Libia y las monarquías árabes
05/09/2011
- Opinión
Desde el fin de la guerra fría (1989-91) en Europa, las Américas y gran parte del Asia y África se han venido consolidando una serie de democracias multipartidarias de mercado. Excepciones son los remanentes de las economías planificadas bajo un partido único comunista del extremo oriente y Cuba y de viejas tiranías personales del Asia y África, siendo las más importantes las del mundo árabe.
La mayoría de los 22 países que componen la Liga Árabe se mantienen como el bastión más sólido dentro del mundo capitalista contra el avance del liberalismo político. Es allí donde la norma es que el poder total se concentre en un déspota que pueda superar las dos décadas gobernando con el apoyo de clanes personales, tribus adictas y brutal represión.
Mientras que las 5 monarquías europeas del Mar del Norte son constitucionales, han permitido gobiernos socialdemócratas y tienen amplias libertades para las diversas religiones, partidos y orientaciones sexuales, las 6 que subsisten en el golfo pérsico son todas absolutas.
Allí nunca ha habido ningún tipo de elecciones o las que pueden haberse dado son para organismos sin poder ya sea municipales o consultativos. Los partidos y hasta las iglesias o templos no musulmanes están restringidos o vetados.
En todos ellos a la mano de obra importada que extrae el oro negro y construye las torres más lujosas del planeta no se le otorga la nacionalidad o la residencia permanente (en muchos casos es la mayoría de la población) y la mujer es un sexo de segunda (sin ocupar funciones importantes en el Estado, siendo la más alta la de ser una de las esposas de polígamos emires o potentados: debe andar con velo: no puede rezar o estudiar en el mismo sitio que los varones; y, en muchos casos, no puede caminar o manejar sola).
Estas, que son las sociedades más desiguales, sexistas, autocráticas y antiliberales del siglo XXI y que han fomentado al terrorismo islámico, han visto como su gran amenaza a la ola de revoluciones populares pro-democracia que se han venido dando en otras repúblicas árabes (como Túnez, Egipto, Libia, Yemen y Siria).
Es más, varias de estas protestas empezaron a llegar a sus tierras, en particular al emirato más chico de todos (Bahréin). La respuesta que dieron a las masivas marchas pro-democracia que habían en este archipiélago que queda entre Irán, Arabia Saudita y Qatar fue la de enviar tropas desde los diferentes petro-reinos de la zona.
Occidente no hizo mayor reclamo al respecto mientras que, al mismo tiempo, pedía a esas mismas monarquías del golfo que les ayuden en Libia financiando, armando y organizando a los anti-gadafistas.
Si las protestas iniciales de Bengazi quisieron seguir el camino pro-democracia de sus vecinos Túnez y Egipto, el movimiento anti-dictatorial libio ha quedado tomado por la OTAN y las fuerzas ligadas a las petro-monarquías del golfo.
El nuevo gobierno post-Gadafi tiene como bandera la de la depuesta monarquía libia pre-1969 y como himno al que saluda al rey Idris y a su jihad.
- Isaac Bigio es analista internacional. Ha enseñado ciencias políticas en la London School of Economics & Political Sciences. www.bigio.org
https://www.alainet.org/es/articulo/152352?language=en
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