Caso Julian Assange

La farsa, la prepotencia y el abuso

21/08/2012
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Julian Assange no está siendo procesado por traición a la patria ni por infidencia. Está siendo procesado por haber abusado de una mujer cubana en Estocolmo sin usar condón. No fue ni una violación ni un rapto sino sexo consensuado y el delito es que fue sin protección. Parece que la afectada no pudo contener el ímpetu del varón y cual virgen ignorante de estas lides no lo detuvo sino que aceptó la relación que luego acusó. La mujer se llama Anna Ardin y es demócrata cristiana, partido al que pertenece también Aron Modig. Este último estaba con Osvaldo Paya, el opositor cubano, cuando tuvieron el accidente de coche que causó la muerte a varias personas incluido Paya    La mujer en una novela de John Le Carré o Ian Fleming sería un personaje plantado para la ocasión que serviría de anzuelo para llevar al acusado a tribunales más preocupados con su trabajo de información y menos con sus lides y dotes sexuales, que en realidad no interesan a nadie. En una novela de Le Carré la mujer trabajaría para los servicios de inteligencia estadounidense o británico y buscaría y aceptaría el sexo desprotegido en Suecia para luego acusar sabiendo que es el único país donde existe ese delito. Le Carré no concede que otros hagan inteligencia como tal.

 
Dominique Strauss Khan fue brevemente procesado en Nueva York por haber abusado de una persona de la limpieza en un hotel de Nueva York. Al final del juicio, todo indicó que si tuvo relaciones sexuales con esa mujer pero que la mujer no daba certezas sobre la verosimilitud de sus declaraciones y que no podía explicar de dónde había sacado un dinero que tenía en su cuenta. En una novela de Le Carré también parecía una persona plantada para producir el descrédito del director ejecutivo del FMI quien se iba a conversar con la Sra. Merkel sobre Grecia y estaba en una escala entre Washington y Berlín. Era candidato fijo a la presidencia de Francia que seguramente hubiera ganado. En una novela de Le Carré la pregunta sería quién tenía más interés de sacárselo del camino: la banca alemana que en ese momento estaba sobre expuesta en Grecia o Sarkozy y el Partido Conservador francés.
En todo caso, el abuso sexual que si fue el caso de Strauss Kahn pasó por la detención en Manhattan bajo arresto domiciliario y luego un juicio breve donde se descartó la seriedad de la acusadora y se le dejó en libertad. Es decir no fue que no hubo abuso sino que la abusada no pudo probar su inocencia. ¿Por qué algún culpable habría de poner una denuncia de este tipo? es una buena pregunta. En el caso de Assange donde el tipo de abuso practicado por DSK no existió, donde no había grandes diferencias de clase o poder y donde la mujer concedió a la relación sexual, el tema jurídico se ha convertido en central. No usó condón, dice ella.
 
De otro lado, se sabe que el soldado Bradley Manning quien liberó la información estadounidense a Wikileaks, está bajo arresto sin acusación desde hace más de dos años. Este aparece en una foto en Internet con claras señas de tortura, que como se sabe, ahora es legal en el país del norte. Entonces, no sólo es que Assange está siendo perseguido por los servicios estadounidenses, sino que visto lo que le pasa a Manning, se le considera un peligro para la seguridad de dicho país. El cargo contra Manning es “ayudar al enemigo”. La traición es el argumento usado para que se efectúe lo inaceptable: que se torture a una persona y que se le mantenga en la cárcel sin acusación desde mayo del 2010, más de 800 días. El juicio será entre el 21 de setiembre y el 12 de octubre del 2012.
 
La noción de la opinión pública como “enemiga” es análoga a la que tenía Stalin, quien sospechaba de todos en todas partes. Es también análoga a la de Joseph Mc Carthy quien veía comunistas escondidos en el rincón. En una sociedad de creciente intolerancia, donde el hermano grande está mirando todo el tiempo, Manning se les escapó y filtró información que ha sido valiosísima para el rediseño de las políticas exteriores de numerosos países y para que la opinión pública mundial tenga una mejor idea de cómo piensa el aparato de política exterior del país del norte. Quizás lo más saltante es que no había nada nuevo sino que se confirmó y se supo con más detalle lo que se sabía. (“Cristina Fernández está loca”; “Calderón no es de confiar”, etc.) De lo que piensa el establishment de política exterior tenemos a los portavoces republicanos que lo dicen consistentemente. También tenemos a la Secretaria Clinton quien diciendo “WOW” en la televisión cuando mataron a Gadaffi, al día siguiente de su paso por Libia, lo dijo todo. Romney recientemente dijo que Jerusalén debe ser la capital de Israel, por ejemplo. Por otro lado basta mirar lo que hace el International Republican Institute (IRI) para saber donde se mete Estados Unidos para derribar a gobiernos. Siria es el ejemplo más reciente. Paraguay es el anterior.
 
La degradación de la política exterior de Estados Unidos y de Gran Bretaña no es culpa ni de Manning ni de Assange; y el derecho a saber de la opinión pública, ahora definida como “el enemigo” se ha tornado un tema que lleva al socio británico al punto del abuso. A Wikileaks le han bloqueado las cuentas de banco hace dos años para impedir que siga operando. Pero allí sigue. El abogado de Assange ahora es el juez Garzón, perseguido por intentar buscar la verdad de los muertos en la España de Franco. La opinión pública se ha convertido en toda una amenaza terrorista para Estados Unidos y su socio inglés. Todos somos una amenaza ya no comunista sino terrorista. Este juicio en Suecia es el gran triunfo del nuevo siglo americano y la doctrina Bush.
 
Algo cambió el año 2005, cuando la policía de Londres asesinó a tiros a Jean Charles de Menezes, un muchacho brasileño de 27 años, por el delito grave de correr cuando se vio cercado por policías armados y encapuchados. Fue la primera vez que la policía inglesa cometió un error de repercusiones internacionales y no hubo ningún responsable. La vida de de Menezes no valía nada frente a la amenaza de bombas. Quedó como un hecho reconocido como trágico, pero sin responsables frente a la violación del derecho a la vida. Esto quiere decir que en Gran Bretaña desde ese momento al menos, la vida de los ciudadanos dejó de ser importante frente a la lucha contra el enemigo. En ese marco se inscribe la reciente amenaza de invasión de la embajada ecuatoriana para sacar a Assange, quien como se sabe, es un “enemigo público, asociado a Manning”. Diplomáticos británicos en Quito le entregaron la carta al canciller Ricardo Patiño donde le advierten que usarán medidas de fuerza para sacar de la embajada al acusado Assange. La ley en la que se amparan se llama Diplomatic and Consular Premises Act 1987 y se inspira en la prevención de actos de terrorismo.
 
En una novela de Le Carrè, una fuerza especial ingresaría en la residencia de la embajada y sacaría a Assange hasta un helicóptero que lo volaría a un aeropuerto pequeño donde un avión privado lo llevaría a Suecia a enfrentar los cargos sexuales y de allí lo extraditarían al país que lo quiere por ayudar al enemigo. La novela terminaría con la tranquilidad del espía que lo sacó de la embajada por el sótano y lo entregó a Suecia, sentado en una playa de Caribe abrazando a una voluptuosa mujer. A Le Carrè la acusación de sexo desprotegido no se le hubiera ocurrido por estúpida. No subestimaría jamás a una mujer cubana del siglo XXI de esa manera.
 
En la vida real, se reunieron en Guayaquil  los cancilleres de UNASUR para discutir el caso Assange el 18 de agosto y resolvieron manifestar su solidaridad y respaldo con Ecuador y reiterar el derecho de los Estados de conceder asilos. Sin duda se va a generar más opiniones diplomáticas. Se ha convocado a una reunión de la OEA para el viernes 24 de agosto, la que sin duda tendrá una resolución indecisa y mostrará nuevamente su inoperancia. La amenaza británica seguramente no será de interés para ellos.
 
La reacción de la prensa internacional ha sido reproducir pedazos de un artículo que es parte de la campaña de desprestigio que ha iniciado el diario The Times de Londres, normalmente un periódico serio. La manera como se refieren a los países de UNASUR es como si todos, incluido Chile, fueran unos violadores sistemáticos del derecho de la información y todos perfectamente corruptos. Dice por ejemplo: “Las naciones latinoamericanas que han apoyado el asilo de JulianAssange tiene pobres antecedentes en materia de derechos humamos y protección a la libertad de expresión”. En todo caso hoy en Suramérica un caso como el de Jean Charles de Menezes sería inconcebible sin una gran protesta social. La campaña de desprestigio al apoyo de la iniciativa ecuatoriana sigue a la campaña de desprestigio contra Assange y contra Manningde la prensa conservadora y seguramente va a escalar en lo que es el primer enfrentamiento entre el poder autoritario concentrado anglosajón y la opinión pública sobre el derecho a saber.
 
Este enfrentamiento sobre el tema de Assange pone sobre la mesa el futuro de la libertad de expresión y sobre todo los extremos a los que están dispuestos a llegar en Estados Unidos y Gran Bretaña para impedir que algunas cosas se sepan, en el nombre de la seguridad. Esta es la forma más inaceptable de control social global. Ecuador ha hecho lo correcto y requiere de la solidaridad de todos en este momento de amenaza imperial, en el peor espíritu decimonónico. 
 
- Oscar Ugarteche, economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Es presidente de ALAI y coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org
 
https://www.alainet.org/es/articulo/160448
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