La pobreza de Afganistán

15/06/2010
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Mapas geológicos, que los científicos afganos escondieron durante tres décadas, aparecieron ahora casi por milagro, para decirle al mundo que ese maltrecho país, víctima de una guerra sin interrupciones contra éstos y los otros invasores, está lleno de riquezas. Los talibanes no lo sabían, como tampoco lo supieron los regímenes anteriores y, ¡cuánta inocencia!, tampoco lo sabían los invasores estadounidenses.
 
Las notas periodísticas se afanan por difundir a todo el mundo que, en Afganistán, hay millonarias reservas de hierro, oro, niobio y cobalto, entre otros, ya están calculadas y convertidas en dinero. Se dice que sumarían nada menos que un billón de dólares. Esto, por supuesto, siempre que el dólar mantenga su tendencia alcista y no vuelva a caerse, porque entonces los valores aumentarían muchísimo.
 
Pero esa no es la noticia. Los medios, ¡oh, los medios!, han hecho hincapié en que la mayor reserva de litio en el mundo, se halla allí precisamente. Y para que no haya duda respecto a la intención, los medios añaden que es una riqueza mayor que la de Bolivia. Vale la pregunta: ¿querrán ponernos en competencia con ese país arrasado y ocupado? o, más bien ¿los señores de la guerra estarán buscando que nos apresuremos a entregar el litio? Habrá que preguntar a la Litium Company que, allá por los años ’90, quiso hacerse de esa riqueza que contiene el salar de Uyuni.
 
Pero seamos claros. Si hay más litio, los precios bajarán y, para las transnacionales, eso es perjudicial. En cambio, nosotros podemos decir ¡bienvenido el litio afgano! Relojes y celulares dejarán de tener precio, tendrán que regalarse y, finalmente, tendremos un combustible mucho menos nocivo para los vehículos. Esto último, no es un deseo y menos una fantasía. La tecnología para vehículos que funcionen con baterías de litio, hace tiempo que se ha desarrollado; es cuestión de ponerla en práctica.
 
Eso, a nivel mundial. Y, a nivel local, ¿qué pasará con las riquezas de los afganos? Es obvio que, mientras se mantengan las fuerzas de ocupación (de USA y algunos países de la Unión Europea) no se iniciarán los trabajos de exploración, a menos que decidan quedarse los varios años, agregados a los que ya transcurrieron, para preparar la exploración, iniciar la explotación y, recién entonces, vender el mineral. ¿Querrán resarcirse por el costo de la guerra que ellos iniciaron? No sería extraño que lo hiciesen. Ha ocurrido otras veces. Bastaría recordar que, a principios del siglo pasado, invadieron la República Dominicana y se quedaron allí a cargo de la Aduana para cobrar supuestos gastos que USA habría hecho en una invasión anterior. Cuando se fueron, dejaron al dictador Rafael L. Trujillo, que castigó a ese idílico país durante tres décadas. Por eso no es curioso que busquen el botín que aún no han conseguido ni en Afganistán ni en Irak.
 
Así, llegamos a dos conclusiones: la primera es que quieren desanimar a los interesados en la explotación del litio boliviano. Ese intento está destinado a fracasar, no por los interesados en la explotación, que los hay y muchos, sino porque el Estado boliviano ya no está gobernado por un régimen sumiso; aquí, en Bolivia, se llevará adelante una política minera de gran envergadura. La segunda conclusión está relacionada con la búsqueda del botín. Habrá que recordarles, a los estadounidenses y sus aliados, que el tesoro petrolero que esperaban manejar en Irak no está en sus manos y no lo estará porque sus esfuerzos no son de cooperación sino de avasallamiento.
 
Para que esas riquezas puedan explotarse, las fuerzas de ocupación deben retirarse, pero nunca lo harán voluntariamente. Hay que sacarlos.
https://www.alainet.org/es/articulo/142250?language=en

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