Justicia climática: estrategias y retos de un movimiento que nace (II)

26/07/2011
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El mito de que el tema del cambio climático es un tema complicado y la intención de privatizar debates y decisiones, provocó durante mucho tiempo, algún distanciamiento de las organizaciones sociales con el tema y que solo unos pocos terminaran siendo legitimados como portadores de información válida, por tanto contribuyentes en rol de expertos a procesos de tomas de decisiones. Sin embargo, todos los aportes son necesarios, científicos o no, y es vital que los pueblos compartan sus visiones y sean escuchados por los gobiernos.
 
Elementos para una estrategia

A partir de analizar algunos datos del contexto, los momentos más importantes en la agenda, y los obstáculos o trampas que hay que enfrentar, se han redactado elementos para una estrategia compartida por las organizaciones que forman parte del movimiento por la justicia climática que está naciendo. Algunos de sus puntos son:

-Procurar la unidad entre todas las organizaciones que participan, sin perder el horizonte político ni los caminos también políticos para llegar a él.

-Trabajar en plataformas nacionales que consoliden un tejido de base articulado capaz de generar con creatividad movilizaciones locales. Así está trabajando el grupo de los 17 en el camino hacia Durban, Sudáfrica, y el Comité de Facilitación de la Sociedad Civil Brasileña para Río+20.

-Diversificar los actores, enriquecer el cuerpo del movimiento con nuevos grupos y sectores que todavía no se involucran y podrían contribuir a obtener los resultados deseados.

-Seguir visibilizando todo lo posible las expresiones que en la vida cotidiana tiene el modelo capitalista, y visualizar los impactos y costos en materia de vidas humanas.

-Trabajar en la formación de las bases sociales para garantizar una participación cada vez más consciente y crítica de las organizaciones sociales.

- Desarrollar un proceso de construcción de tribunales nacionales de justicia climática y deuda ecológica durante todo el 2011 que conduzcan a las audiencias del Tribunal Internacional de los Pueblos sobre Justicia Climática y Deuda Ecológica que se realizarán en la COP17 en Durban y en la Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible   Rio +20 en 2012 en Río de Janeiro.

-Asumir como un único proceso, la COP 17, Río +20, en Brasil, y otros procesos, con la intención de anteponer al Proyecto de la economía verde que concibe a la privatización de la naturaleza como la clave para su protección, el Proyecto de Declaración de los derechos de la Madre Tierra, en el que se deja claro que la Tierra es un ser vivo, con el cual tenemos una relación complementaria, interdependiente y espiritual y se consigna el derecho a la vida y a existir; a ser respetada; a la continuación de sus ciclos y procesos vitales libre de alteraciones humanas; entre otros derechos que deben ser reconocidos por todos.

Esta estrategia no puede pensarse en condiciones neutrales que posibiliten la construcción de los procesos al ritmo planificado, con las intenciones soñadas; no. Los intereses de las grandes mayorías son muy distintos a los de las minorías en el poder, los mecanismos y recursos también son diferentes, como diferentes son los tiempos de actuación desde concepciones y prácticas distintas de lo político; por todo esto, muchos retos son desafiados o deben serlo por un movimiento que pretenda conquistar toda la justicia climática posible. Siguen algunos de estos desafíos.

Retos de un movimiento:

-Contribuir en una lucha colectiva, orgánica y a largo plazo desde una vida cotidiana de inmediatez casi dramática donde la sobrevivencia es un logro de cada día.

Cada vez ocurren más asesinatos, desplazamientos forzados, muertes por hambre, amenazas de todo tipo a hombres y mujeres que luchan contra el sistema. Mientras más dura y larga es la lucha, más se nutre de sacrificios de mujeres y hombres que dan la vida por una conquista que es de todos. Desde esa sensación de vida al límite, en riesgo absoluto y con ausencia de recursos para enfrentar las situaciones cotidianas, hay que despertar las capacidades creativas, la participación política, la innovación, en un largo camino que no siempre deja ver en el tiempo estimado, los resultados que se desean.

-Reconocer y trabajar con las diferencias entre los ritmos de actuación del capital y los del movimiento social.

El capital avanza a un ritmo acelerado y lo hace orgánicamente de acuerdo a sus fines y propósitos. Sin embargo, otros son los ritmos de quienes apuestan por la participación de las mayorías en el cambio de la lógica de dominación capitalista. En parte porque las construcciones desde abajo llevan tiempo de sedimentación y procesamiento de vivencias y resultados, en parte también porque a veces no queda clara la relación entre el espíritu de un debate o documento con las tareas necesarias, las responsabilidades y los compromisos asumidos para llevarlo a efecto. Eso provoca que la propuesta de los movimientos sociales cargue en ocasiones con sentidos de reacción a procesos que ya están en curso como si se tratara de una carrera a la que se llega con retraso.

-Democratizar las estructuras del Estado para la participación y el control popular.

El mito de que el tema del cambio climático es un tema complicado y la intención de privatizar debates y decisiones, provocó durante mucho tiempo, algún distanciamiento de las organizaciones sociales con el tema y que solo unos pocos terminaran siendo legitimados como portadores de información válida, por tanto contribuyentes en rol de expertos a procesos de tomas de decisiones. Sin embargo, todos los aportes son necesarios, científicos o no, y es vital que los pueblos compartan sus visiones y sean escuchados por los gobiernos.

Esto tiene que ver con las estructuras de participación y control popular creadas en cada país. Sin transformar estas, será muy complicado avanzar más allá. En ese sentido, una pregunta sería si este movimiento podría convertirse en dinamizador de procesos revolucionarios verdaderamente críticos que se propongan transformar las relaciones de poder y los mecanismos de participación popular para implementar sociedades de una cualidad superior en sentidos políticos. Ojalá.

-Construir un debate profundo entre movimientos sociales y gobiernos.

Los movimientos sociales presionan a los gobiernos para que se comprometan con las medidas que se deben ir tomando en los espacios nacionales. Esto es cada vez más importante, porque es ahí donde deben implementarse las soluciones. Al mismo tiempo reconocen e intentan aprovechar las posibilidades de actuación conjunta con organismos de integración regional, como el ALBA, más sensibilizados con las visiones de los pueblos, que pueden contribuir desde un posicionamiento común en un cambio en la correlación de fuerzas de las negociaciones. Para esto es necesario abrir un diálogo profundo y abierto entre movimientos y gobiernos, sin intentos de domesticación y cooptación, y sin demonizaciones, que en la defensa del horizonte político, explore verdaderamente maneras de avanzar juntos en los países donde sea posible.

Toca a los movimientos recordar que las decisiones que se tomen en estos terrenos no pueden ser pragmáticas, ya no podemos darnos ese lujo. No pueden basarse en lo aparentemente posible, sino en referentes éticos históricos de la humanidad, necesarios más que nunca para la sobrevivencia.

-Diversificar e interconectar varios centros de coordinación en una estructura más abierta y segura a la vez.

Mantener varios centros dinamizadores del movimiento conectados entre sí, que garanticen el enriquecimiento, la apertura a nuevos actores, nuevas ideas y nuevas dimensiones de lucha, va siendo algo necesario.

El agotamiento, la falta de tiempo, las muchas tareas, hacen que la mayor parte de las decisiones, no pueda estar en pocas manos. Hay que flexibilizar y democratizar los procesos para que las contribuciones crezcan y fluyan caudalosamente en los sentidos necesarios.

-Reconocer y contener las diferencias entre las contribuciones que puede hacer el movimiento social con capacidad movilizadora y las que hacen redes y otras organizaciones desde otra práctica política.

Es importante distinguir entre el rol que debe tener en esta lucha el movimiento social que resiste desde el riesgo de su propia vida, que se organiza voluntariamente para luchar contra aquello que lo amenaza, y el rol de otros actores que desde la profesionalización de lo político, también contribuyen. Todos somos sujetos políticos en esta lucha, pero somos sujetos políticos distintos. Esa diferencia hay que reconocerla, contenerla y usarla en bien de la lucha común.

-Profundizar en la formación y la comunicación de estos temas.

Aprovechar el acumulado que dejó Cochabamba en cuanto a la democratización de los debates y seguir profundizando en la formación en estos temas, seguir quitando el óxido a convenciones y otros documentos que no se leen por largos y complejos. Aprender a participar de la manera más eficiente en los escenarios que son más nuestros, es un reto del movimiento social popular por justicia climática. Para tomar las calles, los parques, los teatros, y hacer público este tema que por mucho tiempo secuestraron los que se sienten más inteligentes y poderosos, hay mucho por recorrer en sentidos de formación política y comunicación.

-Ser proactivos desde propuestas propias que trasciendan los resultados inmanentes de determinados procesos.

Un reto importante es defender las propuestas del movimiento y no quedar atrapados en un sistema de reacciones a lo que otros deciden o hacen. En ese sentido está la decisión de impulsar el Tribunal de justicia climática y cuando las condiciones lo permitan desarrollar abiertamente la consulta popular convocada por el presidente Evo en Cochabamba, y crear otras propuestas que lideradas por los pueblos, impulsen la lucha a los horizontes propios de los movimientos.

-Ser permanentemente un movimiento abierto, inclusivo y diverso que revise críticamente su propio proceso de construcción y actuación.

-La capacidad de incluir a nuevos actores y de integrar aportes diversos es esencial a un método de lucha que necesariamente tiene que revolucionar viejas prácticas. Colocarse en el lugar desde donde se contribuye mejor, reconocer las historias de los procesos, incluir la fuerza y creatividad de nuevos sectores, estar conscientes de la madeja de relaciones que se dan a su interno entre géneros, razas, etnias y clases diferentes, puede contribuir a la organización de un movimiento flexible y dinámico que personaliza las relaciones y pone rostro a los sujetos políticos que protagonizan la lucha a la vez que se enfrenta a sus zonas de machismo, autoritarismo y exclusión que tanto daño hacen.

-Concebir la unidad como resultado complejo de integración de diversidades en el que cristaliza un acumulado que no puede desconocerse.

La unidad no es un constructo a priori que existe por deseo. Se basa en la confianza construida en las batallas libradas, en el reconocimiento de las diversidades en diálogo. No puede ser una consigna vacía, ni un muro de cartón pintado de acuarela. Cuesta mucho construir la unidad verdadera y siempre será vulnerable si no se discuten sus fundamentos y cimientos reales con transparencia, fuera de slogans y frases políticamente correctas.

-Buscar la complementariedad con otros procesos de articulación que comparten zonas comunes de los sentidos políticos.

La lucha final es contra el sistema de dominación capitalista en todas sus expresiones. Partiendo de esta convicción y teniendo en cuenta que una buena parte de los que dinamizan la actuación en el campo de la justicia climática tienen múltiple militancia y pertenencia a otros espacios más y menos conectados entre sí, es necesario considerar las posibilidades de complementariedad entre los diferentes procesos, campañas, convergencias y redes en las diferentes regiones para potenciar las posibilidades de enriquecerse mutuamente.

-Conocer el punto de partida no implica necesariamente conocer los destinos.

Este movimiento sabe bien, aunque con diferencias, de donde parte en este viaje y a donde no quiere regresar más, pero las metas, los modelos, están por construirse, lo que exige de exploración, de innovación, de frescura, del uso de las ciencias y de todos los saberes, de la aceptación de las curvas que aparecerán en un camino que no puede ser lineal, de la tolerancia ante los regresos o fracasos, y sobre todo, de la celebración ante las victorias por pequeñas que sean. Es necesario contarse las victorias, cada triunfo, y compartir los pasos. Así podrá ser más fuerte y sano como organismo vivo, resistente y capaz de abrazar a los millones que ya despiertan en el difícil parto de otro mundo.

- Llanisca Lugo es coordinadora del Programa de Solidaridad del Centro Memorial Martin Luther King
 
https://www.alainet.org/es/articulo/151459

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