Ébola: ¿la epidemia del siglo?

23/12/2014
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Durante 2014 una enfermedad terrible se volvió protagónica en los medios de información del mundo: el ébola, un padecimiento que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene una tasa de letalidad que puede llegar al 90%.
 
Si bien la mayor parte de los casos registrados se localiza en África central y occidental, la enfermedad se ha propagado a otras naciones, como las europeas y Estados Unidos. Al ébola se le percibe más amenazante que al terrorismo, las armas de destrucción en masa, la delincuencia organizada transnacional y diversos fenómenos naturales. Su desarrollo ha exacerbado el afropesimismo, o bien la percepción, en particular en Occidente, de que África es un lugar que solo genera problemas y atenta contra el bienestar del resto de las naciones del orbe.
 
El ébola corrobora una vez más que la globalización, si bien conlleva importantes beneficios, también posibilita la propagación de enfermedades, debido a la gran movilidad que por razones de negocios, esparcimiento u otras, tienen las personas, en su condición de portadoras o receptoras. Las historias de trabajadores de la salud, muchos de ellos voluntarios, procedentes de países europeos y de la Unión Americana, y que han contraído la enfermedad, han conmovido al mundo, aun cuando la vida de una enfermera estadounidense por momentos parecería valer más que las de los varios miles de ciudadanos africanos que han perecido ante este padecimiento.
 
Diversos países y empresas farmacéuticas intentan desarrollar una cura para combatir el ébola y poder generar la esperanza de que pese a su letalidad, sea una enfermedad a la que se pueda controlar y abatir. Con todo, lo sucedido en 2014 arroja numerosas lecciones que es menester valorar.
 
Especies responsables
 
La enfermedad, antes conocida como fiebre hemorrágica del ébola, es un padecimiento poco común y mortal provocado por la infección de una cepa del virus del mismo nombre que puede aquejar a seres humanos y a otros primates (monos, gorilas y chimpancés). Es causada por un virus de la familia filoviridae, del género filovirus. A esta familia también pertenecen el Marburvirus, o fiebre hemorrágica de Marburgo, y el Cuevavirus.
 
Se han identificado cinco subespecies del ébola, cuatro de las cuales han causado enfermedades en seres humanos: el virus del ébola (ébola-Zaire o EBOV); el virus de Sudán (ébola-Sudán o SUDV); el virus del bosque Taï (ébola-Taï forest, llamado anteriormente ébola-Costa de Marfil o TAFV); y el virus de bundibugyo (ébola-Bundibugyo o BDBV). La quinta, el virus de Reston (ébola-Reston o RESTV), ha producido la enfermedad en monos y cerdos, pero no en los seres humanos, y ha sido encontrada en EU, Filipinas y la República Popular China. La OMS señala que entre las personas que han tenido contacto con los animales descritos, se registran casos de infección asintomática, por lo que se deduce que el RESTV tiene menor capacidad que las otras especies de provocar la enfermedad en el ser humano. Así, son las especies BDBV, EBOV y SUDV las responsables de los grandes brotes observados al día de hoy, a diferencia de las especies RESTV y TAFV.
 
Los virus responsables del ébola se hallan sobre todo en países africanos. El primero se descubrió en 1976, cerca del río Ébola (de ahí su nombre), en lo que corresponde actualmente a la República Democrática del Congo. Desde entonces se han presentado brotes esporádicos en el continente africano, por lo que se puede afirmar que se trata de un padecimiento endémico en esa parte del mundo.
 
Según el Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EU, aún no se identifica al huésped reservorio natural de los virus del ébola. Pese a ello, y tomando en cuenta la evidencia disponible y la naturaleza de otros virus similares, se considera que es un virus zoonótico, esto es, transmitido por los animales, y cuyo reservorio más probable son los murciélagos. Otra característica es que cuatro de las cinco cepas hasta hoy identificadas se presentan en un animal huésped oriundo de África.
 
Características del ébola
 
El virus se transmite a los seres humanos por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales infectados. En África, se han documentado casos de infección asociados a la manipulación de chimpancés, gorilas, murciélagos frugívoros, monos, antílopes y puercoespines infectados que se habían encontrado muertos o enfermos en la selva. Más tarde, el virus se propaga en la comunidad de persona a persona, según explica la OMS, por contacto directo (a través de las membranas mucosas o de soluciones de continuidad de la piel) con órganos, sangre o secreciones corporales líquidas de personas infectadas, o por contacto indirecto, con materiales contaminados por dichos líquidos. Los hombres pueden seguir transmitiendo el virus al tener relaciones sexuales, a través del semen, hasta siete semanas después de la recuperación clínica.
 
 En algunos países africanos, hay ciertas tradiciones para que la comunidad despida a quienes fallecieron. Así, existen ceremonias de inhumación en las cuales los integrantes del cortejo fúnebre y otras personas tienen contacto directo con los cadáveres, lo que también puede contribuir a la transmisión. La infección del personal médico al tratar a pacientes con ébola ha sido frecuente cuando ha habido contacto estrecho y no se han observado las precauciones debidas. En Estados Unidos, causó alarma la infección de una enfermera, quien se contagió, aparentemente, por no seguir los protocolos requeridos. Casos similares se han registrado en otras partes del mundo.
 
 
El ébola es una enfermedad viral aguda grave que se caracteriza por la aparición súbita de fiebre, debilidad intensa y dolores musculares, de cabeza y de garganta, lo cual va seguido de vómito, diarrea, disfunción renal y hepática, erupciones cutáneas y, en algunos casos, hemorragias internas y externas. Los análisis de laboratorio muestran disminución del número de leucocitos y plaquetas, así como elevación de las enzimas hepáticas.
 
La enfermedad puede confundirse con padecimientos como el paludismo, la fiebre tifoidea, la shigelosis, el cólera, la leptospirosis, la peste, las rickettsiosis, la fiebre recurrente, la meningitis, la hepatitis y otras fiebres hemorrágicas víricas como la fiebre hemorrágica de Marburgo, por lo que el diagnóstico definitivo requiere pruebas de laboratorio, mismas que deben realizarse con mucho cuidado, dado que las muestras de los pacientes constituyen un gran peligro biológico durante su manipulación.
 
Los pacientes son contagiosos mientras el virus esté en la sangre y las secreciones. La OMS refiere que el virus se ha aislado en el semen hasta 61 días después de la aparición de la enfermedad en un caso de infección contraída en el laboratorio.
 
¿Por qué en África?
 
En el momento de escribir estas líneas, la OMS reportaba 4 mil 818 personas fallecidas por ébola más 13 mil 42 contagiadas. Tres países, Liberia, Sierra Leona y Guinea-Conakry, son los que concentran la mayor cantidad de muertes y de personas infectadas por la enfermedad. En Estados vecinos, como Senegal, el brote ha sido detenido, lo que ha llevado a que la OMS reconozca los esfuerzos hechos por las autoridades del país para enfrentar la enfermedad. Otro tanto ha ocurrido con Nigeria, declarado “libre de ébola” el pasado 20 de octubre. Pero las preguntas obligadas son: ¿por qué, en las tres naciones inicialmente señaladas, es tan letal el ébola? ¿Qué facilita su propagación? ¿Por qué los esfuerzos para contenerlo no dan los resultados esperados?
 
De entrada, los tres países más agobiados por el ébola tienen un bajo desarrollo humano. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Liberia, a la cabeza en decesos y personas infectadas por el virus, se ubica en el lugar 175 de una lista de 187 naciones analizadas. Sierra Leona ocupa la posición 183. Guinea Conakry es el país 179 en la lista del PNUD. Así, una primera explicación estriba en el hecho de que los tres países carecen de capacidades para procurar el bienestar social de su población, de manera que, por ejemplo, la infraestructura hospitalaria y el personal sanitario son escasos, insuficientes y poco calificados. El acceso a alimentos y a medicamentos es igualmente precario.
 
Los conflictos armados que han aquejado a la región son otro factor a ponderar. En una contienda bélica, los recursos materiales y humanos existentes se canalizan a buscar la victoria sobre el adversario, no así a garantizar el bienestar de la sociedades.
 
Otro aspecto que ha propiciado que el contagio y el número de decesos se eleve es que el ébola llegó a las zonas urbanas de los países descritos (Monrovia, Freetown, Conakry), donde las concentraciones demográficas suelen ser mayores que en áreas rurales. Cuando se tuvo noticia del ébola por primera vez (1976), fue en zonas rurales, donde reapareció de manera intermitente sin que la comunidad internacional pusiera atención al problema. Se puede argumentar que las prioridades de la comunidad de naciones están en otro lugar y que el afropesimismo también se traduce en que se prefiere ignorarlos sucesos que acontecen en el África subsahariana, a menos que exista alguna situación de importancia geopolítica o geoeconómica a los ojos de las grandes potencias, por ejemplo, la existencia de recursos estratégicos.
 
Diversos especialistas en epidemiología advierten que la propagación del ébola en esas y otras naciones obedece a que los protocolos han fallado o no se han aplicado debidamente. Ello explicaría los éxitos de Senegal y Nigeria. Sin embargo, divorciar los protocolos médicos de una infraestructura hospitalaria limitada, de recursos humanos escasamente calificados y, en general, de recursos económicos escasos, no tiene mucho sentido. Incluso documentar los casos que efectivamente corresponden al ébola, y no a otros padecimientos, se torna difícil. De ahí que la propia OMS haya debido reajustar los datos y cifras proporcionados acerca de la evolución de la enfermedad, argumentando que ahora se cuenta con pruebas de laboratorio más eficaces.
 
La comunidad internacional ha reaccionado tarde. No se trata de negar que los brotes de enfermedades y su tratamiento son responsabilidad primordial de los países en que ocurren. Sin embargo, las naciones del mundo seguramente reconocen que hay condiciones socioeconómicas que contribuyen a encarar los desafíos, por ejemplo en terrenos como la salud, y que en diversas naciones africanas, la pobreza, los conflictos armados y una deficiente gestión gubernamental no abonan en favor de sociedades más sanas. La estrategia de Occidente, hoy por hoy, es de contención. Incluso hay quienes consideran que repatriar a connacionales enfermos por ébola a los países de donde son oriundos (Estados Unidos, España, Francia, etcétera) es indebido y que se les debió atender donde estaban. El Banco Mundial, la ONU, la OMS, diversos organismos no gubernamentales, etcétera, han venido canalizando recursos materiales y humanos para hacer frente a la emergencia sanitaria, pero esa movilización no se observó para contenerla en sus inicios.
 
 Hoy, varias naciones y empresas farmacéuticas trabajan en vacunas para hacer frente al ébola. Canadá, por ejemplo, ha donado a la OMS varias dosis que se espera que el organismo internacional determine cómo, cuándo y dónde utilizar. Otra vacuna, desarrollada por los institutos de salud de Estados Unidos y la empresa Glaxo Smithkline, está siendo probada con voluntarios del vecino país del norte, Reino Unido, Gambia y Malí para determinar si, tras su empleo, las personas desarrollan una sólida respuesta inmunológica. También, en una clínica universitaria de Hamburgo, se empezó a usar otra vacuna experimental en humanos a partir del pasado 10 de noviembre.
 
 
Lo anterior corrobora que se está desarrollando una intensa actividad científica, en particular en los países más avanzados, para contar con una cura eficaz. Se trata de algo loable, pero si algo debería reprocharse es que ese esfuerzo solo se desarrolle ahora, aparentemente para evitar que los ciudadanos de esas naciones se contagien, o bien, si ello ocurriera, para salvarles la vida, razonamiento que no ha sido análogo en el caso de nacionales de Liberia, Sierra Leona y Guinea Conakry.
 
¿Qué ha aprendido el mundo de este dramático brote de ébola? Que las epidemias constituyen problemas complejos que demandan soluciones igualmente complejas. Que falta mucho para que el mundo sea preventivo de cara a diversos padecimientos. Que la urbanización plantea nuevos retos a la salud de la sociedades. Que si bien es improbable que en países como los latinoamericanos se presenten casos de ébola (en el momento de escribir estas líneas no se ha registrado un solo caso), ello no significa que se deba bajar la guardia en materia de salud. Además, la atención que ha recibido el ébola parece desmedida a juzgar por la persistencia de padecimientos como la malaria, que causan muchas más víctimas en el mundo, sin que haya esmero por abatir a éste y otros padecimientos.
 
Así, el ébola, más que la enfermedad del siglo XXI (un siglo muy joven, ciertamente), es la enfermedad de moda; grave, sí, pero que goza de fama debido a su letalidad, aun cuando hay muchos otros padecimientos que cada año diezman a las sociedades del mundo en proporciones muy superiores.
 
22 de diciembre, 2014
 
 Notas: 
 
1 A los murciélagos se les atribuye también la portación de otras enfermedades que a ellos no los afectan, por ejemplo, la rabia y el síndrome respiratorio agudo severo (SARS). Para la comunidad científica, el estudio de los murciélagos es importante, porque podría contribuir a dilucidar posibles tratamientos para esas y otras enfermedades. Véase El Universal (3 de noviembre de 2014), “Murciélagos portadores de ébola podrían ser héroes y no solo villanos”, disponible en http://www.eluniversal.com.mx/ciencia/2014/ebola-murcielagos-96872.html
 
2 El Universal (30 de octubre de 2014), “Instan a entierros más seguros en África para frenar ébola”, disponible en http://www.eluniversal.com.mx/ciencia/2014/entierros-frenar-ebola-96753.html
 
3 La OMS ha venido trabajando en la difusión de protocolos mejorados para la protección del personal sanitario ante la epidemia de ébola. Véase OMS (31 de octubre de 2014), La OMS actualiza la guía sobre el equipo de protección personal para la respuesta del ébola, disponible en http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2014/ebola-ppe-guidelines/es/
 
4 OMS (17 de octubre de 2014), La OMS felicita al Senegal por haber detenido la transmisión del virus del ébola, disponible en http://www.who.int/mediacentre/news/statements/2014/senegal-ends-ebola/es/
 
El Mundo (20/10/2014), “Nigeria es ya un país libre de ébola”, disponible en http://www.elmundo.es/salud/2014/10/20/5444e1ff268e3e1a3b8b4579.html
 
6 Mikel Segovia (09/10/2014), “Ganaremos esta batalla, no la guerra”, en El Mundo, disponible en http://www.elmundo.es/salud/2014/10/09/5435cde3e2704e5c6e8b4577.html
 
7 El Mundo (20/10/2014), Ibid
 
8 CNN México (2014.08.28), “Una vacuna experimental contra el ébola será probada en humanos”, disponible enhttp://mexico.cnn.com/mundo/2014/08/28/una-vacuna-experimental-contra-el...
 
9 DW (10 de noviembre de 2014), “Expertos alemanes prueban vacuna contra el ébola”, disponible en http://www.dw.de/expertos-alemanes-prueban-vacuna-contra-el-%C3%A9bola/a-18055277
 
-       María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
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https://www.alainet.org/es/articulo/166372
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