El “otro” terrorismo
30/07/2011
- Opinión
El caso noruego muestra que la obsesión con el terrorismo islámico tras los atentados en Nueva York, Londres y Madrid, llevó a los europeos a descuidar el “terrorismo doméstico” de ultras, separatistas y otros grupos locales.
Uno de los efectos más importantes de los atentados terroristas contra Estados Unidos (EU) aquella fatídica mañana del 11 de septiembre de 2001 fue la atención prodigada a la organización terrorista Al Qaeda, y al presunto autor intelectual de tan desafortunados sucesos, Osama Ben Laden. Esto significó un menor seguimiento a personas y asociaciones que recurren al terror desde otros espectros ideológicos o religiosos para reivindicar sus causas, además de poner en evidencia la corta memoria histórica de la sociedad estadunidense: hace no tanto tiempo, el 19 de abril de 1995, Timothy McVeigh, joven veterano de la primera guerra del Golfo Pérsico posteriormente empleado como guardia de seguridad, cobró fama como responsable de instigar y ejecutar uno de los atentados terroristas más dramáticos en la historia de EU. McVeigh detonó un camión con explosivos frente al edificio Alfred P. Murrah en la ciudad de Oklahoma, hecho que provocó la muerte de 168 personas y unos 680 heridos. El edificio albergaba oficinas regionales de la administración de la seguridad social, de la Drug Enforcement Administration (DEA), encargada de aplicar la legislación antinarcóticos, y de la Oficina para el Control del Alcohol, el Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés). En ese edificio también operaba una guardería, por lo que numerosos infantes perecieron o resultaron gravemente heridos. Desde octubre de 1983 una organización antigobiernista, antisemita y defensora de la supremacía blanca denominada “The Covenant, The Sword and the Arm of the Lord”, había amenazado con efectuar un atentado similar contra el edificio debido a que uno de sus líderes estaba molesto con el servicio tributario estadunidense.
En el juicio que se le siguió por el ataque, McVeigh explicó que sus acciones constituyeron una represalia contra el gobierno federal por el sitio de 50 días y posterior asalto a un rancho en Waco, Texas, donde murieron 76 personas militantes de la secta cristiana fundamentalista de David Koresh, los davidianos, quienes el 28 de febrero de 1993 respondieron violentamente a una orden de inspección aprobada por la ATF.
La Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés), encargada de lidiar con el “terrorismo doméstico” —ese que involucra a grupos que residen y operan enteramente en EU— divide a las organizaciones existentes en tres categorías: de derecha, de izquierda y el terrorismo de interés especial. Los orígenes del “terrorismo doméstico” se remontan a la fundación del Ku Klux Klan en 1866, y aún es verdad que los movimientos que pugnan por la supremacía blanca son una fuente de actividades terroristas, pero éstas también han sido desarrolladas por socialistas, anarquistas, minorías nacionalistas e inclusive defensores de los derechos de los animales y del medio ambiente. Entre 1980 y 1999, el 80 por ciento de las víctimas fatales producto del “terrorismo doméstico” resultaron sólo del atentado de Oklahoma. McVeigh fue condenado a la pena de muerte por inyección letal y fue ejecutado el 11 de junio de 2001.
En otros países
La atención internacional respecto al terrorismo pronto se enfocó en aquel que se genera allende sus fronteras, en la llamada “guerra global contra el terror”, librada principalmente por Washington. Por ella se enviaron tropas a Afganistán y se cerraron filas en la penalización del financiamiento al terrorismo. La mayoría de los miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aceptó la resolución 1373 del Consejo de Seguridad, que desde finales de septiembre de 2001 caracteriza al terrorismo internacional como la mayor amenaza para el mundo, por lo que se convocó a los socios de la institución a comparecer ante un comité del propio Consejo, ante el cual cada país explicaría el estado que guardaba en su territorio la lucha contra el terrorismo internacional, al igual que la notificación de las convenciones sobre el particular ya suscritas, o bien la explicación de por qué no habían sido adoptadas y la fecha probable de su firma.
Los ataques en Bali, Madrid y Londres contribuyeron a alimentar la percepción de que el terrorismo internacional iba en ascenso y se proponía dominar el mundo: la premisa de que el terrorismo más importante era el que producían Al Qaeda, Ben Laden y organizaciones similares o afiliadas, fue asumida a costa del seguimiento al “terrorismo doméstico”. Fue casi una costumbre asumir que si bien “no todos los musulmanes son terroristas, todos los terroristas son musulmanes”.
Un estudio correspondiente a 2009 de la Policía Europea (Europol) sobre el terrorismo y sus tendencias en la Europa comunitaria (https://www.euorpol.europa.eu/sites/default/files/publications/tesat2009...) advertía que “el terrorismo islamista todavía es percibido como la mayor amenaza en todo el mundo, a pesar de que la Unión Europea (UE) solamente padeció un ataque terrorista islamista en 2008. Este bombazo tuvo lugar en el Reino Unido (…) Es el terrorismo separatista la esfera que más afecta a la UE. Éste incluye el terrorismo separatista vasco en España y Francia, y el corso en Francia. En el Reino Unido, los grupos irlandeses republicanos —derivados del Ejército Republicano Irlandés, (IRA, por sus siglas en inglés)—, como son el RIRA —“Real IRA”, una escisión de la década de los noventa—, el CIRA —llamado “IRA de la continuidad”— y otros grupos paramilitares podrían continuar involucrándose en el crimen y la violencia”.
Del total de los ataques terroristas que padeció la UE entre 2006 y 2008, sólo el 0.4 por ciento fue atribuido a organizaciones terroristas islámicas, y en 2010 el terrorismo islámico sólo condujo tres ataques en la UE, en tanto que el separatismo terrorista produjo 160 ataques contra países comunitarios. El terrorismo de izquierda y el anarquismo, por su parte, fueron responsables de 45 ataques. Respecto al terrorismo de derecha, curiosamente, la Europol no reporta atentados en 2010.
Otra categoría, denominada “terrorismo de un solo tema”, registró actos violentos de defensores del medio ambiente, al igual que de grupos que se centraron en el combate al uso de pieles de animales. Por lo tanto, y considerando las cifras expuestas, de un total de 208 ataques —sumando los aquí señalados— en 2010 en la UE, sólo tres, el 0.01 por ciento, fueron perpetrados por terroristas islámicos, frente a 98 por ciento ejecutados por terroristas de izquierda, anarquistas y separatistas o, para decirlo de otra forma, “terroristas domésticos”. Lo que es más notable es que al comparar los datos de 2008 con los de 2010, el terrorismo islámico declinó en la UE, pese a lo cual sigue recibiendo más atención que el “terrorismo doméstico”.
En EU se ha producido una situación similar: entre 1980 y 2005, el seis por ciento de los atentados terroristas fueron generados por el terrorismo islámico, frente a 94 por ciento producido por otros grupos como los extremistas de izquierda, los comunistas, los extremistas judíos y los latinos.
Noruega, “el mejor país para vivir”
Es lugar común asumir que la pobreza, la injusticia y la represión son un caldo de cultivo para el terrorismo. Sin embargo, el caso que padeció Noruega el pasado 22 de julio y que provocó la muerte de 76 personas prueba lo contrario. Para empezar, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su “Informe sobre desarrollo humano 2010”, Noruega es el país con mayor índice de desarrollo humano en el mundo, lugar que ha venido ocupando desde el 2009. En el período 2001-2006 y en 2007-2008, se ubicó en la segunda posición, detrás de Islandia.
Noruega es un país donde la población ronda los cinco millones de habitantes en un territorio de apenas 385 mil kilómetros cuadrados. Su esperanza de vida es de 81 años, la escolaridad promedio es de 12.6 años y el ingreso nacional bruto per cápita es de 58 mil 810 dólares. Las mujeres ocupan 36. 1 por ciento de los escaños en el Parlamento; 93 por ciento de la población se declara satisfecha con su libertad de elegir, y en una escala del 0 al 10 la población otorga 8.1 a su satisfacción con la calidad de vida. La tasa de homicidios es de 0.6 por cada 100 mil personas; 80 por ciento de los noruegos están satisfechos con su sistema de salud, 95 por ciento con la calidad del agua y 75 por ciento con la calidad del sistema educativo. Quizá no esté de más recordar que allí se decide cada año a quien se otorga el Premio Nobel de la Paz.
El agresor del 22 de julio pasado, Anders Behring Breivik, por cierto, no representa un sentir aislado o personal. Ahora se sabe que militó en el conservador Partido del Progreso, la principal fuerza de oposición en Noruega. Las fuerzas y líderes de la derecha y la ultraderecha en el viejo continente han capitalizado bien los conflictos económicos y sociales actuales exacerbando la xenofobia: por ejemplo, la periodista italiana Oriana Fallaci, en sus libros La rabia y el orgullo (2001) y La fuerza de la razón (2004) popularizó el término “Eurabia” para advertir del peligro de la “islamización” de Europa.
Siguiendo esta tendencia, en los otrora progresistas y tolerantes países nórdicos se observa el crecimiento de agrupaciones xenófobas y de ultraderecha que en el terreno de las organizaciones políticas han dado lugar, por ejemplo, al Partido de los Auténticos Finlandeses. En Suecia, en los comicios de septiembre del año pasado, los conservadores ganaron adeptos con una plataforma antiinmigrante; en Dinamarca el Partido Popular se manifiesta abiertamente contra el sistema de garantías de tránsito intereuropeo de Schengen y ha hecho una propuesta a la Europa comunitaria para que reinstale los controles fronterizos.
Europa desarmada
El problema de fondo es que la UE carece de una política unificada contra el terrorismo. Tras los atentados en la estación de trenes de Atocha, en Madrid en 2004, se adoptó una endeble política antiterrorista en la que no figura el “terrorismo doméstico”: toda la atención la recibe el terrorismo islámico.
Siguiendo con este razonamiento y en respuesta a la avalancha de críticas que ha recibido la Europol —a la que no pertenece Noruega— por su diagnóstico falso sobre los peligros del terrorismo islámico contra el doméstico, ésta decidió hace unos días crear una red de respuesta con la participación de siete países europeos para analizar la situación en Noruega e investigar a las demás organizaciones extremistas que existen en los países nórdicos. Es previsible, sin embargo, que ahora que Osama Ben Laden ha sido eliminado y que Al Qaeda aparentemente se ha debilitado, la atención de la comunidad internacional se dirija, hasta lo que diga el siguiente atentado, hacia otros flagelos.
- María Cristina Rosas es Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
https://www.alainet.org/es/articulo/151540?language=es
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