La navidad y año nuevo ¿traen algo importante?

28/12/2011
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Pensaba que solo yo era un aguafiestas; que no solo que no participaba de estas celebraciones (navidad y año nuevo) sino que estaba contra ellas. Mas, conversando con viejos y nuevos amigos, están de acuerdo conmigo, pero no lo dicen.
 
Los que ya hemos cumplido los primeros 50 años o más, recordamos una navidad más austera y solo dedicada a los niños. Los niños eran los dueños de la fiesta; y si bien los mayores participaban y se hacían los generosos, era una fiesta de, por y para los niños. Desde el cura de pueblo hasta las madres y padres de familia, procuraban que sean los niños los agasajados. Y, desde entonces, ya se barajaban eso que ahora llaman la lucha de clases. El niño de familia pudiente, recibía, como regalo navideño, una bicicleta o algo que lo distinga. El niño de familia pobre, en el mejor de los casos, tenía ropa nueva o, cuando más, una pelota de trapo, de esas que hacían las madres de familia, con sus propias manos.
 
Y todos, absolutamente todos, gozábamos haciendo nuestros propios pesebres. No había límite a la imaginación: desde luego, tenía que haber un “Niño Dios” a veces más grande que su propia madre, la virgen María y San José. Unos burritos por aquí y unos burritos por acá. Y lo alfareros de Pujilí se lucían con sus borregos o sus caballos de mil colores. Y los reyes magos, con sus regalos en mano, yendo y preguntando dónde queda el pesebre de Belén. Para honrar al niño ”recién nacido” como decía, hace años, cuando en los pueblos se pasaba la pasión y vida de Cristo, pero en películas mudas (blanco y negro, por supuesto). Y en los pueblos de América Latina era un pretexto para que los mayores (o más viejos) se “chumen” (se emborrachen) en honor del Niño Dios.
 
Hoy en día, las navidades son de todos y todas. Y los menos atendidos, son los niños. Ya muy pocos se acuerdan de los pesebres, porque “eso es de mal gusto” Compre, compre y compre. Si no tiene plata, pague después, pero pague: a 3 meses, a 6 meses, como guste. Y si no puede pagar, le quitamos lo comprado, no le devolvemos ni medio, y todos felices. Pero no se quede atrás. Ya nadie hace los antiguos pesebres, con las vaquitas, los burritos y San José y la Virgen María, en un pesebre. Los llamados nacimientos solo se los encuentra en concursos nacionales, que algunos nostálgicos lo promueven. El mismo Niño Dios es un ser que ha desaparecido del escenario. Hoy, el antiguo y viejo Papá Noel, a quien le dejaban los niños los viejos zapatos en una ventana para que les pongan los juguetes, ha sido remplazado por el Santa Claus (¿quién también será?) que solo sabe sonreír y decir jo,jo,jo. Ya los y las niñas no ponen los zapatos en la ventana, porque se los roban (los zapatos)
 
Se ha impuesto la sociedad de consumo; y muchos empresarios (comerciantes) “hacen su agosto” en los meses de noviembre y diciembre. Según cálculos del sistema neo capitalista, en estos tiempos (me estoy refiriendo al 2011) como que la sociedad de consumo no funciona ciento por ciento, por la crisis económica que sacude al primero, segundo y tercer mundos. O si funciona, la mayoría de personas no quiere comprar, como antes. Y eso, para el sistema capitalista (así sea neo) significan pérdidas millonarias. Los bancos, por ejemplo, si en el 2010 ganaron tantos millones de dólares, en el 2011, que ha sido malo, “solo ganaron” tantos millones. Y eso, para ellos, son pérdidas.
 
El problema es que cada navidad no solo evidencia la cara fea del capitalismo (la pobreza, la miseria, la corrupción) sino que no soluciona nada. Ni siquiera el de los juguetes que, a pesar de que son hechos con la tecnología moderna, no duran ni 24 horas en manos de niños y niñas. El quid es que están hechos para eso; y de que de “eso” dependen las utilidades de los capitalistas, que los hacen, y de los capitalistas que los venden. ¡Imagínense! que se siguieran haciendo juguetes que duren, los inversionistas y sus primos, los intermediarios, estarían en quiebra permanente. Y los culpables serían los empleados y trabajadores, que para eso están. Y para que les paguen una miseria.
 
Vemos en la televisión (los programas de los famosos) que algunas gentes, que ganan millones de dólares al año, “se vuelven generosos” y dan algo a los más pobres. Pero no solucionan nada. En el mes de enero del siguiente año (en este caso el 2012) vuelve a comprobarse que hay niños africanos que se mueren de hambre, que hay muchas familias, inclusive en los países llamados ricos, que siguen viviendo en la pobreza y la miseria. Y así. Para eso se han inventado los teletones. Unas generosas personas (muchos políticos, entre ellos; y unas también “generosas” modelos) reúnen millones de millones. Y para quedar bien, “se hacen anunciar” que la firma tal y el millonario cual dona tantos miles (nunca millones) de sus arcas. Pero nadie se acuerda de seguirles la pista. No se sabe si llegan a dar lo que han prometido, aunque si se ha comprobado que los teletones sirven para que determinadas firmas (de los patrocinadores) se rebajen el impuesto a la renta que deben pagar.
 
Lo mismo podríamos decir de los años viejos y nuevos. A más del ejercicio, muy humano, de querer reducir el tiempo a un pinche reloj, que inclusive puede dañarse o pararse (el tiempo sigue inexorable, para todo el mundo, inclusive los ricos) pero no pasa absolutamente nada. El nuevo año sigue igual que el anterior (o peor) y se ha reducido a promesas incumplidas; promesas que, en la mayor parte de los casos, no pasan de eso. Y nunca hay que olvidar que, de buenas intenciones, está empedrado el camino que va al infierno. Esto hay que preguntarles (y sobre todo recordarles) a jefes de estado, alcaldes, prefectos, ministros y más.
 
No soy de los nostálgicos que piensa que los tiempos pasados fueron mejores, aunque, viéndolo bien, si. Estoy seguro que la humanidad siempre quiere ir adelante; pero, con frecuencia, retrocede. En algunos casos, son dos pasos adelante y tres atrás; o cuatro pasos adelante y dos atrás. Desde que se fundaron las Naciones Unidas (1945) por decir algo, hemos mejorado, hemos avanzado. Pero, cuando vemos a un Secretario de las Naciones Unidas (Van Ki Moon, creo que se llama) hablar de paz, de democracia, de libertad, mientras el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ordena la captura (vivo o muerto) del famoso coronel Kaddafi (mientras era aún el Jefe de Libia, y este es asesinado, a sangre fría, en su tierra natal Bengasí - Libia por tropas de sicarios) permite, en cambio, que los israelitas del señor Netanyahu asesinen palestinos en sus propias casas, pienso que hemos vuelto al 28 de enero de 1912, en que fue asesinado y arrastrado por las calles de Quito, nada menos que el fundador del liberalismo en el Ecuador (Eloy Alfaro) y sus hermanos; y esto aun cuando el principal diario de esa época (El Comercio de Quito) trate de justificarse, en estos días, con entregas del escritor e historiador Enrique Ayala Mora. Pero José Peralta (ese liberal machetero de siempre) dice lo contrario en su libro “Los Asesinos de Alfaro” y hasta reproduce algo que dijo el mencionado diario, poco antes del asesinato de los Alfaro.
 
 Dicen los politicólogos que, en la raza humana, siempre han existido pobres y ricos; yo agregaría, y unos cuantos oportunistas. Y siempre los pobres han tenido que trabajar para los ricos. Un obispo de Honduras, cuando el golpe militar contra Zelaya, dijo más o menos lo que sigue (no es textual): que está muy bien que los hijos de los ricos vayan a las escuelas privadas, que son caras; y que los hijos de los pobres (que no tienen plata) vayan a las escuelas públicas. Que, de esa manera, se mantienen las diferencias raciales ya que los pobres siempre serán pobres, porque así lo quiere Dios y la Virgen María. Lo contrario es irse contra una voluntad divina. Y todo lo que es contra la razón divina, es pecado. Con razón que los pobres y los ricos y los curas se han olvidado del “niño dios” en las navidades.
 
Los únicos que tuvieron un primero de enero diferente, fueron los cubanos. El 1 de enero de 1959 huyeron a Miami (que está a 90 millas) Batista y sus muchachos; y cinco días después, entraba a la Habana, triunfantes, Fidel Castro y sus barbudos. Los más, experimentaron y respaldaron el proceso revolucionario (hasta ahora) a pesar de las muchas privaciones a las que fueron sometidos, inclusive un bloqueo del gran imperio que ya lleva medio siglo de existencia. Todo a nombre de la “democracia y la libertad” Los menos fueron a “dinamizar” Miami con sus dólares mal habidos y sus prácticas dolosas; y hasta ahora sueñan y piensan que algún día retornarán a Cuba, a recobrar sus cabarets y sus tiendas y sus factorías.
 
Yo estoy de acuerdo con la costumbre ecuatoriana de quemar a los años viejos, minutos antes de que llegue el año nuevo. Si no fuera porque me han de calificar de troglodita, yo prefería que se quemen vivos a algunos personajes (políticos, en su mayoría) nuestros, como hacen las comunidades indígenas con algunos ladrones. Y ni así nos libraríamos de semejante plaga. El año nuevo llegará, de todas maneras, y todo seguirá como antes, muy a pesar de los testamentos. En estas piezas literarias (no todas) la gente del pueblo dice muchas verdades; verdades que se quedan en decires. Otras piezas se quedan en insultos, de la peor bajeza, ya que hacer periodismo de humor, según lo dice hoy (El Comercio de Quito) Rodrigo Villacís, no es nada fácil, de manera especial cuando se pretende hacer chistes con el higado
 
Miento, no todo será igual. Por ejemplo, los ecuatorianos nos sumiremos en un “año político” (¿y cuándo no es político?) y aparecerán, a veces de la nada, los “salvadores de la patria” a prometernos, en especial, “democracia y libertad” porque el dictócrata 2 (Rafael Correa) tiene casi todo los poderes. Y si el Juez decide que el ex Vicepresidente Alberto Dahik puede volver al país, sin orden de prisión, pero a responder por lo que hizo (¿o no hizo?) en 1995, pues entonces –hay que adivinar- ¿qué se trae entre manos? el malo de Correa. Y si no viene el ex Presidente Abdalá, pues hay que pensar que el malo de Correa se trae algo.
 
Pregunto: ¿sirve de algo el nuevo año? ¿Sirven de algo las nuevas navidades? Que cada quien saque sus propias conclusiones. Amén
 
Quito, diciembre 28/2011.
 
 
 Alberto Maldonado S.
Periodista – Ecuador
 
https://www.alainet.org/es/articulo/155003
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