Naufraga el plan de paz de la ONU para Siria

04/06/2012
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 Las bombas matan por doquier, en Damasco y otras ciudades sirias
 
 El plan de paz de la ONU entró en vigencia el 12 de abril pasado. Sin embargo las muertes continúan en Siria. Para Estados Unidos y sus aliados, sólo mata el gobierno de Al Assad. Eso dicen los interesados en el gas del país árabe.
 
 Comenzada el 15 de marzo de 2011, la rebelión contra el presidente sirio Bashar al Assad sigue regando con sangre ese importante país árabe. Se suponía que el plan de paz de 6 puntos de la ONU, concebido y negociado por el ex secretario de la entidad, Kofi Annan, lograría un corte con esos enfrentamientos armados, a partir del 12 de abril pasado.
 
 Pero varios hechos ocurridos en ese mes y en mayo tiraron por la borda tales expectativas.
 
 Tamer Sarkis Fernández, Asesor de Diario Unidad para Siria, publicó esta crónica el 10 de mayo. “Hoy a las 7:56 de la mañana hora de Damasco, un conductor suicida hacía estallar un coche bomba en el área proletaria damascena de Kazaaz (junto a la Rotonda Sur), y apenas un minuto después (7:57) lo hacía un segundo vehículo. Es la respuesta que la “oposición” armada y sus Mecenas exteriores dan a las elecciones democráticas al Parlamento de Siria celebradas el pasado día 7”.
 
 Los detalles fueron éstos: “La Tonelada de explosivos sumada en los dos coches deja 55 muertos, 372 heridos de diversa gravedad y 15 grupos de restos corpóreos sin identificar. Es de temer el fallecimiento de al menos varias personas entre quienes presentan heridas graves. Entre las víctimas mortales y los heridos, se cuentan personas afectadas dentro de sus casas por la onda expansiva que ha sacudido los edificios colindantes. 21 son los coches y vehículos laborales carbonizados, 105 los destruidos y 78 los dañados, datos que dan cuenta de la magnitud de las cargas. La cavidad originada por cada coche-bomba es, respectivamente, de 2.5 metros de longitud x 3.3 de anchura x 1 metro de profundidad, y de 8.5 metros de longitud x 2.5 de profundidad”.
 
 Como parece obvio, tales atentados y su secuela de muertos no fueron obra del gobierno sirio, sino –todos los indicios- de la oposición del Consejo y su brazo armado, el llamado “Ejército Libre de Siria”, y quizás de grupos de Al Qaeda. Los violentos opositores sirios son apoyados por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, que como antes en Libia, los consideran los representantes del pueblo de esa nación. Otras masacres, que el periodismo internacional de CNN y cadenas afines atribuyen exclusivamente al presidente sirio, se produjeron en la última semana de mayo en las localidades de Houla y Homa. En la primera murieron 108 personas, de las que a menos 32 eran niños. Como en toda guerra la primera víctima es la verdad, Hillary Clinton y los voceros del Departamento de Estado endilgaron esos crímenes a Al Assad, en tanto una comisión investigadora designada por el gobierno de éste aseguró que era obra de terroristas extranjeros. Lo cierto es que junto con la verdad, allí hubo más de un centenar de víctimas. El Patriarca de Antioquia, todo Medio Oriente, Alejandría y Jerusalén, Gregorio III, declaró a Luis Beaton, de Prensa Latina, que los sirios necesitan del cese de la injerencia extranjera para resolver la actual crisis y alcanzar la paz.
 
 Cifras diferentes
 
La cantidad de muertos es otro punto donde no hay ninguna aproximación entre las partes enfrentadas. Para Prensa Latina y la rusa Ria Novosti, “los enfrentamientos armados entre las fuerzas leales al presidente Bashar Assad y la oposición causaron más de 9.000 muertos, según estimaciones de la ONU. Por su parte, las autoridades reportan más de 2.500 muertos entre militares y agentes del orden público y al menos 3.200 muertos entre la población civil”.
 
 En cambio el periodista Robert Fisk, que escribe para el inglés The Independent, sostuvo una cifra tremendista. El 30 de mayo escribió (“Un horror que pronto olvidaremos”), comparando con Argelia, que “el FLN (argelino) salió indemne luego de 200 mil muertos, comparados con los apenas 100 mil que ha producido hasta ahora la guerra en Siria”. La diferencia de apreciación es sustancial: para la ONU menos de 10.000; para Fisk diez veces más.
 
 La caracterización sobre quiénes son los asesinos difiere notablemente, pues para la administración Obama y sus aliados, en particular los de la zona que militan en la OTAN, como Turquía, no hay ninguna duda. Se trata de un genocidio del “dictador” Al Assad. Poner al gobernante de Damasco bajo la lupa y sancionarlo es algo que comparten los países árabes más pro-norteamericanos, como Arabia Saudita, Qatar, Bahrein y otros emires del Golfo.
 
 En una posición bien diferente, Irán, El Líbano y otras naciones de la región defienden de una u otra forma la integridad territorial de Siria, amenazada por esta escalada militar en su contra. Incluso en Irak, donde se mantiene la ocupación militar norteamericana, también Al Assad cuenta con muchas simpatías.
 
 Y en esa misma postura, de amistad con Siria, están dos “pesos pesados” del Consejo de Seguridad, Rusia y China. Estas dos potencias ya se opusieron, en octubre de 2011 y febrero de este año, a proyectos de resoluciones del Consejo de Seguridad inspiradas por Washington que pretendían allanar el camino a una intervención militar de una fuerza multinacional.
 
 Ahora, tras las matanzas de Houla y Homa, el canciller ruso Sergei Lavrov, reiteró el punto de vista de que no hay un solo culpable. “Afrontamos una situación en la que, evidentemente, ambas partes intervinieron en la muerte de personas inocentes”, declaró el canciller ruso. Pidió que antes de tomarse ninguna resolución adversa a Damasco, se escuche al general noruego Robert Mood, que encabeza la misión de observadores militares enviada a Siria.
 
 En cambio Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido, España, Italia, Canadá y Australia decidieron expulsar a diplomáticos sirios de sus respectivas capitales. Argumentaron la matanza de Houla, sin esperar las conclusiones del citado Mood o del enviado especial Kofi Annan.
 
 Sangre y Gas
 
 ¿Por qué tanta beligerancia del imperio y sus peones del tablero de Medio Oriente con vistas a derrocar a Al Assad? Como se consignó en la nota anterior (“En Siria, con auspicios de la ONU, comenzaría un plan de paz”, LA ARENA 5/4), no se puede creer la versión norteamericana de que el presidente sirio es un dictador y los monarcas del Golfo Pérsico unos demócratas perfectos. Más aún, luego de dos plebiscitos y la elección legislativa del 7 de mayo, Assad luce como más democrático que el saudí Abdalá bin Abdulaziz.
 
 La injerencia política y militar del imperialismo en el país árabe tiene puntos de contacto con sus campañas en Irak, Afganistán y Libia. EE UU busca allí gobiernos adictos, que no los tenía antes de mandar a sus marines, sus misiles y bombardear masivamente. Quiere succionar de esas naciones el petróleo y el gas. Y, finalmente, pero no menos importante, desea instalar bases militares que le acorten la logística de futuras agresiones contra Moscú y Beijing.
 
 Agredir militarmente a Irán, por una parte, y contrarrestar los planes rusos (en alianza con chinos) en materia gasífera, son de primerísimo impacto que explican la política de Obama hacia Siria. Y ambos asuntos están íntimamente ligados, a tenor de una muy fundada exposición de profesor y analista político Imad Fawzi Shueibi, publicada en la red Voltaire y titulada “De la geopolítica del petróleo a la del gas”.
 
 Allí se lee que los norteamericanos están desesperados porque su proyecto gasífero en la zona, llamado Nabucco, con apoyo de Turquía y Azerbaiyán, lleva las de perder frente a dos gasoductos rusos, de Gazprom, bautizados North Stream y South Stream. “El proyecto North Stream conecta directamente a Rusia con Alemania a través del Mar Báltico, hasta Weinberg y Sassnitz, sin pasar por Bielorrusia. El proyecto South Stream comienza en Rusia, atraviesa el Mar Negro hasta Bulgaria y se divide pasando por Grecia y el sur de Italia, por un lado, y por Hungría y Austria, por el otro lado”, detalla Shueibi.
 
 Según el experto, Obama pretendía que el gas iraní se incorporara al proyecto Nabucco conectándolo al punto de almacenamiento de Erzurum, en Turquía. Fracasó. En julio de 2011, el presidente Mahmud Ahmadinejad decidió que el transporte de su gas sería a través de Irak y de Siria, acoplado al proyecto ruso.
 
 La conclusión de Shueibi es demoledora: “Siria se convierte así en el principal centro de almacenamiento y producción, vinculado además con las reservas del Líbano. Se abre así un espacio geográfico, estratégico y energético completamente nuevo que abarca Irán, Irak, Siria y el Líbano. Los obstáculos que ese nuevo proyecto viene enfrentando desde hace más de un año dan una idea del grado de intensidad de la lucha que se está desarrollando por el control de Siria y del Líbano”.
 
 ¿Qué más se puede agregar a esa exposición? Muy poco. Generalmente en estos conflictos la sangre tiene olor a petróleo. En el caso de Siria las masacres se cocinan a gas.
 
 
 
https://www.alainet.org/es/articulo/158451
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