Los hombres ante <i>La Marcha de las Putas</i>

14/06/2011
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El movimiento internacional que se generó en Canadá a raíz de las declaraciones del policía Michael Sanguinetti el cual indicó que “las mujeres deben evitar vestirse como putas para no ser víctimas de la violencia sexual” ha tenido reacciones de diversos tipos. Ante estas palabras, miles de mujeres canadienses salieron a protestar a las calles, vestidas de tacones, medias, escotes y minifaldas, iniciativa a la cual también se sumaron hombres para exigir una disculpa por parte de la Policía. La protesta ha tenido resultados más allá de una disculpa, por lo cual las manifestaciones se han extendido a países como Francia, Canadá, Estados Unidos, Argentina y Brasil.

Esta semana han marchado en Honduras, Nicaragua y México y una de las cosas que más ha llamado mi atención es el comportamiento de los hombres ante este movimiento de mujeres (que si bien es acompañado por hombres, todavía estos hombres representan una minoría en las marchas).

En Nicaragua incluso unos hombres transeúntes llegaron a romper los carteles de las marchantes.

Acompañan a la diversidad de mujeres en la marcha; homosexuales, trans, policías, novios, esposos, artistas y un sector de hombres ligados a alguna institución a favor de la equidad. En Honduras marcharon hombres que pertenecen a instituciones como médicos sin fronteras, artistas, organismos internacionales, entre otros. Al fin, hombres de las nuevas masculinidades que rechazan en alguna medida los comportamientos machistas más marcados en las sociedades tradicionales y conservadoras.

Como bien lo decía la artista Karla Lara los policías no entendían la marcha y no sabían si era una marcha de trabajadoras sexuales o era una marcha de mujeres vestidas como trabajadoras sexuales. Los otros hombres que acompañaban la marcha, gritaban, cantaban las consignas y en esta marcha se pudo destacar uno o dos hombres heterosexuales vestidos de mujer, libre de prejuicios, iban y venían abrazando a las y los marchantes. Tres hombres con disfraz de mimos dramatizaban en cada esquina el comportamiento de los acosadores, vociferando palabras como adiós mamacita, entre otras.

La cobertura periodística de la marcha, antes, durante y después no se hizo esperar. El tratamiento comunicativo que se le dio a la noticia era totalmente diferente cuando lo abordaba un hombre que cuando lo abordaba una mujer, los hombres periodistas que tienen programas de opinión y que muchas veces asumen posturas de líderes religiosos que hasta llegan a predicar en esos espacios, manifestaron en el marco de sus opiniones (que siempre son puestas en plural, porque ojo no es la opinión de él como periodista sino de la opinión pública) que “las mujeres que no les gusta recibir piropos son lesbianas” y me preguntó ¿Acaso las mujeres que tienen preferencias sexuales diferentes no son mujeres?  Graves aseveraciones de “formadores de opinión”, una carrera tan noble a la que con orgullo pertenezco, en la cual nos enseñan en las aulas que los y las periodistas además de informar no podemos evadir la responsabilidad de educar a nuestra sociedad y respetar los derechos humanos de todas las personas.

Un periodista varón, diputado del Congreso Nacional llegó a manifestar en su programa de opinión que “las mujeres que usan ropa demasiado provocativa logran que los hombres se pongan nerviosos y pierdan los estribos”. Más grave aún si profundizamos en las aseveraciones del varón/periodista/diputado podríamos pensar que se piensa en los hombres como seres irracionales, ¡animales que deben controlar sus instintos ante semejantes provocaciones! Pues el solo hecho que manifestemos que una mujer se viste provocativa es porque estamos considerando que se viste para provocar una reacción determinada en otra persona. Más bien la palabra correcta aquí sería decir que esta mujer se viste atractivamente y porque no, decir es muy sexy o sensual. Porque ni la sensualidad, ni la sexualidad deben ser prohibidas, censuradas o vetadas para las mujeres, y si esa forma de vestir es parte de su personalidad y es la forma con la que ellas se sienten cómodas deberían al menos ser respetadas.

Reflexionando sobre la irracionalidad del hombre ante provocaciones sexuales, me llama la atención la contrariedad que existe en el mensaje de la masculinidad hegemónica, los hombres si deben “controlar” sus emociones y sentimientos, no llorar en público, no abrazar ni besar mucho (especialmente a sus hijos varones) pero cuando se trate de “provocaciones sexuales” como interpretan ignorantemente la vestimenta de una mujer, en casos como esos sí es imposible que controlen sus instintos animales. Mayor determinación para justificar la violencia sexual no podría o debería ser exteriorizada y mucho menos a través de un medio de comunicación, que forma opinión, que educa.

Y haciendo el análisis de los mandatos de masculinidad que la sociedad le ha construido al hombre en el que le dice que el hombre debe cumplir con los marcadores de virilidad para poder demostrar su “hombría”.

Esta construcción cultural que les dice a los hombres desde niños en la escuela, en la casa, que el ser hombre es aquel que reúne las características de fuerte, frío, valiente y agresivo, viene a poner en crisis a la masculinidad ante los movimientos de personas a favor de la equidad de género. Ante movimientos de mujeres que se autonominan “putas” para desafiar de frente al machismo y una sociedad conservadora y de doble moral. “Fin de Mundo” me dice mi abuela de 93 años cuando me ve salir a la marcha vestida de la manera más atractiva y sexy que lo haya hecho en los últimos años. Respirando al caminar esa sensación de libertad y de control sobre mí misma.

Desde las posturas masculinas tradicionales vemos como los hombres interpretan la marcha como el llamado de las mujeres a rebelarse ante el poder y asumir con valentía que una ofensa a la cual por siglos le temían las mujeres, a esa ofensa ya no se le tiene miedo y salen a las calles a demostrar que las mujeres son las dueñas de su vida, de su cuerpo y de sus decisiones sobre él.

Encontramos en palabras no solo de hombres sino también de mujeres, que la marcha era la pérdida del pudor, que las mujeres somos las culpables porque nos prestamos a participar en anuncios comerciales y en eventos semidesnudas, en esa búsqueda de la culpabilidad nos encontramos con una sociedad machista de hombres y mujeres responsables de descalificar a la mujer y culparla de todas las conductas de independencia que ella demuestre.

También está el grupo de hombres que cuando ven en los medios los objetivos de la marcha se preguntan ¿las mujeres ya no quieren que les demos piropos? ¿Y ahora como las vamos a enamorar? Si la única forma de enamorar que conozco es la que he visto en mi barrio, en mi escuela, en el que le puedo guiñar un ojo y decirle adiós guapa.

El estereotipo que ha reforzado la masculinidad hegemónica del hombre que conquista, el cazador en sociedades como la nuestra le envía mensajes al hombre que la mujer “desea” el piropo, que si se pone la minifalda es porque “espera” al menos que la miren.

Le consultaba a hombres de las nuevas masculinidades como se da el cortejo entre ellos y las personas que les gustan y manifiestan que el cortejo se da cuando ellos como hombres en la búsqueda de la equidad que son, reconocen en primera instancia la atracción mutua y comienza una relación de cortejo basada en el respeto, la comunicación, la química, la vinculación emotiva y la expresión de los sentimientos.

Finalmente me gustó mucho uno de los lemas de la marcha que dice, lo bueno de aceptar que el NO es NO, es la certeza que el sí es SI. Pero para poder reconocer ese SI se requiere de desaprender todo lo que la sociedad, la escuela, la iglesia le dijo a usted que era el “ser hombre”.

Fuente: http://redmasculinidades.blogspot.com/2011/06/los-hombres-ante-la-marcha-de-las-putas.html
https://www.alainet.org/es/articulo/150513
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