¿Es posible la independencia (¿) de los medios comunicacionales?
25/12/2010
- Opinión
La pregunta es –desde hace rato- válida, Sin embargo, hay medios comerciales privados que persisten en llamarse independientes, aunque nunca dan cuenta de “independientes de qué o de quiénes”. Pero si, son muy “exigentes en exigir” que los medios públicos sean independientes, en especial de los gobiernos que los financian y auspician; y hasta exigen que sean simples repetidoras de sus informaciones y opiniones.
El tema es pues muy actual y muy manido; pero, como dice la sentencia bíblica, “por sus obras los conoceréis”; y, desde hace rato, es público y notorio que los medios privados de la comunicación son en verdad independientes pero de los movimientos o gobiernos que proponen una actitud de cambios trascendentales o que afecten la sociedad de consumo (el neoliberalismo) Mientras, son cada vez más y más dependientes de sus dueños (por lo general, los poderosos empresarios privados o las grandes corporaciones) y de la inmensa torta publicitaria, que es lo que les permite vivir y enriquecerse; o por lo menos subsistir.
En realidad, esta actitud (que tampoco es nueva) tiene un larguísimo registro en nuestros países. La revolución cubana, desde hace medio siglo, ha sido la víctima preferida de esta “independencia” Desde hace una década, el gobierno “díscolo” de Hugo Chávez, en Venezuela; y, desde hace cinco, el “indio ese” de Evo Morales. Por si esto fuera poco, por ahí deambula, el “impertinente” de Daniel Ortega y, para no quedarse atrás, el “autócrata” de Rafael Correa, el Presidente que de puro terco fue a meterse en la “boca del lobo” (los policías amotinados); y eso “no puede ser en un mandatario que se precie”.
Precisamente, los sucesos violentos del 30 de septiembre (el 30-S) permiten reiterar que la actitud de los medios masivos (ecuatorianos y extranjeros) es, cada vez, con más desfachatez, dependiente del sistema al que se pertenecen. Mientras son contemplativos y, sobre todo, “comprensivos”, con gobiernos cavernarios, que cometen toda clase de crímenes y atropellos (caso Uribe, en Colombia, Pinochet en Chile, la feroz dictadura militar argentina, etc.) no paran un día en eso que se ha denominado “la conspiración permanente” contra Venezuela y su revolución bolivariana; contra Bolivia y su estado plurinacional, contra Ecuador y su revolución ciudadana.
En palabras más directas, podríamos afirmar que, en nuestro continente americano (no norteamericano) las grandes redes comunicacionales (impresos, radiofónicos, televisivos y ahora digitales) son la vanguardia de la sociedad de consumo y están empeñados en una guerra permanente y sin cuartel contra todo movimiento político, social, mediático, ideológico, que pretenda irse contra el sistema impuesto (el neoliberalismo) o introducir cambios que les afecte, aunque estos sean epidérmicos o circunstanciales. Y que esta “guerra mediática” está muy engarzada con directrices y orientaciones que vienen de la SIP-CIA, de la USAID y la NED, el Coro y de los propios sectores locales, que sienten que sus privilegios están en riesgo o que tambalean sus “derechos” de poder real, en nuestros países.
A muchos de nosotros no nos quedó duda de que el 30-S (jueves 30 de septiembre/2010) se pretendió un golpe de estado contra el Presidente Rafael Correa (elegido y reelegido en las urnas) El país fue testigo de que así fue; y el mundo exterior, especialmente América Latina, ese mismo día, repudió de mil maneras ese intento de ruptura constitucional. Sin embargo, la “gran prensa mediática” tanto al interior como al exterior del país, pretende hacernos creer que no hubo tal intento y que solo se trató de una reacción policial “fuera de tono” y que el “intemperante” fue el Presidente Correa.
En este afán “se han distinguido” y por lo menos dan la cara unos cuantos asambleistas de la vieja derecha; en especial, uno (César Montúfar) que es algo así como el director de orquesta. Según Eva Golinger (abogada venezolana-norteamericana) este legislador más otro membrete (Fundamedios, de un tal César Ricaurte) más unos cuantos asambleistas que otrora cantaban y pregonaban su ultra izquierdismo (MPD, Pachakutik, PSP) son los actores visibles en el Ecuador de este objetivo, ya que los otros (banqueros, financistas, políticos fracasados y/o resentidos, militares y policías activos y pasivos) se mantienen, discretamente, tras bastidores, a la espera del siguiente episodio.
Para estos opositores fue y sigue siendo más preocupante (un ataque a la libertad de expresión de ellos) que el asediado gobierno haya decretado una cadena ininterrumpida y continua de radios y canales de televisión, que los hechos violentos que se dieron durante todo el 30-S No pocos periodistas y políticos estaríamos de acuerdo en que la queja-denuncia de los “mediáticos” tendría algún valor si los medios privados hubieran demostrado que durante la cadena ordenada por el Gobierno se manipuló, se tergiversó o se mintió a los ecuatorianos y ecuatorianas. La cadena impidió –eso es verdad- que los golpistas sigan utilizando esos espacios para seguir azuzando el golpe de estado en marcha, como comenzaron a hacerlo desde primeras horas de la mañana.
“Piensa mal y acertarás” dice un viejo proverbio latino; y, de acuerdo a sucesos similares que han ocurrido en nuestros países (Venezuela 2002, Bolivia 2008) los sucesos del 30-S permiten ver que en el continente latinoamericano hay una simbiosis de los sectores más retardatarios, en esos y otros sucesos. Por supuesto, quienes lo prohijan y financian, solo aparecen cuando el complot ha triunfado. Quienes pagan los platos rotos –si fracasan- son aquellos ingenuos que se lanzaron a esta aventura, seguros de que iban a tener todo el respaldo popular, armado y político.
De lo contrario, tendríamos que creer que, en un momento determinado, los policías (oficiales y tropa) se volvieron todos locos; y que el Presidente de la República (quien a la vez es el jefe constitucional y legal de los uniformados, armados o no) tiene que “pedirles permiso” a los golpistas, para ir a un cuartel insubordinado Mejor irse a la casa o “resistir en el intento” como dijo y actuó el coronel Lucio Gutiérrez, cuando le faltó alas para escapar a Brasil, en busca de asilo (abril del 2005) Y según parece, fue este coronel y sus muchachos, los primeros actores (pero encubiertos) de este fallido intento
El “Plan A” desde luego, era el golpe de estado. Hay un relato de una paciente del hospital policial quien, muy temprano en la mañana de ese día (el 30-S) relata que, desde su ventana, que da a avenida Mariana de Jesús, advirtió la presencia de cámaras de televisión y periodistas que se disponían a “cubrir” sucesos especiales (el hospital está muy cerca del Regimiento Quito No 1) aún cuando nadie sabía lo que iba a suceder, horas después. Hay otro relato que asegura que, antes de las 8 de la mañana de ese jueves, María Augusta Calle, la asambleista de Alianza País, recibió una llamada telefónica de una conocida suya, quien le aconsejó que no fuera a la Asamblea Nacional, porque la iban a matar. No hay que olvidar que esta legisladora, hace un par de años, cuando presidía la Comisión de Soberanía de la Asamblea Constituyente de Montecristi y se proponía denunciar la terminación del período para el cual (10 años) se le concedió al militarismo imperial el uso y abuso de la estratégica Base de Manta, se pretendió demostrar (a través de las prolíficas laptos de Raúl Reyes) que esta joven periodista de izquierda estaba “relacionada” con las FARC colombianas.
El contubernio de la gran prensa sipiana y continental con los sectores más retardatarios de nuestros países se dio en Mérida (México) con ocasión de la reunión de fin de año de la famosa y desacreditada SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) Oficiosos informadores ecuatorianos, “lograron” que este organismo advierta que en Ecuador, la libertad de expresión está en riesgo; y que el Presidente Correa “ha redoblado” sus ataques a la “prensa libre” después del 30-S cuando ellos esperaban que, por lo menos, “baje el tono” en sus enlaces sabatinos.
Pero la SIP ya está plenamente identificada como “un gran sindicato patronal” de medios comunicacionales del continente; un organismo que fue organizado por la CIA directamente (a través de su oficial “encubierto” Jules Dubois) hará medio siglo atrás. Hace décadas, esta SIP protestaba también o “mostraba su preocupación” por el asesinato de periodistas o su persecución. Pero, desde hace unos de 30 años, que la SIP solo se preocupa de sus “miembros plenos” los grandes medios comunicacionales y de los “periodistas pelucones” que están a su servicio y mientras les sean útiles (cuando dejan de serlo, pues sencillamente les echan al canasto de la basura sin siquiera reconocerles una buena indemnización)
Por eso decimos y aseguramos que todo este aparataje, contrario a cualquier cambio (así sea epidérmico) es un concierto continental que viene del norte “salvaje y brutal” y que está siendo operado por sectores ultristas, cuya vanguardia es y seguirá siendo la “gran prensa sipiana”
Manuel Zelaya, de Honduras, fue la primera víctima de este complot. Tanto es así que para los sipianos reunidos en Mérida, no significa mayor preocupación el que ya el gobierno espúreo que crearon al apuro, ya lleva diez periodistas asesinados o desaparecidos. Tuvieron que incluirle a México, a regañadientes, pero endosándole la culpa al narcotráfico y sin tocar siquiera a EE.UU. el principal mercado de drogas en el mundo.
Desde luego, en la “lista negra” aparece una vez más Cuba, seguida por Venezuela. Atrás vamos Bolivia y Ecuador. ¿Quién será el próximo? Los golpistas ecuatorianos “auguran” que será Correa si sigue acusándolos y si no baja el tono. ¿Será?
Quito, noviembre 9/2010
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Alberto Maldonado S.
Periodista – Ecuador
https://www.alainet.org/es/articulo/146459?language=es
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