Conflicto en el Cauca: ¿tiene opciones de superación?

19/07/2012
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

El Cauca ha sido escenario de grandes tensiones y enfrentamientos sociales entre las comunidades indígenas y miembros de la Fuerza Pública, a tal punto que lo central en la región en términos de seguridad, el conflicto armado, fue desplazado y la protesta social de los pueblos indígenas y los choques con la Fuerza Pública quedaron en el centro de la controversia. Pero, esto no es algo novedoso, especialmente la reacción de las comunidades indígenas, sus autoridades y la Guardia Indígena, realmente se trata de una región con una larga historia de conflictos sociales y conflictos armados que por momentos pretenden entrecruzarse, un Estado y una elite tradicional que no sabe leer esta problemática, o que lo hacen de una manera muy próxima a la época de la guerra fría, sólo que ahora los enemigos ‘comunistas’ son los indígenas o en el mejor de los casos los ven como instrumento de los guerrilleros.

 

 
Recordemos que la Constitución Política de 1991 en su Artículo 330 numerales 7 y 8 reza: De conformidad con la Constitución y las leyes, los territorios indígenas estarán gobernados por consejos conformados y reglamentados según los usos y costumbres de sus comunidades y ejercerán las siguientes funciones: …7. Colaborar con el mantenimiento del orden público dentro de su territorio de acuerdo con las instrucciones y disposiciones del Gobierno Nacional. 8. Representar a los territorios ante el Gobierno Nacional y las demás entidades a las cuales se integren…”
 
Pero es importante señalar que el Cauca es un Departamento con regiones diferenciadas y en donde cada una de ellas tiene sus propias dinámicas; de una parte está el Norte, con población mayoritariamente indígena –especialmente del pueblo Nasa- y donde ha habido históricamente luchas por la tierra de los indígenas contra los terratenientes, allí también ha habido presencia de enfrentamientos armados ininterrumpidos desde hace medio siglo, esta región limita con Tolima, Valle, Huila. Está la región central, en los alrededores de su capital; otra es la región de la Costa Pacífica, habitada fundamentalmente por población
afrodescendiente –posteriormente ha recibido migraciones campesinas- y donde el abandono estatal ha sido crónico; otro es el Cauca del Sur, limítrofe con Nariño y la Costa
Foto: ACIN 
 
Pacífica, con epicentro en Argelia y del otro lado está la llamada ‘bota caucana’ con alta
presencia de población campesina colonizadora y limítrofe con Caquetá, Nariño, Putumayo, Huila.
 
Es decir, hay varios Caucas, pero en todos hay abandono estatal histórico. Cauca, además, es uno de los departamentos con altos niveles de pobreza y exclusión,  indolencia de sus elites dirigentes y presencia de conflictos sociales y en los últimos decenios de enfrentamientos del conflicto armado. Por ello los conflictos agrarios –lucha por la tierra-, y por el territorio, han marcado buena parte de su historia. Hemos visto las luchas indígenas, que se remontan a las precursoras de Quintín Lame a comienzos del siglo XX, pasando por las que se originan a partir de los 70s con la creación del CRIC primero y luego otra serie de organizaciones indígenas. Pero también han estado presentes enfrentamientos entre campesinos e indígenas y entre indígenas y poblaciones afrodescendientes.
 
Igualmente el conflicto interno armado y sus actores han estado presentes en esta región. En Ríochiquito se asentó uno de los grupos campesinos de autodefensa que posterior a la operación Marquetalia en 1964 van a originar las FARC; también en el Cauca hubo una presencia significativa del M-19 y allí fue donde ensayó la conformación del llamado ‘Batallón América’ e intentó unas modalidades de guerra de posiciones, aprovechando la geografía de la región –hay presencia de altas montañas con nubosidad y es una región con pasos hacia varios departamentos-. Igualmente allí hizo presencia el Movimiento Armado Quintín Lame en los 70s y 80s. El ELN ha tenido presencia a través del Frente Manuel Vásquez Castaño y de la Compañía Camilo Cienfuegos y últimamente hacia la Costa Pacifica el Frente Milton Hernández. También hicieron presencia, primero los ‘pájaros’ –grupos privados de actuar violento- al servicio de terratenientes y luego expresiones del paramilitarismo y ahora de las llamadas Bacrim.
 
Por eso, ha habido una tendencia a entremezclar conflictos sociales y conflictos armados, pero estas relaciones no han estado exentas de altas tensiones en la medida en que los actores sociales, especialmente las comunidades indígenas, han reivindicado su autonomía y la no injerencia de los actores armados en sus luchas.
 
Las expresiones de conflictos que hemos presenciado las últimas semanas –situadas especialmente en el Norte del Cauca- reflejan esa larga conflictividad. De una parte, el conflicto armado se ha intensificado en la medida en que las FARC, que tiene allí no sólo al Comando Conjunto de Occidente al mando de Pablo Catatumbo, sino al Frente 6 y la Columna Jacobo Arenas, se ha visto confrontada por la nueva estrategia de las Fuerza Pública, conocida como ‘Espada de Honor’, que a través de la Fuerza de Tarea Apolo trata de tomar el control de la parte alta de la cordillera y ganarle control del territorio a esta organización guerrillera. Esto ya lo visualizaba la Junta Directiva Regional de Cabildos Indígenas del Cauca, cuando en pronunciamiento de hace un año decía: “Todo indica que en el departamento del Cauca, especialmente en la zona norte y en las áreas contiguas de los departamentos del Huila, Tolima y Valle, todas ellas territorio del pueblo nasa, se prepara una enorme batalla de incalculables consecuencias para la población. La Madre Tierra nos dio un territorio que por sus características ha resultado ser el más adecuado para la guerra irregular, donde la derrota de la guerrilla solo puede darse mediante el copamiento militar terrestre, el arrasamiento y el uso de bombardeos indiscriminados. Y eso es lo que, desde los planes de quienes dirigen la guerra, vendrá para nuestro territorio y nuestras comunidades en los próximos meses.”[1]
 
No se trata desde nuestra perspectiva, como piensan algunos, probablemente pensando más con el deseo, de unas escaramuzas previas a eventuales acercamientos de paz, creo que lo que hay aquí es claramente una confrontación entre Estado y guerrilla de las FARC por el control del territorio y esto sin duda va a seguir teniendo repercusiones sociales y políticas en estos territorios, y en parte es lo que explica que la ONIC (Autoridad Nacional de Gobierno Indígena de Colombia) en pronunciamiento del 18 de julio de 2012 plantee el rechazo a “la presencia de actores armados en territorios indígenas, colocando a la población civil en medio del fuego cruzado” y exija “a los actores del conflicto armado, particularmente a la Guerrillas de las FARC, para que respeten la vida y la integridad física y cultural de los pueblos indígenas. Al igual que exigir a la fuerza pública No utilizar la fuerza contra la población civil indígena, sin que antes se agote la vía del diálogo…” e igualmente señalan: “Instamos a la Guardia y a las autoridades indígenas a no utilizar la fuerza en los procesos de resistencia”.
 
Pero al mismo tiempo, las organizaciones indígenas, fatigadas con estar en medio de la confrontación armada, reivindican el desalojo de los territorios indígenas de todos los actores armados –legales e ilegales-. En el documento de la referencia de los Cabildos del Norte del Cauca decían hace un año: “a. Los armados no nos representan, no pueden hablar ni mucho menos realizar acciones en nombre nuestro o de nuestros intereses. b. Reclamamos la desmilitarización total de nuestros territorios de parte y parte. c. Tanto el Estado como la guerrilla y demás grupos armados, los gremios económicos, narcotráfico y multinacionales y demás actores externos deben respetar nuestro territorio y autonomía.”[2]
 
La semana que termina presenciamos una exacerbación de estas tensiones entre organizaciones indígenas y Fuerza Pública, por la decisión de la Guardia Indígena de sacar a los militares y policías de los puestos fijos existentes en zonas de los territorios indígenas. Esto llevo a enfrentamientos y situaciones de tensión que produjeron no sólo maltratos a miembros del Ejército, sino heridos y un indígena muerto. Afortunadamente, la semana terminó con un inicio de conversaciones entre el Gobierno Nacional y las autoridades indígenas.
 
Sin embargo, más allá de toda la polémica y desinformación, lo fundamental es señalar que hay un tema de controversia grueso sobre el cual, sin embargo, podría haber acuerdos: la disposición constitucional que ordena a la Fuerza Pública a tener presencia en todo el territorio nacional y al Presidente, como comandante supremo de la Fuerza Pública, a ser el responsable de la seguridad nacional; eso no puede estar en discusión, pero sí podrían llegar acuerdos el Gobierno y las autoridades indígenas acerca de la presencia de puestos permanentes, policiales y militares, en los cascos urbanos –incluso podría acordarse un rol coordinado para la Guardia Indígena en los cascos urbanos-; por supuesto la Fuerza Pública tiene todo el mandato constitucional y legal para hacer presencia en todas las áreas periféricas y combatir en los territorios indígenas tanto a las guerrillas como a cualquier otro actor de violencia.
 
Tradicionalmente el Estado central no ha sabido leer la compleja situación de estos territorios indígenas y supone que exclusivamente con invocar el principio de autoridad, tener presencia de Fuerza Pública y desconfiar de las organizaciones indígenas a las cuales mira con recelos o aún peor ve como ‘aliadas’ de la guerrilla, va a ganar legitimidad y respeto de la población. Pero, esto lo que refleja es falta de diálogo y de reconocimiento y respeto por las autoridades indígenas con las cuales debería diseñarse una estrategia concertada. Lo real es que estos territorios van a seguir siendo espacios de disputa militar y política y se trata de diseñar políticas públicas con participación de las autoridades indígenas, que lleven a minimizar el daño y construir confianza y legitimidad que es lo que ha estado históricamente ausente de las relaciones entre Estado y comunidades indígenas.
 
Alejo Vargas Velásquez
Profesor titular – Universidad Nacional, Coordinador Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa
 
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 312
Semana del 20 al 26 de julio de 2012
Corporación Viva la Ciudadanía.
 
 


[1]CONSEJO REGIONAL INDIGENA DEL CAUCA, “Terminar la guerra, defender la autonomía, reconstruir los bienes civiles y construir la paz”, Pronunciamiento de la Junta Directiva Regional de Cabildos Indígenas del Cauca, Toribio, 20 de julio de 2011.
[2]Ob. Cit., 2011
https://www.alainet.org/es/articulo/159678?language=en

Clasificado en

Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS