La verdad y el periodismo ético al servicio del pueblo
03/07/2012
- Opinión
Discurso de Orden, pronunciado por el Padre Numa Molina SJ, durante el Acto Especial de entrega de los Premios Municipales de Periodismo "Guillermo García Ponce" y de Periodismo Científico "Arístides Bastidas", celebrado el 2 de julio, en el Salón de Sesiones del Concejo del Municipio Libertador, Caracas. El sacerdote y periodista fue distinguido con la máxima condecoración del Concejo Municipal de Caracas, la Orden Waraira Repano, en su Primera Clase.
Preámbulos
El periodista cuando hace de la ética UN MANDAMIENTO, hace al mismo tiempo un voto a la verdad y se convierte en el profeta de nuestro tiempo.
Incisivos, capaces de desnudar al poder instaurado mediante la proclamación de la verdad que leían en su entorno, así eran los profetas, escuchemos al profeta Amós:
“¡Ay de ustedes, que transforman las leyes en algo tan amargo como el ajenjo y tiran por el suelo la justicia! Ustedes odian al que defiende lo justo en el tribunal y aborrecen a todo el que dice la verdad.” (Amós 5, 7 y 10)
Otra característica para que la verdad llegue sin interferencias es no debemos hablar con lenguajes rebuscados, sino con las palabras sencillas y profundas con las que el pueblo llama cada cosa, cada acontecimiento, así lo definía Arístides Bastidas:
"El oficio de nosotros, los periodistas, no es el de oscurecer las aguas para que parezcan profundas, usando un lenguaje ininteligible; es todo lo contrario, llevar claridad a donde existe confusión y llamar las cosas por el nombre con el que las conoce el pueblo". Arístides Bastidas
Así también habló Jesús a los de su tiempo, de la vida rural de sus paisanos iba desgranando palabras y con ellas construía la verdad que le permitió denunciar las injusticias y amar a los excluidos de su tiempo hasta la muerte y una muerte de cruz. El es el comunicador sempiterno.
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Colegas periodistas, hermanas y hermanos todos, la verdades un valor fundamental para que el mundo tenga vida en abundancia.Para que acontezca la mayor suma de felicidad posible soñada por el Libertador. Ya desde los inicios de la humanidad vemos cómo las civilizaciones han visto la mentira como lo más opuesto al proyecto que Dios había trazado para que el hombre fuera feliz. Por ejemplo, el móvil del primer pecado según el relato hebreo del Génesis fue la mentira. La serpiente que representa el mal en el relato, rompe el estado de felicidad de los seres humanos con una noticia falsa, “si se atreven a alterar el equilibrio natural de la creación lo serán poderosos, serán como dioses”. Y los seres humanos se aventuraron hasta sucumbir. ¿Ven? la mentira como móvil para que el hombre no sea feliz.
Esta vez quiero acercar el lente para mirar de cerca la verdad como valor fundamental en el periodismo. Esa verdad oportuna e integral de la que nos habla el Código de Ética Profesional del Periodista Venezolano. La expresión es clara en su Artículo 5: “el periodista tiene la verdad como norma irrenunciable… ningún hecho deberá ser falseado y ningún hecho esencial deberá ser deliberadamente omitido” Cuánto dolor y cuántas energías nos hubiésemos ahorrado en este país si al menos esta parte de nuestro código se hubiese convertido en la norma fundamental del actuar cotidiano de muchas comunicadoras y comunicadores.
Cuando el código habla de la verdad le agrega un calificativo fundamental, que esa verdad sea oportuna. Es una verdad que se tiene que decir en el momento preciso, cuando hace falta decirla. Una verdad oportuna no se puede omitir, tampoco se puede guardar en el disco duro de nuestra computadora para después, cuando ya los crímenes están consumados y las estafas al pueblo convertidas en dólares reposando en cuentas personales de bancos extranjeros. Una verdad o es oportuna o el que la posee se convierte en cómplice. Pero además, desde el punto de vista ético, para que esa verdad tenga consistencia debe ser integral, es decir, debe ser de tal manera transparente como la de Cristo, que a pesar de haber sido aplastada por quienes lo juzgaron, la verdad resucitó, se levantó de la tumba y sigue siendo incómoda después de dos mil años.
Una Verdad es integral cuando ésta hunde sus raíces en valores imperecederos como la justicia, la igualdad, el amor. Un ejemplo es la verdad de Bolívar, que la tergiversaron y la escondieron en los anaqueles durante doscientos años, pero hoy ha resucitado y sigue viva en los labios de todos los pueblos de América Latina y del mundo. Esa es la verdad integral, la que no pacta con la mentira sino que la desenmascara.
Pero esa verdad colegas periodistas tiene un costo, implica cruces, exige renunciar a los primeros puestos. El periodista que ha hecho de la verdad su norma debe estar dispuesto a vivir con lo mínimo, a ser un asceta capaz de renunciar a las jugosas ofertas, y de rebelarse contra las demandas inmorales que les proponen los dueños de los medios. Casarse con la verdad pasa por experimentar la humillación de muchos que te llamarán tonto. En fin, un periodista con ética es un apóstol y un profeta, pero también un incomprendido porque el espíritu mercantilista del mundo no entiende que sus opciones tienen un fin, la libertad de aquellos a los que sirve. Una libertad ganada a fuerza de realismo, que le concede autoridad, y una autoridad que no se compra con chequeras sino a fuerza de ser honestos con la realidad, sin manipularla, sin manosearla, sino entregándola al pueblo con la frescura con que la encontró en las entrañas del mismo pueblo.
Hermanas y hermanos periodistas, decir ética es decir compromiso, es estar dispuestos a oler a pueblo, porque solo cuando se regresa atardecido de cansancio desde el lugar de la gente, cuando has escuchado sus gritos y has ganado también con ellos sus pequeñas batallas, es cuando éticamente tienes una verdad oportuna e integral qué contar. Porque la fuerza de la palabra es el testimonio y solo se es testigo cuando se ha vivido, cuando has tocado las heridas y te has dejado herir o cuando has celebrado con el pueblo la esperanza.
Roberto Saviano un periodista italiano, actualmente perseguido por la mafia cuenta lo siguiente: “Cuando yo era un muchachito escribí un cuento metafísico y surrealista y lo envié por correo a GoffredoFofi[1]. Después de algunos días me llegó una hoja con pocas líneas en un sobre de papel reciclado y decía lo siguiente: “Me gusta como escribes, lástima que escribes tonterías, he visto desde dónde me has enviado la carta. ¡Asómate a la ventana! y me cuentas qué ves, baja, atraviesa las calles llenas de gente. Luego me envías todo de nuevo, y hablamos". Y agrega Saviano que “desde entonces asomarse y atravesar los lugares donde está la gente, me pareció el único modo para poder escribir palabras dignas de ser leídas”.
Si de verdad somos honestas, honestos, nos está prohibido en este mundo mediático y veloz, ser revendedores de noticias como si fuéramos revendedores de mercancías. Si esa verdad no ha sido probada y discernida nos hacemos cómplices la mayoría de las veces de la mentira interesada que elaboran las empresas mayoristas de la información. Un periodismo así lleva con seguridad a la mediocridad.
Hacemos un periodismo mediocre cuando nos conformamos con difundir lo que dicen las redes sociales, cuando hacemos noticia confiable lo que alguien tal vez irresponsablemente ha resumido en 140 caracteres de un “twit”. Que tu verdad se amase en las calles, en los barrios y en los campos de Venezuela, con sudor, lágrimas y sonrisas de la gente, solo así experimentaremos como profesionales la ética que nos reclama hace rato esta sociedad. Y por otra parte nos daremos cuenta de la fuerza que lleva dentro una palabra veraz y oportuna nacida en la hondura del pueblo, y devuelta a él con claridad y frescura de rocío amanecido.
Solo así, al final de este corto pasaje por la vida, el pueblo no nos llamará profesional de la información, ni revendedores de retazos embusteros, sino que nos llamará apóstoles de la comunicación, soñadores de utopías, un alguien que fue capaz de hacer uso de los medios que el momento histórico le dio, para despertar a un pueblo y hacerlo cada vez más crítico, más libre y más protagonista de su propio destino.
[1]Ensayista, crítico teatral, literario y cinematográfico. Luchador social italiano, nacido en 1937
https://www.alainet.org/es/articulo/159282
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