Sangre en la nieve: a 25 años de la muerte de Olof Palme
28/02/2011
- Opinión
Los asesinatos políticos tienen, como denominador común la característica de que rara vez se esclarecen los hechos y menos aun se identifica a los culpables, en particular, a los autores intelectuales. Ahí están los casos de John F. Kennedy, Martin Luther King, Luis Donaldo Colosio, y Omar Torrijos, por citar sólo algunos. Con todo, son eventos que tienen importantes consecuencias en sus sociedades, y, en muchos, casos, más allá.
El 28 de febrero de 1986, Olof Palme y su esposa Lisbet salían del cine en una céntrica calle de Estocolmo, Suecia, cuando una persona, a la fecha no identificada, disparó contra ambos, provocando la muerte del primero. Hoy se cumplen 25 años de ese artero crimen, sin que, a la fecha, se sepa quién ni por qué ejecutó este magnicidio.
El asesinato de Olof Palme ocurrió en un país considerado como “modelo” desde la óptica del bienestar social, el nivel educativo de la población, y su política exterior de neutralidad, entre otros atributos. Palme no contaba con guardaespaldas, y, en general, las figuras públicas transitaban sin resguardo ni protección en ese país. El acceso a los ministerios y edificios públicos estaba abierto a todos, sin mayores medidas de seguridad. Se partía de la premisa de que una sociedad que vive bien no es una sociedad violenta, y que la prosperidad de que gozaba era la mejor vacuna contra el crimen.
La última vez que una figura política de alto nivel había sido asesinada en Suecia fue 200 años antes, el 16 de marzo de 1792, cuando el entonces rey Gustavo III, acudió a la ópera de Estocolmo en una “noche de máscaras” y fue rodeado por cinco individuos vestidos de negro, entre quienes figuraba Jacob Johan Anckarström, quien le disparó a quemarropa por la espalda (de manera análoga a como fue atacado Palme). Aunque el rey sobrevivió al atentado, ya no se pudo recuperar debido a la gravedad de sus heridas, y falleció el 29 de marzo.
¿Quién fue Olof Pame?
Sven Olof Joachim Palme nació el 30 de enero de 1927 en Estocolmo, en el seno de una próspera familia. Su padre fue director general de una compañía aseguradora, y su madre pertenecía a la nobleza germano-letona. Palme estudió durante un año en el Kenyon College de Ohio, Estados Unidos, como becario. Fue en esa época que tendría sus primeros contactos con México.
En 1948, el joven Olof se internó en el territorio mexicano, llegando a la capital del país donde se reunió con sus primos René y Ramón Palme, quienes desde 1933 se involucraron en los negocios ferreteros fundando la empresa Ferretería Palme y Hermanosen la Calzada de la Piedad. Olof Palme inclusive trabajó en esa empresa por un tiempo.
Luego de su estancia en México, Palme volvió a su terruño, convirtiéndose en representante de la Unión Nacional de Estudiantes de Suecia, lo que le permitió viajar constantemente por Europa Oriental a finales de los años 40 y principios de los 50, pudiendo formarse así una idea más clara de los nuevos regímenes comunistas. En sus años de estudiante se adhirió al Partido Socialdemócrata Sueco.
En 1953 fue empleado como secretario particular del entonces Primer Ministro, Tage Erlander. El 9 de junio de 1956 contrajo nupcias con la Baronesa Lisbet Beck Friis, psicóloga infantil de profesión. Dos años después, Palme fue electo diputado. Para 1963 ya era ministro sin cartera y en 1965 fungía como Ministro de Transportes y Comunicaciones. De esa responsabilidad pasó al Ministerio de Educación y Ciencia en 1967, donde dejó huella. En ese cargo, Palme buscó elevar el nivel educativo básico de las personas, haciendo obligatorio que acumularan 11 o 12 años de educación básica y amplió la admisión en las universidades.
Eran los tiempos de los movimientos estudiantiles en diversos países y Suecia no fue la excepción. Haciendo gala de su enorme visión política, Palme buscó la manera de evitar que los movimientos estudiantes se desbordaran y fueran capitalizados por el Partido Comunista Sueco, mismo que recibía apoyo financiero de Moscú. Así, se propuso canalizar las protestas a otros temas, teniendo en la guerra de Vietnam un motivo casi perfecto. Conforme a esta lógica, sus discursos criticaron fuertemente a Estados Unidos, al punto de considerar a las tropas de ese país como asesinas equiparables a los soldados nazis en la segunda guerra mundial. Ciertamente estos pronunciamientos le ganaron notoriedad en el vecino país del norte, donde los círculos más conservadores lo tachaban de comunista. Por si fuera poco, Palme marchó en Estocolmo en una manifestación a favor de la paz, acompañado del embajador de Vietnam del Norte, denunciando los ataques de EEUU contra el país asiático. Esto empeoró las relaciones entre Suecia y Estados Unidos, aunque si los estadunidenses hubiesen tenido la cabeza más fría para analizar la situación, habrían visto con claridad que Olof Palme asumía a Suecia como parte de Occidente, y que además criticaba sin cuartel a la URSS.
Olof Palme asumió el liderazgo del Partido Socialdemócrata desde 1969 hasta su muerte, y fue Primer Ministro de Suecia de 1969 a 1976 y de 1982 a 1986. La visión que de Suecia tenía Palme, era la del “hogar del pueblo”, esto es, un lugar en que las clases sociales serían abolidas, la pobreza sería un recuerdo remoto y la igualdad se impondría en su lugar. En este “hogar del pueblo” siempre se podría confiar en el Estado, las leyes serían justas y todo estaría debidamente planeado.
En el “hogar del pueblo” el Estado, a través de un gobierno centralizado, se haría cargo de los individuos, desde su nacimiento hasta su muerte. Con un complejo sistema tributario que requería una enorme burocracia, se garantizaban amplios beneficios sociales para los habitantes. Eso sí, la evasión fiscal era un delito mayúsculo, y muchos de los amigos y conocidos de Palme cayeron en desgracia por esta situación. Ante el ascenso de su carrera política, diversos seguidores ofrecieron a Palme un apartamento en la ciudad vieja en Estocolmo, por considerar que la vivienda que poseía en una zona suburbana era inadecuada para su investidura. Palme no aceptó el ofrecimiento sino hasta que sus abogados gestionaron un contrato de arrendamiento que lo absolvía de cualquier posible acusación de malversación de fondos. En pocas palabras: Olof Palme era de esa clase de políticos, hoy en vías de extinción, que entendía y aplicaba en el mundo real el significado de la democracia.
A mediados de los años 70, los partidos liberal y conservador orquestaron una campaña contra el “hogar del pueblo” y el sistema tributario sueco, por considerar que era injusto que una persona “perdiera” el 70 por ciento de sus ingresos a través de los impuestos. Diversas celebridades como el cineasta Ingmar Bergman y la escritora Astrid Lindgren argumentaban que una sociedad puede vivir bien sin cargas fiscales draconianas, y que no era justo que sus regalías obtenidas en el exterior, fueran gravadas por el fisco sueco en un 100 por ciento. Así las cosas, por primera vez desde la década de los 30, los socialdemócratas perdieron las elecciones.
La coalición de liberales y conservadores estuvo en el poder seis años, pero gradualmente fue perdiendo credibilidad. Eran tiempos de crisis económica en el mundo y del aumento en el precio de los hidrocarburos, situaciones que amenazaban el estilo de vida de la sociedad sueca. Así, la población comenzó a añorar la gestión de Palme, quien regresó a la jefatura de gobierno en 1982.
Todo ese tiempo Palme desarrolló diversos esfuerzos a favor de la solución de los conflictos internacionales. Palme había colocado a Suecia (un pequeño país que al día de hoy tiene apenas 9 millones de habitantes) en el mapa mundial, y en el marco de la guerra fría, rompió el monopolio de la política global que sustentaban Estados Unidos y la Unión Soviética, a través de sus críticas a ambas potencias y a los autoritarismos de derecha e izquierda.
Son memorables las críticas de Palme a la dictadura de Franco en España, de Salazar en Portugal, y su defensa de la democracia en Chile (Suecia abrió sus puertas a 15 mil chilenos a quienes asiló tras el golpe de Estado de Augusto Pinochet), Grecia, y El Salvador (es recordado su repudio al asesinato de Oscar Arnulfo Romero). El régimen del apartheid en Sudáfrica fue blanco de fuertes y reiteradas críticas. A menudo manifestó su apoyo a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y su amistad con Fidel Castro era muy conocida. Su activismo internacional no dependió de su estancia como jefe de gobierno de Suecia, puesto que antes de convertirse de nueva cuenta en Primer Ministro, Palme fue investido como mediador durante el inicio de la guerra entre Irán e Irak, a instancias del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Olof Palme se comprometió profundamente con la problemática de los países en desarrollo, así como con cuestiones relacionadas con la democracia y el desarme. En 1982 dio a conocer el informe Seguridad comúnante la Asamblea General de Naciones Unidas, a propósito de la comisión por él encabezada (la Comisión Palme) y donde se pronunciaba por la reducción de los gastos en armamento para liberar recursos a favor del desarrollo. Este fue un tema recurrente en la agenda política internacional de Palme.
Como se sugería líneas arriba, el activismo de Palme generó molestia en Estados Unidos, en particular en las administraciones de Richard Nixon y Ronald Reagan. Se cuenta que tras su asesinato, un asesor del Presidente Reagan afirmó con alegría que por fin Suecia volvería a ser lo que realmente es: un país pequeño que no tiene por qué meterse en los asuntos de los grandes. Ciertamente, tras el deceso de Olof Palme, Suecia asumiría un perfil más modesto en la política mundial, mismo que mantiene a la fecha.
¿Por qué fue asesinado Palme?
Cuando Palme regresó a la jefatura de gobierno de Suecia en 1982, no dejó escapar la oportunidad para criticar e incluso mofarse de sus adversarios políticos, amén de que mantuvo su retórica en torno al “hogar del pueblo”, si bien, con algunos cambios importantes. Así, sus opositores, en particular los de extrema derecha, orquestaron, como respuesta, una campaña de desprestigio contra el Primer Ministro, incluyendo acusaciones de relaciones extramaritales e incluso de homosexualidad. Se decía igualmente que recibía sobornos de la Unión Soviética, o bien, que era un agente del KGB. Se rumoraba que evadía el pago de sus contribuciones fiscales y que ocultaba posesiones muy lujosas que no tenían nada que ver con sus percepciones salariales. Otro rumor fue que todas las mañanas, antes de ir a sus oficinas, asistía a un hospital psiquiátrico, pues padecía de esquizofrenia, y que por eso recibía un tratamiento a base de electroshocks –de hecho Palme sí iba a un hospital psiquiátrico, pero lo hacía para visitar a su madre, quien recibía tratamiento geriátrico. En cualquier caso, Palme era una figura respetada en ciertos círculos sociales y políticos, pero también era odiado por otros en su propio país.
El atentado contra Palme, quien murió camino al hospital la noche del 28 de febrero de 1986, arroja muchas dudas sobre las causas y los propósitos. ¿Quién lo mató? ¿A quién beneficiaba su muerte? El hecho de que cinco lustros después no sea posible contestar estas preguntas en una nación tan civilizada, abona a favor de la sospecha y las teorías de la conspiración, que involucran, además, a diversas naciones.
En el libro Sangre en la nieve: el asesinato de Olof Palme, el historiador Jan Bondeson reconstruye la escena del crimen, dando cuenta de la gran incompetencia mostrada por la policía sueca en el momento mismo del magnicidio. La investigación de Bondeson echa por tierra ese halo de eficiencia, organización y orden que normalmente identifica a Suecia. Al igual que en el caso de las novelas de Stieg Larsson, Bondeson presenta a los lectores la otra Suecia, la Suecia profunda, la que no funciona como relojito y donde sus funcionarios, además, cometen errores garrafales. Así, Bondeson refiere que a los 45 segundos de que Palme fue atacado, hubo una llamada de un testigo para reportar el hecho a la policía, pero ésta no contestó el teléfono. Asimismo, las fuerzas del orden perdieron minutos valiosos confirmando que “alguien” había sido baleado. Por si fuera poco, cuando la policía llegó a la escena del crimen, ni siquiera reconoció al Primer Ministro como la víctima. Bondeson continúa refiriendo los diversos errores que se produjeron por parte de la policía, en la investigación subsecuente. La noticia de la muerte de Palme, por ejemplo, se supo primero en Estados Unidos, Japón y el Reino Unido, antes de que los medios de comunicación suecos la divulgaran. Lo que es más: la alarma nacional para buscar al asesino de Palme se produjo una hora y media después del ataque, lo que seguramente le permitió al criminal escabullirse en un país tan pequeño como Suecia.
Existen, por lo menos, cinco hipótesis que, a la fecha, no han podido comprobarse. La primera de ellas establece que Viktor Gunnersson y John Ausonius, ambos suecos de extrema derecha, pudieron haber perpetrado el crimen. En el caso de Gunnarson, éste fue arrestado inmediatamente después del crimen, pero al no poder demostrar su culpabilidad, la policía tuvo que dejarlo en libertad. Ausonius fue descartado como el asesino, dado que en el momento en que los Palme fueron atacados, aquél se encontraba en prisión. Gunnerson, al decir de Bondeson, fue un chivo expiatorio, condenado por los medios y a los ojos de la sociedad sueca se le asumió como culpable. Eventualmente, Gunnerson emigró del país y se instaló en Salisbury, Carolina del Norte, donde, por cierto, fue asesinado de dos balazos por el antiguo amante de su novia.
La siguiente hipótesis gira en torno a la participación del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en el asesinato de Palme, según el testimonio de su líder, hoy en prisión, Abdullah Ocalan. La policía sueca se trasladó a la prisión turca en que se encuentra Ocalan y no pudo obtener evidencias de que el PKK hubiera estado involucrado en estos hechos lamentables, pese a que se dedicó a rastrear a la comunidad kurda residente en Estocolmo. Hans Holmer, responsable del grupo de investigación creado para encontrar al asesino de Palme, renunció al cargo, ante la falta de evidencias contra los kurdos.
A continuación se tiene el caso de Christopher Pettersson, presunto “asesino solitario”, a quien Lisbet Palme identificara como el magnicida. Se trata de un criminal y narcotraficante de poca monta condenado a cadena perpetua en 1988. Sin embargo, en 1989 fue puesto en libertad porque Petterson apeló el fallo sobre la base de que el arma usada en el atentado nunca apareció. Así, el gobierno sueco indemnizó a este individuo con 50 mil dólares como compensación por haberlo “difamado.” Pettersson dilapidó esa fortuna en drogas y alcohol y murió el 29 de septiembre de 2004 y cualquier cosa que él supiera o hubiera hecho, se la llevó a la tumba. Las especulaciones en torno a la participación de Pettersson en el crimen volvieron a gestarse a raíz de un documental que trasmitió la televisión sueca hace algunos años. En él aparecen testimonios atribuidos a Pettersson quien afirmaba que se equivocó de persona, que él quería matar a un narcotraficante que presumiblemente vestía de manera muy parecida a Palme. Sin embargo, la prensa sueca acusa a los autores del documental de especular sin presentar evidencias concluyentes. A la fecha, Pettersson es una figura de culto que en el imaginario sueco es sinónimo de toda persona acusada injustamente por un delito que no cometió.
Otro argumento polémico es el que plantea que Palme gestionó con el Primer Ministro de India, Rajiv Gandhi en 1986, un acuerdo para la venta de armas de la empresa sueca AB Boforsa través de generosos créditos a Nueva Delhi, con el que la corporación podría ganar presencia en el mercado indio a costa de una empresa francesa que presumiblemente estaba por llegar a un arreglo similar. Hasta aquí, el acuerdo no tenía mayor problema, aunque la legislación sueca prohibía dar créditos para la venta de armas. Sin embargo, Suecia e India cerraron el trato. La empresa AB Boforshabía estado en el ojo de la tormenta porque se presume que vendía armas a partir de triangulaciones, de manera que éstas terminaban en países sancionados por Naciones Unidas o por el gobierno sueco. Así, existen diversas versiones que sugieren que AB Bofors pagó sobornos a las autoridades indias a manera de “comisiones” para poder operar en el país asiático y, a continuación, despachar armas a un tercer destino. La legislación sueca penaliza los sobornos, en particular cuando se trata de venta de armas. Gandhi negó las acusaciones. Un hecho relacionado con lo anterior es que existen versiones de que ABBoforsestaba en los planes del coronel estadounidense Oliver North para entregar armas a Irán a través de terceros países, y que el Primer Ministro sueco, enterado del caso, estaba a punto de intervenir para impedirlo.
Como se explicaba en líneas precedentes, Palme criticó duramente el golpe de Estado de Pinochet en Chile. A partir de estos hechos se generó otra hipótesis, reforzada por un artículo periodístico publicado el 7 de Marzo de 2008 en el diario chileno La Tercera, donde un periodista sueco, Anders Leopold, señala como presunto autor del asesinato a Roberto Thieme, ex dirigente de un grupo paramilitar chileno de ideología fascista. Leopold sostiene que Thieme fue enviado por su ex suegro, el mismísimo Augusto Pinochet, para consumar el crimen.
Finalmente se tiene otra hipótesis, la cual afirma que debido a la postura de Palme y de Suecia contra el régimen del apartheiden Sudáfrica, y ante el apoyo abierto que Estocolmo dio al Congreso Nacional Africano (CNA), fue que Craig Williamson, un espía sudafricano, perpetró el asesinato del Primer Ministro sueco. En los 80, Williamson de manera coincidente, vivía en Estocolmo, muy cerca del lugar donde Palme fue asesinado. Un hecho no esclarecido son los vínculos entre las policía sueca y sudafricana, que salieron a la luz ante el magnicidio, pero sobre las que poco se sabe.
¿Se mantendrá como un crimen impune?
Recientemente, el Parlamento sueco aprobó cambios a la legislación a fin de que ciertos crímenes sin resolver, no prescriban, lo cual es una buena noticia dado que presumiblemente a la investigación sobre el asesinato de Palme no se le dará carpetazo. Es en este mismo espíritu que un eurodiputado, Willy Meyer, del grupo Izquierda Unida, envió a la Comisión Europea el 5 de mayo de 2010, una petición para que se reanuden las investigaciones en torno a la muerte de Olof Palme.
Es ya costumbre exaltar las virtudes de aquellas figuras políticas que mueren trágicamente. En algunos casos, cuesta trabajo encontrar contribuciones genuinas a favor de las causas más nobles de parte de esos personajes, pero en el caso de Palme, es muy evidente su legado. Hoy el mundo tiene un tratado internacional que prohíbe todo tipo de ensayos nucleares. Asimismo, existe un renovado debate en torno a la relación simbiótica entre el desarme y el desarrollo. Muchos de los países agobiados por regímenes autoritarios en los tiempos de la guerra fría, hoy son democracias consolidadas, o por lo menos, en construcción. Estados Unidos y Rusia concluyeron en 2010 las negociaciones para desmantelar una parte de su arsenal nuclear. Estos logros fueron posibles por múltiples factores y circunstancias, aunque Olof Palme aportó su experiencia y capital políticos para hacerlas realidad.
Amén de que es deseable que continúen las investigaciones y se logren identificar claramente los motivos y la autoría intelectual y material del magnicidio de Palme, el mejor tributo a su memoria es el trabajo a favor de la paz y la seguridad internacionales, los que solo serán posibles siempre que se hagan acompañar de la agenda del desarrollo.
- María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México y preside el Centro de Análisis sobre Paz, Seguridad y Desarrollo Olof Palme A. C.
https://www.alainet.org/es/articulo/147974
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