Latinoamérica Recuperada no será desalojada

14/03/2015
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La imprevista agresión del gobierno norteamericano contra Venezuela conmueve a toda la Patria Grande y al mundo. Se trata de un nuevo capítulo de esa “tercera guerra mundial por partes” que denunció el Papa Francisco y que, en los últimos días, parece iniciar su capítulo latinoamericano.

 

Según Barack Obama, la república bolivariana constituye una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos. Créase o no, la principal potencia del mundo dice sentirse hostigada por un Estado que no conoce la guerra desde su mismísima fundación, sin armamento nuclear y con sólo 26 aviones de combate. Tan inverosímil como ver al matón de la escuela quejándose de que le hacen bulling o a una corporación multinacional denunciando las conductas monopólicas de una cooperativa popular.

 

Sin embargo, algo hay de cierto en la retórica imperial. La experiencia del pueblo venezolano constituye una amenaza, no para la seguridad nacional de los Estados Unidos, sino para el poder brutal de una plutocracia global que pretende reafirmar su dominación mundial a cualquier precio y reditar el maltrecho manual del “pensamiento único” que no pudo imponer durante los últimos años. Es que Venezuela cometió el imperdonable crimen de romper ese pacto de opresión conocido como el “Consenso de Washington”. Poco después de que los portavoces del poder económico anunciaran el “fin de la historia”, el pueblo venezolano recuperó la Historia para ponerla nuevamente a producir. Latinoamérica es una empresa recuperada que el Imperio quiere desalojar. Las palabras del premio Nobel de la “paz” recuerdan a la intimación judicial que precede el desalojo y la represión.

 

Pero dejemos hablar a los expertos. En 2005, durante la edición N° 209 del famoso programa Aló Presidente, el Comandante Chávez hizo una extensa entrevista a nuestro compañero Eduardo Murúa, entonces presidente del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas. El Vasco, obrero de IMPA, militante peronista, hoy compañero de la CTEP, de entrada marcó el paralelismo entre su movimiento y el proceso venezolano: “Estamos peleando igual que ustedes, es parecido a lo que hicieron ustedes en menor escala, el tema de ocupar nuestros espacios; nosotros estábamos perdiendo todo, estábamos quedando desempleados estructurales y no teníamos forma de recuperar el empleo, y un día dijimos: bueno, esto nos pertenece y tomamos las fábricas y las pusimos a producir y demostramos, igual que usted, Comandante, que sin patrones también se puede gobernar, y ustedes también demostraron que este pueblo sin el patrón de la bota yanqui también se puede gobernar y se puede gobernar mejor y se puede gobernar para el pueblo”.

 

La recuperación de Venezuela y la de IMPA, ambas datadas en 1999, fueron ejemplos que cundieron. Así como la recuperación de empresas se multiplicó a partir ese primer experimento, la recuperación popular latinoamericana se inició con la revolución bolivariana. La confluencia de ambos procesos se expresa en otro punto clave: la revalorización de las organizaciones populares como agentes insustituibles del cambio social. Ya no se trata únicamente de un Estado benefactor, un Estado compensador, un Estado al servicio del Pueblo, ¡sino también de un Pueblo que tiene, construye y ejerce Poder más allá del Estado! Chávez no se cansaba de decir que si queremos terminar con la pobreza había que darle poder a los pobres y trabajó incansablemente para eso. No sólo recuperó los recursos estratégicos de su país y redistribuyó la renta petrolera a través del Estado bolivariano. También fue un constructor de poder popular, del control directo de las bases sociales sobre la economía y la política, con medidas como la ley de economía popular, el reconocimiento de la propiedad colectiva, la institución del gobierno comunal, entre otras.

 

La experiencia de la revolución bolivariana y la recuperación de empresas son, naturalmente, amenazas para el sistema, máxime cuando se van internacionalizando, se van diseminando entre los Pueblos, se van reproduciendo intergeneracionalmente. “La única integración liberadora es la integración que nosotros podamos hacer desde abajo, desde nuestras organizaciones populares”, dijo Chávez en esa misma edición de Aló Presidente. Casi para confirmar esa consigna, 15 años después, Luis Maidana, un joven compañero del frigorífico recuperado Sugba –militante del MNER y dirigente de la CTEP– quedó designado en Caracas como delegado general de “Mercosur Obrero”, en representación de las recuperadas de América latina. Del mismo modo, el ejemplo bolivariano es reivindicado por los movimientos populares y juveniles de Grecia (Syriza), España (Podemos) y muchos otros lugares del mundo. Son fantasmas que recorren el mundo.

 

A no idealizar. La revolución bolivariana está lejos de ser perfecta: la sociedad está lejos de superar el capitalismo; la economía, lejos de garantizar el bienestar de todo el pueblo, y el gobierno, lejos de erradicar la corrupción pública. Lo mismo sucede, en menor escala, con las empresas recuperadas. Estos procesos no están exentos de agudas contradicciones, desde la ineficiencia y la burocratización hasta los abusos de poder y la corrupción. El sistema los envenena con su espíritu mezquino, amante de los privilegios e idolátrico del dinero. Sin embargo, a pesar de estas infecciones crónicas que debemos enfrentar decididamente, se trata de movimientos genuinamente populares, movimientos creativos preñados de esperanza. Obama tiene, en parte, razón: son verdaderas amenazas para el Capital. Los Pueblos, en cambio, tenemos que cuidarlos, más allá de nuestras diferencias ideológicas, metodológicas o partidarias; más allá de nuestras críticas y nuestras disputas internas. Ya lo dijo elVasco en esa entrevista con el Comandante: “Somos 180 fábricas, algunas en nuestro movimiento y otras en otro; nosotros siempre decimos, si tocan a una tocan a todas. Nosotros le podemos prometer, Presidente, que si tocan a Venezuela, nos van a tocar a todos”.

 

- Juan Grabois es Dirigente de la Central de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP)

https://www.alainet.org/es/articulo/168209
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