Raíces de la satanización de Corea del Norte

27/03/2015
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La capacidad de crear imágenes satánicas de sus enemigos ha alcanzado niveles extraordinarios en los medios sometidos a la influencia de la propaganda de guerra estadounidense.

 

¿Quién no recuerda a Saddam Hussein o a Muamar el Gadafi, etiquetados por una campaña mediática implacable como parias internacionales, encarnaciones del mal?

 

Para cualquier observador cuidadoso era evidente lo contradictorio de tal diabólica calificación de estos personajes que fueron cercanos a occidente y acabaron sumariamente ejecutados, uno cuasi-legalmente y el otro masacrado por los bandidos "amantes de la libertad", con la imagen que de ellos proyectaban los medios corporativos estadounidenses y sus satélites de todo el mundo cuando cooperaban con los intereses petroleros cercanos a Estados Unidos y Europa. Con el anterior preámbulo, el comentarista político marxista norteamericano Zoltan Zigedy inicia una enjundiosa evaluación de los mecanismos de que se vale Washington para desprestigiar a la República Popular Democrática de Corea y sus dirigentes políticos, que resisten estoicamente el cerco que les aplica occidente.

 

Kim Jong-un, el actual líder de la RDPC, nieto de Kim Il-sung, fundador de esa nación y figura reverenciada como líder de la resistencia contra los invasores japoneses, es la tercera generación de una familia que se ha desempeñado en el cargo de líder del país. Medios de opinión occidentales invariablemente se burlan de esta afición por la sucesión familiar, mientras aprueban la regla hereditaria de más de 80 años en Arabia Saudita y la de los Husseins en Jordania, gobernantes desde la independencia que nunca son ridiculizados por la prensa occidental porque han sido compatibles con amigos de los líderes estadounidenses y europeos.

 

Según explica Zigedy, durante la era soviética, la RPDC mantuvo relaciones formales con la comunidad socialista europea pero insistiendo en su política exterior en su camino independiente y en la aplicación coherente de una filosofía que sus dirigentes llaman Juché. La Guerra de Corea (1950-1953) comenzó cuando el Consejo de Seguridad de la ONU, manipulado por Estados Unidos, aprobó una resolución para intervenir con sus tropas en un conflicto interno en la península coreana. La guerra terminó con el armisticio (tregua) de Panmunjon, sin tratado de paz, lo que confiere vigencia a la resolución de la ONU que amparó la intervención norteamericana.

 

La postura de Corea del Norte en el plano internacional se ha basado en las experiencias de esa guerra que dejó como saldo la destrucción casi total en la parte norte de la península coreana que hoy constituye la RPDC, por efecto de la aplicación por Estados Unidos de una política militar de “poderío aéreo y tierra arrasada”.

 

Tras el fracaso estadounidense en su empeño de dominar a toda la península y surgir como país independiente Corea Popular y Democrática, los dirigentes comunistas fundadores de la nación proclamaron la determinación de encontrar un elemento disuasivo para evitar la repetición de la catástrofe: la creación de una capacidad defensiva de armas nucleares propia.

 

A la luz de los propósitos de Estados Unidos y la OTAN de reordenar el mundo a la imagen y conveniencia de Occidente desde la desaparición de la Unión Soviética, esa decisión parece, en retrospectiva, haber sido prudente y eficaz explica Zoltan Zigedy.

 

A pesar del hecho de que la RPDC ha permanecido en paz durante más de sesenta años, el gobierno estadounidense y los medios de comunicación que le son serviles, han mantenido contra ella una implacable campaña de calumnias y belicosidad.

 

Como en el caso de Cuba en el hemisferio occidental, la RPDC es invariablemente representada en los medios corporativos de todo el mundo como una tierra de prisiones y privaciones.

 

La RPDC es una obsesión diplomática para Estados Unidos, pero, aunque la nación asiática no suele tomar ofensas o insultos a la ligera, siempre ha ofrecido repatriar incondicionalmente a ciudadanos estadounidenses acusados o encarcelados por distintos actos ilegales, como aquellos protagonizados por proselitistas evangélicos supuestamente  empeñados en llevar el cristianismo a los paganos. Como los misioneros de imperios anteriores, sirven a la vez a dos maestros -Dios y el imperialismo- para domar a los paganos. Las autoridades norcoreanas sólo piden a Estados Unidos que envíe funcionarios de alto rango para facilitar la repatriación, sutileza diplomática diseñada para que ninguna de las partes aparente someterse a la otra.

 

Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos inalterablemente actuará declarándose comprometido a derrocar al gobierno de la RDPC, lamenta el periodista estadounidense en su blog “ZZ”.

 

Marzo 28 de 2015.

 

http://manuelyepe.wordpress.com/

 

https://www.alainet.org/es/articulo/168516
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