por la puerta trasera el mismo texto que había sido rechazado por voto popular. Para disfrazar este golpe de estado institucional, un pequeño grupo de especialistas fue encargado de cambiarle el ropaje al texto: le quitó el nombre de Constitución, y suprimió la mención de la "libre competencia no alterada" pero tan sólo en el preámbulo del texto, dejando que domine todo el resto del dispositivo. Este proceso muy anti-democrático no hace sino volver a la gente más escéptica del proceso europeo en su forma actual.
Retos
Lo anterior significa un gran reto y una gran oportunidad para los sectores progresistas, los movimientos, los partidos, los intelectuales progresistas. Para ser creíble, la izquierda, debe retomar el proyecto europeo, sin el cual no se puede enfrentar los grandes problemas de sociedad hoy, pero para darle un nuevo rumbo, convocando un amplio frente para ello.
Es estratégico trabajar por la democratización de
Es imprescindible al mismo tiempo poner al centro del proyecto europeo el objetivo de justicia social y de protección del medio ambiente, mediante revisión del modelo de desarrollo económico, que ahora se centra en un crecimiento sin rumbo. Es imprescindible también hacer avanzar el tema de las relaciones de
Es urgente reafirmar que la solidaridad debe estar al centro de proyectos de integración. Solidaridad interna, entre regiones, y solidaridad con terceros países.
Estos modelos de integración verdadera, como los que se están gestando en América Latina - con la cual queremos compartir experiencias- son los que se hacen con los pueblos y que les sirven. No están en competencia, son complementarios, y son indispensables para salvar el planeta y garantizar una vida digna para todos y todas en él.
- Helmuth Markov, diputado europeo.
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