El derecho de la humanidad a existir

27/12/2009
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El cambio climático está causando ya considerable daño y cientos de  millones de pobres están sufriendo las consecuencias.
 
Los centros de investigaciones más avanzados aseguran que queda muy  poco tiempo para evitar una catástrofe irreversible. James Hansen, del  Instituto Goddard de la NASA, asegura que un nivel de 350 partes del  dióxido de carbono por millón es todavía tolerable; hoy sobrepasa sin  embargo la cifra de 390 y se incrementa a ritmo de 2 partes por millón  cada año, rebasando los niveles de hace 600 mil años. Las últimas dos  décadas han sido, cada una de ellas, las más calurosas desde que se  tienen noticias del registro. El mencionado gas aumentó 80 partes por  millón en los últimos 150 años.
 
El hielo del Mar Ártico, la enorme capa de dos kilómetros de espesor  que cubre Groenlandia, los glaciares de América del Sur que nutren sus  fuentes principales de agua dulce, el volumen colosal que cubre la  Antártida, la capa que resta del Kilimanjaro, los hielos que cubren el  Himalaya y la enorme masa helada de Siberia se están derritiendo  visiblemente. Científicos notables temen saltos cuantitativos en estos  fenómenos naturales que originan el cambio.
 
La humanidad puso grandes esperanzas en la Cumbre de Copenhague,  después del Protocolo de Kyoto suscrito en 1997, que entró en vigor el  año 2005. El estruendoso fracaso de la Cumbre dio lugar a bochornosos  episodios que requieren el debido esclarecimiento.
 
Estados Unidos, con menos del 5% de la población mundial emite el 25%  del dióxido de carbono. El nuevo Presidente de Estados Unidos había  prometido cooperar con el esfuerzo internacional para enfrentar un  problema que afecta a ese país tanto como al resto del mundo. Durante  las reuniones previas a la Cumbre, se hizo evidente que los dirigentes  de esa nación y los de los países más ricos maniobraban para hacer  caer el peso de los sacrificios sobre los países emergentes y pobres.
 
Gran número de líderes y miles de representantes de los movimientos  sociales e instituciones científicas decididos a luchar por preservar  la humanidad del mayor riesgo de su historia, acudieron a Copenhague  invitados por los organizadores de la Cumbre. Omito referirme a  detalles sobre la brutalidad de la fuerza pública danesa, que  arremetió contra miles de manifestantes e invitados de los movimientos  sociales y científicos que acudieron a la capital de Dinamarca para  concentrarme en los aspectos políticos de la Cumbre.
 
En Copenhague reinó un verdadero caos y sucedieron cosas increíbles. A los movimientos sociales e instituciones científicas no les  permitieron asistir a los debates. Hubo Jefes de Estado y Gobierno que  no pudieron siquiera emitir sus opiniones sobre vitales problemas.  Obama y los líderes de los países más ricos se adueñaron de la  conferencia con la complicidad del gobierno danés. Los organismos de  Naciones Unidas fueron relegados.
 
Barack Obama, que llegó el último día de la Cumbre para permanecer  allí solo 12 horas, se reunió con dos grupos de invitados escogidos “a  dedo” por él y sus colaboradores. Junto a uno de ellos se reunió en la  sala del plenario con el resto de las más altas delegaciones. Hizo uso  de la palabra y se marchó de inmediato por la puerta trasera. En ese  plenario, excepto el pequeño grupo seleccionado por él, se les  prohibió a los demás representantes de los estados hacer uso de la  palabra. En esa reunión, a los Presidentes de Bolivia y de la  República Bolivariana de Venezuela se les permitió hablar, porque al  Presidente de la Cumbre no le quedó otra alternativa que concederles  el uso de la palabra, ante el reclamo enérgico de los presentes.
 
En otra sala contigua, Obama reunió a los líderes de los países más  ricos, varios de los Estados emergentes más importantes y dos muy  pobres. Presentó un documento, negoció con dos o tres de los países  más importantes, ignoró a la Asamblea General de Naciones Unidas,  ofreció conferencias de prensa, y se marchó como Julio César en una de  sus campañas victoriosas en Asia Menor, que lo llevó a exclamar:  Llegué, vi y vencí.
 
El propio Gordon Brown, Primer Ministro del Reino Unido, había  afirmado el 19 de octubre: “Si no llegamos a un acuerdo en el curso de  los próximos meses, no debemos tener duda alguna de que, una vez que  el crecimiento no controlado de las emisiones haya provocado daños,  ningún acuerdo global retrospectivo en algún momento del futuro podrá  deshacer tales efectos. Para ese entonces será irremisiblemente  demasiado tarde.”
 
Brown concluyó su discurso con dramáticas palabras: “No podemos darnos  el lujo de fracasar. Si fracasamos ahora, pagaremos un precio muy  alto. Si actuamos ahora, si actuamos de conjunto, si actuamos con  visión y determinación, el éxito en Copenhague estará todavía a  nuestro alcance. Pero si fracasamos, el planeta Tierra estará en  peligro, y para el planeta no existe un Plan B.”
 
Ahora declaró con arrogancia que la Organización de Naciones Unidas no  debe ser tomada como rehén por un pequeño grupo de países como Cuba,  Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Tuvalu, a la vez que acusa a China,  India, Brasil, Sudáfrica y otros Estados emergentes de ceder a las  seducciones de Estados Unidos para suscribir un documento que lanza al  cesto de basura el Protocolo de Kyoto y no contiene compromiso  vinculante alguno por parte de Estados Unidos y sus aliados ricos.
 
Me veo obligado a recordar que la Organización de Naciones Unidas  nació hace apenas seis décadas, después de la última Guerra Mundial.  Los países independientes no rebasaban entonces la cifra de 50. Hoy la  integran más de 190 Estados independientes, luego que el odioso  sistema colonial dejó de existir por la lucha decidida de los pueblos.  A la propia República Popular China durante muchos años se le negó su  pertenencia a la ONU, y un gobierno títere ostentaba su representación  en esa institución y en su privilegiado Consejo de Seguridad.
 
El apoyo tenaz del creciente número de países del Tercer Mundo fue  indispensable en el reconocimiento internacional de China, y un factor  de suma importancia para que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN  le reconocieran sus derechos en la Organización de Naciones Unidas.
 
En la heroica lucha contra el fascismo, la Unión Soviética había  realizado el mayor aporte. Más de 25 millones de sus hijos murieron, y  una enorme destrucción asoló el país. De esa lucha emergió como  superpotencia capaz de contrapesar en parte el dominio absoluto del  sistema imperial de Estados Unidos y las antiguas potencias coloniales  para el saqueo ilimitado de los pueblos del Tercer Mundo. Cuando la  URSS se desintegró, Estados Unidos extendió su poder político y  militar hacia el Este, hasta el corazón de Rusia, y su influencia  sobre el resto de Europa se incrementó. Nada de extraño tiene lo  ocurrido en Copenhague.
 
Deseo subrayar lo injusto y ultrajante de las declaraciones del Primer  Ministro del Reino Unido y el intento yanki de imponer, como Acuerdo  de la Cumbre, un documento que en ningún momento fue discutido con los  países participantes.
 
El Canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, en la conferencia de prensa  ofrecida el 21 de diciembre, afirmó una verdad que es imposible negar;  emplearé algunos de sus párrafos textuales: “Quisiera enfatizar que en  Copenhague no hubo acuerdo alguno de la Conferencia de las Partes, no  se tomó ninguna decisión con relación a compromisos vinculantes o no  vinculantes, o de naturaleza de Derecho Internacional, en modo alguno;  simplemente, en Copenhague no hubo acuerdo”
 
“La Cumbre fue un fracaso y un engaño a la opinión pública mundial.  […] quedó al desnudo la falta de voluntad política…”
 
“…fue un paso atrás en la acción de la comunidad internacional para  prevenir o mitigar los efectos del cambio climático…”
 
“…el promedio de la temperatura mundial podría aumentar en 5 grados…”
 
De inmediato nuestro Canciller añade otros datos de interés sobre las  posibles consecuencias de acuerdo a las últimas investigaciones de la ciencia.
 
“…desde el Protocolo de Kyoto hasta la fecha las emisiones de los  países desarrollados se elevaron 12,8%…  y de ese volumen el 55%  corresponde a Estados Unidos.”
 
“Un estadounidense consume, como promedio, 25 barriles de petróleo  anuales, un europeo 11, un ciudadano chino menos de dos, y un  latinoamericano o caribeño, menos de uno.”
 
“Treinta países, incluidos los de la Unión Europea, consumen el 80%  del combustible que se produce.”
 
El hecho muy real es que los países desarrollados que suscribieron el  Protocolo de Kyoto aumentaron drásticamente sus emisiones. Quieren  sustituir ahora la base adoptada de las emisiones a partir de 1990 con  la del 2005, con lo cual Estados Unidos, el máximo emisor, reduciría a  solo 3% sus emisiones de 25 años antes. Es una desvergonzada burla a  la opinión mundial.
 
El Canciller cubano, hablando en nombre de un grupo de países del  ALBA, defendió a China, India, Brasil, Sudáfrica y otros importantes  Estados de economía emergente, afirmando el concepto alcanzado en  Kyoto de “‘responsabilidades comunes, pero diferenciadas, quiere decir  que los acumuladores históricos y los países desarrollados, que son  los responsables de esta catástrofe, tienen responsabilidades  distintas a las de los pequeños Estados insulares o a las de los  países del Sur, sobre todo los países menos desarrollados…”
 
“Responsabilidades quiere decir financiamiento; responsabilidades  quiere decir transferencia de tecnología en condiciones aceptables, y  entonces Obama hace un juego de palabras, y en vez de hablar de  responsabilidades comunes pero diferenciadas, habla de ‘respuestas  comunes, pero diferenciadas’.”
 
“…abandona el plenario sin dignarse a escuchar a nadie, ni había  escuchado a nadie antes de su intervención.”
 
En una conferencia de prensa posterior, antes de abandonar la capital  danesa, Obama afirma: “Hemos producido un sustancioso acuerdo sin  precedente aquí en Copenhague. Por primera vez en la historia, las  mayores economías hemos venido juntas a aceptar responsabilidades.”
 
En su clara e irrebatible exposición, nuestro Canciller afirma: “¿Qué  quiere decir eso de que ‘las mayores economías hemos venido juntas a  aceptar nuestras responsabilidades’? Quiere decir que están  descargando un importante peso de la carga que significa el  financiamiento para la mitigación y la adaptación de los países sobre  todo del Sur al cambio climático, sobre China, Brasil, India y  Sudáfrica; porque hay que decir que en Copenhague se produjo un  asalto, un atraco contra China, Brasil, India, Sudáfrica y contra  todos los países llamados eufemísticamente en desarrollo.”
 
Estas fueron las palabras contundentes e irrebatibles con las que  nuestro Canciller relata lo sucedido en Copenhague.
 
Debo añadir que, cuando a las 10 de la mañana del día 19 de diciembre  nuestro vicepresidente Esteban Lazo y el Canciller cubano se habían  marchado, se produce el intento tardío de resucitar al muerto de  Copenhague como un acuerdo de la Cumbre. En ese momento no quedaba  prácticamente ningún Jefe de Estado ni apenas Ministros. De nuevo la  denuncia de los restantes miembros de las delegaciones de Cuba,  Venezuela, Bolivia, Nicaragua y otros países derrotaron la maniobra.  Así finalizó la ingloriosa Cumbre.
 
Otro hecho que no puede olvidarse fue que en los momentos más críticos  de ese día, en horas de la madrugada, el Canciller de Cuba, en unión  de las delegaciones que libraban su digna batalla, le ofrecieron al  Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, su cooperación en  la lucha cada vez más dura que se estaba librando, y en los esfuerzos  que deben llevarse a cabo en el futuro para preservar la vida de  nuestra especie.
 
El grupo ecológico Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) advirtió que  el cambio climático quedaría fuera de control en los próximos 5 a 10  años, si no se recortan drásticamente las emisiones.
 
Pero no hace falta demostrar lo esencial de lo que aquí se afirma  sobre lo que hizo Obama.
 
El Presidente de Estados Unidos declaró el miércoles 23 de diciembre  que las personas tienen razón en estar decepcionadas por el resultado  de la Cumbre sobre el Cambio Climático. En entrevista por la cadena de  televisión CBS, el mandatario indicó que “‘en vez de ver un total  colapso, sin que hubiese hecho nada, lo que hubiera sido un gigante  retroceso, al menos pudimos mantenernos más o menos donde estábamos’…”
 
Obama --afirma el despacho noticioso-- es el más criticado por  aquellos países que, de forma casi unánime, sienten que el resultado  de la Cumbre fue desastroso.
 
La ONU ahora está en un aprieto. Pedirles a otros países que se  adhieran al arrogante y antidemocrático acuerdo sería humillante para  muchos Estados.
 
Continuar la batalla y exigir en todas las reuniones, particularmente  las de Bonn y de México, el derecho de la humanidad a existir, con la  moral y la fuerza que nos otorga la verdad, es a nuestro juicio el  único camino.
 
Fidel Castro Ruz  Diciembre 26 de 2009
https://www.alainet.org/es/articulo/138596?language=en

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