Hablar de salud es común, es fácil, es aceptable. Si es salud sexual y reproductiva, eso ya es otra cosa. Es un abordaje que genera prejuicios. Es mundialmente reconocido que la salud reproductiva es un elemento indispensable en la ecuación del desarrollo sostenible. Que la planificación familiar es un derecho humano básico que requiere que las parejas tengan información, educación, acceso a los anticonceptivos y a los servicios indispensables para que pueda ejercerse ese derecho.
Este es un elemento fundamental en el combate a la pobreza y a la desigualdad. Es necesario para mejorar el bienestar de la población, por eso debe estar integrado al Plan Hambre Cero, que es un emblema en este gobierno y también está vinculado estrechamente a la consecución de uno de los Objetivos del Milenio: mejorar la maternidad, que implica reducir la mortalidad materna en tres cuartas partes.
Cuando tengamos que rendir esas cuentas, en el 2015, estaremos en apuros, porque no solo no se vislumbra esa disminución, sino que vamos a exhibir otro drama: en el primer trimestre de este año cinco niñas de 10 años fueron madres; o sea, que su embarazo fue cuando apenas tenían ¡9 añitos! En ese mismo lapso, 344 niñas de 14 años fueron madres, se registraron 12 mil 512 casos de niñas madres en el 2011.
Los hijos de esas niñas muchas veces tienen bajo peso, son prematuros o con deformaciones congénitas, además de los efectos sociales que esta precocidad provoca, abandonando la escuela e ingresando tempranamente al mercado laboral informal, reproduciendo así el ciclo intergeneracional de la pobreza. Estas niñas madres presentan la mayor incidencia en muertes maternas.
Diariamente nacen mil niños en Guatemala. En Alta Verapaz, cada 15 minutos nace un (a) bebé. Se dice que al nacer todos somos iguales, pero está comprobado que no. Leonor Calderón, representante del Fondo de Población, aclaró: “El niño que nace con bajo peso, nace con una desventaja biológica, que se suma a su entorno de pobreza, por lo que no la logra superar”.
En el acto de conmemoración del Día Mundial de Población, Luis Monterroso, secretario de la Sesan, aseguró que uno de los componentes del programa que lidera son las acciones para promover una paternidad y maternidad responsables y garantizar la salud sexual y reproductiva, fundamentales en la lucha contra la desnutrición, que es solo el efecto inmediato, pero que las causas fundantes son las estructurales.
Si queremos que todos nazcan en igualdad de condiciones, hay que sacar a las personas de la pobreza y dar acceso a la planificación familiar.
Guatemala está entre los 10 países más inequitativos del mundo, reúne dos condiciones: pobreza e inequidad, dijo el doctor Miguel Garcés, quien recordó que hace siglos Adam Smith sentenció: “No hay sociedad que pueda desarrollarse y ser feliz si sus miembros son pobres”.
Mirna Montenegro, del Observatorio de Salud Reproductiva, llamó al cumplimiento del marco legal, al reconocimiento del problema y a dar atención diferenciada a jóvenes. Según el IGSS, por cada dólar que se invierte en planificación familiar se ahorra 7 en controles pre y postnatales.
Es indispensable que la salud sexual y reproductiva esté presente en todas las políticas de desarrollo.
Aquí hay otro gran reto para este gobierno, a ver si realmente hay cambio y si esas políticas sociales, entre ellas las de salud reproductiva, las van a priorizar y enfocar en los más vulnerables, para que realmente impacten y no sean acciones dispersas y paliativas.
Guatemala, 16 de julio de 2012