La tragedia griega

13/05/2010
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Los estímulos fiscales derivados de la política contracíclica tendiente a conjurar la crisis ha disparado el déficit fiscal de manera generalizada; según la estimación del FMI en su más reciente Informe el de las economías industrializadas es del orden del 8.1% del PIB (¡!) y del 2.9% en el caso de las economías en desarrollo. Es importante señalar como referente que los expertos consideran el 3% del PIB como umbral, a partir del cual se pone en riesgo la estabilidad de la economía; ese es el rasero que se han impuesto los países miembros de la Unión Europea (UE). Por ello el FMI exhortó a los gobiernos a “ejecutar planes de reequilibrio de las finanzas públicas a mediano plazo”. Lo más preocupante es que la financiación de dicho déficit se ha traducido en un creciente endeudamiento público, a tal extremo que el coeficiente de la deuda soberana de los países miembros de la Ocde pasará del 45% del PIB hace menos de 5 años al 70% del PIB este año. La de los países en desarrollo ronda el 40% del PIB. De acuerdo con la opinión del FMI “la atención viró hacia los riesgos vinculados a las deudas de los EEUU, que podrían socavar los progresos en la estabilidad y hacer entrar la crisis del crédito en una nueva fase”[1].
 
La crisis de la deuda se ha convertido en el nuevo fantasma que recorre el mundo y de allí que el inminente default de la deuda contraída por Grecia obligó a la UE y al FMI a acudir con el extinguidor en la mano para sofocar una posible deflagración. Grecia, junto con Portugal y España ha sido uno de los países que han recibido mayor apoyo de la Unión, como que durante tres décadas ha contado con el apoyo de las subvenciones provenientes de los Fondos estructurales y del Fondo de Cohesión. Los recursos provenientes de estos llegaron a representar hasta 2005 en promedio el 4% del PIB; actualmente es del orden del 1.5% del PIB. Entre las causas de la actual crisis de su deuda se señala la corrupción, pues, a juicio del politólogo Vassiliki Georgiadou dichos recursos “no se administraron con racionalidad”[2], ya que en vez de ir al “fortalecimiento de la competitividad y la productividad fueron destinados al sobreconsumo”[3]. A ello se añade la falta de control y supervisión por parte de los organismos encargados, los cuales no activaron a tiempo las alarmas. Y lo que es peor, según Transparencia Internacional, el desgreño administrativo sirvió además de caldo de cultivo a la corrupción; de acuerdo con su más reciente Informe en 2009 se pagaron 790 millones de Euros en sobornos, 50 millones de Euros más que en 2008.
 
La crisis de la deuda
 
El impacto de la crisis global precipitó la recesión de la economía de Grecia y esta se encargó de poner al desnudo sus vulnerabilidades. En el 2009 el crecimiento del PIB fue de – 2% y se proyecta para 2010 una caída aún mayor, del – 4%, después que se pronosticaba – 2%. El déficit fiscal que venía registrando se ahondó con el mayor gasto que le demandó el paquete de estímulos fiscales a la producción y al empleo hasta alcanzar el 13.6% (¡!), al tiempo que su deuda pública se desbordaba con el 115% del PIB (¡!), la friolera de 273.000 millones de Euros (más de US $300.000 millones). Recordemos que a través del Pacto de Estabilidad y Crecimiento suscrito en Amsterdam el 17 de junio de 1997 se había establecido el 3% del PIB como el límite anual del déficit público y el 60% del PIB en el caso de la deuda pública. El 19 de mayo se convirtió, en palabras del Ministro de finanzas heleno Yorgos Papaconstantinou, en “una fecha crucial” dado el vencimiento de deudas por valor de 9.000 millones de Euros (US $11.865 millones) y Grecia no contaba con los recursos para cancelarlas. Para evitar la moratoria en el pago de su deuda, a juicio del Primer ministro George Papandreou manifestó que no tenía otra opción distinta ni tiempo que “recurrir al rescate”[4], el cual considera “inevitable”[5]
 
La crisis de la deuda de Grecia estaba poniendo a prueba la fortaleza de la economía de la Eurozona y del Euro; el riesgo del contagio al resto de economías del viejo continente era alto, se trataba por lo tanto de “encapsularla” de manera que su onda expansiva no malograra la débil y lenta recuperación de su economía. No hay que perder de vista que las economías comunitarias son las que han tenido el peor desempeño el último año dentro del grupo de naciones industrializados. Por ello manifestó el Jefe de los ministros de finanzas de la Eurozona, el luxemburgués Jean – Claude Juncker, “hemos decidido activar el Plan de apoyo a Grecia”. En efecto entre la UE y el FMI convinieron en la Cumbre del 10 de mayo darle a Grecia un paquete de ayuda de 110.000 millones de Euros (US $146.000 millones) entre 2010 y 2012, de los cuales 80.000 millones de Euros serían aportados por los socios de la Zona Euro en forma de préstamos bilaterales y el resto por el FMI. Se trata de un esfuerzo sin precedentes, apenas sí equiparable con el Plan Marshall de la reconstrucción de Europa después de la segunda guerra mundial. Al decidir darle la mano a Grecia la UE y el FMI se proponían evitar la bancarrota de Grecia, acogotada como estaba por la enormidad de su deuda e imposibilitada de asumir unas tasas de interés exorbitantes para refinanciar su deuda y de paso devolver la estabilidad a la Eurozona y al Euro. Desde luego, tanto Angela Merkel, Canciller alemana como Nicolás Sarkozy, Presidente francés, renuentes como estaban a participar de este colosal esfuerzo, finalmente accedieron no sin antes demandar “sanciones más eficaces”[6] en caso de déficit excesivos y dotar a la Eurozona de una “marco robusto”[7] para gestionar crisis como la griega.
 
La descalificación de la deuda soberana
 
El Gobierno socialista Panhelénico (PASOK) logró la aprobación en el parlamento con una estrecha votación un duro y severo ajuste fiscal, para de esta manera cumplir con las condicionalidades impuestas por la UE y el FMI para el desembolso de los recursos contingentes. Se pretende ahorrar 30.000 millones de Euros en tres años y reducir el déficit desde el 13.6% a menos del 3%, aumentando la carga impositiva (aumento de 2 puntos en el IVA) y afectando conquistas tan importantes como los salarios del sector público, el aumento de la edad de jubilación y el recorte de la inversión pública. “Se trata de sacrificios duros pero necesarios, sin los cuales Grecia iría a la quiebra”[8] sostuvo el Primer Ministro griego Giorgos Papandreou. Estas medidas tan draconianas desataron una reacción airada de la población contra el gobierno por considerar que, como lo rezaba una de las pancartas que portaban los manifestantes, “el FMI y la UE nos roban un siglo de avances sociales”. Pero la Ley de Murphy es implacable: todo aquello que anda mal es susceptible de empeorar y este es el caso. En medio de los devaneos en torno a los términos del salvamento que finalmente se aprobó por parte de la UE y el FMI, el martes 27 de abril la firma calificadora Standard & Poor’s le rebajó la calificación de la deuda soberana griega a largo plazo de BBB+ a BB+, relegándola a la categoría especulativa, es decir al nivel de “chatarra”, al tiempo que redujo dos peldaños la de Portugal y a España le bajaron la nota de AA+ a AA. Las consecuencias no se hicieron esperar, los tenedores de euros y bonos de estos - buena parte de los cuales están en manos de la banca europea - y de otros países de la Eurozona tan endeudados como ellos se deshicieron de ellos y se refugiaron en el dólar, el cual por este motivo empezó a apreciarse frente a las demás monedas conteniendo su larga caída. Ello se explica porque ante la incertidumbre los inversionistas prefieren buscar activos seguros como el dólar o el oro presionando al alza la cotización del uno y el otro, así como también los bonos del Tesoro estadounidense, los cuales subieron vertiginosamente. En Colombia el dólar ganó en la última semana $60 al pasar de $1.950 a $2010 la Tasa Representativa del Mercado (TRM). Por su parte el Euro alcanzó su valor más bajo frente al divisa norteamericana en más de un año de 1.28 frente al dólar.
 
Como es apenas obvio de la rebaja de la calificación de la deuda soberana se sigue el ajuste y recomposición por parte de los inversionistas, especialmente los institucionales, de su portafolio de activos financieros, vendiendo la deuda rebajada y aumentando su cuota de deuda de alta calificación. Por ello, como lo sostiene Sylvain Broyer, Economista del Banco francés Natixis, “el comportamiento de las agencias de calificación es completamente procíclico”. La descalificación de la deuda soberana de Grecia, Portugal y España amplificó el temor que despertó la crisis de la deuda del primero de ellos. Un funcionario francés espetó recientemente que “por las dificultades que Europa está enfrentando, los mercados han llegado a la conclusión de que inevitablemente la deuda española y la portuguesa tendrá que ser reestructurada”[9]. Al Presidente Rodríguez Zapatero le ha tocado salir ya varias veces a los medios a desmentir los rumores de que España seguirá el mismo camino de Grecia para reestructurar su deuda dado que su déficit fiscal está frisando el 11% y acusa la más alta tasa de desempleo, el 20%, lo cual al afectar el consumo repercute en la ralentización de la recuperación de su economía.
 
El riesgo del contagio
 
El nerviosismo por los riesgos de contagio de la tragedia griega le imprimió una gran volatilidad al mercado bursátil produciendo un desplome en simultánea de todas las bolsas del mundo debido fundamentalmente a los ataques especulativos. La Bolsa de Nueva York se resintió y experimentó una de sus peores caídas en los últimos años, propiciando una reacción negativa en cadena de la cual no escaparon las latinoamericanas. En la última semana, contradiciendo los anuncios oficiales en el sentido que esta no afectaría a Colombia, las 30 principales empresas cuyas acciones se negocian en el mercado pasaron de valer en la Bolsa $277.9 billones a $265 billones. De los $104.8 billones en que se valorizaron las acciones el último año hasta abril se perdieron esta semana $12.1 billones como efecto colateral de la crisis de la deuda griega. Este jueves el Índice General de la Bolsa Colombiana (IGBC) retrocedió 2.84% y volvió a estar por debajo de 12.000 puntos. Esta se convirtió en la caída más pronunciada desde los peores días de la crisis en noviembre de 2008. Por esta razón en la Cumbre de emergencia que acaba de realizarse para oficializar la entrega del salvavidas a Grecia, se concluyó que dichos ataques que ya forzaron el rescate de Grecia amenazan ahora la deuda soberana de otros miembros y están poniendo en jaque a la moneda europea. “Ya está claro que no estamos ante un ataque contra un país u otro; es un ataque contra la unión monetaria europea”[10] dijo un alto funcionario, interpretando la desazón reinante en Bruselas, sede del Europarlamento. Se trata, entonces de impedir que la crisis de la deuda soberana se extienda a otros países de la UE y esta se salga de control. El mundo entero sigue expectante el curso de los acontecimientos en la Eurozona cruzando los dedos para que su desenlace no sea tan fatídico como lo auguran los agoreros del desastre. Cuando ésta todavía no se repone de la recesión provocada por la crisis del crédito en los EEUU, el riesgo de recaer en ella, ahora por cuenta de la crisis de la deuda, sigue latente. Sólo resta desear que el espíritu de los filósofos Aristóteles y Platón ilumine a las autoridades para que inspirados en ellos sean capaces de evitarlo para la bienandanza de la economía global.
 
Bogotá, mayo de 2010
 
- Amylkar D. Acosta M. es Miembro de Número de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas. www.amylkaracosta.net


[1] El Nuevo Siglo. Abril, 21 de 2010
[2] Portafolio. Mayo, 1 de 2010
[3] Idem
[4] El Tiempo. Mayo, 3 de 2010
[5] Idem
[6] Portafolio. Mayo, 7 de 2010
[7] Idem
[8] El Nuevo Siglo. Mayo, 3 de 2010
[9] El Espectador. Mayo, 8 de 2010
[10] Portafolio. Mayo, 8 de 2010
https://www.alainet.org/es/articulo/141519?language=en

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