TLC europeos y estrategias de alianzas

04/05/2008
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En 1999, la Cumbre de Río inició el ambicioso proyecto de un acuerdo birregional Unión Europea-América Latina y Caribe (UE-ALC).  En los siguientes años, se concretaron los acuerdos UE-México y UE-Chile, y comenzó una larga negociación con el MERCOSUR, que quedó básicamente suspendida a finales del 2004.  En el 2007, han comenzado las negociaciones de acuerdos UE-países andinos y UE-centroamericanos, así como del ACP (Asia Caribe Pacífico), del que forman parte quince estados caribeños.

Estos Acuerdos de Asociación (AdA) con Europa son, entonces, un nuevo capítulo del proceso más amplio, iniciado a comienzos de los noventa, de apertura de las economías latinoamericanas y caribeñas con eje, según el caso, en el libre comercio o en el regionalismo abierto, con los proyectos: Iniciativa para las Américas de Bush padre, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el MERCOSUR, la revisión del Pacto Andino y del Mercado Común Centroamericano (MCCA) , el Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA, (respecto del cual la propuesta europea fue una clara reacción, ante el comienzo de su negociación), y los TLCs de EEUU durante la actual década.

El sindicalismo de las Américas tomó nota de estos cambios, y creció en su capacidad analítica y propositiva, por lo que hoy se encuentra más capacitado para debatir sobre las transformaciones económicas, sociales y políticas vinculadas a tal proceso.  Ello ha sido evidente en la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT) y sus organizaciones afiliadas y fraternales que son parte de coordinadoras subregionales (CCSCS, CSCA, CSACC).  Desde el lado europeo, existe un proceso similar de involucramiento, por medio de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), en el marco de su presencia en el Comité Económico y Social Europeo (CESE).  Los sindicatos de los dos continentes, han realizado frecuentes reuniones birregionales, incluyendo las Cumbres Sindicales UE-ALC (la cuarta se llevó a cabo en Lima en abril).

El tema acaba de ser tratado por la nueva Confederación Sindical de Trabajadores/as de las Américas (CSA), cuyo congreso fundacional se realizó a fines de marzo en Panamá.  El Programa de Acción allí aprobado considera que “las propuestas de AdA que se discuten actualmente ...  introducen un cambio fundamental en relación a los anteriores acuerdos, para destacar ahora los aspectos directamente comerciales con un enfoque que no se diferencia del utilizado por EEUU en sus tratados de libre comercio con países de la región, que esencialmente favorecen la estrategia de multinacionales y élites empresariales locales, dirigidas a sacar el máximo provecho, olvidando su responsabilidad social”.

En este marco, la CSA “demanda que las negociaciones lleven a verdaderos Acuerdos de Asociación Económica, Política, Social y Cultural.  Ello implica oponerse a la aplicación de criterios neoliberales de libre comercio y avanzar hacia un comercio justo y equilibrado, reafirmando la necesaria vinculación que debe haber entre estos acuerdos y visiones productivas como la que plantea la Plataforma Laboral de las Américas (PLA)”.

Desde la perspectiva sindical, el diseño de los AdA tiene como principal elemento positivo que la negociación se realiza de bloque a bloque, lo que pudiera elevar el poder de la contraparte latinoamericana, al requerir consenso interno.  Asimismo, los AdA se diferencian de otros acuerdos en que incluyen pilares de diálogo político y cooperación.  El mandato negociador de la UE tiene, además, expresiones de compromiso con el desarrollo sostenible, en el campo productivo, de la cohesión social y de la dimensión sociolaboral y medioambiental.  Pero, como contrapartida, los proyectos de AdA incorporan también TLCs del tipo “OMC plus”, incluyendo: liberalización de bienes y servicios, pagos corrientes y movimientos de capital, compras gubernamentales, comprendiendo los sectores de agua, energía y transporte.  Los AdA promueven, además, que los países latinoamericanos den un tratamiento a las multinacionales europeas no menos favorable que el otorgado a las propias empresas, lo que se extiende a situaciones en que aquellos países tengan acuerdos con un tercer país.

I.  Ejes de la estrategia sindical latinoamericana y caribeña

Nuestro enfoque considera que en estos acuerdos el concepto de desarrollo sostenible debe aplicarse de forma acabada, cubriendo plenamente sus tres dimensiones (la económica, social y medioambiental), partiendo de considerar central a la primera, para referirse al componente comercial y de tratamiento de la inversión extranjera, y al indispensable capítulo de tratamiento de las asimetrías, en el marco de otro concepto central: el de comercio justo.  El respeto de la integración subregional y del desarrollo sostenible, no puede ser una mera frase de los AdA, sino que debe quedar convalidada de forma objetiva en el capítulo comercial.  En otros términos, no deben condicionarse ni afectarse las necesarias estrategias de desarrollo productivo que los países y las regiones de América Latina y el Caribe (ALC) puedan adoptar.

Siguiendo este enfoque los AdA:

- deben reconocer, en todos los apartados de las negociaciones, las grandes diferencias que separan las regiones latinoamericanas de la UE.

- además, deben tener repercusiones económicas directas positivas para ambas partes y, en el caso de ALC, contribuir al reforzamiento de los sistemas de integración de MERCOSUR, Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Sistema de Integración Centroamericana (SICA).  Se requiere un trato especial, diferenciado y flexible por país y, cuando corresponda, debe utilizarse un enfoque SGP+, es decir, que los AdA partan de los beneficios comerciales que tienen sus países en el mercado comunitario como resultado del Sistema Generalizado de Preferencias, como alternativa al enfoque que considera que, por ser unilaterales, esos beneficios deben ahora ser rediscutidos.

- las transformaciones económicas en ALC que se deriven de los AdA deben ser acompañadas por medidas de equilibrio social que reduzcan los eventuales efectos negativos, mediante mecanismos financieros correctores de las asimetrías entre las dos regiones, con base a la gran experiencia de los fondos de cohesión europeos El financiamiento de estos mecanismos de compensación debe provenir de la UE y los gobiernos europeos, en su condición de principales beneficiarios del comercio y de las inversiones vinculados a los acuerdos.

De forma complementaria, los AdA deben incorporar plenamente las dimensiones sociolaboral y participativa, en la primera a través de un “cuarto pilar” que reconozca los estándares laborales mínimos y desaliente el dumping social, y en la segunda mediante una transparencia y apertura hacia el sindicalismo y los otros sectores de la sociedad civil organizada, utilizando mecanismos regulares de información, consulta y participación durante las negociaciones y luego de su vigencia.  Pero el sindicalismo regional considera que la efectiva atención de estas dimensiones es una condición necesaria, pero no suficiente.  Al respecto, la pregunta clave es: ¿puede aceptarse un mal acuerdo comercial con un buen capítulo sociolaboral y participativo? Nuestra respuesta es NO, porque el capitulo sería ineficaz.

II.  Estrategia sindical y de alianzas hacia el futuro

A partir de la creación de la CSA, en el 2008 se relanzará, con el sindicalismo europeo, un plan de trabajo conjunto, para expresarse de forma coordinada y unitaria, como manifestación de lo prioritaria que la CES considera la relación con la CSA.  En el marco de este entendimiento, se desarrollarán las relaciones de la CES con las estructuras sindicales subregionales de MERCOSUR, andina y centroamericana, y con los sindicatos de México y Chile.  La CES también mantendrá e incrementará su colaboración con las estructuras sindicales subregionales en ALC, y estimulará la participación de un mayor número de sus afiliadas.  CES y CSA se comprometen a mejorar el intercambio de informaciones y experiencias por medio de una red informativa fluida y eficaz.

De forma complementaria, la CSA y la CES continuarán también con sus estrategias de alianzas con otros sectores sociales.  Pero en este plano existen diferencias de concepción.  ORIT y sus organizaciones afiliadas y fraternales han desarrollado, desde hace casi diez años, una estrategia de alianzas con otras organizaciones de la sociedad civil a través de la Alianza Social Continental (ASC), de la que forma parte desde su creación, en 1999.  La ASC se ocupó inicialmente del ALCA, proyectándose luego hacia los otros capítulos de la apertura.

Más recientemente, la ASC, y con ella la ORIT, se han incorporado al debate sobre los acuerdos UE-ALC, como parte latinoamericana de la red birregional Enlazando Alternativas (EA), creada en el 2004 e integrada por Ongs y sindicatos europeos que tienen una posición claramente enfrentada a la existencia misma de estas negociaciones, por considerar que reflejan el “Consenso de Viena” (por asimilación con el Consenso de Washington), en la actual nueva etapa de proyección de la UE hacia el mundo, tal como ha sido definida por el documento de la Comisión EuropeaEuropa Global: competir en el mundo” (2006).

Este enfoque no es compartido por la CES, con lo que existe una brecha objetiva de procedimientos, al momento de posicionarse ante las cumbres de jefes de gobierno de UE y AL.  Por un lado, la CES, en el marco de su relación con el Comité Económico y Social Europeo (CESE), promueve Encuentros de la Sociedad Civil Organizada, en las cuales participan las coordinadoras subregionales, junto a estructuras tripartitas que incluyen a Ongs e incluso a representantes empresarios en foros consultivos.  Por otro, Enlazando Alternativas efectúa sus propias actividades, en conjunto con el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), que analiza el comportamiento de las multinacionales europeas en ALC (el encuentro EA3 será en Lima en mayo).

Un elocuente texto proveniente de la CES (documento del Taller de Discusión Sindical, Bruselas, febrero 2008) ha descrito este problema de la siguiente manera:

- “Hasta ahora las organizaciones sindicales hemos mantenido una autonomía en los temas que nos son propios sin negar la posibilidad de actuación conjunta con otras redes en reivindicaciones comunes.  La CES mantiene una colaboración fluida con otras asociaciones en algunas actividades relativas a las relaciones UE-ALC, pues creemos que hay temas convergentes y que esa asociaciones desempeñan un papel activo, pero evitamos integrarnos en sus foros y redes por dos motivos: uno; la dimensión, especificidad e independencia del sindicalismo y dos; la existencia en algunos casos de fuertes discrepancias en puntos esenciales”.

- “No es lo mismo aprobar nuestras posturas en el ámbito sindical y después contrastarla con la de otras redes que integrarnos como sindicatos dentro de ellas y vincularnos así a una posición global de ese conjunto de organizaciones, movimientos, etc.  Nosotros optamos por una relación “desde fuera” con Ongs y otros movimientos sociales, evaluando cada caso y cada ocasión y evitando ser diluidos en una dinámica asamblearia que no se corresponde con los criterios de autonomía sindicales y de representatividad.  Respetamos no obstante, que en una realidad diferente como la de ALC el sindicalismo opte por otras formas en relación a las alianzas”.

- “Un ejemplo: EA está compuesta en su parte europea por diversas asociaciones y Ongs de implantación mucho menor que la parte latinoamericana, incluyendo algunos sindicatos minoritarios no afiliados a la CES.  La CES no forma parte de esa red porque (además de no haber sido tenida en cuenta en su constitución), EA se define contra el Tratado de la Unión Europea y, de forma apriorística, contra los Acuerdos UE-América Latina”.

En este marco, la CES agrega que “no tiene ninguna crítica que hacer a la ASC, y respeta su derecho a aliarse en Europa con quien desee....  pero señala que existe el riesgo de que los sindicatos aparezcamos suscribiendo declaraciones contradictorias en temas importantes....  Para la CES la red bi-regional que hay que priorizar es la unidad de acción del movimiento sindical euro-latinoamericano”.

Quienes participamos de la ASC también respetamos el enfoque de la CES, y consideramos que ambas modalidades pueden coexistir, y de hecho lo están haciendo.  ORIT, y, a partir de ahora, la CSA, participan de la ASC y de EA coincidiendo en lo que se coincide con su estrategia general, y divergiendo cuando no es así.  Por ejemplo, la ORIT y la CSA no consideran a la CES como su enemiga, reservando ese status a las empresas multinacionales europeas que, como dice el programa de acción de la CSA, buscan ser las principales beneficiarias de estos acuerdos.  Este calificativo también se aplica, obviamente, a los sectores económicos y políticos vinculados a este enfoque en Europa, así como sus equivalentes en ALC (por ejemplo, las élites conservadoras).  Por lo tanto, ambos sindicalismos continuaremos con esta modalidad complementaria, que no afecta la unidad de acción del movimiento sindical euro-latinoamericano.

- Rafael Freire Neto es Secretario de Política Económica y Desarrollo Sostenible de la Confederación Sindical de Trabajadore/as de las Américas (CSA).

https://www.alainet.org/es/articulo/134315

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