No se necesita ser Sherlock Holmes para descubrir que Estados Unidos (EE.UU.) y sus aliados, estén o no oficialmente en la OTAN, se han quitado la mascara y adoptado la prepotencia de las antiguas potencias coloniales, que arman a grupos fundamentalistas y a terroristas para provocar guerras civiles que justifiquen las ya planificadas intervenciones militares, como fue el caso en Libia y está sucediendo ahora en Siria.
Es en este contexto que hay que analizar la amenaza de un inminente ataque israelí para destruir las instalaciones nucleares iraníes. El escritor argentino Juan Gelman concluye con la siguiente frase uno de sus documentados análisis para Página/12 (Obama, Irán, 19 de agosto 2012): Lo cierto es que la ausencia de una amenaza inmediata y la superioridad nuclear de EE.UU. e Israel impiden justificar un ataque a Irán. El teniente general Ronald Burguess, director del servicio de Inteligencia del Pentágono, declaró ante una comisión del Senado que ‘es improbable que (Irán) inicie o provoque intencionalmente un conflicto o lance un ataque preventivo’ (www.dia.mil 16-2-12). ¿Entonces la guerra para qué? ¿O nuevamente se trata de petróleo?
El capitalismo sin futuro retorna al pasado
Desde la unipolaridad mundial que surgió con la implosión y el desmembramiento de la Unión Soviética asistimos a la imposición global del capitalismo neoliberal dominado por la oligarquía que representa a las finanzas, el complejo militar-industrial, el oligopolio mediático, entre otros sectores más.
Pero hace cinco años, con la Gran Recesión que comenzó a finales del 2007, este sistema entró en lo que se puede definir como una crisis estructural y probablemente insalvable que venía gestándose desde mucho antes, y que en el mundo capitalista desarrollado se manifiesta en una sobreproducción incontrolable acompañada por la destrucción masiva de empleos, y por ende de la capacidad de consumo de las masas.
Esta no es una coyuntura económica como las anteriores, donde el restablecimiento parcial o total no solamente era logrado sino que el sistema capitalista salía de las crisis reforzado, más poderoso y fuerte que nunca antes.
En realidad las principales economías del mundo capitalista avanzado siguen sin poder salir de una situación de bajo crecimiento que tiende a devenir estancamiento, como es el caso de EE.UU., Canadá, Japón y otros países, o han recaído en recesión por las políticas de austeridad, como es el caso de muchos países de la Unión Europea (UE).
Tanto en EE.UU. como en la UE las estadísticas oficiales (1) confirman que se está lejos de haber retornado siquiera a la situación anterior al 2008 en materia de producción, empleos, salarios y gasto para el consumo. En la UE las estadísticas de Eurostat confirman que las economías de varios países están en recesión o estancadas, y que las que aun crecen (como Alemania) lo hacen cada vez más lentamente. En materia de desempleo las cifras de EE.UU. y de la UE son muy altas, y francamente alarmantes cuando se trata de los jóvenes. La tasa de suicidios se disparó por el aumento del desempleo, reseña la periodista Ariana Eunjung Cha (The Washington Post, 14 de agosto 2012).
Y como se comprobó en las anteriores crisis del liberalismo, tanto en el siglo 19 como en el siglo 20, el desplome del sistema liberal viene acompañado de un retorno a las formas más brutalmente elementales del capitalismo para apropiarse de mercados y recursos naturales, de amenazantes nacionalismos, de guerras y ocupación de territorios. En síntesis, de la rebatiña colonial a que aludía Hannah Arendt (3).
La amenaza del gobierno israelí de atacar a Irán
Es en este contexto que hay que situar la amenaza del gobierno israelí de que se apresta a atacar a Irán, pero después de haber intervenido en Siria.
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y su ministro de la Defensa, Ehud Barak, hicieron saber que quieren atacar a Irán antes de las elecciones de noviembre en EE.UU., según el diario israelí Yedioth Ahronoth. Esta información no fue desmentida y, como para confirmarla en los hechos, las autoridades israelíes han lanzado los preparativos de las operaciones de protección civil contra eventuales represalias iraníes.
En un discurso en el desayuno organizado por la agencia Bloomberg, a mediados de agosto, el Embajador de Tel Aviv en Washington, Michael Oren, dijo que “Israel está dispuesto a bombardear las instalaciones nucleares iraníes, aun cuando eso solo retrase por unos años su capacidad de producir armas nucleares”. Pero, según Oren, antes de atacar a Irán está la cuestión de las armas químicas que posee Siria, un tema que es objeto de “consultas muy estrechas” con EE.UU. Sobre Siria el Embajador Oren añadió que la situación en ese país “es altamente fluida, muy inflamable”, y que por ello Israel tendrá que ocuparse de las armas químicas en Siria antes de una confrontación con Irán.
Para el diplomático israelí, “la diplomacia no tuvo éxito” y “se ha llegado a un momento muy crítico, en el cual deberán tomarse decisiones importantes” (ver Israel Would Strike Iran to Gain a Delay, Oren Says. Bloomberg News, 16 de agosto 2012).
Simultáneamente tres ex funcionarios que dirigieron los servicios de inteligencia de Israel, como señala el diario Haaretz (4), aludieron públicamente y “con candor” a la posibilidad de un ataque contra Irán antes de los comicios de noviembre en EE.UU.
Esta no es la primera vez que el gobierno israelí ataca, con o sin el acuerdo de Washington, a países del Oriente Medio para destruir supuestas o reales instalaciones nucleares: con el acuerdo de Washington en 1981 Israel atacó a Irak para destruir el reactor nuclear Osirak, de tecnología francesa (la misma que Francia entregó a Israel para desarrollar su capacidad nuclear), y en 2007, sin consulta con Washington según algunos expertos, bombardeó instalaciones en Siria que Tel Aviv afirmaba eran parte de un plan para desarrollar armas nucleares, algo que Siria siempre negó.
Por el momento el gobierno estadounidense sigue manteniendo, en público al menos, la posición de que “la ventana (de oportunidad) sigue abierta para tratar de elaborar una solución diplomática” con Irán, como declaró hace pocos días el Secretario de la Defensa León Panetta.
Algunos de los influyentes “analistas” del círculo de los servicios de inteligencia estadounidense, que son quienes crean “el estado de opinión” de los monopolios mediáticos, como George Friedman de STRATFORD (5), expresan serias dudas sobre la racionalidad y el éxito de un ataque militar israelí para destruir las instalaciones nucleares iraníes.
Israel, ejemplo del futuro que nos amenaza
Según Yakov Rabkin, historiador y profesor de la Universidad de Montreal (6), los orígenes de la creación del Estado de Israel no provienen del judaísmo ni de la tradición judía, sino del colonialismo británico del siglo 19.
En entrevistas para ALAI (7), que citaré ampliamente porque son de relevancia en estos momentos, Rabkin puntualizaba que “Israel fue el último en llegar a la cola del colonialismo, y además este colonialismo israelí se presentó como formando parte de una lucha de liberación nacional, aprovechándose de los 14 principios del presidente Woodrow Wilson, pero al mismo tiempo Israel sirve de vanguardia de la nueva etapa, que confronta los países blancos, de origen europeo, a los demás países”.
Esta es una visión que muchos intelectuales israelíes comparten, entre ellos Sami Michael (8).
Lo fundamental, para Rabkin, es que Israel ejerce una gran influencia sobre EE.UU. y las antiguas potencias coloniales europeas porque a lo largo de su existencia “proporcionó el ejemplo de cómo se pueden manejar la política exterior y militar”, y porque “desde los sucesos del 11 de septiembre del 2001 Washington está haciendo exactamente lo que Israel venía haciendo desde hace tiempo y bajo la crítica anodina” de EE.UU., como la política de asesinar a los opositores.
El historiador destaca que “la impunidad con la cual EE.UU. está actuando al atacar objetivos en países soberanos me parece resultado del ejemplo israelí”, e Israel es también un ejemplo cuando se trata de recurrir a la violencia: “Desde que los sionistas llegaron a Palestina crearon los hechos con métodos violentos. Después de la segunda Guerra Mundial los países occidentales, por varias razones y entre ellas la descolonización y la Guerra Fría, por momentos abandonaron esa práctica. Pero Israel nunca la abandonó y de cierta manera preservó el ‘impulso’ occidental de ocupar, destruir e imponerse.”
Para Rabkin lo que preservó a una gran parte del mundo de la rapiña colonial desde finales de la segunda Guerra Mundial se debió a que “en un contexto de Guerra Fría (los países occidentales) debían hacer como que jugaban el papel de ‘descolonización’ y sus etcéteras para no ‘perder’ África o América latina frente a los soviéticos. Ahora ya no tienen necesidad de seguir restringiendo el uso de la fuerza y la violencia”.
Este “virus” occidental del uso de la fuerza para someter o colonizar a otros pueblos, como apunta Rabkin, fue preservado en ese pequeño país que es Israel y “ahora ese virus está propagándose. No es de origen israelí ni de origen judío, es de origen europeo y fue muy bien preservado en Israel, que fungió como hospedante de valores occidentales que son tan agradables al rey de Arabia Saudí, quien los está aplicando con la represión en Bahrein”.
Los sucesivos gobiernos sionistas en Israel impusieron, por el uso aplastante de la fuerza contra los palestinos y quienes intentaron auxiliarlos, como bien señala Sami Michael, el principio de que los oprimidos, el pueblo ocupado, no tiene derecho alguno a oponerse, a buscar su liberación incluso –como sucedió en Gaza- cuando se le exige celebrar elecciones libres. Y es ese principio que guía ahora, a escala planetaria, la política del imperialismo estadounidense y de sus aliados de la OTAN.
Las consecuencias de un ataque a Irán
Es evidente que un ataque israelí a Irán tendrá inmediatamente múltiples consecuencias a escala global.
Las consecuencias serán tan graves, aunque sólo miremos los impactos económicos que tendrá el cierre del Estrecho de Ormuz por la respuesta iraní, que el escritor y analista israelí Uri Avnery piensa que por eso mismo este ataque no tendrá lugar: Un ataque israelí será visto por Irán como instigado por EE.UU., y reaccionará de manera acorde, como Teherán lo explicitó en los últimos días. La mayor parte de los abastecimientos mundiales de petróleo tienen que pasar esta única vía marítima. Incluso la mera amenaza de cerrar esta vía causará que los precios se vayan al cielo. Y el resultado de (eventuales) hostilidades será un colapso económico mundial, con cientos de miles, sino millones de nuevos desempleados. (9)
Avnery llega a esta conclusión porque calcula que el primer ministro Netanyahu y su ministro de la Defensa Barak no tendrán el apoyo del gabinete y de la cúpula militar para lanzar este ataque, y que en realidad “todas las acciones de Netanyahu muestran que para él, conservar el West Bank es muchísimo más importante que la bomba iraní. ¿Qué mejor prueba necesitamos de la locura de todo este amedrentamiento?”
Paúl Craig Roberts, economista y ex subsecretario del Tesoro de EE.UU. (10) opina que, al contrario, “Netanyahu anhela la guerra contra Irán” y arremete contra quien se le oponga, como cuando “calificó a los máximos generales de Israel de ‘cobardes’ por advertir contra una guerra con Irán”. Que ha llegado a censurar al Presidente Obama por “ser blando respecto a Irán” y que el primer ministro israelí “no está solo. Tiene a los neoconservadores estadounidenses de su parte. Estos son tan dementes como Netanyahu. Creen en la guerra nuclear y ansían atacar con bombas nucleares algún país musulmán y luego seguir haciendo lo mismo con Rusia y China. Es asombroso que solo dos o tres docenas de personas tengan la suerte de todo el mundo en sus manos”. Y conocedor de la importancia del cabildeo sionista en Washington, añade que “el Partido Demócrata es impotente ante ellos” y “el Partido Republicano es su vehículo”.
Es también asombroso, parafraseando a Craig Roberts, que los políticos y gobernantes del mundo occidental no se planteen algunas preguntas básicas de la política de sanciones que están aplicando contra Irán por instigación de Israel y EE.UU. y de las recurrentes amenazas de un ataque israelí a Irán.
Preguntas sin respuestas
Por ejemplo: ¿Cuál será el impacto sobre la economía mundial de la “prima de riesgo” que elevará hasta los 120, 140 o 160 dólares el barril de petróleo en momentos en que los precios de los alimentos básicos se han disparado por las graves sequías en América del Norte y África, y hay en ciernes una catástrofe alimentaria mundial?
¿Quién se preocupa en las capitales occidentales de evaluar un eventual desplome del sistema bancario y financiero que se sabe está en situación de insolvencia, en la UE y EE.UU., frente al previsible frenazo económico y comercial mundial que provocará un ataque a Irán?
¿Cuál será la reacción de China frente al corte de los aprovisionamientos de petróleo iraní? ¿Cómo ignorar que Beijing puede interpretar este ataque como parte de las medidas que en su contra está montando EE.UU., desde el hostigamiento comercial al cerco de bases y flotillas militares que ya rodea a China?
Cabe también preguntarse, como hace Craig Roberts, sobre la reacción de Rusia, donde los gobernantes tienen razones concretas para pensar que un ataque a Irán puede desencadenar una guerra nuclear. O que el ataque a Irán es para apropiarse de su petróleo y gas natural y establecer un control energético y militar estadounidense, como ya es el caso en algunas ex republicas soviéticas del Asia Central, para así estrangular económica y comercialmente a Rusia.
Los países emergentes y en desarrollo tendrán buenas razones para interpretar una agresión militar contra Irán, en el contexto de la reciente intervención de la OTAN en Libia y ahora de manera encubierta en Siria, como la puesta en marcha de una rebatiña colonial destinada a apropiarse por la fuerza de todos los recursos naturales estratégicos, desde el petróleo, los minerales básicos hasta las tierras fértiles y el agua dulce.
También cabe preguntarse cuál será el impacto en el mundo musulmán, a mediano y largo plazo, de un ataque israelí a Irán, así como las consecuencias del apoyo de los países occidentales, de Arabia Saudí y Qatar a los fundamentalistas sunitas, incluyendo al-Qaeda, en Libia y Siria, y de la represión de la población chiíta en Bahrein y Arabia Saudí.
¿Fortalecerá esto la posición de Arabia Saudita y con ello aumentará la lucha y los actos de terrorismo entre musulmanes y otras confesiones religiosas en Irak, Siria, Líbano, Bahrein y potencialmente en otros países donde conviven poblaciones de diferentes confesiones religiosas, como en África?
La cabra imperial retorna al monte
Para apreciar las ambiciones imperialistas en la coyuntura actual hay que constatar que el breve lapso histórico de la pos-segunda Guerra Mundial, que cubre tres décadas y ha sido definida como la “época del bienestar” o “los treinta gloriosos” por las conquistas socioeconómicas en los países industriales y algunos países en desarrollo de América latina, fue para los países de Asia, África y Oceanía la “era de la descolonización”.
Esa coyuntura histórica, como enfatiza Rabkin, fue el producto de una correlación de fuerzas a nivel internacional, o sea a la existencia de la Unión Soviética que había vencido al nazismo, ocupado parte de Alemania y avanzado en influencia y poder en Europa del Este, a la revolución China, en suma al equilibrio militar que condujo a la Guerra Fría y obligó a los países occidentales a “hacer como que jugaban el papel de ‘descolonización’ y sus etcéteras para no ‘perder’ África o América latina frente a los soviéticos”, y en lo domestico a la redistribución de la riqueza mediante medidas fiscales y apoyo a la sindicalización para combatir e impedir el avance de las ideas y la organización de las fuerzas de izquierda.
Desde hace tres décadas en Occidente se dedican a demoler la “era del bienestar”, y hace poco más de dos décadas la Unión Soviética fue desmembrada. En cuanto a la “era de la descolonización” en muchos casos fue una ilusión sustituida por el neocolonialismo, y lo que es peor es que la cultura, el pensamiento y la práctica imperialista nunca fue abandonada y siguió existiendo en los países imperiales.
Prueba de ello fue la actitud del gobierno británico, cuna del capitalismo, del libre comercio y del imperialismo universal que no conocía la puesta del sol, hacia ese pequeño país que es Ecuador, que tuvo el atrevimiento de ofrecerle asilo diplomático a Julian Assange, el fundador de Wikileaks. Nada de medias tintas. No, la tradicional cañonera en la amenaza de desconocer la inmunidad de la Embajada ecuatoriana en Londres y de invadirla para capturar a quien dio a conocer los secretos y trapos sucios del imperio.
Por todo esto entramos en una época que el escritor y ensayista indio Pankaj Mishra describe como la “destrucción creativa” del neoimperialismo que arruinó millones de vidas en tierras remotas (11).
Dicho de otra manera, el neoimperialismo quiere hacernos volver volvemos a las épocas en que el objetivo era ocupar, destruir e imponerse para poder saquear las riquezas de los pueblos sometidos.
La Vèrdiere, Francia.
Las gráficas de Eurostat sobre el crecimiento del PIB de la UE, previo al trimestre anterior son las siguientes: último trimestre del 2011: -0.3%; primer trimestre 2012: 0.0%; segundo trimestre 2012: -0.2%. Por supuesto Alemania y otros países nórdicos tuvieron crecimiento, pero Francia ya lleva tres trimestres con crecimiento nulo (0.0%)
Y también ver las estadísticas sobre la caída de la producción industrial:
En EE.UU. hay dos cálculos oficiales: U3 es la encuesta mensual efectuada en los hogares y la medida oficial, que en julio fue de 8.3 por ciento; U6, que en julio fue de 15 por ciento, es el cálculo del Bureau of Labor Statistics que incluye como parados a quienes están sin empleo, a los que han perdido esperanza de encontrar un trabajo y a quienes no pueden encontrar un empleo permanente y trabajan algunas horas semanales), y un tercer sistema de cálculo -SGS Alternate-, que hasta 1994 se utilizó para clasificar el desempleo y fue descartado para ocultar el paro, y que actualmente se sitúa alrededor del 24 por ciento.
3.- Ver los trabajos de Karl Polanyi, quien estudió los impactos de la crisis del liberalismo en los años 30 del siglo 20 y sus consecuencias (La Grande Transformation, Ed. Gallimard) y Los Orígenes del Totalitarismo de Hannah Arendt (Alianza Editorial).
6.- El profesor Yakov Rabkin es autor del libro “Contra el Estado de Israel. Historia de la oposición judía al sionismo” (Editorial Planeta, Buenos Aires, 2008)
- Alberto Rabilotta es periodista argentino - canadiense.