Renace la esperanza de un mundo nuevo

08/02/2011
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El llamamiento del brasileño Lula Da Silva en Dakar a los pueblos africanos a recuperar las tradiciones revolucionarias y humanistas que acompañaron los movimientos independentistas de los años sesenta, se contrapone al rumbo que proclaman en Europa sus dos principales líderes actuales: Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy, que aparecen como enterradores de lo que queda del recortado "estado del bienestar". Los vientos de cambio que soplan en América Latina y África son alentadores, y poco a poco van sumando voluntades en la construcción de un nuevo futuro. Por el contrario, Europa afronta una ola conservadora, con un retroceso claro en derechos y libertades.
 
Vivimos una era tecnológica donde las informaciones -textos, imágenes, sonidos- cruzan continentes en fracciones de segundos. Nunca en la historia de la humanidad los habitantes del planeta tuvimos esa posibilidad, acompañada por el creciente acceso masivo a los medios de comunicación. Pero esa circulación está condicionada por los "mediadores", que son quienes tienen la capacidad técnica y económica para difundir los mensajes: los dueños de los grandes diarios, agencias, radios y canales de TV.
 
Grandes corporaciones económicas tienen "las llaves de paso" y además, la capacidad de regular, transformar, manipular u ocultar, conforme sus propios intereses. Y ejercen esas capacidades en muchos casos, con alcance global.
 
La única posibilidad de contrarrestar en parte los efectos de esas máquinas de adulterar la realidad, la constituyen las fuentes alternativas, que por lo general disponemos de medios básicos, a veces artesanales y desde ya, lejos de la parafernalia tecnológica y el poder económico de los grandes grupos que controlan la circulación de información en el mundo.
 
Valga este prólogo para tratar de analizar resumidamente las señales que nos llegan del Foro Social Mundial que se realiza en Senegal, con las realidades que afrontan nuestros pueblos.
 
A diez años de la primera convocatoria
 
Los Foros Sociales, aunque con vocación mundial, nacieron en América Latina. El primero de ellos fue convocado en Porto Alegre, en el estado brasileño de Río Grande Do Sul a fines de enero del 2001.
 
La intención era reunir a las organizaciones sociales de todo tipo que se oponían al Foro Económico Mundial de Davos, que desde 1971 ha desempeñado un papel estratégico en el desarrollo y promoción de las políticas neoliberales en todo el mundo. Organizado por una fundación suiza, está financiado por más de un millar de empresas transnacionales. Ya en su Carta de Principios, el FSM se definía como "un espacio internacional para la reflexión y organización de todos los que se oponen a la globalización neoliberal y están construyendo alternativas para favorecer el desarrollo humano y buscar la superación de la dominación de los mercados en todos los países y en las relaciones internacionales".
 
A lo largo de la década transcurrida muchos cambios se produjeron en el continente americano. Procesos sociales diferentes coincidieron en proponer la construcción de modelos alternativos a las nefastas experiencias neoliberales, que sucesivamente fueron derrotadas en procesos electorales. En algunos de ellos con la irrupción -por primera vez como protagonistas- de sectores indígenas y campesinos que habían permanecido históricamente marginados.
 
Comenzaron a cuajar lentamente acuerdos de integración regional que dan prioridad a los intercambios e interacciones que apuntan a un desarrollo común y a las políticas sociales. En la práctica, se convirtieron en una alternativa viable y un freno a la pretensión norteamericana de extender los Tratados de Libre Comercio (TLC), una herramienta de neocolonización al servicio de los intereses de los Estados Unidos y de las transnacionales. Estos procesos tienen características diversas, propias de cada región, de cada pueblo, de cada historia; pero convergen en la voluntad de complementarse, de aplicar medidas sociales que achiquen las tremendas diferencias, que solucionen las necesidades básicas de las poblaciones. Estos avances han sido hostigados de todas las formas. Desde dentro, por las oligarquías y los usufructuarios de la dependencia. Desde el exterior, precisamente por las grandes corporaciones transnacionales beneficiarias de esa dependencia neocolonial. En ese proceso hubo errores y retrocesos, pero en general hay un sustancial avance al conformarse corrientes y movimientos populares que inciden en las políticas del estado y que luchan por ampliar los derechos sociales y reafirmar las soberanías nacionales.
 
Europa, declive y retroceso
 
En el Viejo Continente, la crisis capitalista provocada por la especulación financiera y bancaria y los grandes negociosos tramposos, cobraron millones de víctimas entre los ciudadanos europeos que perdieron sus trabajos o vieron degradadas sus condiciones laborales y sus salarios. En principio, los propios gobiernos plantearon la necesidad de cambiar el rumbo económico. Criticaron la irresponsabilidad de los banqueros y de aquellos que facilitaron los desfalcos y las estafas inmobiliarias y de todo tipo. Sarkozy y otros, anunciaron medidas “radicales”, proclamaron la urgencia de “refundar” el capitalismo y se propusieron acabar con los “paraísos fiscales” refugio natural de las fortunas mal habidas. Pero después, poco a poco, y con el apoyo de los grandes medios de comunicación “bombardearon” con la necesidad de tomar “medidas drásticas” en cada país “para evitar que la crisis tuviera peores consecuencias”. E hicieron todo al revés de lo que habían anunciado. Inyectaron fondos públicos en los bancos, permitieron que se consolidaran las estafas inmobiliarias, y comenzaron a demoler derechos sociales y laborales de los ciudadanos. Se modifican los sistemas previsionales estatales, se prolonga la vida laboral y se reducen las compensaciones.
 
Descaradamente se promueven los planes de jubilación privados para poder “compensar”, implantando la doble aportación del trabajador y creando más lucro y ventajas para los banqueros. En cuanto a la sanidad pública, refuerzan su intención de privatizar gradualmente los servicios, lo que implica el abandono de la responsabilidad estatal de preservar y atender la salud de sus ciudadanos. Grandes empresas han chantajeado a sus trabajadores para que cedan “voluntariamente” derechos bajo amenaza de “deslocalizar” las fábricas y llevarlas a regiones donde puedan tener mano de obra más barata. (Entre otros, los casos de la planta de Bosch, en Lyon o de Thyssenkrupp en Alemania. La Fiat en Italia logró que el 54% de sus trabajadores aceptara turnos más largos, el recorte de los tiempos de descanso y de comida, y la reducción de los pagos por enfermedad).
 
Convocatoria a la indignación
 
Stéphane Hessel, miembro de la resistencia contra el nazismo, formuló hace pocos meses un llamamiento a la indignación por la situación europea y mundial. Recordando los objetivos de la lucha de la Resistencia escribe: “Estos principios y valores los necesitamos más que nunca. Es hasta que nosotros lo veamos, todos juntos, que nuestra sociedad se vuelva una de la que estemos orgullosos, no esta sociedad de inmigrantes sin papeles, expulsiones, sospechas respecto a los inmigrantes. No esta sociedad donde se cuestiona la seguridad social y los planes de pensiones y salud nacionales. No esta sociedad donde los medios masivos están en manos de los ricos. Son cosas en las que nos habríamos negado a ceder si fuésemos los herederos verdaderos del Consejo Nacional de la Resistencia”· (1)
 
 Los timoneles
 
Merkel y Sarkozy, son los timoneles en esta navegación de regreso al siglo XIX. Ocasionalmente se suman personajes como el británico Cameron o neofascista Berlusconi. Cada día, y ante la pasividad y el letargo de millones de europeos, los gobiernos deciden y aplican sucesivas vueltas de tuerca en el retroceso social. Las expresiones de rechazo, las denuncias y la resistencia existen, pero por ahora, son casi anecdóticas. Sirva como indicio la imagen sonriente de empresarios, gobernantes y representantes de los dos principales sindicatos españoles, dándose la mano para “celebrar” los acuerdos regresivos. O la del payasesco gobernante italiano, burlándose diariamente de sus propios ciudadanos. Confiemos en que esa pasividad aparente, esté incubando un contundente “¡basta ya!” colectivo a quienes realmente se están aprovechando y beneficiando de la crisis que ellos mismos originaron.
 
Lula en el FSM de Dakar
 
La intervención del ex presidente brasileño en su mensaje destinado a África, recibió el aplauso y el apoyo de los miles de participantes del Decimoprimero Foro Social Mundial que se realiza en la capital senegalesa.
 
Animó a los africanos a recuperar “las tradiciones revolucionarias y humanistas” que acompañaron los procesos por la independencia y que costaron luego la vida a muchos de sus líderes, como el congoleño Patrice Lumumba. Afirmó la necesidad “de poner el desarrollo y la democracia en las agendas mundial y africana”, añadiendo que el orden económico mundial ya no será diseñado por algunas economías dominantes, porque sin los países en desarrollo no será posible abrir un nuevo ciclo de crecimiento”.
 
Refiriéndose expresamente al continente africano, afirmó la necesidad de una “revolución agrícola” que permita alcanzar la soberanía alimentaria, una de las principales necesidades de su población. Hizo referencia a la experiencia de Brasil, para conseguir convertir tierras infértiles en productivas, y explicó que “los recursos para conseguirlo no son pequeños, pero no son tan grandes como los recursos necesarios para salvar a los bancos”.
 
Reiteró sus críticas al sistema económico neoliberal y ratificó que la redistribución de la renta y la justicia social “son la manera más sostenible de desarrollarse.” Afirmó que el llamado “Consenso de Washington “se fue a la quiebra y en clara referencia al Fondo Monetario Internacional añadió que “aquellos que con arrogancia nos daban instrucciones de lo que debíamos hacer, no evitaron la crisis.” Luego hizo referencia a la hostilidad hacia los procesos en marcha en América Latina: “todos los esfuerzos para afrontar la pobreza y la desigualdad eran vistos como asistencialismo o populismo, pero la historia desmintió esas falsas teorías, el mercado ya no es la panacea”.
 
   “En América del Sur, pero sobre todo en las calles de Túnez, de El Cairo y tantas otras ciudades africanas, renace la esperanza de un mundo nuevo”, dijo Lula en el Foro Social Mundial. “Millones de personas, añadió, están en movimiento contra la pobreza a la cual están sometidas, contra la dominación de los tiranos, contra la sumisión de sus países a la política de las grandes potencias”.
 
Hubo otras intervenciones significativas, talleres y debates diversos. El francés Bernard Pineau, del Comité Católico contra el Hambre y por el Desarrollo recordó que según un informe del Banco Mundial entre agosto del 2008 y octubre del 2009, se adquirieron 42 millones de hectáreas en los países del sur. Dijo que esas compras de tierras son obra no solo de multinacionales, como la compañía surcoreana Daewoo en Madagascar, sino también de los estados, entre ellos Arabia Saudita, con graves perjuicios para los pequeños agricultores y la población en general. Reafirmó la necesidad de la agricultura familiar en África, como único medio de garantizar la seguridad alimentaria.
 
La lucha del pueblo egipcio
 
Durante las actividades del Foro se ha destacado la extraordinaria experiencia del pueblo egipcio con su levantamiento popular. Se escucharon emotivas explicaciones sobre su capacidad de resistencia, su autoorganización, la solidaridad entre los manifestantes, el coraje para desafiar los ataques de los sicarios de Mubarak, la convivencia de musulmanes y cristianos en los homenajes a las víctimas de la represión y la negativa a aceptar engañosas propuestas de “cambios” en la estructura del régimen.
 
Los días que restan del Foro serán dedicados a las asambleas de movimientos sociales, donde se debatirán problemas comunes, pero particularmente intentarán elaborar una agenda internacional de movilizaciones.
 
Mucho queda por hacer y por construir. En primer lugar consolidar los avances allí donde se han conseguido. No conformarse con meras reformas o maquillajes en los sistemas de dominación y dependencia. Conciencia y organización son dos elementos claves para continuar la marcha.
 
Nota
 
(1) En breve circularemos una traducción provisional del texto de “¡Indignez-vous! de Stéphane Hessel recientemente publicado en Francia y de cuya sencilla edición se han vendido más de 600.000 ejemplares.
 
 
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SERPAL, Servicio Prensa Alternativa
https://www.alainet.org/es/articulo/147417?language=es

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