La excelencia del espíritu olímpico
05/08/2012
- Opinión
Lo que más me impresiona de estos XXX Juegos Olímpicos es la confraternización de todas las naciones. Hay más países representados en esta fiesta del deporte (204) que en la ONU (193). Y por primera vez todos los comités olímpicos nacionales enviaron atletas, inclusive Arabia Saudita, Catar y Brunei.
En los estadios londinenses quedan aparcadas todas las diferencias y divergencias políticas, económicas, ideológicas, religiosas y étnicas. En 29 modalidades de 26 deportes hermanan a Israel e Irán, a Estados Unidos y Cuba, a Corea del Norte y Corea del Sur.
Fue en la ciudad griega de Olimpia donde comenzaron los juegos, hace unos 4.500 años, como un ritual religioso de homenaje a los dioses y fortalecimiento de la paz entre las ciudades-estado. El año 392 los juegos fueron prohibidos por el emperador romano Teodosio I. Siglos después, en 1896, renacieron en Atenas, que fue la sede de los I Juegos Olímpicos de la era moderna.
Las Olimpiadas son como el anuncio de otro mundo posible, el mundo solidario en el que la humanidad vivirá como una gran familia. En una familia las personas son diferentes, poseen talentos y aptitudes distintas, pero todos tienen los mismos derechos y oportunidades Así deberíamos vivir los casi siete mil millones de este planeta que ocupa la tercera órbita del sistema solar, y en el que -según dicen- hay vida inteligente…
En las Olimpiadas las peleas entre los 10.500 participantes son solamente deportivas. De hecho, la pelea mayor es la del atleta consigo mismo, ante el desafío de superar las marcas del desempeño en su modalidad deportiva.
En las competencias no hay rencor ni humillación de parte de quien es derrotado. Lo que sí hay es la alegría y la exaltación de los atletas y de los países que conquistan medallas de oro, sin que ello cause resentimiento a los que no suben al podio.
Aunque no todo son rosas en la historia de los Juegos Olímpicos modernos. En 1936 la Alemania de Hitler fue la sede del acontecimiento, transmitido por primera vez por la tv. Y a pesar de que los nazis exaltaron la superioridad de una supuesta raza aria, fueron los negros norteamericanos quienes conquistaron las medallas de oro del atletismo; uno de ellos, Jesse Owens, se colgó cuatro al cuello.
La irritación de Hitler fue aplacada con la conquista, por los deportistas alemanes, del mayor número de medallas de oro, 33. Los EE.UU. quedaron en segundo lugar, con 24. Fue en Berlín aquel año cuando se inventó la ceremonia de la antorcha olímpica.
Otro momento trágico sucedió también en Alemania, en las Olimpiadas de 1972. El 5 de setiembre, terroristas de una organización denominada Setiembre Negro invadieron la villa olímpica y ocuparon los dormitorios de la delegación israelí. Amenazaron con ejecutar un rehén cada hora, en caso de que no soltaran a 200 presos árabes de las cárceles de Israel. Se suspendieron las competiciones para atender a las negociaciones y el COI (Comité Olímpico Internacional) llegó a pensar en la cancelación del acontecimiento. Intervino la policía, dejando un saldo de 18 muertos, entre ellos once rehenes, cinco terroristas, un policía y un piloto de helicóptero.
Millones de personas se ponen ante los aparatos de tv para asistir a la apertura de los Juegos Olímpicos. Cada país anfitrión procura ofrecer lo mejor de su arte en la inauguración del suceso. Los ingleses brillaron ofreciendo una mezcla de historia, entretenimiento, humor, tecnología y música.
Lo que más me llamó la atención en esa ceremonia de apertura fue el énfasis sobre el sistema de salud británico, el NHS (National Health Service), equivalente a nuestro SUS, con la diferencia de que aquel es considerado el mejor del mundo.
El Brasil acogerá, en agosto del 2016, la XXXI Olimpiada. La presidente Dilma prometió, en Londres, que la apertura de los juegos, en Rio de Janeiro, superaría a la de Londres. O sea que ya comenzó, pues, la competencia por el glamour… Y Dilma hasta hizo una sugerencia de coreografía: una escuela de samba.
Hago votos para que, en el 2016, el Brasil exhiba ante el mundo lo mejor de su música, danza y tecnología de efectos especiales, pero también muestre cómo nuestro pueblo tiene asegurados los tres derechos fundamentales del ser humano: alimentación, salud y educación.
Por tanto hay que empezar por duplicar desde ahora la inversión en dichas áreas. Si queremos superar a Londres, no basta con hacerlo en la forma sino también en el contenido, para que las Olimpiadas de Rio no sean sólo una fiesta en la tierra de un pueblo semianalfabeto y carente de recursos para el acceso a buenas condiciones de salud.
Frei Betto es escritor, autor de la novela “Minas del oro”, entre otros libros.
www.freibetto.org twitter:@freibetto.
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Traducción de J.L.Burguet
https://www.alainet.org/es/articulo/160028
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