Enajenación y emancipación: diálogo con el humanista Julio De León (I)

15/04/2012
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Introducción:

Muy gentilmente, atendiendo a mis solicitudes de contar con su valioso aporte reflexivo, Julio De León (Guatemala, 1948), erudito en humanidades, ha accedido a mi solicitud de someterlo a una serie de entrevistas y reflexiones exhaustivas y sistemáticas, relacionadas a temas de su campo de especialidad (la filosofía y el psicoanálisis).

Julio es, en lo que cabe,  “un mundo aparte”.  Todo un personaje sui generis. No tiene cuenta de correo electrónico –es más, jamás utiliza o consulta la internet-. Tampoco utiliza teléfonos móviles, y menos aún, posee o emplea televisor alguno. Pese a su extracción de clase “pequeño burguesa” como el mismo reconoce, regresó a Guatemala tras una prolongada ausencia, ésta vez a vivir en condiciones más que modestas, muy por debajo de la relativa comodidad bajo la que nació y creció en Guatemala y en México, su “segunda patria”.

A pesar de su edad, ostenta una memoria “demoníaca” como yo le llamo.   En sus conversaciones –de ordinario conceptualmente estructuradas-, cita con fluidez títulos de obras, autores, aspectos relevantes de las respectivas posiciones de ellos, y a menudo, cita el nombre de la editorial e, incluso, el año de edición de la obra en mención (una “enciclopedia con barba”, como le dicen algunos).

Tras aceptar mi petición y luego de superar múltiples retrasos de todo tipo, finalmente nos hemos dado a la tarea a realizar una serie continuada de reflexiones en torno a los siempre complejos temas del humanismo, la enajenación y la emancipación.

Aunque en lo personal no comparto a plenitud todas sus opiniones políticas,  las respeto y valoro por lo valioso que tienen en cuanto al rigor filosófico y epistémico  que  poseen  (lo que nos salva de los típicos reduccionismos dicotómicos del encasillamiento entre lo blanco y lo negro, que de ordinario castran la complejidad del pensamiento humano).

Este esfuerzo reflexivo forma parte de una tarea mucho más grande y ambiciosa, que ha de llevarme a la reflexión e intercambio de ideas con otros especialistas del conocimiento humano –y bajo una diversidad de posiciones ideológicas y políticas-, estudiosos tanto de las ciencias humanísticas como de las llamadas “ciencias puras” o “duras”, cuyos planteamientos me servirán como insumos que luego de ser procesados han de confluir y desembocar, eso espero, en un ensayo transdiciplinario respecto a lo que se advierte en el título de este texto.

Como se ve, éste proyecto reflexivo es de  largo aliento (el cual llevará su tiempo), y en la medida de lo posible, iré divulgando extractos e insumos que se vayan produciendo en el proceso, de manera tal que los interesados en éstos temas puedan ir recibiendo algún beneficio, sin necesidad de esperar a que esté concluido el gran esfuerzo de macro-síntesis  que se derive del conjunto de entrevistas y, adicionalmente, de las consultas sobre un voluminoso material bibliográfico que ya he empezado a realizar.

El primer especialista en ser entrevistado es Julio De León, quien ha dedicado toda una vida al estudio sistemático de la filosofía en sus diversas y complejas vertientes. Parte de su biografía formativa-académica lo constituye su paso por la Universidad de Salamanca, durante la última fase de la época de la España franquista; la Universidad Veracruzana Xalapa, en Veracruz, México; y la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Julio conoció personalmente a Borges, sí, a José Luis Borges, ante quien atendió varias reuniones en calidad de asistente a sus conferencias en la ciudad de Madrid, en 1970. Tuvo la oportunidad de entrevistarse personalmente con figuras intelectuales de la talla de Miguel Ángel Asturias y a Mario Monteforte Toledo (también en España).

De éste último intelectual guatemalteco (Monteforte Toledo), Julio recuerda que una vez, ante su pregunta a boca de jarro de sí él (Monteforte) era marxista, le contestó: “Para serlo hay que quemarse las pestañas…”, con lo que evadió la respuesta concreta, según me confesó Julio mismo, en una de las pausas de éstas largas entrevistas grabadas y ahora parcialmente transcritas.

De igual manera, tuvo también la oportunidad de conocer personalmente a Severo Martínez Peláez (el autor de la famosa obra de lectura obligatoria “La Patria del Criollo”), en México, y a otros personajes de gran valía. Y quizá, lo más relevante, a Julio lo acredita una experiencia de miles y miles de horas de lecturas sosegadas en infinidad de bibliotecas (incluyendo largas estancias en comunidades rurales apartadas del mundanal ruido), principalmente en México y Guatemala. 

Luego de su prolongada ausencia regresó al país hace algún tiempo atrás. Aprovecho  entonces la feliz circunstancia de poder conversar libre y largamente con él, sin presiones ni cortapisas de ninguna clase.

Mi primera reunión de trabajo con Julio se desarrolló básicamente en los siguientes términos:

SB: Julio, gracias por tu asistencia. Hoy es 30 de marzo del 2012. Continuando con el desarrollo de nuestra conversación anterior (me refiero a una charla preliminar realizada el 10 de marzo del corriente año en la ciudad colonial de Antigua Guatemala, a 45 kms. de la capital).  Si recordás, me comprometí a formular y traerte un par de líneas generales respecto al enunciado básico que nos servirá como punto de partida o arranque de la discusión-reflexión.  Si no tenés objeciones empezaremos de inmediato con su lectura. Textualmente dicen lo siguiente:

“Desde mi modesta perspectiva, una de las contradicciones fundamentales que hoy en día atenazan a la humanidad, es la creciente - y cada vez más urgente- necesidad de ejercitar una amplia y profunda cooperación humana – a nivel de individuos, familias, comunidades, regiones, Estados y a nivel internacional-, como un medio –quizá en las actuales condiciones, el único realmente viable-, para atajar y resolver lo que a todas vistas parece una amenazante crisis civilizacional, que en términos generales, es mucho más amplia, integral y profunda que la llamada “crisis general” que caracterizó al mundo poco después de finalizada la Segunda Guerra Mundial.

Según mi opinión, ésta contradicción implica una tensión cada vez mayor entre la ejercitación de la cooperación humana, y la macro-tendencia - también cada vez más creciente y acentuada-, expresada en el hiperindividualismo y la anomia, propulsadas en gran medida por la profundización imparable de la polarización económica entre un puñado de ultra-ricos y una masa planetaria en vertiginoso empobrecimiento, así como impulsada por las sucesivas e imparables oleadas de la presente revolución científico y tecnológica, que fragmenta todavía más a las sociedades humanas, encerrando –por no decir “aprisionando”- a centenares de millones de personas en “burbujas virtuales” y en  agudas “neurosis comunicacionales”. Ello para citar tan sólo dos factores causales relevantes, sin mencionar el peligro termonuclear y el surgimiento de nuevos proyectos neo-coloniales de raigambre imperialista.

En suma, pienso que la supervivencia de la especie humana pasa ineludiblemente por la resolución de ésta contradicción, que no cabe duda, es sólo una parte de un grupo mayor de paradojas. 

A mi entender, lo anterior presupone, por un lado, la existencia de una clara relación dialéctica entre enajenación y emancipación. Y por otra parte, se presupone que la naturaleza de la presente crisis, a diferencia de la anterior, la del siglo XX, contempla al menos cinco dimensiones clave para la supervivencia humana: la medioambiental, la alimentaria, la económico-financiera, la demográfica y la energética”.

Hasta aquí llegan los renglones elaborados. Como te darás cuenta, éstas afirmaciones llevan implícita la idea de la necesidad de reformular un  nuevo proyecto civilizacional, sobre nuevas bases, sobre otro tipo de fundamentos. Pero es obvio que ello requiere el abandono al actual atrincheramiento fanático y suicida en el “yo”, en un “yo” enfermizo y con pretensiones autárquicas por lo que tiene de negación al reconocimiento de la existencia de los “otros”, y en particular, al reconocimiento de las necesidades de los otros… lo que produce en millones de individuos del siglo XXI una abisal sensación de desamparo ante el Estado, ante las instituciones y ante la sociedad en general. 

JL: Uno de los diagnósticos más interesantes del estado de la civilización occidental es el que plantea el teólogo y filósofo brasileño Leonardo Boff. Sugiero que releás sus escritos al respecto, pues son muy puntuales en relación al tema central de tu estudio. 

SB: Sí, en efecto, estoy de acuerdo con tu sugerencia. Hasta donde yo tengo entendido, por lo que he podido leer en los escritos de él, en esencia, nos refiere a la trasmutación de la vieja crisis general  en crisis civilizacional. Es en realidad un salto cualitativo pero en términos negativos, ya que ahora lo que está en juego ya no es la mera supervivencia de un determinado sistema político y económico, sino, la supervivencia de la propia especia humana… lo cual nos remite a la conocida expresión de Rosa Luxemburgo: “Socialismo o Barbarie”.

Sin embargo, como ves, esto nos plantea otro problema. Cuando en las actuales condiciones se dice socialismo, ¿a qué nos estamos refiriendo en realidad?, ¿qué tipo de socialismo es el que puede salvar a la humanidad de la extinción? ¿Cuáles son las principales lecciones históricas que se pueden extraer de la experiencia soviética y su socialismo real? ¿Ya se abordó y agotó el debate sobre la experiencia de la URSS y en otras zonas del ex -campo socialista?  ¿Cuáles son las grandes conclusiones generales que nos pueden servir para la formulación/construcción del socialismo del siglo XXI? ¿De cara al siglo XXI cuáles son las principales lecciones de la experiencia del socialismo en Cuba dignas de ser rescatadas como categorías universales?

Como podés ver son muchas preguntas y pocas respuestas.

Dado que todo proceso civilizatorio está fundamentado sobre determinada concepción de la naturaleza, la sociedad y del mundo, y en independencia de que veamos el socialismo como ideología, filosofía o como ciencia, ¿cuáles serían esas bases sobre las cuales estaría erigido el nuevo proyecto socialista?

 JL: Una observación pertinente sin descalificar tu apreciación sobre el socialismo como una ideología a la que se le reclama lo que no se le reclama a otras ideologías o concepciones del mundo… [Nota: aquí Julio se refiere a mis comentarios –en off- sobre las declaraciones del Papa Benedicito XVI en su reciente visita a México y a Cuba, en torno a que “el marxismo es una ideología que ya no funciona en el mundo…” y, mis críticas en relación a que si bien ninguna ideología ha “triunfado” plenamente sobre la tierra a lo largo de sus numerosos siglos de existencia, de ninguna de ellas se dice que es obsoleta excepto del marxismo…].

Continúa JL diciendo:

Sin embargo quiero decirte que por varias razones de fondo, y además, hasta por cuestión de entendimiento semántico, sería muy oportuno discutir en relación a lo que estamos entendiendo por “socialismo”. Si vamos a explicar que entendemos por socialismo convendría consultar a autores como el historiador inglés G. D. H. Cole, quien tiene una obra muy importante sobre el socialismo y su génesis histórica…   [Nota: aquí Julio se refiere a la obra “Historia del Pensamiento Socialista”, en cuya traducción al español – edición mexicana de 1960-, Cole propone incluso que se integren los planteamientos políticos de José Martí a la historia universal de las ideas socialistas…].

JL: (…) A parte de eso, hay que recordar también que la experiencia histórica propia de los socialismos en el mundo no es la mejor propaganda para la idea del socialismo como proyecto civilizatorio y humanizador… (Nota: aquí Julio se apoya en la conocida e irónica frase de Ciorán pronunciada antes de la debacle de la URSS; “La mayor propaganda anticomunista son las propias repúblicas comunistas…”).

Cito a propósito, la crítica de un poeta cubano en el exilio que recientemente falleció,  en relación a que “el mundo está harto de los ismos…” [Nota: aquí Julio se refiere al poeta cubano Guillermo Cabrera Infante, Premio Cervantes en 1997, disidente de la revolución cubana desde mediados de los años sesenta y quien murió en el exilio en Londres en el 2005].

(…) Hay que recordar que incluso la propia propaganda nazi utilizó éste término en su mismo nombre como partido, el cual, traducido del alemán al español rezaba: “Partido Nacional Socialista Obrero Alemán…”  Hay verdaderas aberraciones que la historia muestra.  Mi criterio no es de contra-propaganda a la idea de socialismo. Por ello, cuando hablamos de socialismo permítasenos la aclaración de principios para saber de qué estamos hablando. 

SB: Bueno, mira, en vista de tus apreciaciones, creo que para fines de un entendimiento básico podemos ir dejando desde ya algunos puntos de referencia conceptual comunes, mientras vamos afinando los criterios. En tal sentido, de manera provisoria te propongo que cuando hablemos de socialismo nos refiramos a un determinado modo de producción con sus formas y características que le son inherentes de acuerdo a la literatura clásica marxista.  Ya luego, más adelante, iremos viendo y desembrozando los distintos tipos y formas en su aplicación práctica, según nos dejó la experiencia histórica a lo largo del siglo XX.

En cuanto a lo de los “ismos”, a mi esa discusión de Cabrera Infante me parece vacua e inútil… eso de que la gente esté cansada de los “ismos.  Para mí el problema de fondo es que la humanidad se encuentra en un callejón sin salida, y en vista de ello, la humanidad necesita con urgencia averiguar dos cosas: la primera, si todavía se puede construir una nueva alternativa, y la segunda, es si todavía tenemos posibilidades reales de llevarla a la práctica. Llámese como se le llame a la nueva alternativa para mi  eso es lo de menos.  Pero el problema de fondo es que como civilización humana estamos ante un abismo, y tenemos que averiguar cual es su naturaleza, si tenemos escapatoria… si podemos construir un escape racional ante ello.

De manera independiente de lo que haya dicho Cabrera Infante y otros autores, eso es lo que yo considero respecto a ese  asunto de los “ismos”. Creo que el problema de fondo rebasa con creces un mero asunto semántico.

Por otra parte, y para retomar un aspecto central de nuestra reflexión, reitero que en cuanto al problema fundamental de la enajenación ésta, según mi apreciación, se presenta unida en relación dialéctica con la emancipación…

Fin de la primera conversación.

Nota aclaratoria: Se publica el presente diálogo luego de que el entrevistado la hubo revisado en su versión transcripta, por lo que sale a luz con su anuencia.

- Sergio Barrios Escalante es Científico Social e Investigador. Ensayista y escritor. Editor de la Revista virtual Raf-Tulum. Activista por los derechos de la niñez y adolescencia  a través de la organización ADINA. 

https://www.alainet.org/es/articulo/157173
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