Brownfield, procónsul monroista

26/08/2009
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William Brownfield bien pudiera ser calificado como un diplomático para la guerra. Hace veinte años, cuando Estados Unidos invadió con saña criminal a Panamá, ejercía el cargo de Asesor Político del Comandante en Jefe del Comando Sur en ese hermano país istmeño. Los maracaiberos tenemos que apuntar en la historia local, que este emisario del Imperio comenzó en nuestra ciudad su funesta carrera hace tres décadas.
 
Por eso cuando llegó a Caracas como Embajador en agosto de 2004, no sólo hablaba bien el castellano como tejano que es, sino que conocía nuestra idiosincrasia, y, sobretodo, venía preparado para la misión que Bush le encargó. Brownfield, además de haber estudiado relaciones internacionales y derecho, es egresado de la Escuela Nacional de Guerra en 1993. Le cogió el gustico a los juguetes de muerte que vio experimentar en El Chorrillo. 
 
Un momento estelar de su paso por Venezuela ocurrió sin duda en abril de 2006. Se desarrolló entonces en El Caribe la operación denominada “Partnership of the Americas”, que incluyó al portaviones atómico George Washington con capacidad para transportar 70 naves de combate F-15, F-16, F-18, Harrier y helicópteros. También participaron el destructor Stout, la fragata misilística Underwood, seis mil quinientos marines, y, secretamente, dos submarinos nucleares.
 
¿Saben quién estuvo el domingo 9 y lunes 10 de abril de visita en el portaviones Washington? El embajador de Estados Unidos en Caracas, William Brownfield. ¿Saben con quién se reunió este provocador profesional? Con el general Bantz Craddock, jefe del Comando Sur, ahora con sede en Miami, el mismo que declaró que “el gobierno de Chávez no puede ser tolerado por Washington”. ¿De qué hablarían en esa reunión de dos días?
 
No nos preguntemos si asistieron otros Embajadores. Obviamente, fue nuestro país el destinatario de la amenaza, y, por carambola, los nuevos liderazgos que vienen creciendo en toda América Latina. Eso sí, fueron invitados militares de países “amigos” de Estados Unidos para observar las maniobras. ¿Adivinan cuál país?
 
Desde 2007 Brownfield actúa cual todopoderoso procónsul romano en la provincia bajo su Imperium. El Embajador de Estados Unidos en Colombia hace anuncios sobre bases militares, amenaza a las FARC con ataques de su ejército, defiende a Posada Carriles, azuza conflictos con Venezuela; es parte de su misión, la misma que le encomendó Bush y que no ha cambiado.
 
Su estilo locuaz, nervioso, vivaz, arrogante, no tiene ni un gramo de improvisado. Sabe lo que hace a cada instante, y, deberíamos reconocer que, al menos en Colombia, ha sido exitoso en su tarea; tal como recomendó hace dos décadas invadir Panamá, ahora canjeó tres letricas pelo a pelo: TLC por CSL. Además de haber desestabilizado militarmente la región. Casi nada.
 
Estemos claros, Brownfield no es un diplomático cualquiera. Es el operador de una decisión política imperialista que implica una conspiración de alto vuelo para derrocar por la vía que sea al Gobierno Bolivariano. Es un actor militar y jefe del poderoso comando transnacional que está activado en este momento.
 
Concluyamos que William Brownfield, aún portando credenciales de Embajador de Estados Unidos en Colombia durante el gobierno de Obama, no cumple una simple misión diplomática ni se reduce a la jurisdicción neogranadina ni al período de Barak Husein. Su “Misión” sigue siendo la misma que conversó aquellos días de abril de 2006 con el general Craddock en las sofisticadas oficinas de un portaviones atómico.
  
Ildefonso Finol
Constituyente
https://www.alainet.org/es/articulo/135966
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