A propósito de la paz

20/08/2011
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Bienvenidas las declaraciones, pero son insuficientes y distantes de los retos que ella implica
 
En medio de algunos condicionamientos, alta desconfianza y estando de por medio la necesidad de revisar políticas y de conseguir resultados reales y definitivos, el Gobierno y las guerrillas de las FARC y el ELN lanzan señales de entendimiento. Pero como muchos lo afirman no valen sólo declaraciones de buena fe sino decisiones y avances reales para ojalá poder propiciar el proceso de paz pendiente. Ahora el contexto y las exigencias son distintos, consolidar la paz pasa por una agenda compleja y diversa de compromisos conseguidos en curso y por conquistar; la situación y representatividad de las guerrillas aún activas se encuentran notoriamente debilitadas, por lo cual la agenda política a tratar con ellas puede ser más discreta y entrelazada con el curso de varias reformas, procesos y espacios de actuación institucional, política y social que cobran propia dinámica. Además, es creciente el protagonismo y el reclamo de su propia representación autónoma por parte de los movimientos sociales y la propia sociedad.
 
Al respecto fue importante lo sucedido en el encuentro nacional realizado en Barrancabermeja como nuevo hecho de movilización social autónoma para el caso de campesinos, afros e indígenas. Fueron muchos los delegados de las más de 600 organizaciones de los más de 15 mil asistentes que demandaron del Estado y de la insurgencia el respeto a su participación y representación en todo tipo de procesos implicados en las acciones por la defensa y ejercicio de sus derechos, la construcción de la paz y también con respecto a su participación e incidencia en eventuales procesos de paz con éstas guerrillas. “Nadie nos representa, ni el Gobierno y las guerrillas nos representamos, tenemos nuestras propuestas y reclamamos el respeto por nuestra autonomía y garantías para nuestra actuación a todo nivel”, fue un argumento muy recurrente.
 
Resulta muy positivo en el ambiente nacional que expresiones desde la sociedad, “desde abajo”, especialmente desde los pobladores que habitan en regiones directamente afectadas por el conflicto armado y por graves situaciones de violencia, pobreza y vulneraciones a sus derechos y delicadas problemáticas en curso, que fueron planteadas desde muchas localidades con detalle y con propuestas coherentes para enfrentarlas, hagan una apuesta liderada por la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra, justamente ganadora del premio nacional de paz para que se retome “el diálogo como la ruta” y haga visibles iniciativas para el tratamiento en asuntos como la tierra, el territorio, los recursos naturales, los planes de vida, la recuperación de la democracia local y de las garantías, el ejercicio efectivo de los Derechos Humanos y aportes hacia la recuperación de una política de paz.
 
Pero resulta además interesante observar que lo de Barrancabermeja no fue un hecho aislado sino que de nuevo obran varias iniciativas y propuestas hachas desde distintos sectores de la sociedad civil, las instituciones, el Congreso y el Gobierno Nacional favorables a la paz. Aunque así mismo hay la convicción desde muchos actores que corresponde revisar las políticas, estrategias y metodologías; que resultaría intolerable de conseguirse nuevos diálogos con las guerrillas que los resultados fueran fallidos, que conviene discutir ante el Gobierno y entes del Estado la manifiesta inviabilidad de la salida militar tras casi una década de empeño en ella sin lo lograr las metas propuestas y cobra fuerza en muchos asociar la construcción de la paz ante todo a la defensa y aplicación efectiva de los presupuestos democráticos de la Constitución Política de 1991, a las reformas políticas y sociales coherentes con un esfuerzo efectivo de transición y a no reducir o circunscribir a los eventuales diálogos de paz entre los contrincantes militares. La Iglesia Católica y la Comisión de Conciliación Nacional también recientemente concluyeron un nuevo Congreso por la Reconciliación y desarrollan las propuestas de mínimos para la paz y busca del diálogo. Otras iglesias, organizaciones sociales y no gubernamentales, los pueblos indígenas, vertientes políticas e iniciativas en discusión como las que se conjugan en la Comisión de Paz del Senado, junto con la realización prevista de nuevos eventos y diversas acciones, muestran síntomas importantes de nuevas inclinaciones hacia salidas constructivas ante el conflicto armado como ante otras problemáticas y conflictos del orden político y social.
 
Llama la atención los reiterados pronunciamientos del presidente Juan Manuel Santos que denotan el tratamiento de la paz como asunto prioritario en la agenda pública y en los que reitera la disposición a nuevos diálogos, aunque con la exigencia razonable de exigir el cese de determinadas infracciones al derecho humanitario por parte de las guerrillas. Aunque como lo hemos advertido, se carece por el mismo Gobierno de política de paz, varias de sus políticas obran en contrario a su propósito y es preciso profundizar avances y mejoras en temas tan sensibles para ella como la situación de Derechos Humanos y garantías y la efectividad para con los derechos de las víctimas. Así mismo, no se puede confundir por el presidente su facultad constitucional para dirigir el orden público y la facultad legal para conducir los procesos de paz, con el desconocimiento de positivas formas de participación del conjunto del Estado y la sociedad en torno a la paz y de las formas de participación, facilitación y mediación que en muchos aspectos tendrán que habilitarse.
 
Por parte de las guerrillas si bien hay avances en la disposición manifiesta y resulta positivo que las FARC afirmen que están abiertos para acuerdos humanitarios y para conseguir el diálogo en escenarios propicios, advirtiendo con razón que ella implique un camino a dinamizar reformas orientadas a la justicia social, así como el ELN exprese con justeza que el acumulado de anteriores aproximaciones puede retomarse constructivamente con ellos y que valoran el concurso de la sociedad civil y el apoyo de la comunidad internacional, aún no asumen lamentablemente decisiones y apuestas efectivas para ayudar a propiciar el ambiente para el entendimiento. Esto hace relación a que si se interpreta bien que el tipo de exigencias hechas por el Gobierno y la sociedad hace énfasis en el derecho humanitario como presupuesto, las guerrillas ganarían y contribuirían mucho con cesar las tomas de rehenes, liberar a los cautivos, dejar de reclutar menores de edad, de realizar ataques con efectos indiscriminados, de usar el terrorismo y de recurrir al uso de minas antipersonales. Más aún tal decisión haría que el Gobierno se viera preciso a cumplir efectivamente con su propuesta de viabilizar el diálogo y por supuesto de actuar con coherencia al haber reconocido la realidad del conflicto armado existente, para darle el tratamiento que su naturaleza y la naturaleza política de sus actores merece.
 
Álvaro Villarraga Sarmiento
Presidente de la Fundación Cultura Democrática
 
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 268
Semana del 19 al 25 de agosto de 2011
Corporación Viva la Ciudadanía.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/151977
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS