Frei Betto: “Es esencial apostar a nuevos paradigmas de civilización”
24/09/2009
- Opinión
• “La lotería biológica es tremendamente injusta”
• “Necesitamos nuevos referentes de sociedad y de planeta”
• “La cooperación Norte-Sur exige mayor modestia”
• “Las víctimas del planeta nos van a obligar a cambiar”
• “El golpe de Honduras empaña la nueva democracia latinoamericana”
En medio de la crisis económica y financiera generalizada, el planeta debe buscar nuevos paradigmas de civilización, incluyendo la esfera de la cooperación internacional. Esos nuevos referentes de relaciones planetarias deben estar embebidos en una ética diferente basada en el compartir y en el respeto mutuo entre pueblos y naciones. Tesis defendida por el teólogo brasilero de la liberación Carlos Alberto Libânio Christo, conocido como Frei Betto. Quien acaba de visitar Suiza, donde participó en la celebración del 50 aniversario de E-CHANGER (Intercambiar), organización helvética de cooperación solidaria de la cual es asesor y contraparte desde hace muchos años. La situación actual de la nueva democracia popular latinoamericana –sólo empañada por el golpe de Estado de Honduras-; el rol motor de los movimientos sociales; la importancia de la lucha contra el hambre y sus obstáculos reales son algunos de los temas centrales de esta entrevista exclusiva. Frei Betto, 65, religioso dominico, es escritor y periodista, asesor de los movimientos populares de su país y activo militante social. Fue durante dos años consejero personal del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, abandonando su Gobierno cuando el programa “Hambre Cero”, que coordinaba, “dejó de ser un programa de emancipación para convertirse en un medio compensatorio con cálculo electoral”.
P: La crisis mundial preocupa a la comunidad internacional en su conjunto. ¿Las respuestas hasta ahora han sido efectivas?
F.B: Tengo muchas dudas que los dirigentes de las principales potencias mundiales tengan una real preocupación de alcanzar soluciones de fondo. La Cumbre del G8 (las ocho naciones más industrializadas y Rusia), realizada recientemente en L’Aquila, Italia, no aportó señales significativas.
P: Sin embargo, el G8 decidió destinar una suma significativa para combatir la miseria en el mundo...
FB: Absolutamente insuficiente. El G8 acordó 15 billones de dólares para hacer frente a la pobreza. En tanto, entre septiembre del 2008 y mediados del 2009 los mismos dirigentes destinaron mil veces más para salvar al sistema financiero. Con una mirada crítica podemos llegar a la conclusión que están más preocupados en salvar al sistema que a la humanidad en su conjunto. Esto es un cinismo terrible...
Dos de cada tres habitantes del mundo viven en la pobreza y eso es un hecho objetivo al que no se da respuesta. No se puede aceptar que 950 mil hombres y mujeres tengan hambre; que 23 mil personas mueren por día debido al hambre, la mayoría de los cuales son niños.
La crisis es también etica
P: ¿Cómo explica esa realidad?
F.B: La actual situación desnuda una profunda crisis ética de fondo. Que toca todas las esferas de las relaciones entre naciones y que obliga a pensar nuevos paradigmas. Insisto: los poderosos quieren salvar al sistema y no la humanidad.
La lotería biológica por la cual uno nace en Suiza o en Estados Unidos y no nace en una favela de San Pablo (Brasil) o en Eritrea, es absolutamente injusta. Y en vez de sentirnos privilegiados por esa casualidad biológica deberíamos sentir una gran deuda social hacia los que sufren hambre y actuar en correspondencia.
P: ¿Una realidad mundial que, entonces, no logra sensibilizar realmente al planeta?
F.B: Los países industrializados, los más enriquecidos, están particularmente preocupados, porque la crisis amenaza su nivel de consumo que tiene rasgos absurdos. Si se quisiera generalizar el consumo del norte a todo el globo, necesitaríamos 3 ó 4 planetas para tener suficientes recursos. Se comete un error al pensar que el mejoramiento de las condiciones de vida de la gente se logrará gracias al crecimiento económico. Casi nunca ese crecimiento se refleja en las mayorías que siguen viviendo pobres y explotadas. El real crecimiento se debería medir con parámetros e indicadores de desarrollo humano...
P: ¿Por qué la lucha contra el hambre no desata una real movilización planetaria?
F.B: Hay cuatro causas principales de muerte precoz. Las enfermedades (SIDA, cáncer, malaria etc). Los accidentes en sus distintas manifestaciones. El tercero es la violencia en sus distintas formas, incluyendo el terrorismo. La cuarta causa es el hambre. Las víctimas producto de los tres primeros factores son mucho menos que la del cuarto. Y sin embargo no hay una movilización consistente contra el hambre...
El hambre sólo amenaza a los miserables de la tierra y nosotros no lo somos. Fui privilegiado en la lotería biológica y entonces nuestro comportamiento es insensible ante el gran drama planetario. La tendencia egoísta que marca al ser humano...
P: ¿Hay posibilidad que ese marco, casi fatalista, se modifique?
F.B: Con un cambio de referentes, de paradigmas. No será un proceso fácil ni simple, pero las víctimas de la injusticia nos van a obligar a modificar actitudes. Dos ejemplos ilustrativos. Uno, la devastación ambiental. Afecta a todos por igual, ricos y pobres, norte y sur. Y eso presiona ya la toma de posiciones de parte de algunos gobiernos y responsables políticos mundiales, aun más allá de sus propios deseos o voluntad. El otro, las migraciones de las poblaciones empobrecidas hacia los países ricos.. Responde a la necesidad de sobrevivencia de los que nada tienen. Y no hay ni policía, ni ejército, ni legislación, que pueda impedir esa tendencia migratoria que golpea ya a las naciones enriquecidas. No se va a detener ese flujo. Y de allí que los responsables políticos deberán tomar decisiones consecuentes para favorecer a los países empobrecidos a transitar un proceso de desarrollo autónomo soberano que permita que sus poblaciones puedan seguir viviendo allí.
P: ¿Esos nuevos referentes se deben buscar dentro o fuera del sistema?
R: Tengo una formación y una experiencia revolucionaria desde muy joven. Mi paradigma es la sociedad post-capitalista. Y esa sociedad post-capitalista se llama socialismo. Soy un socialista ontológico. Lo que no significa que considere cualquier referente histórico socialista, especialmente lo que vivió la Europa del este, como modelo.
Cooperacion realmente solidaria
P: ¿Qué rol juega la cooperación norte-sur en esa dinámica compleja?
F.B: Pienso que en este contexto adquiere un valor importante el concepto de cooperación realmente solidaria. Para ello es esencial una actitud de modestia. Las ONG del norte que trabajan en el sur deben dotarse de los útiles de la pedagogía y de la educación de Paulo Freire. Lo que implica ponerse al servicio del otro, sin ninguna arrogancia ni colonialismo, comprendiendo las diferencias, asumiendo que nadie es mejor que el otro pero que cada uno tiene una cultura diferente.
P: ¿Cómo se expresaría en concreto esta actitud en lo cotidiano de las relaciones norte-sur?
F.B: Una regla de oro de la cooperación solidaria consiste en promover la autoestima de los actores sociales del sur. Tiene que fortalecer los movimientos sociales; consolidar la formación de sus dirigentes. La instrucción, la formación, deberían constituir un aporte esencial. Reforzando, al mismo tiempo, la conciencia de la necesidad de desarrollar relaciones igualitarias. No con una óptica asistencialista o colonialista del norte hacia el sur, sino con una perspectiva emancipadora de la población del sur.. En ese sentido quiero decir que ONG como E-CHANGER son excepcionales. De gran coherencia. Van a trabajar al sur, a Latinoamérica – y especialmente Brasil que es lo que mejor conozco- poniéndose al servicio de los actores sociales, sin imponer verdades, a la escucha, abiertas al aprendizaje constante, conscientes que todos tienen mucho que aprender en este intercambio con rostro humano.
La esperanza latinoamericana
P: Lo esencial de su reflexión global se nutre de la realidad de Brasil y de América Latina ¿Qué momento político vive ahora el continente?
F.B: En las últimas décadas ha transitado tres etapas muy diferenciadas. La primera, entre 1960 y 1980, las dictaduras militares. Con represión generalizada, desaparición forzada de personas, la cárcel y el exilio. Luego, seda un periodo de neoliberalismo mesiánico que hizo explotar las contradicciones y la polarización social. La etapa en curso está marcada por un ciclo de democracias populares. Como nunca antes, los movimientos sociales se sienten hoy escuchados y tenidos en cuenta. Muchos de sus dirigentes, incluso, participan en los gobiernos.
P: ¿Cuál es el rasgo más característico de este?
F.B: La existencia de una serie de iniciativas regionales y continentales que promueven propuestas de integración con autonomía. Y esto es muy importante de cara a la larga historia de dependencia colonial que hemos padecido durante siglos.
Con una nota amarga en ese marco positivo: el golpe de Estado en Honduras del 28 de junio de este año. Habíamos pensado que no habría nunca más dictaduras, y este golpe abre un compás de preocupación. La movilización latinoamericana contra el golpe es excepcionalmente significativa.
P: ¿Un continente con futuro?
F.B: Me animaría a decir que América Latina es actualmente la única región del planeta que vive un real momento de esperanza. Cuenta con movimientos populares, de diferente tipo, muy fuertes. Hay gobiernos como el de Evo Morales en Bolivia o el de Rafael Correa, en Ecuador, que han hecho alianzas importantes con los mismos, y se sustentan en ellos.
P: La gran preocupación de Betto militante...
R: Me sustenta la lucha contra la pobreza. Dios no quiere la pobreza.. La pobreza es resultado de la injusticia humana. La primera página de la Biblia dice que Dios creó al hombre para vivir en un paraíso. No en la miseria, que es producto de los hombres. Dios es padre y madre, pero no es paternalista...
No temo ni por mi vida ni incluso por perder mi fe. El único miedo que tengo es traicionar la esperanza de los pobres.
Betto y su visión de Brasil
“El Brasil de hoy, el de Lula, es mucho mejor que con cualquier otro gobierno del pasado”, afirma con convicción Frei Betto. Quien reconoce el “rol geopolítico, la credibilidad y el reconocimiento de Lula en el plano internacional, su papel de mediador, su presencia determinante en el continente”. También, enumera, el control de la inflación, ciertos programas sociales que han reducido la miseria en casi 10 millones de personas en los últimos años, y la no criminalización ni persecución de los movimientos sociales.
Sin embargo, las críticas de Betto hacia la actual conducción política, son también de peso. “El Partido de los Trabajadores (PT), para mí, es una gran desilusión. Se alejó de los movimientos sociales, cayó en numerosos casos de corrupción, cooptó al movimiento sindical”.
Su análisis agrio no acepta matices: “Tuve la esperanza que el Gobierno tuviera un proyecto de Brasil, de país...hoy no tiene más que un proyecto de poder. Para mantenerse, debe hacer alianzas incluso con fuerzas promiscuas y espurias. Renunció a aliarse con el movimiento popular. No implementó la reforma agraria siempre pendiente. Hoy, el gobierno Lula, tiene una gran deuda agraria y ecológica. No tuvo la voluntad política para implementar la reforma agraria y 4 millones de familias siguen sin tierra. Carece de una sensibilidad ambiental y la Amazonia vive un irreversible proceso de deforestación (y su consecuente desertificación) preocupante” . (SFi y BWe)
- Sergio Ferrari y Beat Tuto Wehrle,
Colaboración de prensa de E-CHANGER, ONG suiza de cooperación solidaria, con el apoyo de la FEDEVACO (Federación Vaudoise de cooperación)
https://www.alainet.org/es/articulo/136604
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