Injustificadamente se debilitó el influjo positivo de las recientes liberaciones
21/02/2011
- Opinión
Aunque se logró finalmente la liberación ofrecida previamente por parte de las FARC de dos concejales y tres integrantes de la fuerza pública, a los que se sumó positivamente otro integrante de ellas, quedó lamentablemente debilitada la confianza y resentidas las expectativas hacia el inicio de un diálogo de paz con las guerrillas, aún en armas que estuvieron en alza, debido a las incoherencias presentadas por las FARC tanto en relativo a continuar con las tomas de rehenes y los secuestros como por la no liberación de dos de estas personas en los términos convenidos, lo cual despertó sospecha y fuerte rechazo del Gobierno.
Debe entenderse la fragilidad, pero así mismo la gran importancia que reviste el pleno cumplimiento de este tipo de acuerdos convenidos para un propósito humanitario esencial, por cuanto pueden reportar valioso aporte a la recuperación de confianza y la aproximación hacia entendimientos de paz. Así mismo no caben interpretaciones facilitas en estos asuntos tan costosos y de resolución difícil y mediata, ni justificación alguna para poner en riesgo o debilitar las posibilidades a conseguir. Máxime cuando es claro que apenas existen manifestaciones iniciales de disposición entre las partes, exigencias razonables del Gobierno para que cesen determinadas infracciones de las guerrillas, pero aún evidente vacío oficial en lo referido a política, escenarios, interlocución y decisión para enrumbarse hacia la paz.
Este tipo de liberaciones ofrecidas unilateralmente por las FARC y luego conseguidas con términos convenidos con el Gobierno, gracias a la intermediación humanitaria del CICR y a los buenos oficios de personas como Piedad Córdoba, Colombianos y Colombianas por la Paz y, en ocasiones anteriores también por la Iglesia Católica, sin duda constituyen un acuerdo especial o humanitario específico, importante, necesario en nuestras circunstancias, los cuales animan posibles entendimientos tanto en el propósito humanitario como hacia la solución al conflicto armado con las guerrillas que aún persisten en el alzamiento. Ahora vale ser optimistas en el entendido que se insinúa una oportunidad por cuanto el Gobierno Santos, a diferencia del anterior, no deslegitima ni persigue, ni denigra de los facilitadores e intermediarios de éstas causas y expresa disposición para retomar una política y unos diálogos de paz. Así mismo, los mensajes de las comandancias de las FARC y el ELN expresan disposición al diálogo por la paz; de hecho el ELN hizo un esfuerzo meritorio de reconocer ante el anterior Gobierno hasta la casi firma del Acuerdo Base, de manera absurda frustrado por la pasada administración. En reciente mensaje Alfonso Cano llamó constructivamente al debate político nacional, reconoce las iniciativas legales oficiales a favor de las víctimas como hecho positivo e insinúa un horizonte hacia la interlocución de paz con presupuestos más realistas.
Pero así mismo es necesario afirmar que es lamentable que de haberse cumplido a cabalidad todos los aspectos convenidos para éste acuerdo de liberaciones de varios cautivos de las FARC, sin duda hoy reportaríamos un peldaño claro de avance hacia mayores entendimientos en soluciones humanitarias y de paz, alentadas en lo inmediato con los anuncios de que ésta guerrilla de liberar a los demás rehenes y retenidos en su poder. Sin embargo, aunque finalmente se sortearon obstáculos presentados, las expectativas quedaron en cierto grado resentidas, el Gobierno endureció su actitud y posiblemente su posición con el anuncio de revisión de este tipo de acuerdos intermediados y con respecto a la proyección posible hacia generar entendimientos de paz. Por tanto, es válido plantearle a las FARC que resultan inaceptables las incoherencias con hechos como las nuevas tomas de rehenes, según lo ocurrido con trabajadores de Cartón Colombia en El Tambo, y que no resulta explicable el no cumplimiento oportuno con las dos últimas liberaciones, puesto que el costo de éstas situaciones es muy alto y las consecuencias contraproducentes para las aspiraciones referidas.
Por tanto, es preciso perseverar en la búsqueda de nuevos acuerdos humanitarios; de aproximación hacia los diálogos de paz; de retoma independientemente de los anteriores asuntos de una política gubernamental y estatal de paz; de cese de las violaciones a los derechos humanos y al derecho humanitario que siguen comprometiendo a las partes; de recuperación de las diversas dinámicas de la sociedad civil con autonomía y capacidad de incidencia para estos propósitos. De insistencia en la prioridad para con los derechos de las víctimas. En la defensa del papel de los organismos y entes de derechos humanos y humanitarios, internos e internacionales, puesto que resultan decisivos y necesarios en múltiples acciones. Vale reconocer y saludar a Colombianos y Colombianas por la Paz por esta nueva acción y a Piedad Córdoba en su liderazgo, pero así mismo recomendar aún más prudencia, puesto que a todas luces fue un hecho inoportuno el reclamar públicamente delegación para interlocución inmediata y directa con las guerrillas, que ojalá se le llegue a otorgar a ella y a otros facilitadores posibles, pero precisamente cuando se allane el camino y las condiciones necesarias y para que se asuma en el contexto de discreción obligante. Así mismo, son un baluarte las acciones ya tradicionales del CIRC, indispensables y de voz autorizada mundialmente, pero no puede caber el apresuramiento o el error en informaciones al extremo delicadas en tales momento. Para Brasil el agradecimiento y facilitación por sus magníficos buenos oficios y el aporte sin duda sustancial en el largo plazo, fundado por lo pronto en el apoyo generoso a los operativos emprendidos. Y finalmente al Gobierno Santos vale alentarlo para que se aproxime a reconocer el conflicto armado existente, a recuperar una política gubernamental de paz y a persistir en una línea de rectificación en las relaciones internacionales e internas hacia la distensión, la concertación y la paz, sin permitir que pervivan o reaparezcan las posiciones guerreristas y amenazantes que innecesariamente atizan el ambiente y debilitan los esfuerzos de construcción emprendidos.
- Álvaro Villarraga Sarmiento es Presidente de la Fundación Cultura Democrática
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 243, Semana del 18 al 24 de febrero de 2011, Corporación Viva la Ciudadanía.
https://www.alainet.org/es/articulo/147734
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