Dilemas de la integración regional a inicios del 2013
25/01/2013
- Opinión
El final del primer mes del 2013 está marcado por un evento de gran importancia para Nuestra América. La I Cumbre CELAC-UE es un símbolo de lo que se ha avanzado en una década, desde que aparecieron los primeros gobiernos progresistas en la región.
Pues tras seis reuniones bianuales entre los países de Europa y los de este lado del planeta, es la primera vez que Nuestra América se presenta como un solo bloque, bajo el sombrero de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
A diferencia de las seis citas anteriores con Europa: ALC-UE (1999, 2002, 2004, 2006, 2008 y 2010) donde los Estados europeos asistían con intereses en bloque, y los de nuestra región sin mayor articulación compitiendo muchas veces en el ámbito bilateral,;en esta ocasión los intereses de los países de América del Sur, Mesoamérica y El Caribe se presentan al menos reunidos en una gran instancia.
No quiere decir que por arte de magia, las visiones de países como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Brasil o Argentina, sean las mismas que las de México, Perú, Chile o Colombia en temas como los del comercio. Pero al menos se tratará de articular las grandes coincidencias regionales como en el caso de la migración, la cooperación, la inversión en tecnología o el diálogo político bajo una gran voz.
Es por eso que ésta ya no es la Séptima Cumbre ALC-UE, sino la Primera Cumbre CELAC-UE que se desarrollará en Santiago de Chile. Y eso no es poca cosa.
Pero en la capital chilena no solo tendremos el encuentro con los europeos, sino que tras esa reunión se dará la Cumbre Anual de la CELAC, donde nada menos que la República de Cuba asumirá la Presidencia Pro Témpore del bloque.
Eso es otro símbolo de la presencia de gobiernos a la izquierda desde hace varios años en Nuestra América.
Cuba que aún sufre los embates del bloqueo norteamericano, que impide -entre otras cosas- que un barco que toque la isla pueda dirigirse a puerto estadounidense a menos que hayan pasado seis meses. Eso encarece todos los productos que el pueblo cubano necesita. Pero con todo y eso, Cuba asume la dirección de la UNASUR ampliada, como muchos denominan a la CELAC. Un proyecto en contraposición a la Organización de Estados Americanos (OEA), donde Estados Unidos se impone.
Eso coincide con una serie de reformas estratégicas que ha emprendido el país caribeño, actualizando su modelo económico, permitiendo que el sector privado cubano entre a desarrollar una gran cantidad de actividades que antes solo estaban reservadas al Estado. Cuba se abre al mundo con reforma migratoria y todo, y al mismo tiempo mantiene las conquistas sociales de su revolución.
Sin embargo, todas no son buenas noticias. Pues frente a ese avance, la contraofensiva de las transnacionales no para.
Lo podemos ver claramente en la negociación del Trans Pacific Partnership (TPP), ese mega TLC que involucra a doce economías con costa pacífica de Asia y América, en el que participan Perú, Chile y México del lado latinoamericano, pero que vía la Alianza del Pacífico -que armoniza todos los otros TLC que hay en la región- se expandirá a Centroamérica, Colombia y República Dominicana, partiendo Nuestra América en dos.
Además, el total secretismo de esa negociación hace que el TPP sea antidemocrático. Los derechos de las grandes transnacionales en temas tan sensibles como la propiedad intelectual de las comunicaciones, la salud y la industria alimentaria impiden la divulgación de los términos de las negociaciones. El movimiento social tiene la palabra.
Pues tras seis reuniones bianuales entre los países de Europa y los de este lado del planeta, es la primera vez que Nuestra América se presenta como un solo bloque, bajo el sombrero de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
A diferencia de las seis citas anteriores con Europa: ALC-UE (1999, 2002, 2004, 2006, 2008 y 2010) donde los Estados europeos asistían con intereses en bloque, y los de nuestra región sin mayor articulación compitiendo muchas veces en el ámbito bilateral,;en esta ocasión los intereses de los países de América del Sur, Mesoamérica y El Caribe se presentan al menos reunidos en una gran instancia.
No quiere decir que por arte de magia, las visiones de países como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Brasil o Argentina, sean las mismas que las de México, Perú, Chile o Colombia en temas como los del comercio. Pero al menos se tratará de articular las grandes coincidencias regionales como en el caso de la migración, la cooperación, la inversión en tecnología o el diálogo político bajo una gran voz.
Es por eso que ésta ya no es la Séptima Cumbre ALC-UE, sino la Primera Cumbre CELAC-UE que se desarrollará en Santiago de Chile. Y eso no es poca cosa.
Pero en la capital chilena no solo tendremos el encuentro con los europeos, sino que tras esa reunión se dará la Cumbre Anual de la CELAC, donde nada menos que la República de Cuba asumirá la Presidencia Pro Témpore del bloque.
Eso es otro símbolo de la presencia de gobiernos a la izquierda desde hace varios años en Nuestra América.
Cuba que aún sufre los embates del bloqueo norteamericano, que impide -entre otras cosas- que un barco que toque la isla pueda dirigirse a puerto estadounidense a menos que hayan pasado seis meses. Eso encarece todos los productos que el pueblo cubano necesita. Pero con todo y eso, Cuba asume la dirección de la UNASUR ampliada, como muchos denominan a la CELAC. Un proyecto en contraposición a la Organización de Estados Americanos (OEA), donde Estados Unidos se impone.
Eso coincide con una serie de reformas estratégicas que ha emprendido el país caribeño, actualizando su modelo económico, permitiendo que el sector privado cubano entre a desarrollar una gran cantidad de actividades que antes solo estaban reservadas al Estado. Cuba se abre al mundo con reforma migratoria y todo, y al mismo tiempo mantiene las conquistas sociales de su revolución.
Sin embargo, todas no son buenas noticias. Pues frente a ese avance, la contraofensiva de las transnacionales no para.
Lo podemos ver claramente en la negociación del Trans Pacific Partnership (TPP), ese mega TLC que involucra a doce economías con costa pacífica de Asia y América, en el que participan Perú, Chile y México del lado latinoamericano, pero que vía la Alianza del Pacífico -que armoniza todos los otros TLC que hay en la región- se expandirá a Centroamérica, Colombia y República Dominicana, partiendo Nuestra América en dos.
Además, el total secretismo de esa negociación hace que el TPP sea antidemocrático. Los derechos de las grandes transnacionales en temas tan sensibles como la propiedad intelectual de las comunicaciones, la salud y la industria alimentaria impiden la divulgación de los términos de las negociaciones. El movimiento social tiene la palabra.
Economía Crítica, Nº 6, Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos (LATINDADD)
https://www.alainet.org/es/articulo/164179?language=en
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