Desaparecer para reaparecer en todas partes y más fuertes
- Opinión
Barcelona de buena mañana. El parque de
Un portavoz del movimiento 15 de Mayo anunciaba hace días esa acción ante el parlamento catalán, explicando que era una protesta contra los recortes sociales, que el gobierno de Cataluña pretende perpetrar; una acción “pacífica, no violenta”. El portavoz citó a Mandela y Gandhi, que se enfrentaron de forma legítima y no violenta a decisiones parlamentarias, pero injustas. Por eso, al poco de suceder los inaceptables hechos reseñados, el Movimiento 15 de Mayo y Democracia Real Ya se desvincularon totalmente de los actos de violencia y los condenaron.
Gobernantes y parlamentarios en general han ignorado del todo las justas, sensatas y exigibles reivindicaciones de los “indignados” y ahora el levantamiento de acampadas en España deviene inicio de una movilización ciudadana organizada contra una democracia solo de cáscara al servicio de la minoría rica y privilegiada. Una movilización ciudadana para dotar a la democracia de contenido al servicio de la ciudadanía y de respeto a los derechos humanos.
Los jóvenes y menos jóvenes del
Ahora es tiempo de trabajo colectivo, comunitario y ciudadano en las redes sociales de Internet, en los barrios organizados, en las asambleas locales y en las entidades y asociaciones ciudadanas. Tiempo de elaborar y desarrollar un discurso político cuyos mínimos se establecieron en las acampadas y redes sociales. Tiempo de empezar a actuar políticamente. Para cambiar las cosas.
Sin olvidar que la minoría privilegiada (banqueros, poder económico, cómplices y aliados) intentará infiltrar mercenarios en el movimiento ciudadano para arruinar los debates y acciones con imposibles consensos y provocaciones y así frenar la regeneración democrática. No sería la primera vez. Como escribe Jordi Borja, “las oligarquías políticas prefieren el ciudadano atomizado, aislado”. Por eso ahora toca organizarse aún más. Las corrupciones, injusticias, ineficacias y traiciones de una organización política jerarquizada, vertical y cerrada de partidos, sindicatos y otras instituciones públicas no invalida la perentoria necesidad de organizarse. Al contrario, son necesarias nuevas formas de relación política, de funcionamiento y de participación de la ciudadanía en el día a día de la vida democrática. Nuevas maneras no jerárquicas, nada teológicas ni indiscutibles. Todo lo horizontal que se quiera, pero organizados.
Desaparecer (las acampadas) para reaparecer en todas partes y más fuertes. Lo dijo una entusiasta joven abogada de la acampada de Barcelona. Porque hay mucho trabajo por hacer. Solo a modo de inventario recordemos, por ejemplo, que Intermón Oxfam ha denunciado que en España hay más de dos millones de personas que no tienen lo suficiente para poder comer cada día. ¡Dos millones!
Como dice el escritor Luis García Montero “el capitalismo ha desatado una verdadera revolución de los ricos contra los pobres, de los mercados contra la soberanía cívica. No tomar conciencia de lo que está en juego significa renunciar para siempre a la política y a la democracia”.
De eso se trata, de no renunciar a la democracia real.
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