La pareja espía

18/05/2012
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Por fin conocí personalmente a los espías. Hasta que fui a México en marzo pasado el espionaje, para mí, consistía en el universo literario de John Le Carré, Graham Green y Iam Fleming, el creador de James Bond, el agente 007. Y en la lectura del clásico “La orquesta roja”, de Gilles Perrault, que narra la actuación de la red de espionaje soviético en la Europa Occidental durante la Segunda Guerra Mundial.
 
Gilberto y su mujer Alicia ingresaron jóvenes al Partido Comunista mexicano. A los 17 años, en la década de 1960, el partido les propuso ser agentes secretos de la inteligencia militar soviética en los EE.UU. Se casaron, fueron entrenados en Rusia y en seguida se trasladaron a Washington. Allí, durante 20 años, cumplieron la misión de descubrir bases de misiles por todo el mundo.
 
Llevaban una vida aparentemente normal: estudiaban en la universidad, hicieron un doctorado, se emplearon como profesores, tuvieron dos hijos y vivían de sus salarios. Muy eventualmente los rusos les daban algún dinero para viáticos de sus viajes, que solían hacer en auto para localizar las bases. El miedo de los soviéticos era que los norteamericanos fueran a lanzar un ataque por sorpresa.
 
En Rusia a Gilberto le dieron una vieja máquina de escribir. Fue instruido para escribir en ella sólo algunos mensajes de mucha importancia. Sin necesidad de poner papel en el rodo. Una tecla, en especial, sólo debería ser pulsada en caso de que supiera que los norteamericanos habían decidido  calentar la guerra fría. Él dice que esa máquina era una especie de abuelo del ordenador, en condiciones de comunicar datos por satélite o radar.
 
En Washington no tenían contacto con ningún ruso. En una construcción abandonada, repleta de ripio, recogían periódicamente una determinada piedra. La abrían en casa y así recibían instrucciones. En el interior de la misma piedra enviaban sus mensajes. Todos en un sistema de código muy parecido al que yo inventé en la cárcel -y que describo en mi libro “Diario de Fernando. En las cárceles de la dictadura militar brasileña”- para enviar fuera denuncias escritas en cartas que, leídas por quien desconociera la clave, parecían tratar de asuntos triviales.
 
Las dos claves utilizadas por la pareja eran: “Una manzana al día evita al médico toda la vida” y “Nadie puede ser amigo de todos todo el tiempo”. En la cárcel una vez necesité enviar fuera este mensaje: “Jehová asesinado por la represión de Brasilia en Guaraí”. Los militares del Distrito Federal habían fusilado, en el interior de Goiás, al militante Jehová de Assis Gomes, que hoy figura entre los desaparecidos.
 
Si yo escribiera el mensaje, desde luego que no hubiera pasado la censura de la cárcel. Pero utilicé el sistema de clave numérica, en ese caso 5-8-4, y envié este párrafo en la carta: “El Dios bíblico es llamado Jehová, que castiga al asesino y salva al asesinado, pues así es la acción divina, libre de represión, que los profetas, si vivieran hoy, harían de su misión en Brasilia la Nueva Babilonia infiel, en verdad amenazada por el aullido hambriento del guaraí”.
 
Al pasar este párrafo de la carta a la secuencia numérica 5-8-4, el lector descifró: “El Dios bíblico es llamado Jehová, que castiga al asesino y salva al asesinado, pues así es por obra de la mano divina, libre de represión, que los profetas, si vivieran hoy, harían de su misión en Brasilia la Nueva Babilonia infiel en verdad amenazada hoy por el aullido hambriento del guaraí”.
 
Un día, ya apresada por el FBI, la pareja conoció que llevaba siete años siendo seguida. En uno de sus viajes incluso por decenas de agentes: uno en moto, otro en camión, un tercero al volante de un auto descapotable …  El continuo cambio de vehículos y de conductores les impedía percibir el seguimiento del FBI.
 
Gilberto y Alicia se libraron de pasar largos años en la cárcel debido a que el abogado que los defendió, que era un amigo suyo, amenazó con denunciar al FBI por transgredir, en su persecución, leyes de varios estados. Propuso un acuerdo, que fue aceptado: Gilberto y Alicia, acompañados de sus hijos, y apenas con la ropa puesta, fueron deportados a México al día siguiente de su captura. La pareja duda de si también el abogado formaba parte de la red de espionaje soviético.
 
Hoy la familia vive en Cuernavaca y la pareja enseña en la universidad. Les animé a que publicaran su historia, pero Alicia no está convencida de que sea éste el momento.
 
 
- Frei Betto es escritor, autor de la novela policiaca “Hotel Brasil. El misterio de las cabezas degolladas”, entre otros libros.  http://www.freibetto.org/>    twitter:@freibetto.
 
Copyright 2012 – Frei Betto -  No es permitida la reproducción de este artículo  por cualquier medio, electrónico o impreso, sin autorización.Le invitamos a que se suscriba a todos los artículos de Frei Betto; de este modo usted los recibirá directamente en su correo electrónico. Contacto – MHPAL – Agência Literária (mhpal@terra.com.br)
 
 
https://www.alainet.org/es/articulo/158054
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS