Hacer un mundo mejor

11/07/2010
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“El crecimiento económico no es garantía de reducción de la pobreza, pero es absolutamente imprescindible para mantener a la larga la reducción de la pobreza. Además, debe beneficiar a los pobres, para lo cual tiene que generar más oportunidades de obtención de ingresos, de manera que los pobres puedan realizar trabajos productivos y bien remunerados”. PNUD, ONU, 2008
 
Una cosa es indiscutible: hoy en día, en nuestro mundo real, impera la gran injusticia globalizada sobre los pueblos subdesarrollados. Es cada vez mayor el abismo que separa a ricos y pobres en nuestro mundo.
 
Hambre, enfermedad contagiosa, crimen, droga, desempleo, subdesarrollo, inestabilidad en los mercados financieros, disparidad en la distribución de ingresos, terrorismo, recesión económica, exclusión social, corrupción, deuda externa de los países pobres, marginalización, agravamiento de la pobreza, violencia en las gran ciudades, debilitamiento del Estado de derecho y la falta de respeto a los propios derechos humanos son características de un proceso creciente llamado “globalización destructiva” que afecta a la mayor parte de los pobres de la Tierra que viven en los países subdesarrollados, esos que solemos denominar Tercer Mundo y que se encuentran en Latinoamérica, en Asia y, sobre todo, en África.
 
Según datos recientes del PNUD, cientos y cientos de millones de personas no pueden satisfacer sus necesidades más primarias, como la alimentación, el vestido, la vivienda o una educación elemental. Solamente en América Latina y el Caribe, el número de personas en condiciones de extrema pobreza pasó de 48 para 57 millones – 26 por ciento de la población vive con menos de dos dólares por día -; hay 19 millones de desempleados y de cada 10 nuevos empleos generados, siete son informales.
 
Además, en la mayoría de los países donde se concentra la pobreza (como sucede en toda África, tan cercana pero tan diferente de Europa), las condiciones de vida se hacen más difíciles aún por la existencia de graves conflictos sociales y políticos, derivados muchas veces de las practicas coloniales ejercidas por los países desarrollados en los últimos siglos.
 
El papel de la globalización
 
La globalización tiene un papel fundamental en la creciente exclusión. Hasta el señor Bill Clinton (ex-presidente de los EEUU) afirmo públicamente los peligros de la globalización: “La comunidad global no puede sobrevivir como sucedió en el ‘cuento de las dos ciudades’ – una moderna y integrada, con un teléfono celular en cada mano y un McDonald en cada esquina – y la otra envuelta en la pobreza y con un resentimiento creciente, llena de problemas de salud pública y ambiental que nadie puede administrar”.
 
El proceso de “degradación social” está a servicio de las fuerzas imperialistas, donde Wall Street y, principalmente, lo gobierno de los EEUU es lo primer y único responsable.
 
Para hacer un mundo mejor es necesario, en primer plano, forjar una nueva senda de desarrollo que vincule el crecimiento económico a la responsabilidad social y ambiental, unido la sociedad civil, los trabajadores, empresarios y gobierno. Es necesario crear políticas de protección social. Es necesario el fortalecimiento del comercio internacional de forma justa y equilibrada.
 
Para lograr una meta de crecimiento económico es necesaria una tasa promedio de crecimiento anual de la economía mundial de alrededor de 3,5 por ciento – con un Producto Bruto Mundial (PNB) de 140 billones de dólares para 2050.
 
Un mundo mejor significa proporcionar a todos acceso a educación básica, trabajo decente, salarios dignos, igualdad de género, apoyo a la agricultura pequeña y de escala media e salud de calidad. Para tanto, un mundo mejor es necesario estar basado en la equidad, los derechos humanos y la justicia social. Un mundo mejor tiene, necesariamente, que proponer la reducción de la pobreza.
 
Hoy, más de 2/3 de la población mundial vive en condiciones muy difíciles de vida. Do total de la población mundial (6,7 billones de personas), cerca de la mitad percibe, solo US$ 1/día. La extrema es creciente.
 
Población Mundial y Número de Personas que Viven
en la Pobreza Extrema (Miles de Millones)
Períodos
Personas que viven en la pobreza extrema
Población mundial
1990
1,3
5,3
1998
1,2
5,9
2015
0,9
7,1
 
Un mundo mejor es posible
 
No tengo dudas que un mundo mejor es posible. La ciencia y la técnica actual lo permiten. Pero, al mismo tiempo, los gobiernos de los países desarrollados precisan tener una conducta responsable en sus modus operandi económicos y políticos a fin de ayudar a mejorar las condiciones de vida de millones y millones de hombres que claman por un cambio de ruta de lo actual sistema económico-financiero.
 
Los países desarrollados deben sé comprometer a ayudar a los países en desarrollo a través del fortalecimiento de la capacidad institucional, el incremento de la asistencia internacional para el desarrollo, la apertura de mercados y la reducción de subsidios a la agricultura, en especial.
 
Como ejemplo de la “globalización destructiva” que tenemos hablado aquí, analicemos los siguientes datos según Eduardo Galeano, intelectual uruguayo: “Los datos del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos indican que cuatro países encabezan la venta de armas en el mundo: Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y Rusia. Estos son, casualmente, los países que tienen derecho de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (además de China). Traducido a la práctica, el derecho de veto significa poder de decisión. La Asamblea General de las Naciones Unidas, donde están los demás países, formula recomendaciones; pero quien decide es el Consejo de Seguridad. La Asamblea habla o calla, el Consejo hace o deshace. O sea: cuatro potencias, cuyas economías dependen en buena medida de las guerras del mundo, son las que tienen en sus manos el rumbo del máximo organismo internacional. Según su acta de fundación, la Organización de las Naciones Unidas se ocupa del mantenimiento de la paz, la defesa de los derechos humanos, la amistad entre las naciones y la cooperación internacional”.
 
Hoy, solamente un efecto es visible: la única fuerza real que gobierna el mundo es, obviamente, al poder económico y financiero.
 
En las palabras de José Saramago, intelectual portugués de gran prestigio internacional, ese poder es “regido por las empresas multinacionales de acuerdo con estrategias de dominio que nada tiene que ver con aquel bien común al que, por definición, aspira la democracia”.
 
Hasta mismo la democracia tiene sufrido un duro golpe con la fuerza del poder económico y financiero mundial. Esa democracia que unos atenienses inventaran y que según la expresión consagrada dice que es un “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, tiene si costo abajo de los intereses económicos.
 
El futuro de nuestro mundo está, solamente, en nuestras manos. Hacer un mundo mejor es posible y deseable, para nosotros, nuestros hermanos e hermanas; para los pueblos pobres y oprimidos del mundo.
 
El bienestar de las propias naciones es consecuencia directa de una buena política económica. Es obligaciones de los gobiernos hacer un mundo mejor. Hay pocas razones para creer lo contrario.
 
- Marcus Eduardo de Oliveira es Economista brasileño, mestre pela USP y professor de La Facultad de Ciências de Osasco (FAC-FITO), São Paulo. Especialista em Política Internacional.
https://www.alainet.org/es/articulo/142745
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