10 años de lucha contra la dominación de la deuda:
El camino recorrido y los desafíos hoy
01/12/2009
- Opinión
Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 450: Lecturas desde los movimientos: Qué ha cambiado con los gobiernos de cambio? 06/02/2014 |
En noviembre de este año, Jubileo Sur cumplió 10 años de lucha por la anulación de la deuda externa y la reparación de las deudas históricas, sociales y ecológicas, generadas por el pago de los pasivos financieros y la implementación de las políticas de las Instituciones Financieras Internacionales (IFIs) y el capital concentrado.
Es un momento propicio para hacer memoria del camino recorrido, de los aciertos y errores en la lucha encarada y, sobre todo, de cómo enfrentar los desafíos que se presentan en una región en la que están en marcha procesos de cambio. Un balance que surge en medio de una crisis sistémica, que pone al desnudo, como pocas veces en la historia, las miserias de un capitalismo que llega a poner en peligro la vida misma del planeta.
Sí a la vida, No a la deuda
En enero de 1999, se realizó en Tegucigalpa, Honduras, el I Encuentro Latinoamericano y Caribeño sobre la Deuda Externa. Fue un espacio que recogió, de alguna manera, el espíritu de los movimientos de resistencia a la explotación económico-financiera de la década de los `80. El endeudamiento -propiciado por los petrodólares y el aumento unilateral de las tasa de interés- hicieron estallar una crisis que se diseminó como reguero de pólvora por América latina. En 1985, Fidel Castro llamó al no pago de la deuda, denunciando que ya había sido pagada varias veces y proponiendo una moratoria unilateral de los países endeudados.
El encuentro permitió avanzar en una nueva articulación continental de cara al Jubileo del año 2000, cuando el tema de la deuda externa volvía a ocupar un lugar preponderante en la agenda política de varios movimientos. Así surgió la Coalición Latinoamericana y Caribeña Jubileo 2000. A partir de las coincidencias políticas entre varias organizaciones sobre el rol de dominación que cumplía la deuda, dentro de un marco de análisis integral de la situación, se fue gestando el núcleo de lo que posteriormente sería Jubileo Sur en las Américas.
En la declaración de Tegucigalpa, se denunció que la deuda externa era impagable, ilegítima e inmoral. "Es imposible de pagar, matemáticamente no hay fórmula para hacerlo. […] Es ilegítima porque se originó en buena medida por la decisión de gobiernos dictatoriales, no elegidos por el pueblo. La mayor parte de ella no se usó en beneficio del pueblo al que hoy se pretende obligar a pagar. […] Es inmoral pagar la deuda externa, porque para hacerlo los gobiernos de nuestros países tienen que destinar un altísimo porcentaje del presupuesto del Estado, afectando principalmente los programas sociales, los salarios de los trabajadores y trabajadoras, generando desempleo y afectando gravemente el funcionamiento de la economía", se afirmó.
No debemos-No pagamos
En noviembre de 1999, apenas una semana antes de la batalla de Seattle, durante la I Cumbre Sur-Sur que se celebró en Gauteng, Sudáfrica, se fundó la Red tricontinental Jubileo Sur. Un espacio que nucleó a organizaciones políticas, sociales, ecuménicas y de derechos humanos de América latina y el Caribe, África, Asia y el Pacífico, que desde una perspectiva política, ideológica y cultural propia de los pueblos del Sur se planteó lograr un nuevo milenio libre de deudas y dominaciones. Su primera acción coordinada se había dado en la Cumbre del G7, en Colonia, articulando una estrategia para exigir la anulación del 100% de la deuda reclamada a los países del Sur. Esto puso en evidencia las diferentes estrategias dentro de la Campaña Jubileo 2000.
Durante la Cumbre Sur-Sur se denunció que "la deuda externa más que un problema económico y financiero es un instrumento de dominación política e ideológica que sirve para la explotación y el control de nuestros pueblos y recursos por parte de quienes concentran el poder en el sistema capitalista". Este planteo político acarreó una diferencia fundamental con las campañas de Jubileo en los países del Norte, que pregonaban el perdón de las deudas pero no apuntaban a la denuncia de fondo sobre las relaciones desiguales de poder entre el Norte y el Sur.
En la consigna No debemos-No pagamos se resumió claramente la posición frente al reclamo de una deuda que no era tal. Porque fue constituida sin ningún tipo de consulta y en muchos casos fuera de los marcos legales vigentes, favoreciendo sólo los intereses de las elites nacionales y el capital concentrado. En áquel encuentro, Jubileo Sur afirmó que "un examen cuidadoso de los orígenes, desarrollo, efectos y consecuencias de esta deuda no puede llevarnos a conclusión alguna distinta. Por ende rechazamos el saqueo continuo del Sur perpetrado por medio del servicio de una supuesta deuda".
Una década más tarde de aquellos dos hechos -el Encuentro Latinoamericano y Caribeño y la I Cumbre Sur-Sur- las definiciones políticas allí discutidas y asumidas encuentran una gran vigencia frente a la situación de endeudamiento de nuestros países. Las recetas presentadas como la gran solución a los problemas de la deuda, como los programas de alivio o reducción para los países altamente endeudados, fracasaron rotundamente, como lo denunció Jubileo Sur en su momento.
Sostuvimos que "estas iniciativas son engañosas y están siendo utilizadas por el Norte para confundir, captar y desmovilizar a personas y organizaciones en todo el mundo, quienes están preocupadas por este problema […] Los pueblos del Sur no exigimos un alivio de parte del Norte sino la restitución y reparación de los profundos daños económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales cometidos contra nuestros países y pueblos a través de siglos colonización y neocolonización".
El problema de la deuda ya no pasaba por la capacidad de pago, ni por perdonar algo que supuestamente se debía, sino por el control geopolítico, económico, social y cultural que ejercía sobre nuestros pueblos. A partir de esta posición se fueron tejiendo alianzas estratégicas con organizaciones que compartían la visión de reparación de las verdaderas deudas generadas. Esto permitió ampliar la base de la red y desarrollar diferentes experiencias que acumularon visibilización, movilización y fortalecimiento de las campañas nacionales.
Durante el I Foro Social Mundial realizado en Porto Alegre, Brasil, se constituyó formalmente la Red Jubileo Sur/Américas, integrada por organizaciones de América latina y el Caribe que comparten el posicionamiento y análisis político sostenido sobre el papel de la deuda financiera y la exigencia de reparación de las deudas históricas, sociales y ecológicas.
Jubileo Sur se proponía aportar, desde su trabajo específico sobre la deuda a la construcción de ese otro mundo posible que empezaba a soñarse, después de una larga década neoliberal donde se había impuesto el fin de la historia y el pensamiento único. El Foro Social oxigenó y potenció las luchas de los distintos movimientos que habían surgido como una respuesta a la globalización imperante. El levantamiento zapatista en 1994 fue el inicio de un movimiento global que se puso de relieve con las manifestaciones de Seattle y del cual Jubileo Sur fue parte.
En enero de 2002, en el II FSM se llevó adelante el Tribunal Internacional de los Pueblos sobre la Deuda, una de las primeras iniciativas que impulsó Jubileo Sur junto a otras redes, como la Marcha Mundial de las Mujeres y la Alianza de los Pueblos del Sur Acreedores de la Deuda Ecológica, entre otras.
El Tribunal recogió los casos, denuncias y testimonios de organizaciones y movimientos de más de veinte países del Sur, poniendo de manifiesto distintos aspectos de la ilegitimidad y la ilegalidad de la deuda externa, contribuyendo a una primera sistematización.Así se fue articulando una matriz común que visualizaba las causas del endeudamiento de los países del Sur y permitía sostener con mayor fundamento las denuncias realizadas sobre el rol de dominación que cumplía la deuda.
A la vez, Jubileo Sur/Américas se involucró fuertemente en la Campaña Continental contra el ALCA, entendiendo que la deuda externa, el libre comercio y sus expresiones continentales, como el ALCA y los Tratados de Libre Comercio y la Militarización y criminalización de los movimientos sociales, eran tres ejes de un mismo plan integral de sometimiento.
Se sostenía que "los tres [ejes] están al servicio de objetivos que se resumen en la subordinación monetaria del continente bajo el dólar de Estados Unidos, el saqueo, el control y el usufructo de nuestros recursos naturales y genéticos y de nuestras riquezas por las empresas transnacionales, la anexión productiva y comercial de nuestras economías y el dominio geopolítico del continente".
La participación en la lucha contra el ALCA, tal vez uno de los mayores eventos de movilización y articulación popular en la historia del continente, fue una rica experiencia, que permitió relacionar la situación de la deuda con otras problemáticas y tener una visión integral de la estrategia de dominación imperialista. La gran resistencia de los movimientos sociales logró detener la avanzada del ALCA. En la Cumbre de Mar del Plata, en 2005, muchos festejaron su entierro. Pero de todas maneras se avanzó con acuerdos bilaterales o subregionales que se regían con las reglas del libre comercio.
Somos los pueblos los acreedores
Veinte años después del llamado de Fidel Castro a no pagar la deuda, Jubileo Sur convocó a la II Cumbre Sur-Sur en la ciudad de La Habana. Consiente de la importancia de reivindicar este hito en la historia de la lucha contra la deuda, en la declaración final del encuentro resaltó que "los pueblos del Sur somos los verdaderos acreedores de una masiva deuda ecológica, moral, social, financiera e histórica; deuda que se ha acumulado a lo largo de los últimos siglos, durante la larga historia de colonización, y que continua acumulándose como consecuencia del continuo saqueo y explotación de nuestros recursos, de nuestros pueblos, de nuestro trabajo y de neutras economías".
Plantear una estrategia, como la que los pueblos del sur son acreedores, rompe con la lógica imperante y logra deshacer el lugar que continuamente se le asignaba a los pueblos, el de eternos deudores. Dar vuelta a la situación pone las relaciones en su justo lugar y plantea alternativas para llegar a la justicia frente a la impunidad que gozan los verdaderos deudores.
Son el Norte, las Instituciones Financieras Internacionales, las empresas multinacionales, las elites y los gobiernos cómplices del Sur y el capital concentrado, quienes deben resarcir al Sur global por las históricas deudas generadas y los crímenes de la deuda cometidos a lo largo de la historia, que tantas vidas se cobraron.
Auditaría ya
En ese camino de reparaciones, Jubileo Sur propició desde un primer momento las auditorías integrales y participativas como un medio para poner al descubierto la ilegitimidad de la deuda. Entendiéndolas como un instrumento pedagógico de sensibilización, educación y movilización popular. Su realización constituye una herramienta para el fortalecimiento y articulación de los procesos tendientes a plantear el fin de los servicios y el no-pago, poniendo de manifiesto la ilegitimidad y las consecuencias del desembolso de la deuda.
El proceso de auditoría llevado adelante en el Ecuador fue un paso fundamental para todo el movimiento de resistencia a la deuda. Porque concretizó una vieja demanda y puso de manifiesto que existen otros caminos para encarar la situación Estas posibilidades que se abren de empezar a construir alternativas soberanas de financiamiento al neoliberalismo, dependerá de la capacidad de los movimientos sociales de incidir en escenarios concretos donde se disputa la vieja política con las luchas, resistencias y esperanza de quienes creen en otra realidad posible. Tal vez este sea uno de los aprendizajes que nos deja el proceso de auditoría ecuatoriana.
Los desafíos hoy
Después de haber resistido la década neoliberal de los `90, de haber enfrentado el plan de anexión del Imperialismo y de ser artífices de la caída uno a uno de los gobiernos que propiciaron el endeudamiento y la precarización de la vida de millones de personas, los movimientos sociales enfrentan hoy una nueva disyuntiva. Frente a los cambios que se vienen llevando adelante en la región, cómo aportar desde las resistencias a la construcción de verdaderas alternativas de cambio. Se abre así la oportunidad histórica para avanzar en la concreción de opciones de integración que apunten hacia una nueva arquitectura financiera, como la concreción de un verdadero Banco solidario del Sur al servicio de los derechos de los pueblos y la naturaleza o la posibilidad de contar con una moneda única que saque del centro de la escena al dólar como moneda de intercambio. Pero a pesar de los logros y avances, miles de personas siguen sufriendo los impactos concretos del pago de la deuda por parte de gobiernos que continúan desconociendo su manifiesta ilegitimidad e ilegalidad, a pesar que en muchos casos existen fallos judiciales que así lo comprueban. A pesar de los reiterados flujos de considerables sumas de dinero, como en el caso de Argentina, Brasil y Uruguay que pagaron por adelantado y de una sola vez la deuda reclamada por el Fondo Monetario Internacional, vemos cómo se sigue incrementando la deuda día a día a pesar de las "alternativas de desendeudamiento" para resolver esta situación.
A eso se suma al desproporcional aumento de la deuda interna, que se produjo en estos últimos años, lo que nos lleva a enfrentarnos a un escenario, que es necesario analizar y trazar nuevas estrategias de cómo encararlo.
Esto dentro del marco de la crisis del capitalismo que estamos viviendo y cuyas consecuencias no tenemos noción hasta donde pondrán alcanzar. Nuestro gobiernos se están endeudando nuevamente para afrontar la crisis y las Instituciones Financieras, uno de los pilares de la crisis desatada, se preparan para prestar nuevamente créditos, que en muchos casos se irán en pagos de vencimiento de servicios e intereses de deuda, alimentado un nuevo circulo vicioso.
Nunca antes se desembolso tanto dinero para salvar al sistema. Los que ayer se oponían a que el Estado cumpla un rol regulador e intervenga en la economía, son hoy los principales impulsores que el Estado rescate a las empresas y bancos privados.
Frente a esta crisis sistémica, fruto de la relación con otras crisis que se han desatado como la energética, alimenticia, climática, financiera, hoy más que nunca es propicio exigir el no-pago de las deudas ilegítimas y el redireccionamiento de los recursos que se van en servicios e intereses para solventar la inversión social y garantizar los derechos humanos y ambientales de los pueblos
- Pablo Herrero es integrante de Jubileo Sur. www.jubileosuramericas.org
https://www.alainet.org/es/articulo/141471
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