Stella, estrella-madre

25/06/2011
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Mi madre, Maria Stgella Libanio Christo, a sus 93 años salió del capullo y se convirtió en mariposa, el domingo 19 de junio. Partió al encuentro del Amado, pues en ella era transparente, para todos los que la conocían, su profunda intimidad amorosa con Dios.
Militante de la Acción Católica desde su juventud hasta marzo de este año, participó en reuniones y actividades de la Renovación Cristiana.
 
Todos cuantos la conocieron quedaron encantados de su bondad, su suavidad de espíritu, su saber vivir y el buenhumor con el que encaraba la vida y sus adversidades. Siempre repetía: el sufrimiento no se reparte, la alegría sí.
 
Le gustaba salir de noche, tomar una copita, ir al cine y al teatro. Lectora voraz, leía dos periódicos y prefería las novelas y las biografías a los ensayos.
 
A los 60 años descubrió su vocación literaria. Y la utilizó para dar a conocer su talento culinario. Se metió por el interior del estado de Minas Gerais, recorrió aldeas y haciendas, hizo entrevistas, llenó viejos y grasientos cuadernos de recetas, adquirió libros rarísimos de culinaria brasileña, como El cocinero nacional (1885), segundo libro de gastronomía publicado en el Brasil.
 
Investigó tres siglos de la cultura de Minas Gerais y publicó el ya clásico Fogón de leña. 300 años de cocina minera. Y luego otros siete libros sobre los placeres de la mesa.
Invitada a demostrar su arte culinario en otros países, cocinó para jefes de estado y autoridades, diplomáticos brasileños y participantes en festivales de gastronomía en Italia, Francia, Austria, Rusia y Cuba.
 
En Belo Horizonte, donde residía, dio un taller de culinaria para barrenderas de las calles, del cual resultó el libro Cocina popular. Las ganancias de Hora del aperitivo, con recetas ligeras para sustituir la comida, las donó para la reeducación de niños de la calle.
En el grupo escolar del barrio Nova Cintra, en la capital del estado, mi madre encontró mujeres en tratamiento siquiátrico causado por el trauma de la falta de comida en casa. Organizó con ellas un huerto comunitario, que abasteció a las familias y motivó la venta de los productos sobrantes a la puerta de la escuela.
 
Mujer dulce, afable, cautivadora, trataba a las personas y las situaciones siempre por el lado positivo. Nada parecía alterarla. Siempre se mostraba satisfecha con la vida y en cinco minutos quedaba como amiga de infancia con quien acababa de conocer.
Trasvivenció como vivió: en casa, rodeada de hijos y parientes, con la suavidad del vuelo de un pájaro agotado por su canto. Sabía que su fin se acercaba y decía que tardaba en llegar la hora. “San Pedro perdió mi ficha”, se quejaba.
 
Cierta madrugada, hace pocos días, se disculpó por haberme despertado. Dijo que se encontraba feliz viendo a todos sus hijos unidos y que deseaba partir… “¿Partir para dónde?, le pregunté. “Para allá”… y señaló hacia lo alto. Le respondí que todavía no había llegado la hora. Que no nos debemos anticipar a los designios de Dios.
Casada durante 63 años, dejó siete hijos, 16 nietos y 15 bisnietos.
 
Mayor que el dolor por la pérdida es la gratitud a Dios por el don de una vida tan plena en dedicación realizaciones y fe, y por los frutos que sembró.
 
Frei Betto es escritor, autor de “Fogoncito. Culinaria en historias infantiles”, junto con Maria Stella Libanio Christo, entre otros libros. http://www.freibetto.org
 twitter:@freibetto.
 
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Traducción de J.L.Burguet
https://www.alainet.org/es/articulo/150753
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