Los conflictos entre el mundo musulmán y Occidente, qué es lo nuevo, qué es lo viejo: apuntes generales

07/09/2011
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Introducción a una necesaria discusión
Se indica por algunos analistas de los sucesos acaecidos recientemente en diversos países árabes, que seis meses después de haberse inmolado en llamas en un mercado de Túnez Mohamed Bouazizi, joven de 26 años y vendedor de naranjas en mercado de la capital de este país localizado en el norte de África, ya nadie le recuerda. Es necesario indicar que se trata de aquel vendedor de frutas que con su sacrifico personal, prendiendo en llamas su cuerpo y provocando su muerte, desata la ola de protestas ciudadanas que llevarían en pocas semanas a la caída del gobierno tunecino.
El movimiento de protesta en Túnez y su resultado a corto plazo desató una ola de protestas en otros países árabes dando paso a lo que hoy comúnmente se le llama “la primavera árabe”. Así, los sucesos de Túnez impactarían las luchas desatadas posteriormente en Egipto, Yemen, Argelia, Mauritania, Sudán, Omán, Jordania, Arabia Saudita, Bahréin, Siria y ciertamente, la agresión de Estados Unidos y la OTAN contra Libia.
Algunos autores como Paul Rogers en Open Democracy, sin embargo, indican que tal “primavera” como ha insistido Occidente en llamarle desde una perspectiva mediática, “acabó convirtiéndose en invierno, justo en vísperas de la primavera real.”
No falta quien haya pretendido comparar los movimientos sociales desarrollados en algunos de estos países, como procesos políticos comparables con las revoluciones europeas del siglo 19, particularmente las de 1830 y 1848; o con aquellos levantamientos sociales que siguieron a la caída de Muro de Berlín en 1989. Lo que sí es importante destacar es que más allá de cómo consideremos estos procesos, se trata de movimientos sociales inspirados en reivindicaciones vinculadas a las condiciones materiales de vida de la población y a la ausencia de derechos políticos de los habitantes de los pueblos árabes en repudio a las estructuras militaristas y autoritarias prevalecientes en sus gobiernos. Los grandes actores políticos en estas movilizaciones han sido, hasta el presente, los jóvenes. Se trata de una nueva generación con unas características de lucha totalmente diferentes a aquellas que llevaron a cabo en la mayoría de estos países las generaciones que les precedieron para librarse del yugo colonial. Desde posiciones fundamentalmente laicas, hoy los jóvenes reclaman cambios profundos en las estructuras de poder en sus respectivos países.
En condiciones así, es lógico asumir que las potencias imperialistas han de estar muy atentas al desarrollo de estos movimientos procurando que no se afecten sus intereses económicos y geopolíticos. Si no asumiéramos tal escenario, no encontraríamos una explicación para entender las distintas posiciones de la Unión Europea y Estados Unidos ante los sucesos acaecidos en Túnez y Egipto, por ejemplo; y las posturas mantenidas por estos mismos centros de poder en torno a otros países como Arabia Saudita, o los gobiernos de Bahréin o Yemen, cuando bajo la premisa del ejercicio del poder del Estado, lanzan su más resuelta represión contra sus habitantes.
Dice el periodista Jeff Cohen en un artículo publicado para Truthout  el pasado 29 de enero de 2011, que durante los últimos años de su vida, el Doctor Martin Luther King, Jr. fue interrogado en torno a las intervenciones militares de Estados Unidos contra los movimientos progresistas en los países del Tercer Mundo. A ello respondió con la siguiente cita de John F. Kennedy: “Aquellos que hacen imposible las revoluciones pacíficas harán las revoluciones violentas inevitables.” Así las cosas, razona Cohen, aquellos que impiden en los países musulmanes las revoluciones seculares, serán los responsables de hacer las revoluciones islámicas inevitables. Fidel Castro en algún momento, refiriéndose a la época en que se puso de moda acusar a la Revolución Cubana de exportar la Revolución, señaló con toda razón que las revoluciones sociales no pueden fabricarse, ni cuando se desatan son capaces de contenerse. La actual situación política en el mundo árabe es una vez más testigo de la corrección de estas premisas.
El periodista e intelectual argentino Atilio Borón, por su parte, comenta, que en la mejor tradición marxista—de hecho, la expresión se le atribuye por algunos a Lenin más que a Marx—que para que se produzca una situación revolucionaria tiene que existir el hecho de que los de arriba ya no puedan mandar y los de abajo no se dejen dominar.
Las recientes protestas populares en Egipto contra el corrupto gobierno encabezado en las pasadas tres décadas por Hosni Mubarak y otros movimientos populares que vienen desarrollándose en diversos países; árabes y europeos, podrían tener en sí mismos el potencial de cambio y transformación revolucionaria en tales países.
Por las características propias de los procesos políticos que desembocaron en grandes revoluciones durante el siglo 20, hoy, a comienzos de la segunda década del siglo 21, los procesos sociales que observamos nos dicen que las opciones revolucionarias para los pueblos no están agotadas.
Al referirnos en esta discusión al Medio Oriente, seguro tendríamos que enfocar la misma en el marco de lo que son los países que configuran esta zona geográfica, a saber: Turquía, Líbano, Siria, Israel, Palestina (Cisjordania y la Franja de Gaza) Jordania, Egipto (en la península del Sinaí), Iraq, Kuwait, Arabia Saudita; y ciertamente, algunos también añadirían a los Emiratos Árabes Unidos, Omán, Yemén y Bahréin, por ser otros estados que configuran la península arábiga. Todos ellos son países musulmanes, aunque en el caso del Líbano, la presencia cristiana maronita es importante. En el caso de Israel, producto del desplazamiento poblacional de palestinos fuera del territorio que hoy ocupa, su población, proveniente fundamentalmente de otros países o descendientes de quienes allí se asentaron provenientes de otros países, les une, más que una nacionalidad, una religión, la judía.
Existen otros países cercanos a los antes indicados donde también se profesa la fe musulmana, que no necesariamente forman parte del Medio Oriente y, que tampoco son árabes sino persas. Dentro de ellos vienen desarrollándose también importantes procesos políticos. Entre estos se encuentran los localizados en Asia Central y la zona del Cáucaso, como es el caso de la República Islámica de Irán, Afganistán, Paquistán; algunas ex repúblicas de la extinta Unión Soviética como son Kazaquistán, Turkmenistán, Uzbequistán, Kirguistán, Tahiquistán; y dentro de la región de Asia Central, regiones como Chechenia, Osetia del Norte y Osetia del Sur y Abjasia, por solo mencionar algunas, donde vienen desarrollándose importantes conflictos.
Existen también otros estados con una inmensa población musulmana como son los casos de Filipinas e Indonesia, los cuales, para fines del presente escrito, no serán objeto de discusión, como tampoco diversos conglomerados musulmanes esparcidos en Europa Central y otras regiones del planeta.
En este ensayo, sin embargo, nos proponemos dirigir una mirada hacia otros países musulmanes localizados en el Medio Oriente, Asia Central y del Norte de África donde vienen desarrollándose diferentes situaciones políticas, económicas, sociales y militares que han mantenido al vilo la opinión pública en los pasados meses.
Este ensayo no pretende ser un documento acabado sobre los sucesos que más impactan hoy las relaciones entre el mundo musulmán y Occidente. Sin embargo, sí aspira a ofrecer algunos datos y elementos necesarios para una mejor comprensión de los sucesos que allí se desarrollan. Si se cumple ese propósito, habremos alcanzado el objetivo propuesto.
 Israel, Palestina, Hamás y Hezbolá
a.            Antecedentes históricos: Palestina
De acuerdo con el profesor Jesús Delgado Burgos en un ensayo escrito y circulado por correo electrónico titulado Palestina: una aproximación necesaria, el nombre de esta región deriva del término “Falastín” o “Filastín”, por ser la región en la cual en el período comprendido entre los años1200-1000 a. c. se establecieron las poblaciones filisteas. Se trata de una región que comprendía la región entre los estados que hoy integran Siria y Egipto.
Esta región originalmente fue poblada por tribus semitas que se establecieron allí hace aproximadamente 50 mil años. Fue dominada más adelante por los hebreos y más tarde por los persas entre los años 539-232 a. c. El territorio fue también objeto de conquista por Alejandro Magno pasando a ser una colonia griega. En el año 63 a. c. la región fue a su vez conquistada por el general romano Pompeyo pasando a estar bajo la tutela de Roma. Fue el Emperador Adriano, quien bajo su mandato, ordenó la expulsión de los judíos de Jerusalén.
La fecha del año 63 a. c. se toma como punto de partida para el establecimiento del carácter árabe de la región. Con la caída del Imperio Romano de Occidente, la región formó parte del Imperio Bizantino; fue foco de luchas y combates, de conquistas y reconquistas durante el período de la Cruzadas hasta que en 1516 pasó al dominio del Imperio Otomano.
Tras la derrota de Turquía en la Primera Guerra Mundial, la región de Palestina pasó a formar parte del territorio bajo mandato británico. Lo que hoy conocemos como Líbano eventualmente pasó a colocarse junto con Siria bajo mandato francés.
En 1947, cuando Inglaterra entrega su mandato sobre Palestina, la Organización de las Naciones Unidas aprueba un Plan para la partición del territorio con el propósito de crear allí dos estados políticos: Israel y Palestina.
Desde 1882 se había iniciado un movimiento a escala mundial dirigido a establecer un estado judío en la región. Para entonces, apenas vivían en la región 20 mil judíos. Para el año 1917 más del 90% de la población de Palestina era árabe musulmana. Se estima que entonces el número de personas judías establecidas en el territorio era de 56 mil, la mayor parte de ellos inmigrantes. Para entonces árabes musulmanes palestinos eran dueños del 97.5% de las tierras, mientras que las personas que profesaban la fe judía poseían el 2.5% del territorio.
Para 1925 el número de judíos había ascendido a 122 mil mientras que para 1932 eran 355 mil.
Cuando Inglaterra entrega su mandato a la ONU, los judíos eran dueños del 6% de las tierras de Palestina. Al crearse el estado de Israel, sin embargo, la ONU asignó un 54% del territorio de Palestina a los judíos. Para 1948 ya la población judía del estado de Israel había alcanzado la cifra de 758,700 habitantes, intensificándose el proceso migratorio durante los años siguientes. Entre 1948 y 1956 llegaron al territorio otros 826,000 judíos, mientras que entre 1956 y 1975 llegaron 735 mil. El proceso de inmigrantes hacia el estado del Israel hasta el presente nunca se ha detenido.
Cuando se produce la creación del estado de Israel en 1948, se desata el primer conflicto bélico como resultado de la negativa de los países árabes de la región en reconocer el estado de Israel. El resultado de esta primera guerra fue que Israel pasó a ocupar el 80.48% del territorio de la antigua Palestina. Miles de palestinos fueron despojados de sus hogares y forzados a emigrar hacia otros países en calidad de refugiados.
El Día de la Catástrofe
“Nakba” es una palabra árabe. Significa en español “catástrofe”, o “desastre”. Es utilizada por el pueblo palestino para referirse a su experiencia, entre los años 1946 y 1948, cuando al final del mandato británico sobre sus tierras, como resultado de la primera guerra árabe-israelí, fueron forzados a abandonar sus hogares y huir fuera de su territorio hacia otros países. Conforme a datos de la Comisión Técnica designada por las Naciones Unidas, se estima que el número de personas forzadas a abandonar sus residencias en aquel momento ascendió a 711 mil personas. Hoy sus descendientes ascienden a aproximadamente 4 millones de palestinos: 2 millones en Jordania, 427,057 en Líbano, 477,700 en Siria, 788,108 en Cisjordania y 1.1 millones en la Franja de Gaza. A lo anterior debe sumarse aproximadamente 250 mil palestinos esparcidos por el mundo y otros 250 mil que permanecen residiendo dentro del Estado de Israel.
Según la ONU, de esas 711 mil personas que en su origen fueron despojados de su territorio, solo una tercera parte, aquellos que se refugiaron en países vecinos como Líbano, Siria y Transjordania, ostentan la condición de refugiados. Los 190 mil palestinos que se desplazaron a la Franja de Gaza, o los 280 mil que lo hicieron hacia Cisjordania, son considerados como “desplazados”.
Para el estado de Israel, quien único es responsable por los sucesos de 1948 fueron sus vecinos países árabes al declararse la guerra. Por eso se niegan a que tales refugiados o desplazados o sus descendientes regresen a sus anteriores lugares de residencia. La oposición se centra, además, en el efecto que tendría tal repatriación alterando el balance que al presente existe en población árabe dentro del estado de Israel, convirtiendo así a Israel en un estado mayoritariamente compuesto de árabes y no de judíos. Indican, además, que entre los años 1940 a 1964 cerca de 700 mil judíos residentes mayormente en estados musulmanes como Marruecos, Argelia, Túnez, Iraq y Egipto fueron también forzados a abandonar tales países y despojados de sus propiedades.
La intolerancia israelí al tema se evidencia en situaciones como la ocurrida en el año 2009, cuando la palabra “nakba” fue prohibida por el Ministro de Educación israelí en los libros de textos escolares. Otro ejemplo lo presenta el hecho de que el 23 de marzo de 2011, el parlamento israelí, en un votación de 37 a 25, realizó una modificación en el presupuesto, confiriéndole al Ministro de Finanzas la discreción para reducir el apoyo del gobierno a entidades no gubernamentales que interesaran desarrollar o llevar a cabo actividades conmemorativas del ‘nakba”.
El día de la Nakba, 15 de mayo, significa para la población palestina el inicio de su éxodo y su rechazo a la proclamación del Estado de Israel, fundado precisamente el día 14 de mayo de 1948, por lo que lo conmemoran anualmente con el desarrollo de protestas sociales y comunitarias.
En la Primera Guerra árabe-israelí, cuyo origen se puede trazar al Plan de partición de Palestina aprobado por la ONU en 1947, donde el territorio fue dividido entre cinco estados árabes (Líbano, Siria, Jordania, Iraq y Egipto), se dispuso, además, la creación de dos nuevos estados: Israel y Palestina. Inconformes con la decisión de la ONU, los estados árabes le declararon la guerra al naciente estado israelí, quien luego de 15 meses y varias treguas, le arrancó a Palestina el 26% del territorio destinado a crear un estado palestino, mientras Transjordania y Egipto ocuparon el resto del territorio, pasando Egipto a ocupar la Franja de Gaza y Transjordania, anexionando Cisjordania y Jerusalén del Este para configurar un nuevo estado nacional con el nombre de Reino de Jordania.
A este primer conflicto del estado de Israel con sus países vecinos le siguió otro en 1956 cuando con la ayuda de Francia e Inglaterra Israel atacó a Egipto, principalmente sus instalaciones en la Península de Sinaí. Eran los días en que Egipto había determinado nacionalizar el Canal de Suez y tanto Inglaterra como Francia se oponían a tal medida. Como resultado de estos combates Israel aseguró el control de la Franja de Gaza.
En 1967, en lo que vino a ser una guerra relámpago, nuevamente Israel va a la guerra contra sus vecinos árabes logrando capturar amplios territorios en la Península del Sinaí pertenecientes a Egipto; en las Alturas de Golán pertenecientes a Siria; y la Margen Occidental del Río Jordán perteneciente al Reino de Jordania. Hacia 1973 se producirá otra guerra de la cual una vez más Israel saldrá victoriosa.
b.            Antecedentes históricos: Líbano
Antiguamente conocido como Fenicia, fue un territorio donde convergían las civilizaciones de Egipto, Mesopotamia y Grecia. A la caída del Imperio Romano de Occidente, pasó a formar parte del Imperio Bizantino. Durante los siglos VI y VII de nuestra era el territorio fue dominado tanto por persas musulmanes como por árabes musulmanes. Durante las Cruzadas esta región existió como reino cristiano. En el siglo XVI pasó a integrar el Imperio Otomano. En 1860, sin embargo, aprovechando un conflicto religioso interno, Francia intervino en la región. Luego de la Primera Guerra Mundial Francia continuó ejerciendo su tutela del territorio, recibiendo de la Sociedad de Naciones en 1920 tal mandato, el cual se extendió sobre Líbano y Siria.
Durante la Segunda Guerra Mundial y el Líbano bajo el mandato del Régimen fascista de Vichy, fuerzas inglesas y de la “Francia Libre” ocuparon el territorio “liberando” así al Líbano en 1941. En 1943 se organizó un estado político al proclamarse su independencia con un gobierno de unidad árabe, cristiano-musulmán.
Durante los conflictos iniciales de Israel con otros vecinos árabes, el Líbano mantuvo una posición relativamente moderada. Si bien pasó a convertirse en uno de los países receptores de refugiados palestinos por ser un territorio fronterizo en su porción sur con Israel, luego de la Guerra de 1973 y particularmente como resultado del incremento en los refugiados y del desarrollo interno de milicias árabes musulmanas, y cristianas que disputaban el poder político, entre 1975-76 surgió una guerra civil entre diferentes facciones.
En 1982 se produjo contra el Líbano una invasión militar por parte de Israel dirigida a terminar con la presencia de palestinos que desde el interior del Líbano incursionaban contra su territorio. Se desarrollaron también matanzas de miles de palestinos en campos de refugiados, como fueron Sabra y Chatilla. Allí fueron masacrados por milicias libanesas cristianas con el apoyo logístico de Israel, miles de personas (hombres, mujeres y niños) en los patios de sus casas, dentro de sus hogares, en las calles y plazoletas. La penetración militar de Israel llegó hasta la misma capital de Líbano, Beirut, luego de lo cual, con la intervención militar de Siria en el Líbano, llegó a acordarse un alto al fuego. Eventualmente fue evacuada desde la ciudad de Beirut hacia el Norte de África las milicias palestinas agrupadas en la Organización para la Liberación de Palestina cuyo cuartel general operaba desde el Líbano. Los enfrentamientos entre las fuerzas armadas de Israel y milicias árabes en la frontera, sin embargo, continuaron.
c.            Chiitas y Sunis: ¿política o religión?
En el Medio Oriente y Asia Central existen dos grandes corrientes en el pensamiento musulmán o la fe islámica. Estas dos corrientes son la Suni y la Chiita. Desde un punto de vista étnico, se denominan “sunis” a los musulmanes de origen árabe, mientras que se denominan “chiitas” a aquellos de origen persa. Ambos son musulmanes y se rigen por el Corán. Para algunos estudiosos, sin embargo, lo que realmente les diferencia a unos de otros hoy día no es tanto el elemento étnico sino el significado político que le dan a la comunidad y al papel del Estado. Mientras para los sunis debe haber separación entre el Estado y la religión musulmana, es decir, profesan su fe dentro de un estado secular; para los chiitas, el Estado debe ser teocrático. Se trata de un Estado en el cual convergen en una misma unidad la fe con el proyecto político y social.
Un escrito de Vali Nasr, Profesor de la Escuela Naval Posgraduada, publicado en la revista Foreign Affairs de julio/agosto de 2006, titulado When the Shiites Rise, nos ofrece desde el punto de vista de la composición étnica, el siguiente cuadro de la población chiita en varios países musulmanes:
País
% Chiita
Total población
Población Chiita
Irán
90%
68.7millones
61.8 millones
Paquistán
20%
165.8 millones
33.2 millones
Iraq
65%
26.8 millones
17.4 millones
India
1%
1095.4 millones
11.0 millones
Azerbaiyán
15%
8.0 millones
1.0 millones
Afganistán
19%
31.1 millones
5.9 millones
Arabia Saudita
10%
27.0 millones
2.7 millones
Líbano
45%
9 millones
1.7 millones
Kuwait
30%
2.4 millones
730,000
Bahréin
75%
700,000
520,000
Siria
1%
18.9 millones
190,000
EAU
6%
2.6 millones
160,000
Qatar
16%
890,000
140,000
 
Como puede verse en la región que se aproxima al Medio Oriente los estados con mayor por ciento de población chiita a la luz del total de su población son Irán, Iraq y el Líbano.
En la lucha contra el Estado de Israel, las guerras que se han librado por parte de los estados musulmanes han estado principalmente encabezadas por países cuyas poblaciones son esencialmente sunis. Este es el caso de Jordania, Siria y Egipto. La población palestina, a su vez, es predominantemente suni. Sin embargo, uno de los estados más comprometidos con el fundamentalismo islámico, como es la República Islámica de Irán, con quien han tenido hasta el presente sus mayores encontronazos militares no ha sido contra Israel sino con un país musulmán, predominantemente chiita en cuanto a población, aunque su anterior gobierno estuviera bajo el control suni. Este fue el caso de Iraq durante el gobierno de Saddam Hussein.
De lo anterior podemos deducir que, a la hora de examinar los conflictos en el Medio Oriente y Asia Central, debemos tomar como punto de partida tres premisas esenciales: (a) conflictos entre diferentes tipos de países musulmanes donde el elemento distintivo entre las partes es su aproximación étnica y la manera en que profesan su fe musulmana; (b) conflictos entre el mundo musulmán y el Estado de Israel y su política en la región; (c) conflictos entre el mundo musulmán y Occidente. En el primero destacan los conflictos entre musulmanes chiitas y sunis; en el segundo, los conflictos del Islam frente al Sionismo; en el tercero, los conflictos del Islam frente a las potencias occidentales encabezadas por Estados Unidos y los países desarrollados.
d.            Abundancia en recursos naturales y limitaciones
La región de la cual hablamos tiene ciertos recursos naturales abundantes de los cuales depende el mundo occidental y tiene a su vez recursos naturales limitados de los cuales dependen sus poblaciones para subsistir. Tal es el caso del petróleo y el agua. Quienes controlen tales recursos naturales controlarán de manera política, económica y militarmente la región.
1. Petróleo
Iraq posee el 14% de las reservas de petróleo en el mundo. Irán, Kuwait y Arabia Saudita poseen el 11%, 12% y el 33% de éstas respectivamente. Entre estos cuatro países se encuentra el 60% de las reservas mundiales conocidas de petróleo. Lo anterior se expresa, para cada país, en la cantidad de 100 billones, 92.9 billones, 97.1 billones y 257.6 billones de barriles de petróleo.
De estas reservas y de otras menores localizadas en otros países de la región depende la economía de Estados Unidos en un 23%, la de Europa en un 40% y la de Japón en un 79%.
2. Agua:
Del agua que está disponible en el planeta, el 97.5% es agua salada. Del restante 2.5%, el 68.7% se encuentra congelada en glaciares, el 30.1% se encuentra en depósitos subterráneos, el 0.8% está en “permafrost” y solo el 0.4% se encuentra en la superficie o en la atmósfera.
Del agua que está en la superficie y en la atmósfera, el 67.4% se encuentra en lagos, el 12.5% mezclada con el terreno, 9.5% en la atmósfera, 8.5% en pantanos y 0.8% en lo que se conoce como biota. Tan solo el 1.6% del agua “dulce” se encuentra en los ríos.
En países como Arabia Saudita y todos aquellos que conforman la península arábiga, existe una clara escasez de ríos que permitan atender las necesidades de la población. Se depende en gran medida de procesos de desalinización del agua de mar o de la extracción de agua del subsuelo. Un artículo publicado en la revista Foreing Affairs en su edición de mayo/junio 2001, bajo la firma de Michael T. Klare y teniendo como título The New Geography of Conflict, se indica que para el año 2050, se estarán utilizando al máximo los recursos disponibles en estos países– en referencia a la región del Medio Oriente y Asia Central– por lo que se anticipan conflictos entre aquellos países que comparten un mismo recurso.
Los principales recursos hidrográficos compartidos en la región mencionada son los siguientes: (a) Río Nilo (Egipto, Etiopía y Sudán); (b) Río Jordán (Jordania. Israel, Iraq, Líbano y Siria); (c) Río Tigris y Éufrates (Irán, Iraq, Siria, Turquía); (d) Río Indo (Afganistán, India y Paquistán); (e) Río Amu Darya (Afganistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán).
Durante los pasados quince años Estados Unidos ha venido asumiendo el control de estos países o estableciendo acuerdos y alianzas económicas y militares con países donde se encuentran estas fuentes hidrográficas. En el caso del Río Nilo, al presente Egipto es uno de los aliados de Estados Unidos en todo lo relacionado con su política en el Medio Oriente. Egipto es a su vez el segundo país en la región en recibir mayor ayuda militar de Estados Unidos. Ni Etiopía ni Sudán cuentan con los recursos ni la capacidad para impedir el flujo del agua del río hacia Egipto.
En el caso del Río Jordán, el Reino de Jordania mantiene una relación amigable, discreta, con Estados Unidos y de distensión con Israel; Israel controla las Alturas del Golán que pertenecen a Siria, desde el cual accede a sus fuentes de agua y mantiene el control sobre el margen occidental del Río Jordán y con él, del Valle del Jordán; igualmente. Israel mantiene también una fuerte presencia militar en la frontera con Líbano que le asegura fácil acceso a los abastos de agua en esa región.
En el caso de los ríos Tigris y Éufrates, la ocupación militar de Estados Unidos en Iraq y su presencia militar en Kuwait y el Reino de Arabia Saudita le aseguran fácil acceso y control de sus abastos. La relación política de Estados Unidos con Turquía también favorece su acceso a las cuencas originarias de dichos ríos. No ocurre así en cuanto a Siria, donde al presente existe un conflicto interno, avivado por Estados Unidos y las potencias occidentales y la OTAN en contra del gobierno allí constituido.
En el caso del Río Indo, actualmente Estados Unidos mantiene una extraordinaria presencia militar en Afganistán, que alcanza ya 100 mil efectivos militares mientras que ha fortalecido extraordinariamente sus vínculos con Paquistán y desarrolla allí una guerra secreta, particularmente en la zona pastún fronteriza entre ambos países.
En cuanto al Río Amu Darya, la ocupación militar de Afganistán y los acuerdos alcanzados por Estados Unidos con algunas ex repúblicas soviéticas vecinas hoy le facilita el control de la zona.
Es importante señalar, que en la región del Medio Oriente y Asia Central, además de algunas ex repúblicas soviéticas, tanto Israel como India y Paquistán tienen capacidad militar nuclear mientras que Irán tiene el potencial de desarrollarla.
e.             El desarrollo del fundamentalismo islámico en Palestina y Líbano
Las derrotas militares sufridas por los países árabes en las guerras libradas contra Israel, particularmente en las últimas dos –en 1967 y 1973-, fueron interpretadas por amplios sectores de la comunidad islámica como un castigo de Alá por el alejamiento del pueblo musulmán respecto a sus preceptos y su fe. El triunfo del fundamentalismo de la revolución iraní en 1979 y la creación de la República Islámica de Irán sirvieron de estímulo a otros movimientos islámicos en los diferentes países árabes.
Luego de estas derrotas, se creó en Palestina en 1973 el Primer Centro Islámico. Surgió como una mezquita en torno a la cual se estableció una clínica, un club deportivo, una escuela para enfermeras, un comité para la caridad, un salón para realizar festejos y un centro para ayuda a la mujer. En 1978 se creó en Gaza la Universidad Islámica. En los territorios ocupados proliferaron las mezquitas (llegando a haber cientos de ellas) y otras iniciativas islámicas comunitarias.
Mientras se iba desgastando el prestigio de la Organización para la Liberación de Palestina (fundada en 1974 y reconocida por la ONU como la representante legítima del pueblo palestino), venía desarrollándose el Movimiento de Resistencia Islámica conocido como HAMAS. Esta organización, desarrollando gran parte de su trabajo entre la población palestina refugiada, fortaleció su trabajo y militancia a través de su participación en la Intifada o levantamiento popular en los territorios ocupados y su vinculación con el trabajo de los refugiados en las comunidades y campamentos donde conviven.
La OLP, que tomó partido en la Primera Guerra del Golfo con Saddam Hussein, fue deteriorando su ascendencia entre la población palestina. Aún así, durante este conflicto (1991) la OLP era la principal portavoz del pueblo palestino y la organización Al Fatah, fundada por Yasser Arafat, su principal exponente.
Durante el mes de octubre de 1991 se llevó a cabo en Madrid la Conferencia Internacional de Paz donde participaron diversos países árabes, el Estado de Israel, y los palestinos a través de la delegación jordana. Este encuentro llevó eventualmente en 1993 a la Conferencia de Oslo donde se suscribieron varios acuerdos, entre los cuales estaba el reconocimiento recíproco entre Israel y la OLP; un protocolo de entendimiento para la creación de un auto gobierno palestino; y se estableció un proceso de transición de cinco años creándose así la Autoridad Nacional Palestina en la Franja de Gaza. En 1996 se llevaron a cabo elecciones en las cuales fue electo Presidente de la ANP, Yasser Arafat.
El reconocimiento del Estado de Israel, la continuación de la ocupación de los territorios palestinos por Israel, la continuación de la política de nuevos asentamientos judíos en suelo palestino, la incapacidad de la ANP para detener los abusos del Ejército de Israel en los territorios ocupados, la ausencia de mejoramiento en las condiciones económicas de la población y la falta de capacidad de la ANP para resolver algunas de las necesidades básicas de la población, junto con la corrupción denunciada de sus funcionarios, fortalecieron más a HAMAS proyectándolo como alternativa del pueblo palestino en lucha. En las elecciones de 2006, se produjo el triunfo electoral de HAMAS.
James Petras, en un artículo titulado La estrategia de EE UU e Israel: Líbano e Irán, publicado por el periódico electrónico Rebelión, analizando de manera conjunta la situación de HAMAS en la Franja de Gaza y de HEZBOLÁ en el Líbano, indica lo siguiente:
“Paralelamente a la invasión de Líbano y Gaza, coordinada entre EE UU e Israel, Washington y el lobby judío se ocupaban del frente diplomático, intentando conseguir la aprobación de la ONU a un boicot multilateral a Irán por su legal programa de enriquecimiento de uranio. En el caso de Gaza, el lobby judío consiguió el apoyo unánime de la Casa Blanca, del Congreso y de los medios de comunicación al ponerle a HAMAS, movimiento electoral, la etiqueta de organización terrorista. Paradójicamente, el Presidente Bush dio su apoyo a “elecciones libres” los territorios palestinos, así como a la decisión de HAMAS de presentarse a elecciones. Después del reconocimiento de Bush de la naturaleza “libre y democrática” del proceso electoral en Palestina, el lobby presionó al Congreso y a Casa Blanca a fin de cortar toda ayuda y todo contacto con el Gobierno de HAMAS, democráticamente elegido. A su vez, la Casa Blanca presionó a la Unión Europea para que adoptase una posición similar. Israel bloqueó todas las rutas comerciales y se negó a entregar al nuevo Gobierno Palestino los impuestos que les correspondían. Israel actuó con el fin de asfixiar la economía palestina mientras el lobby judío conseguía el apoyo de EE UU a las políticas de Israel.
En sus seis meses de criminal campaña, Israel llevó sus incursiones armadas a gaza y Cisjordania hasta el homicidio deliberado de civiles, familias y niños cuando participaban en actividades tan inocentes como una merienda en la playa. Estas grotescas provocaciones israelíes tenían por objetivo llevar a HAMAS, un gobierno democráticamente elegido, a terminar con su alto al fuego unilateral, proclamado 17 meses antes. Un ataque palestino destinado a inutilizar un emplazamiento de tanques israelíes cercano a la frontera con Gaza y la captura de un soldado israelí sirvieron de pretexto para la invasión en gran escala de Gaza. El Gobierno israelí ordenó la destrucción sistemática de la mayor parte de la infraestructura vital de la zona: sistemas de tratamiento de aguas, plantas eléctricas, sistemas de alcantarillado, carreteras, puentes, hospitales y escuelas, a la vez que arrestaba a los líderes electos de la Autoridad Palestina, tanto de la rama ejecutiva como de la legislativa. Israel mató más de 250 palestinos en los primeros dos meses de su campaña “Lluvia de Verano” contra Gaza e hirió a más de 5,000 (“en su mayor parte civiles”, Hareetz, 4 de septiembre de 2006). Tras la debacle de Líbano, Israel lanzó una campaña masiva de “búsqueda y destrucción.”
La política ensayada por el Estado de Israel en los territorios de Gaza y Cisjordania, particularmente aquella dirigida contra HAMAS, a quien al igual que HEZBOLÁ consideran una organización “terrorista”, fue aplicada también en la última incursión de Israel al Líbano.
f.              Las invasiones de Israel al Líbano en 1982 y 2006
La campaña contra HEZBOLÁ en el sur de Líbano tiene como pretexto, las operaciones de las milicias organizadas por HEZBOLÁ (Partido de Dios) de orientación chiita, organización ésta que mantiene lazos de solidaridad con la República Islámica de Irán. Como en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania por parte de HAMAS, las milicias de HEZBOLÁ forman parte de la organización político militar que ha venido operando en el Líbano y se ha constituido en baluarte de la lucha del pueblo palestino y árabe musulmán. Cuando Israel invadió el Líbano en 1982 estas milicias le hicieron frente y nunca fueron derrotadas militarmente. Cuando se produjo la evacuación de las milicias de la OLP del Líbano, las milicias de HEZBOLÁ permanecieron en territorio libanés. A lo largo de los años se han hecho fuertes en la región sur del Líbano y desde allí libran una guerra de resistencia islámica contra Israel.
 Como HAMAS en los territorios ocupados en Palestina, HEZBOLÁ se ha convertido en una organización que atiende y resuelve la inmensa mayoría de los problemas cotidianos del pueblo palestino y la población chiita en el Líbano. Cuentan no solo con buen armamento, sino que muchos de sus combatientes tienen excelente entrenamiento militar.
La campaña militar de Israel contra HEZBOLÁ en 2006, como ocurrió con la lanzada contra HAMAS, tiene como meta frenar el desarrollo del fundamentalismo islámico en la población palestina, y contribuir al aislamiento de Siria e Irán y destruir aquellas organizaciones islámicas que se plantean la lucha contra el Estado de Israel. La excusa utilizada por el Estado de Israel en la campaña militar de 2006 en el Líbano fue la captura de dos soldados israelíes por parte de HEZBOLÁ en operaciones militares llevadas a cabo. No era la primera vez que algo así ocurriera. Entre Israel y HEZBOLÁ se habían dado en el pasado intercambios de prisioneros dado el hecho de que Israel mantiene en cárceles situadas dentro de su territorio a miles de militantes islámicos.
 Si bien mediante la invasión al Líbano las fuerzas armadas de Israel no alcanzaron plenamente sus objetivos militares y políticos que consistían en destruir a HEZBOLÁ, sí alcanzaron otros objetivos de muerte trazados como son la destrucción de más de 15,000 hogares y la muerte de más de 1,100 seres humanos, la mayoría no combatientes; la destrucción de la infraestructura civil del Líbano; el bloqueo ilegal de sus puertos y carreteras y la creación de una zona desmilitarizada dentro del territorio libanés a pesar que el ordenamiento internacional establece que tal zona desmilitarizada debe colocarse dentro del país agresor y no dentro del país agredido.
Se ha debatido sobre el desarrollo y resultado de la campaña militar de Israel sobre el Líbano. Para algunos como reseña Manuel Freytas, la incursión militar israelita y la férrea resistencia demostrada una vez más por HEZBOLÁ representa en términos estratégicos, una derrota para Israel y “un giro de 180 grados en su política de ‘disuasión’ hacia el mundo árabe practicada hasta ahora en el Medio Oriente: presentarse como una potencia invencible”. De lo anterior, indica el autor, Israel se movió a una serie de acciones criminales contra la población civil que rayaron en el genocidio como mecanismo para forzar una salida diplomática a la crisis en la que se habían sumido, obligándole a pasar de un “Plan A” a un “Plan B”.
James Petras, por su parte, en el artículo previamente citado, ve en la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU sobre un alto al fuego, un adelanto de la estrategia global de Israel y Estados Unidos en la región para aislar a Siria e Irán. Así, nos dice que la Resolución 1701 es “una copia textual de los objetivos estratégicos israelíes de destrucción de HEZBOLÁ, división de Líbano, obtención de la supremacía militar en Líbano y el aislamiento de Irán.”
Mediante la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, señala, se alcanzó por parte de Israel un objetivo superior al alcanzado en el año 2004 mediante la Resolución 1559 promovida por Francia y Estados Unidos, donde se demandaba la disolución y desarme de todas las milicias, fueran estas libanesas o no. Así, bajo la nueva Resolución 1701, se hace un llamado al desarme de HEZBOLÁ dentro del territorio libanés y no de las Fuerzas de Defensa de Israel dentro de su territorio; mientras HEZBOLÁ implantó un cese unilateral al fuego, Israel continuó ocupando territorio libanés, se mantuvo desarrollando operaciones militares y mantuvo por un tiempo adicional el bloqueo de los puertos libaneses.
En estos momentos, como indica Petras, Israel continúa reservándose el derecho a enviar comandos y fuerzas especiales al interior del Líbano para continuar su faena contra HEZBOLÁ y sus dirigentes, mientras consigue crear un foco de tensión con el envío de fuerzas militares libanesas al sur del país para que persigan los combatientes de HEZBOLÁ.
El 12 de enero de 2011, un total de diez ministros de Hezbolah y sus aliados, junto a otro independiente, presentaron sus renuncias al Gabinete en el gobierno que presidía el Primer Ministro Rafick Hariri en el Líbano. De acuerdo con seguidores de Hariri, se trata de un movimiento tipo “golpe de Estado”, dirigido a impedir que un tribunal de Naciones Unidas que investiga el asesinato de su padre, Saad Hariri en 2005, quien también fuera Primer Ministro, saque a flote la alegada complicidad de la organización Hezbolah (Partido de Dios) en el magnicidio. Los partidarios de Hariri, de tendencia musulmana suni, consideran que la decisión de Hezbolah, de tendencia chiita, junto con el apoyo obtenido de parte del líder druso Walid Jumbalt, de impulsar como nuevo Primer Ministro a Najjib Mikati, llevará al país a un clima de inestabilidad política. Mikati es un multimillonario libanés educado en Estados Unidos pero vinculado con Hezbolah.
Hariri y su partido “Alianza 14 de marzo”, cuenta con el respaldo de Estados Unidos y Arabia Saudita; mientras que Mikati, vinculado con Hezbolah, cuenta con el apoyo de Siria e Irán. La decisión de la mayoría de los parlamentarios libaneses, es decir, 65 de los 126 miembros que componen el parlamento, en apoyar a Mikati en el proceso de formar un nuevo gobierno ha desatado la furia de los seguidores de Hariri. Estos han tomado las calles de diversas ciudades libanesas en protestas convocadas por sus líderes en lo que han denominado “Día de la Ira”.
De acuerdo con la Constitución del Líbano, nacida de su independencia de Francia en 1943, el poder político se reparte tomando en consideración a las confesiones religiosas de su población. Así, 40% del gobierno lo integran los cristianos y 60% lo integran musulmanes. Estos últimos incluyen suníes, chiitas y drusos.
De acuerdo con Hassan Nasrallah, uno de los dirigentes de Hezbolah, el ex Primer Ministro Hariri y sus seguidores utilizaron el proceso judicial para “respaldar falsos testimonios” contra su organización al vincularla con un asesinato, que a juicio de Hezbolah, es imputable al Estado de Israel. Hariri, por su parte, acusa a Mikati de traición ya que en las últimas elecciones legislativas figuró en la lista de sus candidatos.
Las graves implicaciones que tendría un nuevo conflicto en el país, conflicto éste que sin dudas irradiará toda la zona convulsa del Medio Oriente, ha llevado a que países como Irán, a través de su Ministro de Relaciones Exteriores, Alí Akbar Salehi; y el Presidente de Siria, Bashar al Assad, hayan expresado su posición en favor de una solución libanesa a la crisis; es decir, una solución en la cual las potencias imperialistas y en particular Israel, mantengan manos afuera. No necesariamente este será el interés de otros estados en la búsqueda de una solución ya que en los casos particulares de Estados Unidos e Israel, la posición histórica que han mantenido parte de la premisa del no reconocimiento de Hezbolah como fuerza política representativa del pueblo del Líbano.
Ciertamente, no podemos pasar por alto la presencia de cientos de miles de refugiados palestinos en el Líbano, ni del papel que estos juegan dentro de la vida de este país. En momentos en que el pueblo palestino, aún dentro de sus circunstancias particulares y sus diferencias, gana cada vez más espacio en la comunidad internacional su demanda por el reconocimiento formal internacional de la existencia de un Estado palestino independiente. La situación surgida en el Líbano, sin embargo, puede tener nuevas implicaciones en el futuro del pueblo palestino y sus legítimas aspiraciones.
g.            La situación en la Franja de Gaza
Las hostilidades militares del estado de Israel contra el pueblo palestino en Gaza el 27 de diciembre de 2008, trajo como más de un millar de víctimas fatales. Los heridos sumaron ya cerca de cuatro mil. La espiral de violencia desatada ha conllevado que una gran cantidad de estos muertos y heridos fueran civiles, incluyendo niños, ancianos y mujeres que en forma alguna se cuentan entre los participantes en la contienda armada como parte de las milicias organizadas por HAMAS.
En este conflicto no han sido pocas las denuncias hechas de violaciones del derecho internacional humanitario por parte de Israel contra la población civil. ¿Cuáles han sido estas violaciones? ¿Qué es el derecho internacional humanitario? ¿Cuál es la responsabilidad de la comunidad internacional dentro del drama que padece el pueblo palestino?
Se indica que el derecho internacional humanitario es un conjunto de normas adoptadas y sancionadas por la comunidad internacional cuyo propósito es, en situaciones en que se desarrolla un conflicto armado, proteger a aquellas partes que no son en sí propiamente “partes beligerantes en el conflicto”; o que habiéndolo sido, han dejado de participar en un conflicto armado como tales. Estas normas tienen además como propósito, limitar el marco de la acción de los estados y partes beligerantes en la forma y manera de conducir sus conflictos armados.
El derecho internacional humanitario impone a los estados y partes beligerantes distinguir entre la población civil y las personas que empuñan las armas como combatientes de manera que los primeros, dentro de un conflicto armado, no tengan que estar expuestos a las mismas circunstancias a las que se exponen los que sí son combatientes. En los casos de aquellos que empuñaron las armas y se encuentran heridos, capturados o de otra manera en una posición ajena al desarrollo de la parte armada del conflicto, no se les considera bajo la categoría de combatiente, por lo que como tales, se requiere se les respete su integridad física y su vida.
El origen del derecho internacional humanitario se encuentra en preceptos existentes desde tiempos remotos. De hecho, se indica que en el Código de Hammurabi, Rey de Babilonia, se establecía el precepto de que las leyes aprobadas servían al propósito de “evitar que el fuerte oprima al débil”. A través de siglos y desde diferentes culturas, se han establecido distintas normas dirigidas a “humanizar” la guerra. Sin embargo, es sino a partir del 1864, con la Convención de Ginebra para atender la situación de los soldados heridos en conflictos militares, cuando mediante un Convenio Internacional se codifica propiamente un derecho internacional humanitario. Desde entonces, en unos veinte acuerdos, tratados o convenciones aprobados por diferentes países que forman parte de la comunidad internacional de estados independientes, se han venidos estableciendo las normas que reglamentan los derechos concernientes a la situación de las partes beligerantes en conflictos armados.
Entre los aspectos reglamentados por el derecho internacional humanitario se encuentran: la situación de los heridos en combates; la prohibición del uso de determinados proyectiles en conflictos armados; la extensión de las normas de la guerra al escenario marítimo en el caso de náufragos; la prohibición del empleo en la guerra de armas con gases asfixiantes, tóxicos o medios bacteriológicos; aliviar las condiciones de vida de los enfermos capturados y el trato a dispensar por sus captores a los prisioneros de guerra; la protección de civiles en tiempos de guerra; la protección de bienes culturales en tiempos de guerra; la prohibición del desarrollo, producción y almacenamiento de armas bacteriológicas, biológicas y tóxicas, como también su destrucción; restricciones en el uso de armamento convencional que puedan considerarse excesivamente nocivo, o de efectos indiscriminados, incluyendo armas de fragmentación no localizables, el uso y destrucción de minas terrestres y antipersonales, el uso de “armas trampa” y armas incendiarias; el desarrollo, producción y almacenamiento de armas químicas; la prohibición sobre el uso de armas con rayos láser para provocar la pérdida de visión o ceguera en el personal militar participante en conflictos armados; y la protección de los derechos de la niñez, incluyendo la prohibición del uso de los niños y su participación en conflictos armados.
Como consecuencia de la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, donde se estima hubo un número similar en la cantidad de muertos entre civiles y combatientes, a diferencia de la Primera Guerra Mundial donde la proporción era de uno de cada diez, la comunidad internacional decide revisar en Ginebra los tratados internacionales hasta entonces existentes en materia de derecho humanitario. Estos tratados fueron objeto de nueva revisión en 1977, adoptándose los llamados Protocolos del Tratado de Ginebra. Estos consisten en el “Protocolo I”, relacionados con la protección de víctimas de los Conflictos Armados Internacionales, y el “Protocolo II”, relacionado con la protección de víctimas en conflictos no internacionales.
A la altura de 2004, 192 países habían suscrito su adhesión o ratificación de la Convención de Ginebra. En lo concerniente a sus Protocolos, 162 países se han adherido al primero, mientras 157 lo han hecho al segundo.
Los movimientos de liberación nacional y sus luchas anticoloniales se encuentran cobijados por el Protocolo I. De hecho, en la Resolución 2105 (XX), aprobada en 1965, la Asamblea General de ONU consigna el reconocimiento de la “legitimidad de la lucha que los pueblos bajo dominio colonial libran por el ejercicio de su derecho a la libre determinación y a la independencia.”
El derecho internacional humanitario también aplica en situaciones donde la violencia interna alcanza el grado de un conflicto armado; a los llamados “conflictos desestructurados”, que son aquellos donde el debilitamiento o desaparición de las estructuras estatales es total o parcial quedando así expuesta la población civil; y finalmente, a los “conflictos de identidad”, donde se pretende excluir a una parte de la población civil del territorio mediante las llamadas “limpiezas étnicas”.
Entre las protecciones del derecho internacional humanitario se encuentran aquellas en contra los atentados a la vida y la integridad corporal, incluyendo mutilaciones, tratos crueles, torturas y suplicios; la toma de rehenes; atentados contra la dignidad personal; condenas y ejecuciones sin juicio previo o ante tribunales donde el acusado no goza de garantías judiciales consideradas indispensables por los pueblos civilizados; y finalmente, la asistencia a heridos y enfermos.
La Convención de Ginebra asegura, además, en situaciones de conflictos internacionales los siguientes derechos: la garantía de libre paso de bienes necesarios para el abastecimiento de la población civil en situaciones en las cuales se produzca un bloqueo; el abastecimiento de la población del territorio ocupado, incluyendo acciones de socorro. Finalmente, en casos de conflictos internacionales, el derecho internacional humanitario reconoce, además, el “derecho de injerencia”, consistente en una acción armada justificada en situaciones humanitarias desde el punto de vista de brindar auxilio por razones humanitarias a la población civil víctima de un conflicto.
En el caso del derecho internacional humanitario, se reconoce al Comité Internacional de la Cruz Roja fundado en 1863, como también a las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja en cada país y a la Media Luna Roja en los países musulmanes como las instituciones a cargo de la prestación de ayuda tanto a combatientes como a la población civil en conflictos armados internacionales o conflictos no internacionales. Estas actividades incluyen: socorrer a los militares heridos, socorrer a enfermos o náufragos, visitar prisioneros de guerra, intervenir en favor de la población civil y velar porque las personas protegidas sean tratadas de conformidad con el derecho humanitario.
Aunque el derecho internacional humanitario aún no aplica a situaciones caracterizadas como actos de terrorismo, sí permite, en el caso de los conflictos armados ya sean internacionales o no, enjuiciar como criminales de guerra a los responsables por violaciones a los derechos de la población civil.
Las acciones del estado de Israel en Gaza, bombardeando indiscriminadamente escuelas bajo auspicio de las Naciones Unidas, bombardeando lugares en los cuales se ha refugiado la población civil para protegerse de los bombardeos indiscriminados; atacando coches de la Media Luna Roja en los cuales viajan personas que ya han sido víctimas de sus ataques contra facilidades hospitalarias y sanitarias; el asesinato de voluntarios de la Media Luna Roja mientras se desempeñaban en funciones de asistencia humanitaria a heridos o a ciudadanos afectados por los ataques de las fuerzas armadas israelíes; la destrucción sistemática de las residencias de familiares y funcionarios electos de HAMAS; la destrucción sistemática de mezquitas religiosas donde los musulmanes profesan su fe; el asesinato de niños; la interrupción indefinida de los suministros de agua potable y energía eléctrica hacia la Franja de Gaza; el bloqueo al tránsito de alimentos enviados por las organizaciones internacionales en apoyo a la población civil en Gaza, así como medicamentos y ayuda humanitaria internacional análoga al interior de la ciudad de Gaza; el cierre de los pasos fronterizos; entre tantas otras acciones ilegales, todo ello constituye una flagrante violación imperdonable del derecho internacional humanitario contra el pueblo palestino.
La impunidad con la cual hoy actúa Israel, que ha llevado a la utilización de bombas incendiarias y de fósforo en contra la población civil palestina, como antes fue la utilización indiscriminada de bombas de racimo contra la población palestina en el Líbano; unido al despojo del pueblo palestino de sus tierras y la pretensión de su renuncia por hambre, muerte y desolación a su derecho a la libre determinación y a la constitución de un estado independiente dentro de su territorio histórico, constituye una clara violación del ordenamiento internacional ante el cual la comunidad internacional no puede permanecer en silencio.
Ni la llamada tregua declarada “unilateralmente” en aquel momento por Israel en los días previos a la juramentación de Barack Obama como Presidente de Estados Unidos; ni las gestiones que sin la presencia de los legítimos representantes del pueblo palestino en Gaza llevaron a cabo diferentes estados árabes en la región, pueden condonar la barbarie cometida contra el pueblo palestino. El respeto a las normas vigentes del derecho internacional humanitario y su acatamiento por parte del estado sionista de Israel constituye hoy no solo una expresión de solidaridad con el pueblo palestino, sino también, uno de los más firmes reclamos de todos los pueblos en lucha.
Ya tan temprano como en la edición de la revista Foreign Affairs de julio/agosto de 2006 aparece un ensayo escrito por Barry Rubin, especialista en temas sobre el Medio Oriente, titulado Israel’s New Strategy. Se trata de un escrito elaborado aún cuando no se habían desarrollado los sucesos ocurridos aquel año en el Líbano.
La premisa teórica de la cual parte el autor es que en Israel estaría tomando vuelo la teoría de que la nueva política del Estado de Israel debe ser la de reconocer que mantener el control de la Franja de Gaza y del Margen Occidental del Jordán (“West Bank”), no es conveniente a los intereses de Israel.
Indica el autor, que factores tales como el crecimiento acelerado de la población árabe en comparación con la judía; los recursos que consume para el Estado de Israel darle protección a centenares de colonias de judíos aisladas unas de otras; el fin de la guerra fría; las contundentes victorias de Estados Unidos en Iraq y Kuwait; la pérdida de interés de los países árabes en el tema palestino y el conflicto árabe-israelí; la construcción de un muro entre el Estado de Israel y los territorios de la Franja de Gaza y Cisjordania, definiendo por primera vez una demarcación territorial clara entre ambos países; la pérdida de valor estratégico militar a la luz de los nuevos desarrollos tecnológicos y militares sobre la Franja de Gaza y Cisjordania; la incapacidad como gobierno demostrada por la ANP; y eventualmente, si es que quieren sobrevivir dicha Autoridad Nacional Palestina, el cambio en el discurso radical contra Israel por parte de algunos que todavía hoy se aferran a no reconocer al estado de Israel; todo ello apunta a la necesidad en ese cambio en estrategia. De hecho, el autor señala que el problema que enfrenta la región hoy no es tanto de terrorismo político sino religioso, por lo que el manejo de la situación no debe verse desde el punto de vista de intereses nacionales.
Ciertamente, si en efecto, como sugiere el autor en su escrito, estos cambios en la política de Israel hacia los palestinos están ocurriendo, sería lógico entender la estrategia de Israel en reducir al mínimo la capacidad económica de la Franja de Gaza y Cisjordania desde el punto de vista de la destrucción de su actual infraestructura. Esta también sería la lógica detrás de la nueva incursión de Israel sobre el Líbano en su empeño de destruir la infraestructura del país y la de HEZBOLÁ en el Líbano.
Esta política llevaría a un estado palestino aún más empobrecido que lo que está hoy día facilitando por medio de la dominación económica, el control político que Israel ejerce sobre el pueblo palestino. Después de todo, para el gran capital, la ocupación de los territorios no es ya pre condición a su control político. Sucesos recientes, como ha sido la respuesta del estado israelita al discurso pronunciado por el Presidente Obama en respaldo a la creación de un estado palestino independiente, dentro del marco de las fronteras de 1967, no hace sino confirmar la posición de fuerza de Israel.
Las recientes propuestas del Presidente de Estados Unidos Barack Obama con relación a una solución al conflicto palestino tienden a coincidir con lo expuesto por Barry Rubin en su escrito. En los próximos meses será necesario ver cuál será el desarrollo de estos debates en Israel ya que podría implicar un nuevo escenario político en la ya compleja situación del Medio Oriente.
a.           Antecedentes a la guerra:
El 21 de septiembre de 2001 el Presidente George W. Bush dirigió un mensaje al pueblo de Estados Unidos. Indicó que de acuerdo con cierta información proveniente de fuentes de inteligencia, la responsabilidad de una organización fundamentalista islámica de nombre Al Qaeda y su dirigente, Osama Bin Laden, eran responsables de los atentados terroristas acaecidos en Estados Unidos el día 11 de septiembre de 2001. Junto a estos, identificó también a las organizaciones islámicas “Jihad Islámico de Egipto” y al “Movimiento Islámico de Uzbekistán” como organizaciones vinculadas a redes terroristas esparcidas por más de 60 países en el mundo. El movimiento islámico en el poder en Afganistán, conocido por Talibán, fue identificado como responsable de proveerle albergue, apoyo y lugares de entrenamiento en su territorio a estas organizaciones terroristas.
En su discurso, Bush emitió un ultimátum al gobierno de Afganistán. Demandó la entrega a las autoridades estadounidenses de Osama Bin Laden y a los dirigentes de Al Qaeda; la liberación de todos los nacionales extranjeros encarcelados en Afganistán, incluyendo ciudadanos estadounidenses; brindarle protección a periodistas, personal diplomático y trabajadores internacionales en dicho país; el cierre inmediato y permanente de los campos de entrenamiento en Afganistán utilizados por estas organizaciones; la entrega de todos los llamados terroristas en dicho territorio y aquellos que apoyaban sus estructuras de funcionamiento a las autoridades pertinentes. De paso, reclamó, además, el derecho absoluto a que se le proveyera a Estados Unidos acceso a los llamados campos de entrenamiento, de manera que su país se asegurara que estas agrupaciones no pudieran volver a operar en dicho territorio.
En su declaración, el Presidente Bush lanzó, también, un llamado a la guerra contra Al Qaeda. Indicó que esta guerra no terminaría con el aniquilamiento de dicha organización y sus dirigentes; que a los terroristas se les privaría de sus fuentes de financiamiento; que serían empujados unos contra otros, perseguidos de un lugar a otro, hasta que no tuvieran refugio ni reposo. Con tal declaración se iniciaba la primera guerra del Siglo XXI, una guerra diferente, donde se utilizarían todos los medios diplomáticos, todas las herramientas de inteligencia, todos los instrumentos de interdicción policiaca, todas las influencias financieras y todos los armamentos necesarios.
b.          Las acciones terroristas en Estado Unidos:
El 11 de septiembre de 2001 millones de seres humanos a lo largo de todo el planeta vieron con horror las escenas dantescas provocadas por los choques de aviones cargados de pasajeros y combustible, estrellados con todo su poder de destrucción, contra dos símbolos ignominiosos del poder imperialista mundial. Las Torres Gemelas del World Trade Center en la ciudad de Nueva York, representaban para los atacantes el símbolo del poder financiero de Estados Unidos, que en el interés de maximizar sus ganancias económicas, ha condenado a la pobreza, el hambre, la desnutrición y la muerte a cientos de millones de seres humanos en el mundo. El edificio del Pentágono, localizado en la ciudad de Washington, constituía por su parte, el símbolo del poderío militar de la potencia mundial que históricamente ha destruido otros estados políticos; derrocado sus gobiernos, encubierto asesinos; sometido a millones de seres humanos a políticas genocidas de bloqueo económico; librado guerras de agresión contra pueblos en vías de desarrollo; entrenado torturadores en sus escuelas militares; inhibido las ansias de liberación, independencia, soberanía y auto determinación de las naciones; y finalmente, apropiado en muchos casos de los recursos naturales de otros pueblos.
Tales sucesos, ocurridos por primera vez en su historia contemporánea en suelo continental, llevó al pueblo estadounidense a sufrir en carne propia el flagelo de este mal, llamado terrorismo. Al día de hoy permanece abierto el debate en torno a qué fue en realidad lo ocurrido y la identificación de las responsabilidades por los mismos.
c.           Las medidas adoptadas por el gobierno estadounidense:
El día 12 de septiembre de 2001, el Consejo de Seguridad de la ONU, a instancias de Estados Unidos, cuando aún se desconocía la identidad de los responsables por dichos ataques, aprobó la Resolución 1368 en la cual se exhortaba a la comunidad internacional a colaborar con urgencia para someter a la acción de la justicia a los autores, patrocinadores y organizadores de los ataques en suelo estadounidense, subrayando el que los copartícipes en estos atentados y sus cómplices, rindieran cuentas por sus actos. En esta Resolución, el Consejo de Seguridad hizo un llamado a la comunidad internacional a prevenir y reprimir los actos de terrorismo. A la vez, consignó su disposición a tomar aquellas medidas necesarias para responder y combatir en todas sus formas tales actos de terrorismo.
El día 28 de septiembre de 2001, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 1373. En virtud de ésta, reafirmó el derecho inmanente de los Estados a la legítima defensa; la necesidad de luchar por todos los medios, según la Carta de la ONU, contra las amenazas a la paz y la seguridad internacionales; instó a los Estados a actuar urgentemente para prevenir y reprimir los actos de terrorismo; llamó a los estos a abstenerse de organizar, instigar y apoyar actos terroristas perpetrados en otro Estado, participar de ellos o permitir el uso de su territorio en acciones encaminadas a la comisión de dichos actos. Hizo también un llamado a los Estados a establecer controles en sus fronteras y en la emisión de documentos de identidad; a intensificar y agilizar los intercambios de información operacional; a revisar los procedimientos para la concesión de status de refugiados; y planteó la vinculación entre terrorismo internacional, delincuencia transnacional organizada, tráfico de drogas, blanqueo de dinero, tráfico ilícito de armas, circulación de materiales nucleares, sustancias químicas y biológicos, así como otros materiales letales. La Resolución hace además un llamado a la necesidad de promover iniciativas nacionales, sub regionales, regionales e internacionales para reforzar una respuesta regional a este reto y a las amenazas graves a la seguridad internacional.
Descansando en estas dos resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones y sin que en momento alguno el Congreso de Estados Unidos, que es quien constitucionalmente tiene el poder para declarar la guerra hubiera emitido una Resolución a tal efecto, el Presidente de Estados Unidos decidió, junto a una llamada coalición de países pertenecientes a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), iniciar acciones militares contra Afganistán.
d.          Inicio de las operaciones militares:
En efecto, el 7 de octubre de 2001 comenzaron las operaciones militares dentro del contexto de lo que se llamó inicialmente “Operación Justicia Infinita”, pero que luego, inmediatamente, su nombre se sustituyera por “Operación Libertad Duradera” para evitar así reacciones adversas en el mundo musulmán dadas su connotación religiosa.
Las primeras operaciones militares consistieron de bombardeos de los campamentos que utilizaba Al Qaeda como centros de entrenamientos; mientras desde la región Norte del país, donde operaba hacía años la denominada Alianza del Norte, se infiltraron efectivos de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos para gestionar el apoyo e incorporación de los efectivos militares de la Alianza del Norte en la lucha contra el Talibán.
La Alianza del Norte es un frente muy heterogéneo de organizaciones, algunas totalmente disímiles unas de otras tales como: Partido Islámico de Afganistán, Partido Islámico para la Unidad de Afganistán, Movimiento Islámico Nacional de Afganistán, Movimiento Islámico de Afganistán y la Unión para la Liberación de Afganistán.
Tras una corta campaña militar, el 13 de noviembre de 2001 la capital Kabul, fue tomada por efectivos de la Alianza, logrando así Estados Unidos imponer en el gobierno de Afganistán a Hamid Karzai. Se indica por la revista The Economist, en un artículo publicado en su edición del 22 de agosto de 2009 que Karzai era un pequeño dirigente proveniente de una familia de la etnia Pastún que participó del jihad o guerra santa librada por el pueblo afgano contra la presencia soviética. Como tal Karzai, quien para el año 1996 trabajaba para la compañía estadounidense UNOCAL durante el gobierno del Talibán, fue colocado por Estados Unidos como líder del pueblo afgano tras la ocupación de su territorio en el 2001.
Durante su campaña como candidato a la Presidencia de Estados Unidos, Barack Obama, a la vez que se expresaba contrario a la presencia indefinida de Estados Unidos en Iraq, en el caso de Afganistán se refería a la situación creada en este país como una que no había escogido, una “guerra de necesidad” para Estados Unidos. De acuerdo con Obama, la presencia estadounidense en la región era necesaria a los fines de evitar la desestabilización de países vecinos como Paquistán, Irán, India y Rusia, todos con potencial nuclear. También indicaba, a pesar de que en esencia reconocía que Al Qaeda no tiene una presencia significativa en Afganistán, que una retirada abrupta de Estados Unidos y de las fuerzas de la Coalición de este país, propiciaría un fortalecimiento de Al Qaeda que hoy viene operando desde Paquistán.
La Coalición que encabeza Estados Unidos en Afganistán tiene desplegados en este país alrededor de 100 mil efectivos militares estadounidenses. De los muertos y heridos resultantes del conflicto bélico para la Coalición, la mayor parte son estadounidenses. De hecho, datos confirmados del propio Departamento de la Defensa de Estados Unidos dan cuenta, a la altura en que se escribe este artículo un total de 1612 efectivos fallecidos y 12,002 heridos. Es esta realidad, unida al gasto de más de decenas de miles de millones de dólares en Afganistán solamente, la que comienza a cuestionar el pueblo estadounidense en torno a la presencia de su país en esta guerra que sabe no podrá ganarse.
La situación interna en Afganistán es que luego de casi una década de haber invadido y ocupado este país, apenas el gobierno títere de Karzai controla su territorio más allá de los suburbios de Kabul a pesar de sus más de 100 mil efectivos militares afganos y 84 mil policías; y ciertamente han vuelto a ser hoy los señores de la guerra los que controlan junto a los talibanes amplias zonas del país.
A juicio de la reputada revista The Economist, en todo caso el Talibán no es sino el resultado de los grupos tribales oriundos de la región Pastún, mientras Al Qaeda es una organización terrorista articulada para destruir a Estados Unidos.
La guerra de Estados Unidos en Afganistán, que al presente constituye el conflicto bélico más extenso de Estados Unidos librado en su historia luego de su participación en la Guerra de Vietnam, cada vez más amenaza su propia estabilidad. Los distintos jefes militares designados por Estados Unidos para dirigir el esfuerzo militar de la OTAN en Afganistán no han hecho sino solicitar aumentos del contingente militar de Estados Unidos en este país. Publicaciones como la revista The Economist, cuestionan la sabiduría de semejantes decisiones considerando la misma como un gran error. De hecho, se le atribuyeron en un momento al General McChristal la expresión en inglés “Every day I realize how little about Afghanistan I actually understand” (Cada día me doy cuenta lo poco que actualmente entiendo sobre Afganistán)
El presidente Obama, quien como indicáramos, se ha referido a esta guerra como una “guerra de necesidad”, enfoca hoy la continuación de la presencia militar de Estados Unidos en este país no tanto desde la perspectiva de cuánto beneficio represente una salida en el fortalecimiento del Talibán en este país y sus repercusiones en Paquistán, sino en el efecto que tendría una salida apurada de Estados Unidos de Afganistán en el fortalecimiento que pueda resultar en beneficio del Al Qaeda. El propio General McChristal ha indicado que los recursos solicitados a Obama de por sí solos no necesariamente conducirán a ganar la guerra; sin embargo, ha indicado, recursos insuficientes en el país podría llevar a perder la misma.
e.           Las elecciones de agosto de 2009 y perspectivas:
Las elecciones efectuadas el pasado 20 de agosto de 2009 en dicho país constituyeron un enorme fraude. En ella, el actual presidente Hamid Karzai, pretendió evadir una segunda vuelta manipulando el proceso electoral de forma tal que apareciera al frente de su rival más cercano con un 54.6% de los votos emitidos. Una investigación de la Comisión de Quejas Electorales patrocinada por la ONU determinó la existencia de “pruebas claras y convincentes de fraude en los sufragios.” Las conclusiones de la investigación efectuada determinaron que el número de votos obtenidos por Karzai, aún con la manipulación del proceso, apenas llegaba en la primera vuelta al 48.3%, lo que obligaría a una segunda vuelta de votaciones, la cual se llevó a cabo el 7 de noviembre.
La magnitud del fraude tuvo como repercusión inmediata la congelación por parte de Estados Unidos de acoger positivamente la recomendación hecha para entonces por el Jefe Militar de la misión de la ONU en Afganistán, el General Stanley McChristal, a los efectos de enviar varias decenas adicionales de efectivos estadounidenses a este país hasta que no se resuelva en definitiva la situación planteada.
Inicialmente la Comisión Electoral afgana se negó a reconocer las recomendaciones de la Comisión de Quejas Electorales auspiciada por la ONU a pesar de ser éste el organismo que funge como árbitro en cuanto a las reclamaciones de fraude.
En segundo lugar en votos lo obtuvo Abdullah Abdullah. Este candidato había hecho el llamado a la formación de un gobierno provisional hasta tanto se dilucidaran los resultados de la investigación. Sin embargo, en la búsqueda de elementos que limitaran la inestabilidad política que tal propuesta conllevaría, algunos sectores impulsaron la idea de la formación de un gobierno de unidad o coalición que permitiera evitar una segunda vuelta electoral. Sin embargo, a la luz de la presión hecha por Estados Unidos, tanto Karzai como Abdullah respondieron aceptando la celebración de una segunda vuelta electoral.
La decisión tomada fue objeto de elogio por parte del senador John Kerry, Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos. El Presidente Obama, por su parte, indicó que la aceptación de una segunda vuelta electoral por parte del presidente Karzai demostraba que “tiene el interés del pueblo afgano en su corazón.”
Quizás Estados Unidos debió escuchar con mayor detenimiento las palabras de Marc W. Herold, publicadas en el periódico electrónico Rebelión el 24 de agosto de ese año cuando nos describió sus impresiones sobre Afganistán hoy, luego de ocho años de ocupación militar y miles de muertos y destrucción:
“Los años han pasado y los cadáveres y la destrucción se han multiplicado. Los talibanes y sus aliados controlan ahora franjas inmensas en Afganistán. El régimen afgano posterior al conflicto, planificado en la Conferencia de Bonn patrocinada por Estados Unidos (diciembre 2001), ha demostrado ser una mera hoja de parra para toda una colección de rapaces señores de la guerra; la corrupción y la violencia de la vida diaria no conocen límites; el estatus de la mujer afgana, que nunca representó una preocupación seria para Occidente, sigue siendo como antes; se han construido algunas escuelas para dinamitarlas después; una mafia de ONG ha descendido sobre Kabul en persecución de sus propias agendas; villas palaciegas y hoteles de lujo han brotado como champiñones, etc.”
La segunda vuelta no se llevó a cabo dada la renuncia del segundo contendor. El resultado fue el triunfo del candidato de Estados Unidos, Hamid Karzai.
f.            La situación política futura en Afganistán:
Uno de los factores que se estima ha incrementado la violencia en Afganistán se refleja no solo en los atentados contra civiles, sino también contra las fuerzas de seguridad interna afganas leales al gobierno de Karzai. Estos atentados se han ido extendiendo también contra las fuerzas de la coalición de la OTAN y Estados Unidos.
La situación política en Paquistán su vecino, particularmente en la región colindante con Afganistán, en las provincias occidentales de administradas por las estructuras tribales en Waziristán del Norte y del Sur también complican el cuadro para Estados Unidos en la región. Si bien hasta el presente Estados Unidos ha dependido mucho de aviones no tripulados conocidos en inglés por las siglas UAV’s (Unmanned Aerial Vehicles) utilizados en operativos militares contra dirigentes y bases de apoyo insurgentes en estas regiones, también han generado odio y resentimiento entre las autoridades locales de las tribus contra Estados Unidos, dado los errores cometidos en la selección y bombardeo de objetivos y las bajas civiles ocasionadas.
Una desestabilización de la situación en Afganistán seguramente contribuirá al desarrollo de la desestabilización del vecino Paquistán, donde Al Qaeda también opera y donde existe un fuerte y en ascenso movimiento del Talibán. Para Estados Unidos, el deterioro de la situación política y militar en Paquistán ciertamente colocaría en riesgo sus intereses ante el acceso por parte de organizaciones fundamentalistas musulmanas al armamento nuclear existente en Paquistán.
El operativo clandestino llevado a cabo por fuerzas especiales de Estados Unidos en Paquistán en el cual se dio muerte a Osama Bin Laden no ha cambiado en lo sustancial la situación de Estados Unidos en su guerra en la región.
Nos luce que la decisión inicial tomada por Estados Unidos de apostar a negociar su situación en Afganistán con cualquiera de los dos potenciales candidatos en una segunda vuelta electoral; así como también, más adelante, la de reconocer inmediatamente la legitimidad del gobierno de Karzai una vez Abdullah Abdullah se retiró de la contienda electoral, ha estado en todo momento predicada en la premisa de que ganara quien ganara, Estados Unidos y la OTAN se asegurarían de garantizar sus intereses en este país. ¿Cuáles son estos intereses?
 De acuerdo con Enrico Piovesana de Peace Reporter, más allá de lo aparente, es decir la situación relacionada con Al Qaeda o el regreso del Talibán al gobierno en Kabul, otros son los intereses principales en este país. Indica que Afganistán “tiene la desgracia de estar en el corazón del continente asiático, en una posición estratégica que permite a quien controle el país monitorear de cerca todas las potencias nucleares de la región; China, Rusia, India y Paquistán y completar el cerco a Irán, país que en caso de guerra con EE UU se enfrentaría a un ataque por dos frentes: Iraq y Afganistán.” Otro supuesto planteado por Piovesana es el negocio de las drogas, particularmente de la heroína, calculada en un negocio anual por valor de más de $150 mil millones por año; o el proyecto de construcción de un gasoducto de 1,680 kilómetros de largo para transportar gas desde Turkmenistán hacia Paquistán que cruzaría Afganistán, el cual fue iniciado en 1996 por la compañía estadounidense UNOCAL en cooperación con el gobierno del Talibán.
Afganistán también presenta intereses geopolíticos para Occidente desde el punto de vista de la presencia los accesos al gas natural en países como Irán y Turkmenistán; como también a los afluentes acuíferos del Río Amu Darya que discurre por su territorio.
Ciertamente podríamos indicar que uno solo de estos objetivos por sí mismos no constituyó la causa aislada de la invasión a Afganistán en el año 2001, aunque sí la suma de todos constituye una buena razón que justifique la presencia estadounidense y de las tropas de la OTAN en este país. Posiblemente el mejor indicador de que la situación en Afganistán representa un laberinto sin salida para Estados Unidos es la decisión del gobierno afgano encabezado por Karzai con la bendición de este país de iniciar conversaciones con grupos talibanes con miras a formar un gobierno de unidad nacional contra Al Qaeda.
Las elecciones en la República Islámica de Irán de 2009 y su programa nuclear
 El 12 de junio de 2009 se efectuaron elecciones presidenciales en la República Islámica de Irán. En ella fue declarado ganador el entonces presidente Mahmud Ahmadineyad obteniendo casi dos tercios de los votos, lo que representa una ventaja sobre su rival, el ex Primer Ministro del país Mir Hussein Mussavi de cerca de 10 millones de votos. Aún así, importantes movilizaciones populares de ciudadanos en las calles de las principales ciudades cuestionaron la legalidad del resultado imputando al gobierno fraude masivo.
El denominado Consejo de Guardianes, que se asemeja a lo que sería una cámara alta aún dentro del contexto de un estado donde existe un parlamento unicameral, ha señalado que a pesar de que ocurrieron cierta irregularidades, como es el hecho de que en cerca de cincuenta ciudades participaran más votantes que personas registradas para ejercer su derecho al voto, no se produjeron errores graves, por lo que no era necesario realizar nueva elecciones. Tal parece que la diferencia en votos obtenidos por el Presidente en funciones, al superar a su contrincante por tan amplio margen, a juicio del Consejo de Guardianes cualquier error como el señalado no tendría efectos en el resultado final de las votaciones.
La realidad de la República Islámica de Irán y sus procesos electorales o la configuración de sus estructuras de gobierno no pueden ser examinadas a base del molde del estado de derecho que configura nuestro sistema de gobierno o el de Estados Unidos. Por tratarse de realidades distintas el examen y valoración que llevemos a cabo tiene necesariamente que partir de premisas distintas.


Irán es un país muy grande. De hecho, es el décimo octavo país más grande del mundo con una población que supera los setenta millones de habitantes. Localizado en Asia Central, colinda en el Norte con Rusia, el Mar Caspio y Turkmenistán; en el Sur con el Golfo Pérsico; en el Oeste con Iraq y Turquía y en el Este con Afganistán y Paquistán. Su Constitución de 1979 define el país como una República Islámica abarcando varios sistemas de gobernabilidad que se entrelazan unos con otros. Existe un ALíder Supremo@, responsable del cumplimiento de las políticas generales de la República, quien también es Comandante de las Fuerzas Armadas y la seguridad del Estado. Este es nombrado por la AAsamblea de Expertos@, cuerpo compuesto por 86 religiosos. Como tal el ALíder Supremo@es el dirigente máximo del Cuerpo de Guardias de la República Islámica constituido por doce teólogos, seis nombrados por el Líder Supremo y otros seis nombrados por el poder judicial y nominados por el parlamento.
El Presidente del país es el segundo funcionario más alto después del ALíder Supremo@. Todos los candidatos a la presidencia del país tienen que tener el aval del Consejo de Guardianes previo a la formalización de sus candidaturas. El Presidente, electo por voto directo, designa y supervisa el Consejo de Ministros. El parlamento iraní, conocido como Asamblea Consultiva Islámica lo conforman 290 diputados. Toda legislación aprobada por el parlamento, encargado de ratificar tratados, establecer leyes y aprobar el presupuesto, tiene que ser ratificada por el Consejo de Guardianes. En el caso del Poder Judicial, el jefe de esta rama de gobierno, es decir el Presidente del Tribunal Supremo, al igual que al Procurador General, lo designa el Líder Supremo.
La República Islámica de Irán surgida en abril de 1979, es la criatura de un proceso de lucha revolucionaria que llevó al derrocamiento del Sha de Irán en enero de ese mismo año. El anterior gobierno, surgido y amamantado por Estados Unidos e Inglaterra, gobernó el país con mano férrea, desarrollando contra su pueblo persecuciones, encarcelamientos y torturas, a la par que su familia y allegados se lucraron y enriquecieron despojando al país de sus recursos económicos. Es esta una de las razones por las cuales Paul Graig Roberts, ex Secretario Adjunto del Tesoro durante la administración de Ronald Reagan, indica en un artículo publicado bajo el título de )Una Guerra contra un Irán Satanizado? que los iraníes tienen una Aamarga experiencia con el gobierno de EE. UU.@ Así, nos recuerda que la primera elección democrática que tuvo Irán tras su colonización y ocupación por espacio de cincuenta años, fue la invalidación de la misma por Estados Unidos para instalar en lugar del elegido, Aun dictador que torturó y asesinó a disidentes que pensaban que Irán debía ser un país independiente y no ser regido por un títere de Estados Unidos.@
Tras el derrocamiento del régimen del Sha como resultado de la lucha revolucionaria encabezada por el símbolo de la resistencia iraní exiliado en Francia, el Ayatolah Ruhollah Jomeni, se funda la República Islámica que conocemos hoy.
El candidato opositor del Presidente Mahmud Ahmadineyad en las pasadas elecciones, Mir Hussein Moussavi, fue Primer Ministro del Irán durante los ocho años de la guerra de Iraq contra Irán. En Occidente se le atribuye ser un candidato reformista mientras al actual presidente se le señala como el candidato de la línea dura perdiendo de perspectiva que quien fija los parámetros de la política en Irán no es el Presidente del gobierno sino el Líder Supremo y en Consejo de Guardianes. No obstante lo anterior, sin embargo, ciertamente existen algunas diferencias entre ellos. Phil Wilayto, en un artículo escrito para Truthout el pasado 19 de junio de 2009 nos advierte que posiblemente las diferencias principales las encontremos en la propuesta de cada candidato ante el Artículo 44 de la Constitución. Según reza el mismo, la economía iraní se sostiene básicamente en tres sectores: las empresas propiedad del Estado, las empresas cooperativas y las empresas privadas. En Irán, las empresas básicas principales sobre las cuales depende el país son aquellas controladas por el Estado, incluyendo las que producen el petróleo y sus derivados y el gas natural. Moussavi prometió abrir espacio a la proceso privatización en el país, a la libertad de expresión y ha prometido la derogación de las leyes que mantienen en el control del Estado las estaciones de televisión. También planteó un nuevo enfoque hacia el problema del desarrollo nuclear indicando que existen diferencias entre los armamentos nucleares y la tecnología nuclear.
Quizás ahí se encuentre la razón del apoyo internacional que este candidato recibió en la prensa internacional, el cual se sostuvo con el apoyo material de aquellos mismos sectores económicos que apuestan a las posibilidades que le abriría la privatización de la economía de Irán. De hecho, uno de los principales aliados que tuvo Moussavi en su campaña fue el ex Presidente Akbar Hashemi Rafsanjani, quien es un reconocido empresario y decidido promotor del libre mercado.
El gobierno de Estados Unidos mantuvo inicialmente una política conservadora en el drama del resultado de la elecciones en Irán. Más adelante, el Presidente Obama, a la par que indicaba reconocer la soberanía de la República Islámica de Irán y que no interferiría con sus asuntos internos, condenó lo que llamó Asupresión violenta de su propio pueblo@ y alabó las protestas de aquellos que marchan en Irán demandando el cese de la Abrutalidad y amenazas@en el país. Sin embargo, tal discurso no debe confundirnos. Se trata del mismo país que anualmente invierte entre $70 a $90 millones en apoyo a organizaciones disidentes dentro de Irán y donde cinco años antes un presidente como fue George Bush, con el mayor descaro, se robó las elecciones de su país.
En el caso de la Unión Europea, la respuesta fue más abierta, demostrando sus gobiernos nacionales una clara y ruidosa simpatía por Moussavi. Un examen de la prensa internacional y los múltiples escritos y análisis hechos en torno a la situación en Irán, sin embargo, permite establecer claros linderos en lo relacionado con las simpatías o apatías a ambos candidatos y sus propuestas de gobierno.
La situación en la República Islámica de Irán tampoco puede desvincularse de la discusión relacionada con el desarrollo del programa nuclear de este país, las operaciones encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos y el Mossad de Israel y la lucha en la región por el control de los recursos petroleros y de gas natural, de los cuales Irán controla el 11% de las reservas mundiales de petróleo mientras es el segundo país productor de gas natural después de la Federación Rusa. A lo anterior se suma la posición estratégica geopolítica de Irán ante el conflicto que actualmente libra Estados Unidos en Afganistán y Paquistán, países estos fronterizos con Irán y el apoyo brindado por la República Islámica de Irán a la población chiita en Iraq y a agrupaciones como Hezbolah y Hamas en el Medio Oriente.
Ciertamente la situación en Irán es un eslabón más en la cadena de tensiones que impacta Asia Central y el Medio Oriente en su relación con Occidente, como también un escenario adicional donde se libra la lucha por el control imperialista de los recursos naturales de la región.
La situación política en Paquistán
La República Islámica de Paquistán fue creada el 14 de agosto de 1947 cuando obtuvo su independencia del Reino Unido. En el periodo previo, Paquistán formó parte del virreinato de la India bajo la dominación británica. A raíz de la disolución del mandato inglés en 1947, surgen como entidades políticas separadas India y Paquistán. Dentro de las divisiones políticas creadas por el imperialismo inglés, optaron por dividir la superficie del virreinato en dos estados políticos. El criterio para la división fue la fe religiosa predominante en la población de diferentes regiones. Así las cosas, Paquistán, con un 97% de la población musulmana, queda dividida físicamente en dos porciones, donde al centro de ambas se extendía por la porción Norte de India.
Como indicamos, Paquistán pasó a denominarse Paquistán del Oeste y Paquistán del Este. Años más tarde y luego de un violento proceso de lucha de liberación nacional, la porción conocida como Paquistán del Este se independizó de Paquistán pasando a denominarse a sí misma como el Estado de Bangladesh.
La República Islámica de Paquistán se encuentra localizada en lo que antes se llamó Paquistán del Oeste. Queda localizada colindando con sus vecinos India, Irán, Afganistán, China y el Mar Arábigo. Es el sexto país con mayor población en mundo, superando los 165 millones de habitantes, los cuales conviven sobre una superficie de 803,940 kilómetros cuadrados.
El nombre que lleva el país, se indica, proviene del fundador del Movimiento Nacional Paquistaní, Chaudhary Rahmat Alí, como un acrónimo de las cinco provincias musulmanas del norte de la India a la altura de 1933: Punjab, Provincia del Noroeste(afgana), Cachemira, Sind y Beluchistán. En el idioma urdú y en persa significa “Tierra de los Sagrados”, o “Tierra de los Puros”.
Políticamente hablando, Paquistán es hoy una federación de cuatro provincias, a saber: Beluchistán, Frontera del Noroeste, Punyab y Sind; un territorio como capital de nombre Islamabad; y finalmente, varias áreas tribales.
Entre India y Paquistán, desde la misma independencia, existe una disputa territorial en el territorio de Cachemira donde, al presente, luego de graves enfrentamientos militares entre ambos países, existe un estado de guerra permanente no declarada, aunque temporalmente sujeta a una frágil tregua entre ambos pueblos.
Las denominadas áreas tribales localizadas en la porción occidental del país, colindan con su contraparte tribal dentro de su vecino Afganistán.
Desde su fundación en 1947, Paquistán ha estado sujeto a diferentes dictaduras militares. Al igual que su vecino la India, Paquistán, a pesar de la gran pobreza de su población, ha invertido grandes cantidades de dinero y al presente cuenta, con armamento y capacidad nuclear.
Desde hace años, Paquistán ha estado expuesto al fortalecimiento de las corrientes fundamentalistas islámicas. Dentro de su territorio coexisten diversas organizaciones islámicas que impulsan el concepto “Jijad Islámica” o Guerra Santa del Islam contra Occidente. Igualmente, dentro de su territorio, particularmente aquel que colinda con Afganistán, ha venido utilizándose como zona de operaciones por Al Qaeda, como también el desarrollo y fortalecimiento del Talibán.
De acuerdo con un escrito publicado el 6 de noviembre de 2009 en la página electrónica de Asia Times on Line por el periodista Pepe Escobar bajo el sugestivo título de “Welcome to Pashtunistan”, en la zona fronteriza entre Afganistán y Paquistán viene desarrollándose una especie de “balcanización” que bien pudiera llevar a la creación de dos nuevos estados: Pashtunistán en territorio hoy comprendido dentro de Afganistán; y Baloshistán, en territorio comprendido en lo que hoy es Paquistán.
Indica Escobar que las tribus Pashtun de la región a ambos lados de la frontera, nunca se han resignado a la división artificial hecha por los ingleses en 1897 al establecer la Línea Durand con el propósito de dividir la cohesión de las tribus allí existentes. De hecho, señala que no es extraño encontrar familias divididas viviendo en ambos lados de la frontera. Señala también, que en la Frontera del Noroeste se insiste cada vez más por sus poblaciones en cambiar el nombre de la región a Pachhunkhwa (Tierra de Pashtunes). La mayor parte de la población en la región son pashtunes seguidores del Talibán.
La situación política para Estados Unidos en esta región, a ambos lados de la frontera, es cada vez más precaria. Mientras Estados Unidos recurre con mayor frecuencia al uso de aviones de combate no tripulados para perseguir y bombardear alegados objetivos militares donde opera el Talibán en las provincias paquistaníes colindantes con Afganistán; el sentimiento anti estadounidense crece más y se desplaza por todo el país.
El deterioro de la situación militar de Estados Unidos en Afganistán ha planteado para el Presidente Obama, a la luz de las recomendaciones del entonces encargado militar estadounidense en este país, el General Stanley McChristal, el envío de 34 mil soldados adicionales, lo que elevó a más de 100 mil el número de efectivos estadounidenses en Afganistán. El control que ha ido obteniendo el Talibán en Paquistán en la zona fronteriza con Afganistán, que ha llevado al gobierno paquistaní a lanzar en estas provincias una importante ofensiva militar, está muy lejos de estar obteniendo el éxito que los voceros del gobierno pretenden darle. De hecho, algunos analistas estiman que Estados Unidos ha intervenido con India para que se relajen las tensiones en la frontera con Cachemira de manera que Paquistán pueda destinar mayores recursos militares a la situación de seguridad que tiene en esta región fronteriza con Afganistán.
La realidad es que al lado de ambas fronteras, y luego de más de nueve años desde que Estados Unidos iniciara sus operaciones militares en Afganistán contra el Talibán, la situación parece no acabar. Por el contrario, cada vez la situación se torna más contraria a Estados Unidos y favorable al Talibán. Del beneficio de esta correlación de fuerzas, claro está, se beneficia también Al Qaeda.
https://www.alainet.org/es/articulo/152398
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