Minga Global por la Madre Tierra

30/06/2009
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Se viene la hecatombe del planeta. No se trata ya de especulaciones alarmistas de grupos ecologistas, sino de una amenaza real cuyos efectos ya se sienten: la hecatombe climática puede, en pocos años, desaparecer toda forma de vida en la Tierra… sino hacemos algo de inmediato.
 
El Foro Social Mundial reunido en Belem do Pará, Brasil, en enero de este año, hizo suyas las propuestas de los pueblos indígenas y sus organizaciones: la convocatoria a una Minga Global en Defensa de la Madre Tierra y los Pueblos (12 al 16 de octubre del 2009) y a un Foro Temático sobre Crisis de Civilización Moderna, Buen Vivir y Paradigmas Alternativos.
 
Ambas convocatorias fueron ratificadas en la IV Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas del Abya Yala, que se reunió en Puno, Perú, del 27 al 31 de mayo, y que además le puso fecha y lugar al Foro Social Global: Cusco, Perú, del 26 al 28 de marzo del 2010. 
 
La IV Cumbre tomó otro importante acuerdo: construir un Tribunal de Justicia Climática que juzgue éticamente a las multinacionales y los gobiernos que depredan la Madre Naturaleza, saquean nuestros bienes naturales y vulneran los derechos de los pueblos indígenas, en camino a lograr la constitución de una Corte Internacional sobre delitos ambientales.
 
¿Cómo y dónde potenciar estos acuerdos? La misma IV Cumbre dio la respuesta: organizar una Cumbre Alternativa a la Convención de Cambio Climático de Copenhague, en diciembre de este año.
 
Minga Global
 
Los efectos del cambio climático ya se sienten: la temperatura global ha aumentado de 0,9 grados centígrados y en pocos años podemos llegar a dos grados. Y hay responsables: el 85% de las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global se genera en los países ricos. Solo un 3% en América Latina. Pero los efectos nocivos como las sequías, las inundaciones y la pérdida de la biodiversidad son cargados a las cuentas de los países más pobres. Y somos los países en desarrollo los que albergamos la más alta biodiversidad del mundo, indispensable para la sobrevivencia de millones de personas.
 
La posibilidad de que solo queden 10 a 15 años para detener las fuentes del calentamiento global, antes de que sea irreversible la profunda alteración climática y ambiental global, obliga al movimiento indígena a lanzar una intensa lucha en alianza con la mayor amplitud de movimientos sociales, como los campesinos, ambientalistas, mujeres, de derechos humanos, sindicales, juveniles, intelectualidad, artistas y medios de comunicación alternativos.
 
La Minga Global de octubre forma parte de esa lucha. Es una movilización mundial en defensa de la Madre Tierra y de todas las formas de vida amenazadas por el capitalismo, que ha demostrado ser peligroso no solo por la dominación, explotación, militarización y violencia estructural, sino también porque nos lleva al suicidio planetario.
 
En octubre próximo, en cada rincón del planeta, quienes queremos salvarlo levantaremos nuestras voces contra esa agresión capitalista expresada en el saqueo y la mercantilización de la vida: tierras, aguas, bosques, biodiversidad, biopiratería, agrocombustibles, transgénicos…Y contra la contaminación provocada por las industrias extractivas: minería, hidrocarburos, madera, pesca, y el consumismo tóxico, con imposición política y militar y vulnerando los derechos.
 
Durante una semana que coincide con la fecha de la invasión europea a nuestro continente hace 517 años, origen del colonialismo destructivo, se publicará un manifiesto de la mayor diversidad de organizaciones, con alternativas para detener la catástrofe climática. Y se presentará un memorial con propuestas concretas ante la Convención de Cambio Climático y otras instancias de Naciones Unidas.
 
Actividades centrales serán las movilizaciones en comunidades, pueblos y ciudades; plantones frente a locales de la ONU, sedes de las transnacionales extractivas y organismos de derechos humanos; foros de discusión y jornadas culturales; audiencias de tribunales de justicia climática; y asambleas de articulación de estrategias para la Cumbre Paralela de Copenhague.
 
Foro Global
 
La invasión europea que comenzó el 12 de octubre de 1492 dio inicio al saqueo global e inventó las teorías de “razas” para justificar el etnocidio americano, la incursión en África para la trata de esclavos y el saqueo de otros continentes.
 
Más de cinco siglos después, este modelo ha ingresado a una crisis terminal. Una crisis financiera, económica, energética, productiva, que agrava el desempleo estructural, la exclusión social, la violencia racista y machista. Tantas y tan profundas crisis al mismo tiempo configuran una auténtica crisis de civilización capitalista, que nos obliga a reconstituir y reinventar nuevas y diversas opciones de convivencia entre naturaleza y sociedad, democracia, Estado, consumo.
 
Urgen nuevos paradigmas de civilización. No solo “otros mundos son posibles” sino que son urgentes. Y están siendo ya construidos desde las primeras víctimas de las formas más bárbaras de la violencia colonial: los pueblos y comunidades indígenas, campesinos, ribereños, quilombolas, afrodescendientes, garífunas, caboclos, dalits, entre otros, y sus hijos que migraron a las barriadas pobres de las ciudades; y todos los demás excluidos, invisibles e “intocables” del planeta.
 
Por ello los movimientos indígenas y sociales del mundo, acordamos en el Foro Social Mundial de Belem “impulsar el intercambio para reconstituir, reinventar y articular nuevos valores, estructuras o paradigmas civilizatorios y en esa dirección organizar conjuntamente un Foro Social Temático en 2010 sobre “Crisis de civilización moderna, buen vivir y paradigmas alternativos”.
 
Este Foro profundizará en el análisis de la crisis de civilización occidental capitalista y sus expresiones en las crisis superpuestas de alimentos, energética, financiera, ambiental, cultural, entre otras. Y desarrollará interaprendizajes entre experiencias sociales concretas y estrategias programáticas sobre descolonialidad del poder y saber, autogobierno comunitario, estados plurinacionales, desmercantilización de la vida, Buen Vivir, bienes comunes, derechos colectivos, entre otros paradigmas alternativos. Además organizará un proceso de acción y reflexión, comunitario y global, colectivo y de intercambios, para la construcción de paradigmas alternativos.
 
Dos caminos
 
Los pueblos indígenas y sus organizaciones, en la más amplia unidad con la diversidad de movimientos sociales de todo el mundo, organizamos estas acciones porque no confiamos en las medidas paliativas que acuerdan los Estados, las que además, en poco o nada se cumplen.
 
Recordemos que hace ya 17 años se suscribió la Convención Marco sobre el Cambio Climático en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, que luego dio lugar al Protocolo de Kyoto, del 11 de diciembre de 1997, por el cual los países industrializados se comprometieron a ejecutar un conjunto de medidas para reducir los gases del efecto invernadero, acuerdo que entró en vigor el 18 de noviembre del 2004.
 
Fueron, aparentemente, grandes avances para el ejercicio de los derechos de los Pueblos y de la Madre Naturaleza. Pero, lamentablemente, esos acuerdos se tomaron en los años de la imposición global del neoliberalismo: el 1 de enero de 1995 nació la Organización Mundial del Comercio (OMC), creada para liberalizar los mercados. Sin embargo, el hambre del dominio era tan grande que los propios marcos de la OMC pronto quedaron estrechos y los países poderosos prefirieron “negociar” (léase imponer) tratados comerciales bilaterales con los países pobres.
 
En nuestro continente, como parte de un plan geopolítico integral, el neoliberalismo, con sus TLC y control de los Estados por las transnacionales, trajo también los megaproyectos de infraestructura: el Plan Puebla Panamá y la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA). Y, para proteger todo esto, la instalación de bases norteamericanas en lugares estratégicos de acceso y salida a los recursos naturales, junto con estrategias represivas como el “Plan Colombia”.
 
El círculo se cerraba así. La pregunta es, entonces, ¿qué normas prevalecen para los Estados? ¿Los instrumentos de las Naciones Unidas y sus organismos? ¿O las reglas de las instituciones financieras multilaterales, la OMC y los tratados de libre comercio?
 
Buen Vivir
 
Es justamente en este contexto que los Pueblos Indígenas nos hacemos visibles y vamos conquistando protagonismo político, articulándonos en cada región, en cada país y a nivel continental. Llevábamos ya quinientos años de resistencia, desde la invasión europea a América, origen de la riqueza de ese continente, y pasamos a la construcción de propuestas para enfrentar las agresiones del neoliberalismo global: saqueo de nuestros bienes naturales, vulneración de nuestros derechos territoriales, criminalización de nuestras demandas, destrucción de nuestra Madre Naturaleza.
 
Los pueblos indígenas tenemos, pues, una propuesta más amplia, dentro de la cual se inscriben la organización de la Minga Global, el Foro Social Temático, el Tribunal de Justicia Climática y la Cumbre Paralela de Copenhague: la propuesta del Buen Vivir.
 
Nuestras culturas ancestrales tenemos y mantenemos, porque resistimos durante quinientos años, un modelo de vida sustentado en una relación armónica entre los hombres y la Madre Naturaleza. Porque somos hijos de la Madre Tierra, no sus dueños. No la agredimos ni la vendemos, dialogamos con ella, la cuidamos porque ella nos cuida, la criamos y nos dejamos criar por ella. Es nuestro principio y nuestra práctica de reciprocidad que, junto con la equidad, la dualidad y la complementariedad, guiaron sabiamente a nuestras civilizaciones.
 
Proponemos el Buen Vivir para articular la naturaleza, la cultura, la política, la economía, el poder de manera horizontal; para conducir el comportamiento económico, para mantener el equilibrio entre la necesidad individual y social. Para horizontalizar la democracia, con consulta y participación equitativa en todos los espacios.
 
El Buen Vivir es desterrar toda práctica extractivista que contamina, alienta el consumismo industrial, la moda y otras prácticas que destruyen la naturaleza. Es aceptar el fracaso de los Estados uninacionales monoculturales hechos para el saqueo, la contaminación y la represión, y construir Estados Plurinacionales que garanticen políticas interculturales, promoviendo el ejercicio de los derechos humanos, los derechos colectivos de los pueblos y los derechos de la Madre Naturaleza.
 
El Buen Vivir es, en resumen, la armonía con la naturaleza, entre los hombres y entre los pueblos. Es profundizar la democracia para que sea participativa y se gobierne bajo el principio de “mandar obedeciendo”. Es respetar los derechos de nuestra Pachamama para contrarrestar el cambio climático y sus efectos.
 
La hora actual nos exige asumir los nuevos paradigmas propuestos por los Pueblos Indígenas como alternativa a esta crisis: Estado Plurinacional y Buen Vivir. Para fomentar la paz y la solidaridad, desterrando las prácticas militaristas y las guerras en el mundo. Para salvar de la hecatombe al Planeta y a la Humanidad: el Buen Vivir es volver a nuestras raíces para proyectarnos al futuro.
 
- Miguel Palacín Quispe es Coordinador General de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI)
https://www.alainet.org/es/articulo/141405?language=en
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS