Las FARC: entre golpes militares y persistencia de un proyecto con poco futuro
- Opinión
Las FARC son una guerrilla que se ha caracterizado históricamente por su persistencia –terquedad la han denominado algunos- y su tendencia a ser poco flexible ante los cambios de las coyunturas. Esa es una característica, en general, de miradas muy ortodoxas en política –coherencia la denominan otros- y que se expresaba en situaciones como el remitir siempre que se exploraban posibilidades de salidas políticas negociadas a los diez puntos de la llamada ‘Plataforma para un Gobierno de Reconstrucción y Reconciliación Nacional’, a pesar de que la misma fue formulada en una coyuntura política muy distinta.
Las FARC empezaron su derrota estratégica en los diálogos del Caguán –entendida ésta como la inviabilización de su proyecto en lo militar y su pérdida de credibilidad en lo político-, porque allí, después del auge y protagonismo nacional e internacional que le produjeron los mismos, se empezó a evidenciar ante la sociedad colombiana y la comunidad internacional, a una guerrilla que no tenía ninguna vocación cierta de llegar a un acuerdo de paz en el marco de una sociedad democrática –por supuesto los gobiernos y el establecimiento colombianos contribuyeron de manera efectiva a resaltar esto a través de los medios de comunicación-. Pero igualmente, a partir de la reingeniería de la Fuerza Pública, apoyada inicialmente en el Plan Colombia, permitió que la misma se prepara para una fase de la confrontación militar con la más alta tecnología disponible y con formas de operación militar que cambiaron sustancialmente la correlación y que cada vez más hicieron inviable el proyecto de las FARC de construir lo que llamaron un ‘ejército del pueblo’ y por lo tanto las forzaron a continuar con la clásica guerra de guerrillas, cuya característica fundamental es ‘golpear y huir’ y aprovechar al máximo las oportunidades que del adversario.
Por supuesto una guerrilla tiene, en un país con la geografía del nuestro, la eventualidad de mantenerse por mucho tiempo sin ser derrotada de manera definitiva, pero igualmente sin ninguna posibilidad cierta de futuro.
Los impactos de la muerte de Alfonso Cano
No hay duda que la muerte del primer comandante de las FARC, Alfonso Cano, es un gran logro para la Fuerza Pública colombiana y para el gobierno del Presidente Santos –quién le ha dado los golpes más contundentes a esta guerrilla, primero como Ministro de Defensa y ahora como Presidente-, pero este golpe es parte de una serie en los últimos cuatro años que han impactado a muchos de sus mandos medios y miembros de su Secretariado. Sin embargo, es necesario valorar cuáles son los impactos más importantes de este último hecho.
Realmente pareciera que en la medida en que la Fuerza Pública logra golpear a los mandos de esta organización –altos y medios-, si bien las posibilidades de su remplazo siempre están presentes, el interrogante se plantea en relación con la calidad de los mismos –militar y política- y esto podría ser un factor de debilitamiento a mediano plazo.
Una reflexión que surge se deriva de las condiciones de precariedad en que se encontraba el líder de las FARC, tanto en lo relativo al escaso número de guerrilleros que lo acompañaban, el encontrarse en una casa campesina, habiéndose afeitado -su barba en cierta medida se habían convertido en parte de su símbolo histórico-. Esto para cualquier analista habla de las difíciles condiciones en que se encontraba.
Algunas voces, pensando más con el deseo seguramente, están augurando ya la crisis y el desmoronamiento de las FARC, sin embargo es necesario, con mucho realismo, señalar que esta guerrilla cuenta con un mando colectivo, el Secretariado, y un plan de trabajo definido conjuntamente –esto lo conoce muy bien la Fuerza Pública- por lo tanto su actuar no depende exclusivamente de lo que proponga, diga, o decida un determinado comandante militar. Hay que decir que las FARC no son una organización caudillista, sino clásicamente leninista. Esto es necesario recordarlo para situar los impactos –que los hay y de diversa naturaleza- en su verdadera dimensión.
Recordemos lo negativo de expresiones, especialmente para las propias tropas oficiales, como la que convirtió en emblemática el último comandante de las Fuerzas Militares del Gobierno Uribe, Freddy Padilla de León, que “estamos en el fin del fin”, pues ese tipo de declaraciones envía un mensaje de tranquilidad equivocado y de que ya todo está ganado; esto puede llevar a que se baje la guardia y se olvide que la guerrilla tiene la capacidad de golpear y eventualmente muy fuerte. En el mismo sentido triunfalista podrían situarse las declaraciones de que ahora vendrían desmovilizaciones masivas de miembros de esta guerrilla.
Es verdad que Alfonso Cano representaba una transición entre los fundadores –los llamados ‘marquetalianos’ de origen campesino- y una nueva generación de miembros del Secretariado más urbanos y de formación marxista y que habría logrado consolidar su liderazgo después de la muerte del mito fundacional que fue Manuel Marulanda, desafío bastante difícil. Igualmente algunos consideran que Cano era el último de los líderes con simbolismo histórico dentro de las FARC y por consiguiente remplazarlo les va a generar problemas en la conducción inicialmente, pero creería que cualquiera que sea su sucesor –Timochenko o Iván Márquez parecen los más probables-, igualmente en un plazo prudencial va a lograr igualmente consolidar su propio liderazgo.
No hay duda que hay un impacto a nivel interno de la organización –tanto en su militancia como en su dirigencia-, aunque en principio la reacción sea de reafirmarse en su lucha y reivindicar a sus líderes caídos, sin embargo es probable que a mediano plazo y de manera más analítica, especialmente en sus mandos –medios y altos- se valore más seriamente la alta capacidad que ha venido mostrando la Fuerza Pública colombiana en darles golpes contundentes y si bien ellos pueden estar convencidos que la muerte es una posibilidad real dentro de su lucha, la eficacia del Estado puede llevarlos a valorar con seriedad las posibilidades de encontrar salidas de cierre de esta confrontación militar a través del diálogo.
Igualmente no se puede desconocer el impacto sobre sus entornos políticos, tanto en el mundo rural como en lo urbano, que cada vez ve que ese tipo de lucha no tiene ningún futuro y esto puede desestimular los apoyos; por supuesto en el conjunto de la sociedad se refuerza la idea de las FARC como una guerrilla cada vez más debilitada y sin ninguna posibilidad de sobrevivencia.
A nivel internacional un golpe militar como el que estamos comentando tiene igualmente un impacto muy grande; aquellos sectores que en algún momento pudieron ver con buenos ojos a organizaciones como las FARC sin duda que piensan dos veces si vale la pena seguir apostándole a una propuesta que no tiene ninguna posibilidad cierta y los gobiernos e instituciones verán al gobierno colombiano como uno con gran fortaleza para combatir a los grupos ilegales que pretenden amenazar su seguridad y la de su sociedad. Sin duda el prestigio de la Fuerza Pública colombiana se aumentará en la comunidad internacional y el gobierno de Santos ganará mayor respetabilidad.
Por supuesto esto no significa que se esté ad portas de cerrar este conflicto interno armado. No hay duda que las diferentes estructuras de las FARC, de acuerdo con sus posibilidades regionales y sus planes pre-establecidos continuarán intentando golpear a la Fuerza Pública y seguir siendo un factor de inestabilidad y una amenaza para la seguridad ciudadana y nacional. Es decir, a pesar del desprestigio de las FARC y de los golpes que le ha producido la Fuerza Pública, seguirá intentando golpear al Estado y la sociedad.
Escenarios posibles
El interrogante de qué va a pasar con las FARC después de la muerte de Alfonso Cano, permite, para una balanceada respuesta, pensar en escenarios posibles de su comportamiento político y militar. Insistiendo en que cualquiera de estos escenarios se expresaran más claramente en el mediano plazo; en el corto plazo lo esperable son las declaraciones de reafirmación de la lucha y acciones militares donde la oportunidad se lo permita.
Es probable que los procesos de acercamiento con el ELN se mantengan y consoliden, aunque es poco previsible que avancen de manera conjunta a una unidad de acción y tampoco a iniciativas compartidas para iniciar proceso de negociación hacia la paz. Sin embargo, si sería previsible que si se abren procesos de conversaciones pudieran confluir las dos guerrillas en los mismos.
El primer escenario es el de la continuidad. En este escenario sigue primando lo militar sobre lo político. Es el más probable y dentro del mismo sus estructuras continuaran tratando de golpear a su enemigo y en ese sentido es necesario recordar que en un conflicto como el existente en el país si la Fuerza Pública no está permanentemente atenta a no caer en errores, el costo puede ser alto.En ese sentido hay que recordar que si bien el Ejército colombiano sabe de guerra irregular como pocos, igualmente tiene una contraparte, una guerrilla con acumulados de confrontación de varias décadas, que es capaz de golpear muy duro, por eso un error puede salir muy costoso.Lo anterior se acompañará, con declaraciones del nuevo primer comandante que definan las FARC o de su Secretariado, de voluntad de paz, pero sin concretar hechos que permitan realmente tener certeza de su decisión de avanzar hacia un proceso serio de cierre de la confrontación militar.
El segundo es el de la iniciativa política. En este primaría lo político sobre lo militar. Deseable pero poco probable. Aquí se esperaría que el nuevo mando de las FARC, una vez se consolide internamente, tome la iniciativa de proponer salidas hacia una negociación del conflicto interno armado, que vayan acompañadas de hechos –liberación unilateral de secuestrados, renuncia al reclutamiento de niños, disposición a un cese de hostilidades, etc.- y que en ese contexto el gobierno colombiano tenga la suficiente habilidad política para responder positivamente –en principio con aproximaciones y contactos reservados- y logren construir conjuntamente un escenario de negociación con cese previo de hostilidades y una agenda realista que permitiera en un plazo razonable hacer un cierre definitivo del conflicto interno armado. Esto tendría que estar precedido por un debate interno muy amplio dentro de las FARC y seguramente con influencias tanto de sectores políticos nacionales –por ejemplo, un acuerdo entre todas las fuerzas políticas-, como de la comunidad internacional. En este escenario los hechos militares deberían tener tendencias claramente decrecientes.
Como conclusión podríamos afirmar que en el corto plazo no parecen darse cambios sustanciales en relación con el conflicto interno armado, tendremos ‘más de lo mismo’, pero sí es posible que en el mediano plazo y de manera progresiva iremos avanzando hacia un escenario de marginalización de la confrontación armada y de posibilidades ciertas de cierre definitivo de la misma.
Alejo Vargas Velásquez
Profesor Titular Universidad Nacional, Coordinador Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 280
Semana del 11 al 17 de Noviembre de 2011
Corporación Viva la Ciudadanía.
http://www.viva.org.co/
semanariovirtual@viva.org.co
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