Hambre insaciable de los mercados

26/11/2010
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La economía irlandesa ha sido rescatada por la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Durante años, el milagro del Tigre Celta estuvo en boca de los defensores del neoliberalismo, pero el gran ejemplo económico se ha evaporado y ha necesitado el colchón de las instituciones internacionales para no provocar el caos europeo con un poco probable, pero no imposible, descalabro de su moneda. Se calcula que a cada ciudadano irlandés le corresponde una deuda de 60.000 euros. Si primero fue Grecia, ahora es Irlanda y muchos ya señalan a Portugal y España como sus próximas víctimas. Nunca antes se materializó tan bien la ley de la selva.
 
Se estima que Irlanda necesitará casi 100.000 millones de euros. “El corta fuegos” millonario es un intento de evitar la propagación de esta enfermedad con indicios de pandemia. Si al principio el gobierno irlandés, liderado por Brian Cowen, se negó a tomar las medidas que se le exigían desde Europa, no sólo no tardó en aceptarlas, sino que ya ha convocado elecciones generales para principios de año. El primer ministro del partido liberal ha pasado de no querer adoptar los ajustes a estar casi fuera del gobierno.
 
Hace dos años los irlandeses asumieron la deuda de los bancos privados. El estado convirtió la deuda privada en deuda pública, con sus planes de ajustes correspondientes que cayeron sobre los bolsillos de las clases medias y las más desfavorecidas. La economía estaba herida de gravedad y lo que fue un intento de salvar el sistema financiero se ha convertido en una quiebra nacional.
 
Los países que están en la lista intentan desligarse de Irlanda con todas los herramientas que tienen a su alcance. Portugal, España e Italia demuestren su solvencia y su músculo económico día a día: ajustes, reformas, test de estrés de la banca, bajadas y congelaciones de sueldos y pensiones, y toda clase de medidas que parezcan que, ante el temporal, las velas son grandes y resistentes. A pesar de los esfuerzos, no hay nada asegurado.
 
El impuesto de sociedades de Irlanda está muy por debajo de la media de la zona euro. Si en España las empresas tributan un 30’5%, en Irlanda pagan un 12’5%. Algunos analistas tachan de dumping, que no es más que la competencia desleal en el juego del mercado. A consecuencia de esas ventajas fiscales, muchas de las grandes corporaciones mundiales se implantaron en Irlanda, especialmente las británicas, señala José García Abad, analista del diario digital elplural.com. Londres va a aportar su granito de arena en el rescate, no por un acto desinteresado, sino porque tiene muchos intereses comerciales y bancarios en el país vecino.
 
Mientras las economías se tambalean, no hay nadie que pegue un puñetazo sobre la mesa y ponga a los especuladores donde les corresponde. Son como aves carroñeras que se pasean por el mapamundi a la espera de la debilidad de sus víctimas.
 
De la “refundación del capitalismo” que prometió el Presidente francés , Nicolás Sarkozy, se ha pasado a una economía del miedo y del sálvese quien pueda. No hay autoridad lo suficientemente fuerte como para acorralar a los mercados y ponerlos al servicio de la ciudadanía y no al contrario. El Estado del Bienestar que tanto trabajó costó a las democracias europeas implantar en sus países, después de la Segunda Guerra Mundial, está menguando conforme avanza la crisis.
 
Europa se derechiza. El ciudadano se queja, pero no castiga con el voto las políticas que han llevado a la inestabilidad en la que ahora se encuentra el mundo porque quien manda es el mercado. Políticas que han enriquecido a unos pocos y han empobrecido a una mayoría. Políticas que le bailan las aguas a las grandes corporaciones y al capital que generan.
 
Da igual cuántas garantías muestren los países de tercera clase en Europa, los llamados despectivamente PIGS – cerdos en inglés- , y que forman Portugal, Irlanda, Grecia y España –ya han caído dos de ellos. Los gobiernos están en un estado de temor constante y cuánto más músculo enseñan para mostrar su supuesta fortaleza, más hambre les entra a los mercados.
 
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David García Martín
Periodista
 
https://www.alainet.org/es/articulo/145796

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