Día D

26/11/2009
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Hablar de nuestro dolor es cerrar heridas, es sacar sufrimiento, compartir tristezas y encontrar consuelo. Es terminar duelos inconclusos, vivir de nuevo el martirio, llorar, desahogar el alma y erradicar para siempre de nuestra mente y corazón lo que nos lastima. Los insultos, los golpes y, sobre todo, la violencia sexual, que además de doler, humilla, avergüenza y ofende, son parte de la cotidianidad de muchas mujeres, que este día se han decidido a irrumpir y empezar otra vida, quieren compartir su tragedia con otros, con la sociedad, con nuestro país.

Hoy, mujeres que sufrieron violencia sexual, como estrategia utilizada por el Ejército durante el conflicto armado interno, como parte de una política contrainsurgente inspirada en el terror, rompen su silencio y empiezan con el orgullo que genera la valentía un nuevo camino de emancipación y libertad.

Las heroicas sobrevivientes de este tipo de violencia ansían redimir sus cuerpos forzados, rescatar y dignificar sus vidas y las de sus familias, exterminar los abusos y las profanaciones de sus templos buscan la paz y la felicidad que merecen. ¡Hoy, las mujeres violadas romperán el silencio!

Tenemos que enfrentar este pesar, conocer las causas y las consecuencias de lo ocurrido, buscar colectivamente la justicia, demandar al Estado que reconozca su responsabilidad, forzar a las autoridades a la investigación, exigir a los y las juzgadoras la agilización de los procesos y la aplicación de sentencias ejemplares.

Naciones Unidas ha revelado que cada 10 minutos es violada una mujer en el mundo; cada tres, otra es golpeada; en Guatemala exhibimos la cifra más alta de mujeres asesinadas en la región latinoamericana, por lo que se escogió a nuestro país como sede del lanzamiento —hoy— de la campaña Únete, del secretario general de ese alto organismo, la que busca colocar en la agenda, en la mente y en las acciones de todo tipo el combate de cualquier forma de violencia en contra de las mujeres.

Los golpeadores y agresores de las mujeres en todos los ámbitos están cavando la tumba de sus hogares, de la dicha y de la paz; cometen infamias, y el daño proferido se les revierte a cada instante, pues los denigra, los deshonra y les coloca un sello para siempre.

Este día, al conocer del sufrimiento de una víctima, reflexionemos sobre nuestras vidas pasadas, pensemos en las mujeres que rodean nuestra existencia, compartamos el dolor vivido o proferido y rescatémonos como sociedad.

Señor Estado, escuche estas exigencias, actúe y ponga freno a los mares de esquizofrenia que agobian la vida de las guatemaltecas. Señor MP, termine con el soponcio y letargo con el que ejecuta las investigaciones, responda a las ciudadanas. Juezas y jueces, pongan fin a la insensibilidad y la indiferencia, atiendan con la dignidad que merecen a las víctimas e impartan justicia a las mujeres que llegan hasta sus despachos. Sus señorías magistrados(as), bajen de sus pedestales, siéntanse terrenales y súmense a esta cruzada por la dignidad y la vida. Sociedad guatemalteca, enfrentemos con decisión y valor el reto de vencer la costumbre, la tradición y la ignominia de relacionarnos con violencia.

Hoy es el día D, empecemos a construir un nuevo destino para que nuestras descendientes no sepan lo que es vivir con temor y sufrir violencia.

PD. Mi adiós a un gran jurista y un excelente maestro; descanse en paz el licenciado Rubén Contreras Ortiz.

Guatemala, 25 de noviembre de 2009

https://www.alainet.org/es/articulo/137981
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