Deuda, eurobonos y Europa
22/09/2011
- Opinión
Europa vive días negros. La Unión Europea está paralizada para hacer frente a la especulación contra las deudas soberanas, así como para neutralizar el juego gangsteril de las agencias de rating. Tampoco resuelve la grave situación de Grecia ni parece saber cómo ayudar de verdad a Portugal, Irlanda, Italia y España, no jorobándolos con recortes, teniendo en cuenta a la ciudadanía, claro. Claudi Pérez ha sido crudo al escribir que “las autoridades europeas se han mostrado incapaces de gestionar la crisis del euro, que es la crisis del proyecto europeo. Parchean, aplazan una solución definitiva y hacen evidente la principal fragilidad de la Unión Europea: la falta de unión política que obliga a fraguar complicados acuerdos, mientras los especuladores atacan”. Porque en el fondo, la cuestión es quién paga los platos rotos: la ciudadanía o el poder financiero. José Manuel Naredo ha sintetizado lo que ocurre: “Es vergonzoso que se juegue a salvar Europa, hundiéndola como proyecto social y político”.
Cómo se deshace Europa se concreta en el enfrentamiento por la emisión de eurobonos para hacer frente a los ataques contra las deudas soberanas europeas. Los eurobonos, de existir, serían títulos de deuda emitidos por la Unión Europea para conseguir capital y, como cualquier bono, reembolsables en un plazo concreto más los intereses pactados. La diferencia con el actual fondo de rescate temporal europeo (en el que cada estado responde individualmente) es que la garantía de los eurobonos sería mancomunada por ser títulos de deuda respaldados solidariamente por todos los países de la zona euro. Si por fin se crearan, supondrían cierta cesión de soberanía al eliminarse las emisiones de deuda por cada Estado, pero blindarían a la eurozona del ataque de los especuladores, a quienes resultaría mucho más costoso atacar la deuda de los 17 países del euro. España, Italia, Grecia y Portugal apuestan por la creación de eurobonos, pero no así Alemania y Francia, que aún creen fervientemente (sobre todo Alemania) que no se dan las garantías necesarias de los países que han de hacer ajustes y necesitan apoyo financiero hoy y los próximos años. Porque, en definitiva, se trata de hacer frente a la crisis de la deuda desde el sálvese quien pueda o desde la solidaridad.
Aunque la emisión de eurobonos, si es la única medida, podría ser pan para hoy y hambre para mañana. Más allá de la crisis actual, Europa necesita ser una auténtica Unión Europea y no lo que es. Una Unión que tuviera una política económica y fiscal común y no solo una estreñida unión monetaria. Pero hay más. Si de resolver la deuda se trata, tal como insiste Eric Toussaint, ¿por qué aceptar que los derechos económicos y sociales de los pueblos sean sacrificados otra vez en beneficio de banqueros y similares? Para que así no sea, además de avanzar hacia una auténtica Unión Europea, hay que empezar por auditar las deudas. Para anular la parte ilegítima de las mismas, explica Toussaint; la que se ha contraído para beneficiar a una reducida minoría de población en perjuicio de la mayoría de la ciudadanía. Deudas que son ilegítimas y odiosas. Porque los préstamos están plagados de condiciones que violan derechos económicos y sociales de gran parte de la población. Porque los prestamistas chantajean a los países deudores. Porque los prestamistas se enriquecen de forma abusiva imponiendo tipos de interés indecentes.
La cosa funciona así: los bancos privados consiguen préstamos del BCE al 1,25% y prestan ese dinero a Grecia, Irlanda y Portugal a más del 4% a 3 meses y al 12% a 10 años, en el caso de Grecia. Beneficio por no hacer nada (salvo especular) a costa del sufrimiento de la ciudadanía. Al tiempo que la Unión Europea, Banco Central Europeo y FMI exigen rebajas y recortes sociales que violan derechos sociales y económicos.
En realidad, para afrontar la deuda en Europa, la crisis en general, la amenaza de recesión y el enquistamiento del desempleo, hace falta más coordinación europea, más regulación financiera, banca pública, mayor distribución del ingreso y más gasto público, así como reformas fiscales progresivas para corregir la desigualdad. De no hacerlo así estaremos haciendo la Europa de la señorita Pepis, no una Unión Europea de verdad.
- Xavier Caño Tamayo es Periodista y escritor
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