Mujeres y cambio climático

09/12/2009
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Ya no es sólo el interés o la obsesión de los radicales ecohistéricos, tampoco está en discusión si es o no cierto que hay un cambio climático o si el efecto del calentamiento global, provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero, se deriva de la quema de combustibles fósiles con los que se produce la mayoría de la energía. Hoy son verdades irrebatibles.

En un foro reciente, el ministro de Medio Ambiente, Luis Ferraté, consideró que Guatemala no es un emisor significativo de gases de efecto invernadero, pero ha sido una de las naciones que ha sufrido fuertemente sus consecuencias, al ser afectada por la sequía, los huracanes intensos, las inundaciones y la inseguridad alimentaria.

Los países industrializados han basado su desarrollo en la quema de combustibles fósiles, mientras los más pobres pagan las consecuencias, dijo el titular de esa cartera, al referirse a los medios de vida no sustentables que han provocado desastres ambientales irreparables a nivel mundial.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas, en su informe anual, sostiene la tesis de que la planificación familiar, la atención de la salud reproductiva y las relaciones equitativas entre hombres y mujeres podrían influir positivamente sobre el curso futuro de este fenómeno y favorecer la manera en que la humanidad se adaptará a la elevación del nivel del mar, a la intensificación de las tormentas y las sequías graves.

Como siempre, las desigualdades colocan en una situación de desventaja a quienes tienen menos desarrollo. Este año sufrimos la sequía más prologada de las últimas tres décadas; miles de campesinos perdieron sus cosechas, y se pronostica que las mujeres resultarán severamente afectadas, ya que las desigualdades de género se entrecruzan con los riesgos y las debilidades asociadas al cambio, lo que agudiza su vulnerabilidad.

El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola reveló que la sequía afecta en forma diferente a la población masculina y femenina, debido a la estricta división del trabajo por género. Ellas tienen un conocimiento más extenso sobre el manejo de los recursos naturales, lo que les permite desempeñar un papel importante en la mitigación y la adaptación al cambio climático.

En la aldea San Miguel, en Huité, Zacapa, considerado el epicentro del Corredor Seco, Luvia Mateo, madre de dos hijos, recibió capacitación de la FAO, siembra en dos metros cuadrados diversos cultivos, entre estos hierba mora, tomate, remolacha, zanahoria, pepino, papaya, flor de izote y café; utiliza sistemas de riego para ahorrar agua, intercambia semillas y abono, hace trueques con las vecinas y promueve, junto a su esposo, la conservación de los recursos naturales en la comunidad, la organización social, la preservación de los ecosistemas y la seguridad alimentaria.

Este puede ser un ejemplo a seguir, ya que las mujeres, en la mayoría de los casos, dependen de la diversidad de cultivos, y con estos pronósticos que vaticinan que se reducirá la biodiversidad del agro y las opciones de medicina tradicional su seguridad alimentaria, especialmente de las niñas, que usualmente comen menos que los hombres de sus familias, está en mayor peligro. Hay que usar paliativos y sacar ventaja de las crisis.

Pero a nivel global, los poderosos reunidos en Copenhague tienen en sus manos nuestras vidas y nuestra casa.

Guatemala, 7 de diciembre de 2009

 
https://www.alainet.org/es/articulo/138268

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