África y el Sahara occidental
10/11/2010
- Opinión
“Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad”: Montesquieu (1689-1755).
Después de siglos de opresión imperial colonialista y neocolonialista, que incluyó la extracción indiscriminada de todo tipo de materias primas y la trata de esclavos negros que duró desde los siglos XVI hasta el XX [y afectó desde unos 10 millones hasta unos 60 millones de personas, según cálculos conservadores], todavía hace 50 años se decía que África había sido “mal parcelada”. Gran cinismo civilizatorio del mundo “occidental”; o por lo menos de los países esclavistas de Europa y dese luego de los mismos Estados Unidos, que trajeron mano de obra esclava para las plantaciones del Sur, un territorio que antes le fue arrebatado a México con todo cinismo.
Así, influidos por los ánimos de autonomía de los pueblos asiáticos, apenas a mediados del siglo XX surgieron los primeros movimientos de liberación nacional, reivindicativos del ánimo social y popular, que “descolonizaron” el continente negro. En su mayor parte eso sucedió entre los años 1955 y 1962. En el periodo comprendido desde 1962 a 1980 se consolidó dicho proceso, pero sería hasta 1975 cuando se hicieron independientes las últimas colonias. Independientes en el papel.
Para entonces, las excolonias habían sido convertidas en un verdadero lastre, territorial y poblacionalmente hablando; o lo que es lo mismo: exprimidas de muchos modos. Como herencia de los imperios que a sangre y fuego se habían apoderado de países completos bajo el pretexto “civilizatorio”. Con la gente lastimada, sin embargo ansiosa de vivir sus propios procesos económicos y políticos, como países autónomos e independientes del dominio de los extranjeros. Por eso muchos de ellos tuvieron ánimos de un socialismo a la africana.
Pero con tamaña herencia imperial plena de desasosiegos, incertidumbre e inestabilidades, reinaron más en general las pugnas internas por el poder y la violencia que siguió cobrando vidas inocentes. Ya por un dictadorzuelo —que proliferaron con aires de soberanos reyes—, ya por un grupo en pugna, ya incluso por la represión de los propios movimientos por la autonomía y la revolución. Mucha sangre siguió derramándose, incluso por el reparto del botín que todavía seguía fructificando [el marfil y los diamantes, las pieles y los animales exóticos, el petróleo y otros minerales, etcétera] para los ambiciosos gobernantes o grupúsculos gansteriles locales.
Muchos países africanos han padecido, por ello, delicados síntomas de inestabilidad política y social. Poblaciones enteras han pasado hambrunas, enfermedades propias de ambientes de pobreza y pobreza extrema, epidemias altamente costosas que han cobrado vidas. O todavía fenómenos de discriminación social como el Apartheid, que igualmente cobró sangre.
Sólo unos cuantos países han gozado desde entonces de una relativa estabilidad económica, política y social. En lo posible; es decir, dentro de lo que puede ser la sobrevivencia como países pobres o extremadamente pobres. Pero para muchos todavía, en la propia África se practica el que, ciertamente, el territorio fue “mal repartido”, o “mal parcelado”. En esas anda todavía por estos días la población y el territorio saharaui. Como el reciente estallido de violencia en ese territorio por parte de soldados marroquíes.
Antiguo territorio colonial español, desde que en 1970 la ONU solicitó al país ibérico dejar el Sahara occidental y “adoptara las medidas necesarias para la descolonización”, ocurrió el 14 de noviembre de 1975 que tras la firma de los acuerdos de Madrid por los que España se compromete a dejar el Sahara antes de febrero de 1976. También en 1975 surge el Frente Polisario, reconocido como representante de los intereses de los saharauis. Se traspasan entonces, así nomás, las tres cuartas partes del territorio a Marruecos y la tercera parte a Mauritania. El Sahara occidental queda dividido y se hereda una papa caliente para los problemas que a la fecha no encuentran solución.
La mascarada de la ONU ha sido, desde entonces, la del referéndum con el que le da largas al asunto. Pero el mismo mes y año, el 28/11/75, unos días después, se reúne el Yemáa o Asamblea General Saharaui en Guelta y decide la creación del Consejo Nacional Saharaui, que simpatiza con el brazo armado del Polisario. El 26 de febrero de 1976 España desconoce a la Yemáa, y deja que dos días después Marruecos y Mauritania confirmen la “soberanía” territorial saharaui, ratificando los acuerdos de Madrid.
España, entonces, saca las manos y abandona a los saharauis a su suerte. Hereda un territorio dividido entre dos países, y los habitantes se quedan en una lucha permanente desde entonces por conseguir que Naciones Unidas convoque al llamado referéndum, para que las personas se declaren sobre la independencia o no. La ONU incumple con eso.
Los últimos hechos sangrientos ocurrieron apenas anteayer. Policías y soldados marroquíes asaltaron el campamento Gdaim Izik con lujo de violencia, dejando un saldo según datos conservadores de 11 muertos, 723 heridos y 159 desaparecidos. El campamento está en las inmediaciones de El Aaiún, la capital del Sahara Occidental, se compone de unas 20 mil personas y había sido instalado apenas el día 19 de octubre en protesta contra “el deterioro de sus condiciones de vida y en reclamo de empleo y viviendas”.
Las fuerzas armadas marroquíes, además, “saquearon centenares de casas y tiendas, y destruyeron vehículos pertenecientes a los saharauis”, según el informe del Ministerio de Información de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Los hechos ocurren en el momento en que antier mismo se reúnen, auspiciados por la ONU, miembros del Frente Polisario en Nueva York con representantes del gobierno de Marruecos para discutir el futuro territorial. El Polisario exige el referéndum de autodeterminación bajo la lupa de Naciones Unidas, pero los marroquíes se oponen a la autonomía. A lo más proponen una “amplia autonomía, pero bajo su soberanía”.
En la reunión participan también Mauritania que tiene parte del territorio del Sahara bajo su control, y Argelia que desde 1975 ha dado asilo a unos 160 mil refugiados saharauis. De fondo, al parecer, el gobierno marroquí, con el apoyo de Estados Unidos, no quiere la autonomía del Sahara occidental a los saharauis por la simple y sencilla razón de que las entrañas de esa parte del desierto encierra una importante reserva petrolera. Marruecos quiere los beneficios. Libia hace fuertes inversiones para la extracción petrolera ahí.
https://www.alainet.org/es/articulo/145404?language=en
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