Vivir es un sueño
- Opinión
Es patético reconocer todos los problemas e injusticias que vivimos en Guatemala. Otras sociedades tienen lo suyo y lo reconocen: sobrepoblación, climas extremos, impuestos elevados, servicios caros, niños obesos, dificultades para encontrar apoyo para el cuidado de los pequeños, enfermedades, bullying; pero nosotros tenemos mucho más que eso. Una pequeña muestra fue la forma conmovedora en que se celebró el Día del Niño (a): luto, dolor, reclamos, denuncia, evidencias de la desatención a esa parte de la población que debería vivir con felicidad y plenitud.
Aquí la niñez también está dividida en esas dos Guatemalas; una disfruta, como en otras partes, su niñez con risas, algarabía, juegos, gratas compañías, alegría, golosinas y hasta regalos. Probablemente fueron de paseo a su casa de playa, partieron pasteles, se deleitaron en familia, les celebraron sus gracias y ocurrencias; en fin, fueron felices.
Otros la pasaron como siempre, entre la pobreza, la tierra y el sufrimiento, desconociendo lo que significa tener derechos. La desnutrición es su sombra; el hambre, su compañía; la ignorancia, su destino; la pobreza, su futuro; y la falta de oportunidades, su perspectiva. No conocen otra realidad, así vivieron sus progenitores y esa es su herencia. Las notas de prensa, las columnas y los comunicados dan cuenta de estas diferencias.
Y no es que ahora tenemos estos problemas, basta revisar los informes de años anteriores para constatar que se han ido acumulando, se enciman unos sobre otros, se agravan y no se vislumbran las soluciones. Y es cierto que todos reclaman que sus demandas no son atendidas, pero el denominador común son los pequeños que resultan víctimas de la ausencia de vivienda, de la carencia de empleo de sus padres, de la falta de acceso a la salud, de los problemas para la permanencia en el sistema educativo y otras muchas limitaciones.
Organizaciones que defienden los derechos de la Niñez, Adolescencia y Juventud unieron sus voces para manifestar su preocupación por las permanentes violaciones a sus derechos humanos. Denunciaron el horror de las muertes violentas, lo insólito de embarazos en niñas de 10 años, la violencia y abusos en su contra y la falta de prioridad de esta situación en la agenda de los organismos del Estado.
Pero tal vez lo más triste es que hay un sentimiento colectivo sobre la percepción, comportamientos y alta tolerancia de la sociedad ante el abandono, la esclavitud, la violencia y el sufrimiento de los niños (as) y adolescentes.
En su informe del 2011, que cita los 15 años anteriores, la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHAG) incluyó entre sus conclusiones la afirmación de que, a pesar de que hay algunos avances, estos son tan lentos que no son significativos. Reclama como prioridad la restitución de derechos y la implementación de un sistema de registro de información confiable y completo.
Vivir, ser y participar en Guatemala para la mayoría de niños y niñas sigue siendo un sueño. Y mientras a ellos (as) se les han arrebatado derechos, algunos (as) disfrutamos lo que corresponde a otros (as) muchos.
Guatemala, 3 de octubre de 2012.
- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, es directora de la Agencia CERIGUA - http://cerigua.info/portal/
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