El emperador y el dictador

29/03/2011
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“No hay duda que el mundo estaría mejor si se fuera Kadafi”, aseguró Barack Hussein Obama en el discurso pronunciado en la Universidad Nacional de la Defensa, al cumplirse el 28 de marzo el décimo día de que Estados Unidos, Inglaterra y Francia comenzaron los bombardeos a objetivos militares libios, pero que ya cobraron la vida de civiles sobre los que Washington y el aparato informativo trasnacional no transmite una imagen.
 
La frase del Premio Nobel de la Paz es gemela de la sentencia que emitió su antecesor, George W. Bush, frente a Saddam Hussein antes de invadir Iraq. Es decir, ni en la fraseología resultó creativo el abogado de Chicago y otrora senador por Illinois. Mucho menos en el argumento: “La protección del pueblo libio”, gentilicio que puede cambiarse por otros correspondientes a las naciones que a lo largo de siglo y medio padecieron miles de invasiones e incursiones militares para “proteger la vida de estadunidenses”.
 
El inquilino de la Casa Blanca no quiere repetir los errores de la invasión a Iraq para derrocar a Hussein, porque el cambio de régimen –al gusto del imperio que representa-- tardó ocho años, “costó miles de vidas” y “mil millones de dólares” (sic). Todo lo contrario, “Más de 1.2 millones de iraquíes han tenido una muerte violenta como resultado de la invasión iniciada en 2003, según el estudio del prestigioso grupo británico de investigación Opinion Research Business”, publicado en la desaparecida revista impresa Forum (número 197, III-10, pp. 12-14).
 
EUA y la coalición integrada por 12 naciones, algunas de adorno para ocultar el sello dominante, cometerían un error –explicó Barack Hussein-- si usan la fuerza para derrocar a Kadafi”, porque los coaligados se dividirían –de por sí las pugnas siguen a la orden del día-- y “tendríamos que poner tropas estadunidenses sobre el terreno”. Y las invasiones de Afganistán e Iraq marcan el inicio del declive de la hegemonía del imperio de las barras y las estrellas en la aldea global, la irrupción de la multipolaridad y ésta no tiene ya reversa. Esto explica las “nuevas formas” que utiliza el nativo de Honolulu, Hawái, con raíces en Kenia, aunque perduran las inercias autoritarias de no consultar al Congreso, lo que tendrá un costo político.
 
Tienen razón los funcionarios que desde Moscú o Beijing subrayan las contradicciones existentes entre los aliados guerreristas que juran que “no buscan derrocar a Kadafi” y los “bombardeos a columnas militares” que son los que explican los avances de “los revolucionarios”, como los llaman los conservadores locutores de Televisa. Pero el general Carter F. Hamm, el oficial estadunidense de mayor rango, no se engaña: “Sin ayuda constante las ganancias (sic) podrían revertirse con facilidad”.
 
Nicolas Sarkozy y David Cameron no se andan por las ramas y exigen como antiguos emperadores: “Kadafi debe partir inmediatamente”. Urgido como está de apoyo ciudadano el marido de Carla Bruni, y con movilizaciones laborales multitudinarias en Londres, se entiende la beligerancia de ambos, en particular del presunto beneficiario de millones de dólares de Kadafi para ganar el derecho a despachar en el Elíseo. En tanto que el septuagenario magnate que compra favores sexuales a menores de edad en Roma y Milán, ofrece una “solución negociada” para que a Kadafi y su familia se les brinde asilo.
 
Cierto, la primera víctima de ésta como de todas las guerras es la verdad. Mas ya empiezan a trascender piezas del rompecabezas, como que “Francia estaba preparando el derrocamiento de Kadafi desde noviembre” de 2010, como documenta Franco Bechis, uno de los directores del diario italiano Libero.
 
Utopía 950
 
https://www.alainet.org/es/articulo/148639?language=en
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