Economía política del TLC con Corea

06/02/2012
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Los neoliberales insisten en que el “libre comercio” actual resulta del mercado de capitales y de la ventaja comparativa para el intercambio de mercancías. No obstante, las propias autoridades estadounidenses han resaltado que el “libre comercio también afecta la seguridad de nuestra nación” (USTR 2001, Annual Report).

No es nuevo. En la segunda pos-guerra, aliados “no comunistas”, como Taiwán y Corea, recibieron trato especial para “resguardarlos de la tentación del comunismo” (Dugger, 2008). Se les suministró capital subsidiado, fomento para sustituir importaciones y acceso comercial especial (Suárez, 2009). Eisenhower declaró que “los sacrificios del pueblo estadounidense en la causa de la libertad…desde el cierre de la Segunda Guerra Mundial, se mide en miles de millones de dólares” y, en 1954, firmó un tratado de seguridad y defensa mutua, por el cual aún permanecen 30 mil soldados norteamericanos en Corea, su relación es estratégica.

Las relaciones militares tienen fundamento económico. Entre 1994 y 2010, la inversión norteamericana en Corea pasó de 4.334 millones de dólares a 30.165, casi 50% de ellos en manufactura; también en instituciones financieras, seguros y comercio mayorista. El intercambio anual es de 80 mil millones y la inversión coreana en suelo americano es 15 mil millones, principalmente en comercio mayorista. En 2007 sellaron un TLC, ya aprobado.

El crecimiento de Corea se basó en el apoyo estatal a los chaebol, conglomerados familiares-industriales que abarcan desde comunicación satelital y equipo electrónico, energía solar y eólica, barcos, maquinaria e instalaciones industriales y siderurgia hasta bienes de consumo final, como automóviles y electrodomésticos. Hyundai, Samsung, LG, Daewoo y Kumho, están entre los principales.

Industria compleja, salarios competitivos y mano de obra calificada, con jornada industrial laboral de 47,4 horas/semana, la mayor entre las economías principales del mundo (www.salaries.org). Sin embargo, la revista The Economist de noviembre 12 de 2011 advirtió sobre el eventual agotamiento del modelo coreano y sus implicaciones, que ya no es país en desarrollo, que debe competir con los grandes, que “necesita algo nuevo para sostener su crecimiento” y que la tasa anual de inversión bajó del 30% del PIB a mediados de los noventa a 17% en 2010. Preocupa igualmente la concentración en su economía, en desmedro de los pequeños negocios.

Corea del Sur, duodécima economía mundial, es asociado principal de Estados Unidos en Asia-Pacífico. Firmas como Chevron, JP Morgan, Cargill, Caterpillar y Boeing han sentado allí sus reales. El TLC con Colombia, les brinda mayores espacios, refuerza al socio predilecto que nos propinará un “golpe peor que el de la apertura y el TLC con USA” (Sarmiento, 2012). El círculo reforzará la especialización colombiana en minería e hidrocarburos y, así, esta colonia inferior también le cotiza al “aliado estratégico”.

Bogotá, febrero 1 de 2012

https://www.alainet.org/es/articulo/155674

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