Me gustan las gentes que luchan
23/11/2010
- Opinión
Palabras de Rigoberta Menchú durante la entrega del doctorado honoris causa en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Es un grandísimo honor para mí recibir este doctorado honoris causa de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, pero sobre todo es un gran honor porque llevar este traje académico significa una gran responsabilidad, significa un compromiso más para que nuestra humanidad continúe explotando lo más bello que tiene, explotando lo más grande que tiene, y esto es ser humano en su totalidad.
La ciencia, la cultura y la educación son parte del patrimonio de nuestros ancestros todos, no sólo mayas, no sólo aztecas, sino el patrimonio de la humanidad en general.
Porque desde que inicia la humanidad los seres humanos tenemos tres grandes dimensiones: una dimensión espiritual, porque somos seres trascendentales; la dimensión social, porque somos protagonistas del bien común, porque somos protagonistas de la comunidad, somos protagonistas de la armonía, porque depende de nosotros el bienestar individual y colectivo. Porque nadie de nosotros puede salir adelante sin el esfuerzo mancomunado de la comunidad, pero también somos ser material, y por eso la educación es uno de los pilares más sagrados para que nos de una forma más armoniosa de la vida.
Por eso, recibo este doctorado en nombre de todas las mujeres que con su escuela de vida han salido adelante por todos los tiempos, con toda su convicción. Esas mujeres que tienen convicción de educarse es educarse para la vida, es educarse para la sociedad, es educarse para el bienestar individual y colectivo. Esas mujeres que han sido quienes han preservado los códigos de ética que han hecho posible a nuestra humanidad.
Recibo este doctorado en nombre de los millones de niños y jóvenes que no han tenido la oportunidad de una escuela, que no han tenido la oportunidad de una universidad, que no tuvieron la oportunidad, ellos y sus padres, para hacer el gran esfuerzo de darles una escuela. Por eso, esta magnífica universidad es para que se cultiven los talentos, es para que se dé una oportunidad a quienes tienen la oportunidad de tener universidad.
Recibo este doctorado en nombre de los niños abandonados en las calles, en donde sus padres no pudieron darles una vida digna, o simple y sencillamente porque sus padre perdieron su código de ética, ya a lo mejor no tuvieron la oportunidad de ser personas plenas, con una vida plena.
Recibo este doctorado a nombre de todos los niños que a través del calentamiento global han perdido un hogar, han perdido una casa, por los tornados, las lluvias o las inundaciones que afectaron muchos pueblos nuestros, pueblos aquí cercanos, allá en Veracruz o allá en Chiapas. Aquí, en México, en Guatemala, en Centroamérica, en cualquier lado donde está llegando el efecto de una desarmonía global, es la destrucción de nuestra madre tierra y de nuestra hermana naturaleza.
Recibo este doctorado en nombre de la armonía, porque es lo que necesita nuestra humanidad. Que seamos armoniosos con nosotros mismos, pero también con los demás.
Recibo el doctorado como parte de esta comunidad académica, donde lo más importante es tener dos formas de practicar el conocimiento: uno, es saber. Saber sólo lo da la familia, lo da la vida; lo da la sociedad que educa permanentemente a cada uno de sus miembros, y el conocimiento que lo da la ciencia, la tecnología, el internet, la información, los libros, y todo lo que hoy está a nuestro alcance para ampliar nuestros conocimientos.
Esas dos formas de ver la educación es lo que más necesita nuestro planeta, porque muchos de nosotros, padres de familia, quizá no pudimos mantener esa armonía y por lo tanto nuestros hijos no encuentran su propia armonía.
Pero los jóvenes no tienen pretexto para reproducir la desarmonía, porque desde pequeños los seres humanos tenemos diferentes transiciones que también nos educan, y por eso hay un código que se llama responsabilidad y respeto.
Creo que lo más importante en nuestras vidas es el ejercicio del respeto y el ejercicio de la responsabilidad. Agradezco profundamente a esta universidad que me da un espacio en su corazón académico. La academia hoy es un instrumento que permite que los humanos que aprendemos de la academia tengamos una mejor oportunidad, y esa mejor oportunidad sólo es posible si hacemos mejor oportunidad porque podemos pasar por la academia y tener títulos universitarios pero esa no es la honorabilidad de una persona. La honorabilidad es la forma de vida.
Tenemos que tener siempre una coherencia con lo que sentimos, pensamos, decimos, proponemos y con la manera que lo cumplimos. El esfuerzo personal es muy importante, porque de lo contrario podemos tener buenos conceptos, pero esos conceptos no sirven para resolver un problema o una necesidad de los demás. Por lo tanto, la educación como una fuente de diálogo y una fuente de negociación, de ponderación, que es lo que más necesita nuestro planeta. No sólo revisar y tener conciencia de nuestros problemas, sino también tener la capacidad de resolver uno de esos problemas, y buscar luces para que la solución de esos problemas sea propositiva y no sumar un problema más.
Entonces, hoy para la juventud hay que tener una educación mucho más integral para que pueda desenvolverse sólo en este mundo que tiene muchas carencias. Más bien que tiene mucha decadencias. La decadencia social es una de ellas, donde gran cantidad de población han relegado sus derechos a otros. Donde una gran cantidad de población no utiliza los recursos legales, conceptuales e instrumentos que están a su servicio para mejorar su participación o dignificar su voz, pero también la humanidad que está llena de esperanza, pero su esperanza es estar esperando quien va a venir a resolver estos problemas.
No a rescatar la esencia de un liderazgo que está en la casa, que está en el barrio, que está en la comunidad. Por lo tanto necesitamos reformar, quizás, o retroalimentar una forma de educación que sea complementaria, y que resuelva problemas. Creo que la juventud que quiera ser dirigente del futuro es un joven que tiene que buscar alternativas.
En mi juventud me tocó vivir los conflictos armados internos, me tocó salir de mi tierra a los 17 años, sin posibilidad de una escuela, una educación. Y me formé como autodidacta; por eso sé lo que vale tener una escuela y lo que vale tener una universidad.
Luego, me tocó acompañar el éxodo masivo de mi gente, cuando tenía que dejar sus tierras por masacres, por represión, por miedo, por terror, por sobrevivencia. Sobrevivencia de la crueldad, de la tortura, de la matanza. Yo fui una exiliada, pero desde que salí del exilio encontré gente que supo escucharme y que supo darme talentos. Por eso no comparto con una juventud aburrida. Los jóvenes aburridos no tienen derecho a serlo, porque tienen más oportunidades.
Salí al exilio con la incertidumbre que significa cuándo volver a la tierra de uno, y que nada va a ser igual como antes, sino todo hay que volverlo a empezar. La juventud hoy no tiene esa experiencia de volver a empezar todos los días, y por eso es importante que saque sus fortalezas, porque es un joven que tiene todas las condiciones para salir adelante.
El liderazgo no se idealiza en la mente, ni en la escuela. El liderazgo se hace en una forma de vida. Yo invito a los jóvenes para que hagan de su vida una escuela, una universidad y puedan, de sus valores y sus fortalezas, crear un mundo mejor. Ese mundo mejor que nadie más lo va a hacer, más que el interés personal, la preparación personal y el involucramiento permanente. La lucha de todos los días nos hace personas completas. No sólo la lucha de la calle, yo también hice huelgas, yo también hice manifestaciones, yo también cargué banderas en las calles para pedir justicia, para pedir que cambien las estructuras.
Pero hay un momento en que la lucha más importante es involucrarse directamente a proponer salidas. Y las salidas son las más difíciles de encontrar, porque un reclamo es más fácil que una respuesta a ese reclamo. Pero hay algo muy hermoso que tenemos los humanos: es nuestro oído; podemos escuchar una y otra vez para encontrar respuesta a nuestras inquietudes. Yo quiero desear para esta universidad todos los éxitos, para que sea una universidad para la vida. Que sea una universidad para la armonía, para que sea una universidad para el crecimiento y el desarrollo personal de las personas, desde su condición espiritual, su condición social y su condición material.
A veces carecemos de recursos materiales, pero no carecemos de iniciativas y creatividad que nos permita ser personas educadas. Que florezcan acá las culturas, que florezcan la poesía, la danza, que florezca lo bueno que traemos dentro los humanos, pero también que haya una profunda conciencia sobre aquellas personas que no tienen las mismas oportunidades que nosotros tenemos. Quiero decirles a los jóvenes que yo no soy una mujer víctima, yo soy una mujer protagonista. Me gustan las gentes que luchan.
A pesar de que mi padre fue quemado vivo, mi madre fue torturada, mi hermano fue fusilado, otro hermano está en fosa común después de ser torturado, y muchas familias mías están muertos, no por muerte natural, sino por seres humanos quienes se ensañaron contra ellos, a pesar de todo eso, de las carencias, mi familia vivió cuando nosotros vivíamos en el campo, a pesar de que no tuvimos una escuela, una universidad para desarrollar nuestros talentos, a pesar de todo eso, a pesar de que todos los días me relaciono con personas que tienen cáncer, que tienen SIDA, me relaciono con personas que tienen diversas enfermedades y que no tienen una oportunidad de extender más la vida, a pesar de lo que vive nuestro planeta, sumido en la incertidumbre, yo no soy víctima, y no tengo pretexto para usar aquello para ser víctima.
Por eso a los jóvenes que han vivido violencia intrafamiliar, tienen que salir adelante con su propia autoestima, esos jóvenes que quizá tienen en sus casas desarmonía por abusos, abusos entre la familia, entre los hermanos, por algún problema de droga y alcoholismo, porque yo me relaciono también todos los días con jóvenes que han pasado esta trágica experiencia, en su propia piel, y yo les digo a ellos a pesar de ello, jamás se consideren víctimas, porque si son víctimas, entonces se vuelven parte de la violencia.
Más bien, que su experiencia se convierta en una luz para los demás, en un acompañamiento para aquellos que más necesitan, pero es un no en la práctica, es un no de autoestima, y es un no de edificar un entorno más armonioso. Es ahí donde se pone a prueba que el ser humano puede saltar una y veinte y cien obstáculos, porque sale adelante y es un mejor ser humano.
Por lo tanto, creo que los jóvenes que de alguna manera se sienten víctimas no deben serlo. Por su bien, por su salud mental, su salud espiritual y porque son protagonistas de un mundo mejor. Yo quiero desearles a todos ustedes el mejor empeño. Si nos proponemos a hacer bien las cosas lo hacemos. Si nos proponemos medio bien, lo hacemos medio bien, y si nos proponemos hacerlo mal, seguramente es más fácil hacer las cosas malas, que hacer el bien, porque hacer el bien significa tenacidad, constancia, coherencia entrega y creatividad.
Significa no conformarse, sino poner de su parte. Significa no esperar una respuesta, sino resolver la respuesta, buscando por sí mismos la respuesta. Yo siempre quiero compartir con ustedes algunas enseñanzas que me han permitido vivir como vivo; vivo bien. Vivo bien porque me encanta estar bien. Si yo estoy bien, los demás que están a mi lado estarán bien. Si yo no estoy bien, entonces buscaré a los que estén bien para que me ayuden a estar bien, y lo más importante es precisamente la conciencia profunda de cada uno de nosotros.
Todos los humanos tenemos cualidades, y esas cualidades nos hacen profundamente a nosotros mismos. Entonces, la conciencia personal la podemos desarrollar desde los seis años, los siete años, desde que se nos empiezan a caer los dientes de leche. Ya sabemos que hay una transición que se acerca en nuestras vidas.
Cuando cumplimos los trece años ya sabemos que se aproxima otra transición a nuestras vidas., y esa transición muchas veces es una transición que nos cuesta asumir, pero es muy importante saber que por sí mismo estamos pasando a una nueva etapa de crecimiento. Y no digamos cuando llegamos a los 26 años. Yo les digo a los jóvenes que si quieren hacer una familia digna, seguramente deberían tomar una decisión de casarse después de los 26 años.
Qué maravilloso que después de que terminaron la universidad, después de que terminaron una carrera, después de que encuentren un trabajo para salir adelante, porque nadie te va a dar para la vida, mas que el bienestar que tú mismo te preparas para hacerlo en la vida. Entonces, jóvenes, no hay pretexto, hoy por hoy, para que ustedes se sientan jóvenes desamparados.
Hay más desamparados en este mundo por los sistemas materialistas, egoístas, de rencores, de venta de drogas, de armas, de todo lo que ya sabemos que existe. Entonces no necesitamos una escuela para informarnos de las tragedias que vive nuestro planeta. La conexión con la madre naturaleza también es una fuente de salud y una fuente de vida. Así que, cuando ustedes están desarmoniosos, vayan al volcán Popocatépetl, y se van a dar cuenta que van a salir como mejores personas. Vayan a buscar un cerro y tengan conciencia de que ahí hay vida.
Doctora Esther Orozco Orozco: gracias por esta oportunidad de ser parte de esta universidad. Tenía el honor de conocerla, y hoy no nos vamos a conocer, sino que vamos a hacer equipo de trabajo. Y gracias al Consejo Universitario de la UACM, por darme el honor de este doctorado. Gracias a las autoridades universitarias, gracias a los maestros, gracias a los profesores, y gracias a los estudiantes, porque lo más importante para mi no es tener un doctorado, lo más importante para mi es que todo aquello que ha sido parte de nuestra lucha esté en buenas manos, esté en manos de gente con herramientas para la vida, la propia y la colectiva.
Agradezco a todos ustedes esta oportunidad de estar aquí, me emociona porque para mí, estar en una casa académica es de mucha responsabilidad, como lo he dicho. Sólo pensar que son culturas ancestrales, sino como vivirla es mi gran preocupación.
Cómo convertirla en una forma de vida, es el desafío más grande que podemos hacer. También tanto me gustaría que cada uno de nosotros empezáramos a conocer el sagrado calendario maya, el día de hoy es, sagrado calendario maya, kablaju abju, que significa, el ser humano en sí. El ser humano, propiamente, es decir, si queremos llamarlo nahual o espíritu, el espíritu de nuestro sagrado día es el propio ser humano.
Entonces, el ser humano, según nuestros abuelos, es el ser más vulnerable de todos los seres vivos del planeta. Es un ser humano que tienen que tener todo lo necesario para vivir, para crecer y para estar en armonía. El ser humano es, en primer lugar, el más depredador, pero el más vulnerable. Ninguno de nosotros nacemos como un caballito. Un caballito nace con su propia piel y camina rápido y busca su alimentación. Y un ser humano nace súper protegido, sobre todo hoy, como propaganda del materialismo, hasta cuna necesita.
Entonces el ser humano es transplantado a la tierra, y desde el primer momento hace su sobrevivencia, y la sobrevivencia es una batalla hermosa por la vida, entonces, nadie va a ser feliz si no trabaja, nadie va a ser feliz si no lucha por lo que quiere alcanzar, porque tiene una gran potencial que es tener metas. Yo quiero que todos los jóvenes aquí, tengan metas en la vida, si se ponen a tener una meta… a veces pensamos que la meta es tener un automóvil, tener dinero, una cuenta bancaria; eso no está mal. Pero sepan que son seres sociales aunque tengan todo eso, si no tienen lo otro no serán felices, entonces pierden de vista que también hay que tener metas para practicar el respeto. Muchos jóvenes hoy no se acuerdan de decir “perdón”. Perdón a su papá, a su mamá, a la madre tierra, a los demás, a los que están alrededor. Es un código que no deben perder, no importa que sean muy rápidos con la computadora, o con el internet o con el Facebook, el famoso Facebook de cada uno de ustedes, que sepan que son seres humanos que tienen esa cualidad y ese don de decir, perdón.
Ese don de decir “gracias”, gracias una y otra vez, y ese don de decir “puedo vivir con abundancia, pero quiero esencia de esa abundancia”, son enseñanzas de nuestros ancestros. No es malo tener en abundancia mucho, mucho dinero, mucha tierra, muchas cosas. Pero si no tienes esencia entonces esa abundancia no existe.
Por lo tanto quiero para ustedes una vida llena de abundancia, pero sólo alcanzan eso si saben decir perdón, si saben decir gracias, porque gracias es un código de ética para la humildad. El que ya no agradece, piensa que se lo debemos, y no se lo debemos a nadie, simple y sencillamente, todo lo que podemos compartir es parte del patrimonio colectivo. La colectividad es sagrada, por lo tanto, jóvenes, no se queden en la escuela, en la universidad, traten de dar servicio a los niños de cáncer, en una casa para ancianos, en un lugar donde ustedes sientan el ser humano tal como es, y así yo quiero a la universidad para ustedes pero quiero también al ser humano en honor del sagrado día de hoy, kablaju abju, doce energías del…. Y finalmente el abju nos enseña que la fuerza de toda la gente viene del Sol así que cuando están perdidos tienen una gran luz cerca que es el Sol.
Piden iluminaciones, pidan que les dé la fuerza y que proteja su autoestima: Yo he vivido mi vida propia, me siento ofendida, me siento sola, me siento frustrada, me siento indignada… le quiero pegar a alguien- nunca, verdad (risas)- pero cuando uno tiene autoestima está conforme con uno mismo y más bien trata de ayudar a todos los que puede ayudar.
Saludos entonces a todos los amigos de esta universidad y saludos a los medios de comunicación, gracias por su acompañamiento y saludo a Anita Menchú, mi hermana pequeña, pero como directora de la Fundación Rigoberta Menchú en México. Si en cumplimiento del compromiso de cargar este traje académico, es una responsabilidad importante para con ustedes, en algún otro momento podemos hacer un taller, podemos hacer un encuentro, podemos hacer algún intercambio de experiencias, pues con mucho gusto, pero solamente que con Anita tendrán que resolverlo, porque yo llego y me voy.
Muchas gracias por esta oportunidad.
México, D.F. a 22 de noviembre de 2010
https://www.alainet.org/es/articulo/145705
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