¿Transformaciones y/o transiciones?

Post-extractivismo y pluriverso

21/03/2012
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 473: Extractivismo: contradicciones y conflictividad 06/02/2014
Profundamente inmersa en la historia de la modernidad occidental desde la Conquista, la región conocida como América Latina y el Caribe podría estar al borde de una transición sustancial.  Es pronto para decir si las transformaciones en curso equivaldrán a una transformación dentro del espacio cultural-político definido por la euromodernidad –es decir, transformaciones dentro de un solo universo, así sea multicultural- o un paso adelante hacia un verdadero cambio de modelo cultural –un Pachakuti, o transición hacia el pluriverso inter-cultural.
 
Según Blaser (2007) el momento actual en el continente debe ser visto en términos de una doble crisis: la crisis del modelo desarrollista neoliberal de las últimas tres décadas; y el fin de la hegemonía del proyecto modernizador iniciado con la Conquista, es decir, la crisis del proyecto de traer la modernidad al continente.
 
Dado este doble contexto, el argumento general es el siguiente: Las actuales transformaciones socioeconómicas, políticas y culturales en América Latina sugieren la existencia de dos proyectos potencialmente complementarios, pero también contradictorios: a) modernizaciones alternativas, basadas en un modelo de desarrollo anti-neoliberal y tendientes a economías mixtas, potencialmente solidarias y postcapitalistas, y a una forma alternativa de modernidad (una modernidad satisfactoria, en palabras de García Linera, es decir, más justa e incluyente).  Este proyecto tiene su origen en el fin de la hegemonía del proyecto neoliberal, pero no se compromete significativamente con el segundo aspecto de la coyuntura, es decir, la crisis de la euromodernidad; b) proyectos de transición de modelo de sociedad, potencialmente decoloniales, basados en un conjunto diferente de prácticas (por ejemplo, comunales, indígenas, híbridas y, principalmente, pluriversales e interculturales), tendientes a una sociedad postliberal (una alternativa a la euromodernidad).  Este segundo proyecto surge del segundo aspecto de la coyuntura y pretende transformar al liberalismo y al desarrollo.  Valga establecer dos precisiones.
 
Primero, considero que ambas opciones son importantes y que ambas de algún modo se están dando a nivel tanto de los estados como de los movimientos sociales; mientras que a nivel del Estado predomina la orientación hacia la modernización alternativa, la segunda opción no está del todo ausente para el caso de algunos de los gobiernos progresistas, como por ejemplo en el caso del Buen Vivir y los derechos de la naturaleza en Ecuador.  Sin embargo, es de anotar que la gran mayoría de las movilizaciones de izquierda continúan siendo claramente modernizadoras.  La segunda opción estaría representada por algunos movimientos sociales y  diversas formas del pensamiento.  De ahí la importancia de analizar estas opciones a nivel de a) el Estado; b) los movimientos sociales; y c) los nexos entre ambos.  Teóricamente hablando, planteo esta interrogante: ¿es posible ir más allá del capital como expresión dominante de la economía, de la euromodernidad como construcción cultural dominante de la vida socio-natural, y del Estado como expresión central de la institucionalización de lo social?  Si esta hipótesis es válida, podríamos hablar de tres escenarios: postcapitalista, postliberal y postestatista.  Tal cosa requeriría una radical transformación del monopolio de la economía, del poder y del conocimiento, que hasta hace muy poco ha caracterizado a las sociedades modernas/coloniales.  Un criterio básico para responder a estas preguntas y determinar el carácter de los cambios es saber hasta qué punto están siendo cuestionadas las premisas básicas del modelo de desarrollo.
 
Segundo, entiendo el post que antepongo a capitalista, liberal y estatista de un modo muy específico, similar al caso del postdesarrollo.  El postliberalismo apuntaría a un espacio/tiempo en el que la vida social no estuviese completamente determinada por los constructos de la economía, el individuo, la racionalidad instrumental, la propiedad privada y demás factores que caracterizan al liberalismo y a la modernidad.  No es una situación a la que se haya de llegar en el futuro, sino algo que está en permanente construcción.  De manera semejante, “postcapitalismo” implica considerar a la economía como constituida por diversas prácticas capitalistas, capitalistas alternativas y no capitalistas, tales como se concibe en la economía social y solidaria; supone un estado de cosas en el que el capitalismo ya no es una fuerza económica hegemónica (así sea dominante en muchos casos), en que la dimensión ontológica de ‘la economía’ no está completa y ‘naturalmente’ ocupada por el capitalismo, sino por un conjunto de economías: solidaria, cooperativa, social, comunal, etc. que no pueden ser reducidas al capitalismo.  En otras palabras, el prefijo post indica la noción de que la economía no es esencialmente ni naturalmente capitalista, las sociedades no son naturalmente liberales y el Estado no es, como habíamos creído, el único modo de establecer y regular lo social.  Esto no quiere decir que el capitalismo, el liberalismo y las formas estatales dejen de existir; significa que su centralidad discursiva y social ha sido parcialmente desplazada, permitiendo así ampliar la gama de experiencias que son consideradas alternativas válidas y creíbles a lo que hoy predomina (Santos 2007).
 
Hablar de “post”, finalmente, debe entenderse como parte de una estrategia epistémica y cultural de ampliar los espacios para pensar de otro modo sobre la realidad socio-natural –quizás una estrategia provisional.  El gran desafío está en visibilizar lo “no-liberal/no-capitalista/no-estatal” en sus propios términos.  Este proceso –no solo de descolonización epistémica sino de verdadera re/construcción de mundos y conocimientos de otro modo--  desborda el panorama actual de las ciencias sociales modernas, incluyendo las vertientes europeas del pensamiento crítico.  En otras palabras, el proyecto de mundos y conocimientos de otro modo se vislumbra en los bordes o límites de la teoría crítica, pero solo avanzará a medida que construye otros lenguajes y otras formas del saber (aunque incorpore aspectos de dichas teorías críticas de alguna manera).
 
Transformación o transición
 
Si esta interpretación tiene validez, podríamos concluir que América Latina se encuentra en una encrucijada fundamental: entre proyectos de transformación social y económica, alternativas a las que han predominado en el continente durante la mayoría de su historia, pero que tienen lugar de todas formas dentro el espacio/tiempo cultural definidos por la modernidad dominante; y proyectos de transición cultural o, mejor, de transiciones hacia modelos de vida diferentes a los modelos occidentales modernos que definen la globalización, el desarrollo, la economía y el progreso.  De hecho, el concepto de transición está surgiendo con fuerza a nivel mundial, particularmente a raíz de la crisis combinada de energía, clima, alimentación y pobreza (transiciones hacia sociedades post-petróleo, bajas en consumo de energía, sustentables, y hacia la soberanía alimentaria con producción local y autonomías locales, en particular), pero también en términos culturales y espirituales. 
 
La mayoría de estos discursos de la transición están animados por una preocupación profunda por la vida.  Al hacer visibles los efectos perniciosos de las ideologías del individuo y del mercado,  estos discursos vuelcan la atención sobre la necesidad de reconstruir las subjetividades y la economía, con frecuencia en tándem con aquellas sociedades donde los regímenes del individuo y la propiedad privada no han llegado a controlar por completo la práctica social.  Estos discursos igualmente propenden por economías diversas centradas en la vida, cual es el caso de muchas visiones de la economía social y solidaria.  El énfasis de algunas de las visiones de transiciones en la espiritualidad, nos recuerda de la exclusión de esta importante dimensión por nuestras academias e izquierdas tan profundamente seculares.  La importancia de reconectar naturaleza y cultura, por último, significa que los discursos de transiciones ubican en el centro del proceso la necesidad de reconectarse con todos los seres vivientes, humanos y no humanos.   Todos estos factores apuntan hacia el surgimiento del pluriverso. [1]
 
Ahora bien, es de anotar que las implicaciones prácticas de este análisis son por demás complejas.  Aunque los gobiernos progresistas están haciendo esfuerzos importantes de transformación social, y han sin duda contribuido a la introducción del Buen Vivir (BV) y los Derechos de la Naturaleza (DN) como metas de acción social, las limitantes y tensiones para avanzar las dimensiones más radicales de la agenda son evidentes. Aparte de la encarnizada defensa de los órdenes establecidos por parte de las viejas y nuevas derechas y los intereses imperialistas, las tensiones y contradicciones de los proyectos transformadores son enormes.  Debido al peso histórico del liberalismo y el imperativo modernizante, el Estado está mejor capacitado para controlar o gobernar de acuerdo al modelo  desarrollista, que para potenciar las energías de los movimientos sociales.  En general, el modelo de desarrollo continúa causando estragos en el entorno natural debido a su dependencia de la acumulación, alimentada por la explotación de los recursos naturales (por ejemplo, hidrocarburos, soja, caña de azúcar, palma aceitera, minería).  De allí que a los modelos económicos de la mayoría de los gobiernos progresistas se les denomine ‘neo-extractivistas’ (Gudynas 2011).  Pero las posibilidades históricas derivadas de los discursos y acciones de algunos movimientos y –en menor medida- de algunos estados, no dejan de ser reales.
 
'Extractivismo sensato'
 
El compromiso con el BV y los DN impone como primer paso ineludible una estrategia para superar estrategias de desarrollo basadas en el extractivismo.  Como el Consejo Latinoamericano de Ecología Social, CLAES, expresa en su trabajo sobre transiciones post extractivistas, esto no significa abandonar por completo el uso de los recursos naturales, lo cual sería imposible, ni toda forma de extractivismo.  La propuesta de CLAES es bastante útil para pensar sobre las condiciones para el BV y los DN como verdaderas alternativas al desarrollo (e.g., Gudynas 2011), más allá de una política de redistribución de ingreso a partir de las ganancias de la exportación, o de una postulación del extractivismo como necesario para combatir la pobreza (asistencialismo), ignorando su alto impacto ambiental local, continental, y global.   Es una propuesta de transformación radical en términos de estrategias sociales y ambientales que permitan diversificar las cadenas productivas. 
 
La propuesta de CLAES considera una transición de un ‘extractivismo depredador’ (estilo de desarrollo actual), a un ‘extractivismo sensato’, en el cual se cumplirían las normas ambientales de toda actividad explotadora (por ej., la minería),  para finalmente pasar a un ‘extractivismo o extracción indispensable’ que se refiere a aquellas actividades que son genuinamente necesarias, que cumplen condiciones sociales y ambientales, y están directamente vinculadas a cadenas productivas nacionales y regionales, para nutrir redes de consumo verdaderamente enfocadas en la calidad de vida (Gudynas 2011).  El resultado sería una alternativa de desarrollo con menos consumo de energía y huella de carbono, mejor calidad de vida, y centrada en las necesidades nacionales y continentales antes que globales.  Sobra decir que las exigencias para este proceso son complejas, incluyendo mayor democracia participativa, visiones plurales de la economía, sistemas de valoración múltiples (no solo en términos de indicadores económicos estándar), disminución en el consumo de materia y energía, y estrategias de “desacople”  selectivo de la economía mundial.[2]  La producción de alimentos –y todo el sector agrícola—deberán ser una esfera primordial en esta transición; en general, puede decirse que la “re-localizacion” de la producción de alimentos en base a sistemas orgánicos, biodiversos y descentralizados es uno de los aspectos considerados de mayor importancia en los discursos de la transición.[3]  La transición al post extractivismo con estrategias de erradicación de la pobreza, conservación y derechos de la naturaleza, e integración regional autónoma frente a la globalización.
 
La dimensión cultural de la transición es clara a muchos niveles, por ejemplo en el cuestionamiento de la idea de que el consumo creciente significa mejorar la calidad de vida (Gudynas 2011).  Pensar en el Buen Vivir y los derechos de la naturaleza significa embarcarse en estrategias ontológico-políticas de transición hacia el pluriverso.  Hablar del pluriverso significa: revelar un espacio de pensamiento y de práctica en el que el dominio de una modernidad única haya quedado suspendido a nivel epistémico y ontológico; donde esta modernidad haya sido provincializada, es decir, desplazada del centro de la imaginación histórica y epistémica; y donde el análisis de proyectos descoloniales y pluriversales concretos pueda hacerse honestamente desde una perspectiva des-esencializada.  Las alternativas a la modernidad tienden hacia formas de organizar la economía, la sociedad y la política –formas otras- que brindan, si no mejores, al menos otras oportunidades de dignificar y proteger la vida humana y no humana y de reconectarse con la corriente de la vida en el planeta.
 
- Arturo Escobar, antropólogo colombiano, es profesor en el Departamento de Antropología de la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill, Estados Unidos
 
Referencias bibliográficas:
Blaser, Mario.  2007.  ‘Bolivia: los desafíos interpretativos de la coincidencia de una doble crisis hegemónica’, in Reinventando la nación en Bolivia: Movimientos sociales, Estado y poscolonialidad, eds K. Monasterios, P. Stefanoni & H. D. Alto, La Paz, CLACS0/Plural, pp. 11-21.
Boff, Leonardo.  2002.  El Cuidado Esencial.  Madrid: Editorial Trotta.
Gudynas, Edaurdo.  2011. “Más allá del nuevo extractivismo: transiciones sostenibles y alternativas al desarrollo”.  En El desarrollo en cuestión. Reflexiones desde América Latina", F. Wanderley, ed. Oxfam y CIDES UMSA, La Paz, Bolivia, 2011, pp. 379- 410
Hathaway, Mark, and Leonardo Boff. 2009. The Tao of Liberation: Exploring the Ecology of Transformation. Maryknoll, NY: Orbis Books.
Hinkelammert, Franz, y Henry Mora.  2008.  Hacia una economía par la vida: preludio a una reconstrucción de la economía.  Cartago, Costa Rica: Editorial Tecnológica de Costa Rica.
Santos, Boaventura de Sousa. 2007.  The Rise of the Global Left.  London: Zed Books.
Shiva, Vandana. 2008. Soil, Not Oil. Environmental Justice in an Age of Climate Crisis. Cambridge: South End Press.
 
Este texto es parte de la revista “América Latina en Movimiento”, No 473, correspondiente a marzo 2012 y que trata sobre "Extractivismo: contradicciones y conflictividad” - http://alainet.org/publica/473.phtml.
 


[1] Las obras de los teólogos de la liberación Leonardo Boff y Franz Hinkelammert incluyen muchos de los elementos de los discursos de transición, tales como la crítica al capitalismo, la espiritualidad, la ecología, la defensa de la vida, y la necesidad de cambio de modelo cultural.  Son obras ejemplares en este sentido.  Ver, por ej., Boff (2002); Hatthaway y Boff 2009), Hinkelammert and Mora (2008). 
[2] La noción de desacople de CLAES hace eco de las propuestas del delinking de Samir Amin de los setentas, aunque con una perspectiva ecológica que no aparecía en Amin, y enfatizando el desacoplamiento del bienestar del crecimiento económico.
 
[3]Véase por ejemplo el trabajo de Vandana Shiva (2008) y la Vía Campesina (ver www.viacampesina.org)
https://www.alainet.org/es/articulo/156664

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